OPINIÓN Agencia de Noticias del Interior

Modernizar la Justicia es empezar a sanear la República

  • La independencia judicial comienza con un proceso de selección transparente y basado en el mérito.
  • En Argentina, los concursos de jueces han sido cuestionados por discrecionalidad y falta de transparencia.
  • Se propone una reforma que incluye exámenes públicos, uso de inteligencia artificial, evaluación automatizada de antecedentes y entrevistas con criterios objetivos.
  • Se prioriza la oposición escrita anónima como mecanismo más justo y equitativo.
  • El objetivo es recuperar la credibilidad de la Justicia y fortalecer la democracia desde su base.

Hablar de independencia judicial es, en tiempos de desconfianza institucional, mucho más que una consigna republicana. Es una necesidad urgente. Sin jueces imparciales, designados por mérito y sin ataduras políticas, no hay Estado de Derecho que funcione. Por eso, es clave asumir que esa independencia no se garantiza únicamente por leyes o declaraciones de principios, sino desde el primer paso: la forma en que elegimos a quienes deben impartir justicia.

Durante años, el proceso de selección de magistrados en la Argentina ha estado teñido de opacidad, discrecionalidad y demoras. La credibilidad del sistema ha quedado, demasiadas veces, atrapada en sospechas de favoritismos, acomodos o concursos diseñados a medida. Reformar ese sistema no es solo un deber técnico: es un imperativo ético y democrático.

La propuesta que se ha presentado ante el Consejo de la Magistratura va en la dirección correcta. Publicidad plena de los exámenes, criterios técnicos y objetivos, uso de inteligencia artificial para la confección de pruebas, automatización de la evaluación de antecedentes, y una entrevista personal con parámetros claros y puntuación regulada. Todo apunta a lo mismo: sacar a la arbitrariedad del centro de la escena y poner en su lugar la transparencia, la previsibilidad y el profesionalismo.

Uno de los aspectos más valiosos del proyecto es que jerarquiza la oposición escrita —anónima— como la herramienta más igualitaria y efectiva para evaluar capacidades reales. Esto no solo nivela el terreno para quienes no tienen "espalda política", sino que también puede favorecer el ingreso de mujeres y profesionales del ejercicio libre, históricamente relegados en los concursos.

Además, desalienta una práctica tristemente habitual: la carrera de antecedentes construida a fuerza de diplomas irrelevantes o cursos hechos solo para sumar puntos. Ser juez no es acumular pergaminos: es saber aplicar el Derecho con criterio, humanidad y responsabilidad institucional.

¿Alcanzará con estas reformas? No. Ningún sistema es perfecto, ni lo será. Pero se trata de sentar bases firmes, de construir un mecanismo auditable, moderno y confiable, que pueda mejorar con el tiempo. Hoy, el sistema judicial no necesita parches: necesita credibilidad. Y eso empieza, necesariamente, por cómo se elige a quienes lo integran.

Modernizar los concursos judiciales no es solo mejorar un trámite. Es empezar a recuperar la confianza ciudadana en un poder que debe ser ejemplo de imparcialidad y solvencia. Es fortalecer la democracia desde su base más invisible, pero más decisiva. Porque donde no hay justicia legítima, tampoco hay República.