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La ruta hacia una inflación con “uno adelante”: proyecciones, condiciones y dudas para 2026

  • La inflación recién perforaría el 2% mensual a comienzos de 2026 según el REM.
  • La estacionalidad complica diciembre, enero y marzo; febrero aparece como mes clave.
  • Para Abram, la baja depende de reducir emisión y estabilizar la moneda.
  • PwC advierte que el IPC seguirá por encima del 1% por varios meses.
  • LCG ve dificultades para converger a inflación anual de un dígito.
  • JP Morgan proyecta 17% anual para 2026 con IPC mensual cercano al 1%.

Tras varios meses de oscilaciones y un sendero alcista que comenzó en mayo, la discusión sobre cuándo la inflación argentina podrá perforar nuevamente el umbral del 2% mensual se instaló en el centro del debate macroeconómico. Los principales analistas coinciden en que ese momento llegaría recién a comienzos de 2026, siempre y cuando se sostengan ciertos equilibrios clave: estabilidad cambiaria, demanda de dinero en recuperación y un esquema fiscal sin sobresaltos. El último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central aportó una señal en ese sentido, aunque sin un giro inmediato: estimó para noviembre una inflación del 2,3%, con una leve aceleración respecto del informe previo.

El “Top 10” de analistas, habitual referencia del mercado por su alto nivel de precisión, coincidió en ese pronóstico. Para diciembre, las consultoras relevadas prevén un 2,1%, apenas por encima del cálculo anterior. A partir de allí, el informe traza un sendero descendente que ubicaría al IPC por debajo del 2% desde enero de 2026, con un 1,5% proyectado para mayo de ese año. El cuadro general sugiere una desinflación más lenta de lo esperado, pero sostenida en el tiempo.

La estacionalidad aparece como un factor central en esta dinámica. Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico en Equilibra, recordó que diciembre, enero y marzo suelen ser meses “difíciles” por aumentos vinculados a precios regulados y servicios. “Para que la inflación perfore el 2%, se necesita que ayude la estacionalidad. Creo que las condiciones están dadas para febrero; me parece que reúne esas condiciones”, sostuvo. En su visión, recién en el segundo trimestre podría verse una baja más sólida, siempre y cuando se mantenga la estabilidad cambiaria y no se recurra a correcciones bruscas en el tipo de cambio.

No obstante, el análisis no se agota en la estacionalidad. Para Aldo Abram, director ejecutivo de Libertad y Progreso, la resistencia inflacionaria tiene raíz estrictamente monetaria. “La clave es disminuir la emisión. La baja sostenida requiere que la depreciación de la moneda sea cada vez más pequeña”, afirmó. Según su lectura, el Banco Central recuperó capacidad de maniobra porque la demanda de pesos comenzó a recomponerse, lo que contribuye a estabilizar la moneda. Con ese escenario, proyecta que en los primeros meses de 2026 la inflación se ubique por debajo del 2% e incluso, hacia el segundo semestre, pueda perforar el 1% mensual, siempre sujeto a la estabilidad del peso.

José María Segura, economista jefe de PwC Argentina, planteó un enfoque más prudente. A su juicio, es “probable” que la inflación mensual se mantenga por encima del 1% por un tiempo, aun con un sendero descendente. La recomposición de la demanda de dinero, actualmente en niveles históricamente bajos, será determinante para sostener la tendencia. También remarcó la necesidad de que la política monetaria mantenga su prudencia en relación con la emisión.

Desde LCG destacaron que las expectativas de depreciación se redujeron en el corto plazo, lo que alivió tensiones sobre los precios mayoristas y quitó presión sobre el traslado a góndola. La mayor apertura importadora también funciona como moderador de aumentos, aunque con un impacto directo sobre los márgenes del comercio. Sin embargo, alertaron sobre la dificultad de converger a tasas de un dígito anual en el corto plazo: la inercia, los ajustes de precios relativos y la eventual presión salarial siguen presentes.

La mirada internacional también ofrece señales. Un informe de JP Morgan anticipó que el IPC promediará 1,5% mensual en la primera mitad de 2026 y 1,1% en la segunda. De cumplirse ese sendero, la inflación anual cerraría en torno al 17%, con un escenario de estabilidad cambiaria y avance de reformas como supuestos centrales.

Pero no todos los diagnósticos son tan optimistas. Fundación Capital proyectó que la barrera del 2% no se quebrará en el último bimestre de 2025, con un noviembre condicionado por el precio de la carne y los regulados, y un cierre estimado en torno al 2,5%. Para 2025, prevé un 30,8%, el registro más bajo en ocho años. Entre los factores clave para sostener la baja mencionó la calma cambiaria, la estabilidad financiera, el ancla fiscal y la debilidad de la demanda interna.

El desafío, coinciden los economistas, será sostener simultáneamente estos equilibrios. Con una inflación aún sensible a shocks y un calendario estacional adverso en el arranque del año, el camino hacia un IPC con “un uno adelante” depende tanto de las decisiones de política económica como de la capacidad del mercado para consolidar expectativas más estables.