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Qué medidas van a pedirle los bancos al nuevo gobierno y cuáles son sus preocupaciones

El sector financiero demanda mantener rendimientos atractivos para el ahorrista, cautela en los créditos subsidiados y más regulación para las fintech. Alerta sobre la complejidad de bajar tasas y encajes a la vez

ECONOMÍA 08/12/2019 Heretz Nivel
BCRA

Como el resto de los sectores económicos, los bancos aguardan la llegada del nuevo gobierno con una lista de demandas o, al menos, temas a discutir a partir del 10 de diciembre. Diversas fuentes del sector financiero consultadas por Infobae explicaron qué medidas esperan por parte de la nueva conducción del Ministerio de Economía y del Banco Central y qué temas pondrán sobre la mesa cuando se formalice su ingreso.

De manera informal, claro está, los contactos ya se iniciaron. Varias reuniones de banqueros con los economistas cercanos a Alberto Fernández, con la renegociación de la deuda como tema excluyente, dejaron cierta inquietud porque sus interlocutores de entonces hoy no parecen tener chances. Es el caso de Guillermo Nielsen o Adrián Cosentino. En las últimas dos semanas, los contactos se interrumpieron.

En medio de la danza de nombres, la designación de Miguel Pesce en el Banco Central fue recibida como una buena noticia, ya que es alguien bien conocido por los banqueros y percibido como alguien moderado, con conocimiento del sistema e inclinado al diálogo. Otro tanto ocurre con Arnaldo Bocco, mencionado con frecuencia como candidato al directorio de la autoridad monetaria para ponerse a cargo de la Superintendencia de Entidades Financieras y Cambiarias (Sefic), el organismo del Central que se ocupa de la supervisión.

Con cierta resignación, los bancos ya están preparados para que vuelva al escenario el crédito para empresas con tasa subsidiada, un mecanismo impulsado desde el Banco Central cuando su gerente general era Matías Kulfas y que el macrismo redujo hasta eliminarlo a fines de 2018. Hasta ese momento, la Línea de Crédito para Inversión Productiva disponía que un porcentaje de los depósitos privados debía ser prestado a una tasa determinada, con foco en las pymes.

En ese sentido, la recreación de un mecanismo de ese tipo genera alertas acerca de la implementación. Los banqueros alegan que si las tasas u otras condiciones no son compatibles con la evaluación del riesgo, la reactivación podría tener consecuencias de caída en el crédito en el largo plazo o de debilidad de algunas entidades. “Puede ser una medida positiva para salir de este momento crítico, pero no podemos prestarle a cualquiera”, se sincera una fuente del sector.

A la vez, rechazan abiertamente que las tasas sean fijadas por el BCRA, tanto para préstamos como para depósitos, como ocurrió en el final del kirchnerismo. Consideran que esa medida termina secando la plaza de financiamiento.

El desarrollo de los créditos hipotecarios UVA, pese a su presencia en los medios, casi no es un tema de agenda. Mientras la morosidad creció fuerte en todos los segmentos del crédito, los hipotecarios UVA tienen un altísimo nivel de cumplimiento, con solo 600 operaciones en mora en un universo de más de 100.000 préstamos otorgados.

“La UVA es un instrumento bueno, lo malo es tener 50% de inflación”, dicen en un banco líder. Y explican que quitar la inflación como índice de actualización, por un índice de salarios u otro parámetro, sería declarar la defunción de las UVA porque significaría, una vez más, romper contratos. Es probable que el sistema no quiera volver a utilizarlo.

Pero para llegar al crédito hace falta la materia prima, que son los depósitos. El sistema perdió en menos de cuatro meses el 42% de sus depósitos en dólares que hoy están en cajas de seguridad o fuera del país y que volverán solo con estabilidad y confianza. Y espera que el próximo gobierno impida el descalce de monedas, la regla sostenida por kirchneristas y macristas. La lección aprendida en 2001 indica que solo quienes generan dólares deben recibir préstamos en dólares.

En cuanto a los depósitos en pesos, las entidades tienen uno de sus pedidos principales: que el depositante reciba una tasa real positiva, es decir, por encima de la inflación. La gestión kirchnerista, complicada a la hora de hablar de índices inflacionarios, nunca lo tuvo como un objetivo. Y el afán por bajar las tasas podría alejar a los ahorristas.

El equipo de Alberto Fernández y el mismo presidente electo se han referido muchas veces al elevado nivel de las tasas. En los bancos advierten que hacerlas bajar no será sencillo y requerirá precisión de relojería. Una baja abrupta podría mejorar el crédito en lo inmediato pero a la vez empujaría a los depositantes a buscar otros activos, lo que en la Argentina se traduce en dolarización en las distintas variantes que el control de cambios permita.

El nivel de las tasas se relaciona con otra demanda de los bancos: bajar los encajes, aquellos fondos que las entidades resguardan obligatoriamente en el Banco Central. Los encajes actuales son muy altos, por encima de cualquier requerimiento prudencial. Su reducción deberá hacerse “en forma acompasada” con la de las tasas.

Esa sincronía también impactará en el desarme de las Leliq, donde los bancos no ven ninguna “bomba de tiempo" siempre que no se descuiden una baja armónica de tasas y encajes y que, como se espera, haya una cierta reactivación de la demanda de crédito.

En el sector financiero aseguran que urge recrear un mercado de pesos para poder captar todos los fondos que las restricciones cambiarias impiden llegar al dólar. Ello implica acelerar la renegociación de la deuda, al menos la parte en moneda local. Si se combinan tasas poco atractivas, imposibilidad de comprar dólares y falta de instrumentos en pesos, puede ser peligroso.

Otro tema que los bancos van a poner sobre la mesa es la controvertida posibilidad de regulación de las fintech. Durante la gestión Cambiemos, rigió el principio de que las fintech no reciban supervisión alguna del Banco Central porque no hacen intermediación financiera, es decir, no captan depósitos del público para luego prestarlos.

El reclamo central de los bancos es equiparar el tratamiento impositivo de las fintech con el propio. Piden que se transformen en agentes de retención de Ingresos Brutos, algo que ya está en marcha y también que no tengan la exención del impuesto al cheque. Alegan que muchas grandes empresas están aprovechando las billeteras electrónicas, en especial Mercado Pago, para eludir ese tributo por cifras millonarias.

Con información de www.infobae.com sobre una nota de Fernando Meaños

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