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Marcos Peña: “Si alguien cree que tiene un cheque en blanco va a cometer un error”

El jefe de Gabinete realizó un balance antes de dejar el poder y fue autocrítico sobre la gestión económica.

POLÍTICA 08/12/2019 Heretz Nivel
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-Llegaron con una inflación del 25 por ciento y se van con una inflación del 55%. Prometieron pobreza cero -o al menos reducir la pobreza- y se van con una pobreza del 35 o 40 por ciento. ¿Por qué dice que la vara quedó más alta?
-Porque juzgar un Gobierno por una o dos variables es un error que nos puede llevar a un lugar muy complicado como país. Ignorar el valor de la calidad democrática es el juego de aquellos que fueron debilitando la calidad institucional de nuestro país. Eso termina debilitando las libertades, la convivencia. Minimizar el valor de la paz social, de la reducción de homicidios, de la violencia, es un error; porque termina haciéndole el juego a los violentos. No ver las mejoras de infraestructura habla de un centralismo microclimático que no recorre el país y no ve el valor de transformar esa infraestructura.

-¿Pero la mayoría de la sociedad no valoró esas dos variables?
​-Es más complejo. Es muy difícil reducir esa discusión. Para empezar, porque hay un 41 por ciento que nos votó, seis puntos más que en 2015. También, porque hay ofertas políticas que conservaron su identidad. No hay dudas de que a una parte de la sociedad la caída del salario real y el impacto económico los alejó de la posibilidad de votarnos.

-Es el primer gobierno no peronista en terminar un mandato en 90 años, pero también es el primer gobierno que termina un mandato y no es reelegido ¿no es un fracaso?
-Pienso que no. Es el primer gobierno que gobierna en minoría los 4 años y completa su mandato habiendo hecho muchísimas reformas y avances. No hay duda de que nuestro objetivo era continuar, pero también es indudable la cantidad de avances y la referencia que queda para un sistema político más equilibrado. Tenemos posibilidad de competir y volver a ganar en la próxima elección.

-Macri pidió ser evaluado por la reducción de la pobreza. Este jueves se conoció el nuevo índice de la UCA: 40,8. 
-El crecimiento de la pobreza y el índice reflejan el tema de la inflación y situación macroeconómica. Nunca lo escondimos. Se puede evaluar, algo que antes no se hacía y hemos sido muy claros. Respecto a otras cosas que no se miden en ese índice han habido mejoras en el acceso al agua potable, cloacas, urbanización de villas, baja de mortalidad infantil, lucha contra el narcotráfico y pacificación de barrios. No minimizamos el aumento de la pobreza, pero también hay que mirar toda la realidad para tener un balance mas completo.

-El 41 por ciento de votos no estuvo lejos de lo que obtuvieron candidatos que perdieron en otras elecciones, como Angeloz en 1989.
-Vas a encontrar pocos casos de una fuerza política no peronista que haya sacado en dos elecciones seguidas 40 puntos y que haya crecido sistemáticamente como Cambiemos. Habla de una diversidad de valores para un montón de argentinos que tienen diversidad de pensamiento. Por primera vez hay un sistema bi-coalicionista en la Argentina; dos visiones que representan casi al 90 ciento de los votantes. Si alguien cree que tiene un cheque en blanco es un error. Se demostró con los votos y con 2 millones de personas en la calle que manifestaron una adhesión a una idea común y a una referencia política como Mauricio. Esa representación tiene una potencia grande.

-¿La gente vota a favor de Macri y Alberto Fernández o en contra de ellos?
-Si fuiste a las marchas, te das cuenta que claramente es un voto a favor. Hay un cariño y un vínculo y un reconocimiento muy grande. Es una referencia en la representación. Es un error la permanente subestimación de que no existe un votante de Macri, porque es un microclima que se autorreferencia y que llevó a subestimar la fortaleza de esa representación.

-¿Qué pasó para que renegaran de las movilizaciones, que las definieran como algo del siglo XX y ahora las valoraran? ¿Qué pasó para que terminaran haciendo una cadena nacional y promoviendo medidas de aliento al consumo que antes criticaban?
-En primer lugar, la movilización que se generó espontáneamente el 24A y la marcha del sí se puede no tiene mucho que ver con las manifestaciones a las que nos hemos referido muchas veces, que son caracterizadas por el aparato y por la inversión de plata para construir una escenificación. Acá son 2 millones de personas totalmente autoconvocadas que llegaron por sus medios y se expresaron de una forma muy distinta. No las convocamos. Es un encuentro que se generó, son primas hermanas de lo que ocurre en Chile: marchas del siglo XXI en la que el protagonista es el que va al espacio público a manifestarse en lugar del líder que se va a encontrar con la gente. Es un fenómeno que no existía. ¿Por qué aquellos que dicen que las manifestaciones son lo más importantes para medir la salubridad política quieren minimizar la cantidad de personas que se manifestaron en 30 días? Respecto a la cadena, no hicimos ninguna cadena nacional discrecional para hacer un mensaje coyuntural, sino que le dimos carácter institucional al informe del estado de la nación que prevé la Constitución. Ojalá quede como una más de las instituciones que dejamos. Hay que informar a la población cuando se llega y cuando se va. Nunca tuvimos una postura dogmática. Vinimos a resolver los problemas de la gente, no a tener razón. No tenemos pruritos ideológicos. En la coyuntura necesaria, Mauricio libró medidas para dar auxilio necesario a la gente que lo necesitaba.

-Declaró que si hubiesen ganado no habría continuado como jefe de Gabinete. ¿Por qué no lo comunicó antes?
​-No se habló del futuro gabinete. No nos parecía relevante en ese momento.

-Macri lo definió como sus "ojos e inteligencia". También, a Gustavo Lopetegui y a Mario Quintana. Emilio Monzó dijo que ese diseño de gobierno generaba funcionarios más parecidos a cortesanos y más pendientes del humor del jefe que del social. 
-No estoy de acuerdo para nada. No entendió la dinámica de un gobierno que trabajó como equipo, horizontalmente y con funcionarios con enorme coraje para afrontar un contexto muy difícil. Yo fui testigo, él fue testigo de muchísimas reuniones donde se discutió muy fuertemente con el Presidente para poder plantear un punto de vista. Fue un gobierno que tuvo funcionarios que estuvieron a la altura de las circunstancias.

-¿No fue un gobierno de obsecuentes como sugirió Monzó?
-No coincido para nada. Fue un gobierno de muchas personas. De cientos, de miles de personas que se involucraron con buena fe y capacidad y que trabajaron como equipo como muy pocos gobiernos en nuestra historia.

-El Presidente calificó de traidores a los tres diputados que dejaron el bloque de Juntos por el Cambio. ¿Coincide con él?
-Por supuesto, la representación hay que honrarla. Lo importante es el votante es el que define soberanamente una representación. Hay que tratar de ser predecibles porque si no se desvirtúa todo el sistema.

-¿Pero cuál es la diferencia entre estos diputados y Miguel Pichetto, que fue elegido senador por el FPV y terminó siendo candidato a vicepresidente de Macri?
-Estaba terminando su mandato y se presentó para relegitimar su situación política. No especuló en ese sentido.

-No devolvió su banca.
​-Termina ahora su banca.

-¿La apertura política del Gobierno no fue tardía?
​-La apertura política fue desde el primer día. No veo un solo momento en nuestra historia en la que no haya sido marcado por la apertura. Si miras el Gobierno y nuestra fuerza política siempre fue un proceso de crecimiento. Hay un punto en que las opiniones se tienen que terminar de objetivar en los hechos concretos. Y los hechos son que este fue uno de los gobiernos más abiertos y plurales que hubo en la Argentina en los últimos tiempos.

-¿Pichetto, por ejemplo, no podría haber llegado antes?
​-No lo sé. Estuvimos hablando siempre con mucho respeto con él. No creo que haya habido problemas de cerrazón. Pero sí creo que en algún lugar hay un debate de identidad y de estrategia. Se lo planteé a Emilio y lo hemos discutido muchas veces. Es un proyecto político que va en una dirección distinta. No es una cuestión de apertura. El proponía que (Sergio) Massa fuera candidato a gobernador en vez de (María Eugenia) Vidal. Son decisiones que marcan un camino, o que el vicepresidente hubiese sido otro o que tuviéramos varios ministros peronistas y que nos aliáramos con gobernadores peronistas. Hay un punto donde eso se llama otra cosa, es válido. Nadie tiene razón en eso. La mayoría de nuestros votantes valora un Juntos por el Cambio abierto y plural, pero con una orientación determinada.

-¿El riesgo no es reproducir una alternativa antiperonista?
-Hay peronistas en Juntos por el Cambio y dentro del Pro desde el primer día.

-Ernesto Sanz y Elisa Carrió dos de los tres socios fundadores de Cambiemos se retiraron de la política activa.
-Los socios fundadores son los partidos, que están y más fuertes que hace 4 años. Los 3 partidos tienen más representación parlamentaria. Los casos personales de Ernesto y Lilita son situaciones particulares, no habla de la salubridad de la coalición.

-Macri manifestó su deseo de seguir haciendo política. ¿no sería conveniente que diera un paso el costado para oxigenar el espacio?
​-Dos millones de personas, más allá de los 10 millones que lo votaron, le pidieron que no los deje solos. Hay un compromiso humano de él de no dejarlos solos. No hay muchos ejemplos de dirigentes como Mauricio Macri de hacer crecer figuras, un espacio. No es incompatible honrar la participación que uno le ha dado a la sociedad y seguir haciendo crecer nuestra fuerza política. Si el día de mañana hay nuevos liderazgos que son reclamados por la sociedad, Mauricio ha demostrado que no vino acá por un proyecto personalista.

-¿El poder lo va a ejercer Alberto Fernández o Cristina Kirchner?
​-No tengo por qué dudar de que Fernández es el presidente y va a ejercer el poder. Me baso en que él dice que son un equipo de trabajo con mucha confianza.

-¿Este gobierno no apostó a la grieta?
​-Claramente no. El metamensaje de esa afirmación es que tendríamos que haberla metido presa a Cristina y haber hecho un peronismo no kirchnerista. No es posible saltear los procesos legales y no creo que sea posible que un gobierno construya íntegramente una oposición. La oposición tiene que dirimir su liderazgo de cara a los votantes.

-Con apostar a la grieta me refería a la idea de asociar al kirchnerismo con el pasado y valores negativos y a sí mismo con el futuro y valores positivos.
​-Hay un consenso en el círculo rojo de que debimos haber hablado más de la herencia y de que promovimos la grieta. No entiendo cómo se pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo. Nos concentramos en una agenda de construcción. Nuestra intención fue poner en una agenda de trabajo y de reformas y desde el primer día dialogamos con la oposición, lo hicimos por convicción y porque gobernamos en minoría.

-¿Los empresarios lo decepcionaron? Apoyaron a este gobierno y terminaron aplaudiendo a Alberto Fernández en la UIA.
​-La gran mayoría del empresariado creía y quería que ganara Scioli en 2015. Es un mito que apoyara a Macri. Sí se generó una expectativa una vez que ganamos y pudimos desarrollar un diálogo muy bueno en general. El empresariado tiene una fragmentación muy grande que limita mucho su capacidad de incidir en la discusión pública.

-¿Le preocupa la grieta o es una discusión que ya está perimida?
​-La palabra mágica en esto es la paz y la institucionalidad, pero también la diversidad. No quiero que todos pensemos igual. Me aterra la idea de pensamiento único. La grieta más complicada es la que niega al otro. Ha habido un espacio para generar más espacios de diálogo con el kirchnerismo, veo una postura más abierta, también por un tema generacional.

-¿La designación de Patricia Bullrich como presidenta del PRO no obturará esa apertura?
-Patricia tiene un liderazgo y convicciones muy fuertes. No va a tener problemas en buscar esos consensos. Hay que encontrar ese equilibrio de un sistema donde nadie tiene el poder, nadie lo va a poder tener. El mensaje de la sociedad es muy claro. Es necesario que se encuentren consensos, como en temas macroeconómicos. Claramente fue un error nuestro pensar que la macroeconomía se puede resolver desde la parcialidad. Lo mismo le va a pasar a Alberto Fernández si piensa que puede resolver la macroeconomía desde la parcialidad. Como país ya no tenemos credibilidad, la tenemos que construir entre todos.

-¿En qué momento se dieron cuenta de que la macroeconomía no podía ser administrada desde la parcialidad?
-A partir de la crisis que empieza en abril de 2018, que es cuando los mercados dicen: “no confiamos más en la Argentina y se acabó el crédito”.

-El acuerdo con el FMI no fue también desde la parcialidad.
​-Ojalá hubiésemos tenido una oposición que se sentara responsablemente a ver cómo resolvíamos este problema en conjunto. Hasta este momento no hemos logrado construir un consenso para aislar el tema macroeconómico del debate partidario. En ese momento era necesario liderarlo para evitar un mal mayor.

-Qué le pasa cuando Alberto Fernández dice que Marcos Peña le resultaba un joven interesante y terminó siendo un inútil o cuando le pide que no se gaste los últimos dólares del Banco Central en difundir mentiras?
​-No lo conozco, tengo buena estima de mucha gente que tiene alrededor. No tengo idea de por qué dice eso sin conocerme. Tendrá problemas mas grandes que resolver a partir del martes. Espero que ponga el foco en eso.

-¿A Cambiemos le faltó vocación de poder en las provincias, como dice parte de la UCR?
​-Es un tema para reflexionar mucho, porque es la contracara de la discusión de si fuimos abiertos o no. Es un debate no saldado analizar si hubiésemos podido hacer un camino de mayor conflictividad en las provincias, dado que la mayoría de reformas que pudimos generar, las generamos con los gobernadores. Se minimiza que estuvimos en minoría. Hay dos escuelas, la que dice que hay que ir más hacia el peronismo, como plantea Emilio; o los que plantean que hay que ser muy duro porque no son confiables. Pudimos navegar en un equilibrio. Hay un enorme trabajo para hacer respecto a la construcción de liderazgos en las provincias. No es algo que se construye por la voluntad del poder central. Tiene que haber un proyecto de poder con capacidad de triunfar y liderazgos reconocidos. También hay que reconocer que en muchas provincias hay una debilidad institucional que hace muy difícil esa competencia.

-Vidal perdió por 14 puntos el 27 de octubre. ¿Si hubiera desdoblado también habría perdido?
-Es contrafáctico. En este momento no quiero meterme en esa discusión. Sí le he planteado Emilio que el Conurbano es parte de la agenda nacional, no de la agenda provincial. Buenos Aires es una provincia que no tiene una dinámica local. No había duda de que un proceso inédito de elección separada de la provincia era un experimento sin antecedentes. Es muy difícil predecir qué hubiera pasado. Parte del problema de esa provincia es esa dificultad de conciliar realidades muy distintas en un territorio enorme.

-¿Además de las decisiones parciales en macroeconomía, ¿qué otros errores reconoce?
-En la necesidad de construir una perspectiva que amplíe el horizonte y construya futuro, dimos un mensaje muy positivo y optimista que en un momento nos hizo ver menos escenarios alternativos de qué pasaba si no ocurría todo bien. En eso hay mucho para pensar, en cómo planificar que una sociedad tan variante. Hay una monumental subestimación al cambio que estamos viviendo. El mundo que estamos dejando tiene muchísimas diferencias con el de 2015. Lo mismo con la sociedad, los cambios políticos. Es muy necesario planificar con muchos escenarios. Eso lo aprendimos mucho más en la segunda etapa del gobierno que en la primera.

-¿La Argentina está exenta de crisis como las de Chile y Ecuador?
-La Argentina está mejor preparada, porque venimos de muchos años de volatilidad y eso permite un sistema más contemporáneo y resiliente a la realidad que vivimos. Los países más estables eran más frágiles porque incubaron un no-cambio. Todos los sistemas van a estar sometidos a esa doble trituradora de poder que estamos viviendo. Por abajo, la revolución digital y el empoderamiento individual. Por arriba, la globalización. Cada vez uno maneja menos resortes en el poder, cada vez es todo más rápido y transparente y cada vez la expectativa es más grande en la ciudadanía. Eso genera un sistema de permanente tensión. Si alguien cree que este mundo es el mismo que hace 5 años se va a pegar un golpe.

Los ojos y la inteligencia de Macri

Desde hace una década, solo una puerta separa el despacho de Marcos Peña del de Mauricio Macri.

Sus acciones en el universo macrista subieron exponencialmente en 2011, cuando le recomendó al entonces jefe de Gobierno, en contra de la opinión mayoritaria del resto de los funcionarios porteños, que postergara sus planes presidenciales porque en ese turno no tendría chances de vencer a Cristina Kirchner. Nunca más se separaron. Macri le ofreció ser su sucesor en la Ciudad, Peña prefirió seguir a su lado.

No ocultó su voluntad de convertirse en el candidato a vicepresidente en 2015, una opción que -contra su deseo- Macri no concretó. Tiempo después, se arrepintió.

Desde la presidencia del Senado no hubiera podido tener la cercanía e influencia que mantuvo con el jefe de Estado. Ya en el despacho de jefe de Gabinete desde donde habla, colocó funcionarios de su confianza en todos los ministerios. El círculo rojo pidió su cabeza innumerables veces. Macri nunca le soltó la mano. “Marcos es el cambio”, lo defendió el Presidente durante los meses más duro.

Ahora, Peña no tiene planeado separarse del presidente que lo definió como “sus ojos e inteligencia”. Voy a a acompañarlo en todo lo que pueda, pero en otro rol”, anticipa.

Según un estudio de opinión, luego de 4 años de gestión se convirtió en uno de los dirigentes con peor imagen.

El único ministro coordinador de la administración saliente asume que parte de las críticas llegaron por su condición de pararrayos presidencial. “Mas allá de los golpes y de las cosas que he absorbido estos años y que impactan en uno, es parte de la vocación, de por qué te metes acá. Tengo la tranquilidad de poder terminar y decir que no me he enriquecido. Ojalá que sea la vara para todos. No pueden entrarme”, sostiene. Asegura que en la calle recoge afecto.

Cuestionado por algunas facciones del PRO, de la UCR y sobre todo de la oposición no tiene pensado retirarse de la política partidaria. “Voy a seguir haciendo política. Voy a seguir trabajando en este espacio. Estaré menos en la toma de decisiones diarias y más en la formación de equipos”, advierte para ahuyentar los rumores de una mudanza al extranjero.

Se ganará la vida con consultorías y aceptará invitaciones para charlas en el exterior. “Tenemos un enorme problema en la dirigencia argentina, de cabeza insular. La política exterior no es un tema de los cancilleres sino de todos los políticos”, sostiene.

Con Emilio Monzó compartió la jefatura de campaña que llevó a Macri a la presidencia. Tuvo que ceder al principio de esa carrera y logró imponer su criterio al final. Fue el máximo responsable de la campaña oficialista en la victoria de 2017 y en la derrota de 2019.

Fanático de Boca, también posó sus ojos en la decisiva votación de este domingo. Sabe que la lista opositora lleva las de ganar, pero -sin abandonar el optimismo que lo caracteriza- no se resigna.

Uno de los socios fundadores de Compromiso por el Cambio -germen del PRO- hace un lustro afirmaba que "Peña es Macri y Macri es Peña". Nada cambió desde entonces.

Con información de www.clarin.com sobre una nota de Guido Carelli Linch

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