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Los segmentos sociales más bajos podrían tener menos oferta de préstamos

El tope de la tasa para tarjetas de crédito y la modificación en los sistemas de cobro impactarán en tarjetas no bancarias, bancos pequeños y fintech que hoy prestan a aquellos que no califican en los bancos

ECONOMÍA 23/02/2020 Fernando MEAÑOS
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Pese a la declarada intención de proteger al usuario financiero e incentivar el crédito al consumo, dos resoluciones tomadas esta semana por el Banco Central podrían impactar en el sentido inverso. La disposición de un tope de 55% para la tasa de interés para el financiamiento de saldos de tarjeta de crédito y un cambio técnico en el modo de cobrar las cuotas de los préstamos, según diversos actores del sistema financiero consultados por Infobae, sembraron dudas que aún están sin resolverse. Estiman que se restringiría la oferta de préstamos, en particular aquellos provistos por bancos pequeños, tarjetas no bancarias y fintech, el segmento del mercado que, en general, se ocupa de clientes con bajo o nulo acceso a los servicios de los bancos.

Las tasas de revolving, como se conoce en los bancos al costo de financiar luego de abonar el pago mínimo del resumen, alcanzaban niveles muy elevados en todo el sistema. El propio Banco Nación cobraba 67%, lo que dejaba un costo financiero total (CFT) del 120%, sumando gastos e impuestos; antes del anuncio, ya la había bajado a 49%. En muchos bancos privados, era aún más alta y el CFT superaba el 200%.

Las razones para ello, explican en los bancos, pasaban porque la coyuntura hacía sencillamente que a los bancos no les interesara el negocio. “La tasa de tarjetas no era abusiva; era disuasoria. Era así de alta para que nadie quiera financiar. A muchos bancos no les interesa asumir el riesgo de la bola de nieve del pago mínimo, menos en épocas de bajo consumo. Y no ofrecer las tarjetas con sus promociones no es una opción desde el punto de vista del marketing”, explican en una entidad.


De este modo, los bancos prefieren a aquellos que usan la tarjeta como un medio de pago y no como un medio de financiación. El problema es que a la economía le sirve lo contrario. El gobierno ha puesto a la reactivación del consumo interno como un norte. De ahí el pedido expreso del presidente Alberto Fernández al titular del Banco Central, Miguel Pesce, para poner un tope a las tasas.

¿Qué reacción tendrán los bancos? Seguramente recortarán el límite de financiamiento de las tarjetas a los clientes que no sean premium manteniendo el límite de compra, a la vez que explorarán nuevas promociones, menos masivas, tal vez negociando en forma directa con tarjetas y cadenas comerciales, sin tener a los adquirentes en la mesa. Mientras tanto seguirán adelante con el plan Ahora 12, con algunos ajustes que negocia con el Gobierno. La tasa del 55% llegó al mismo tiempo que la liberación de $18.000 millones de encajes. A los bancos no parece disgustarles que esa suma, que antes tenían depositada en el Central con retribución 0, pueda ser prestada, aún a tasas controladas.

El abanico del crédito sigue con las tarjetas no bancarias, para quienes el tope quedará en un 25% por encima de la tasa bancaria promedio para los préstamos personales, hoy ubicada en 69%. Muchas de esas tarjetas, emitidas por supermercados, cadenas comerciales o financieras, hoy cobran el doble de esa tasa. Aseguran que ese costo elevadísimo responde a que atienden a los segmentos de la población más riesgosos, aquellos que no tienen acceso a los bancos y que con más límites, se restringirá la llegada a ellos.

 

Mecanismo de cobro

Otra medida tomada en los últimos días por el BCRA impactó de lleno en el crédito. En aras de la protección del usuario, prohibió al sistema financiero utilizar el débito directo interbancario o el “débito inmediato recurrente” para el pago de préstamos. En los hechos, estos sistemas permitían que el cliente autorizara una única vez el débito de las cuotas en su cuenta para todo el crédito; ahora, en cambio, el cliente deberá autorizar expresamente, cada mes, el pago de cada cuota, a través de una vía electrónica (mail, SMS, Whastapp, app). La norma también otorga al cliente la posibilidad de revertir un débito ya efectuado hasta 30 días después del mismo y el cobrador tiene que devolverlos dentro de las 72 horas siguentes.

Estos mecanismos de cobro, hasta ahora, eran muy utilizados por las fintech y por bancos pequeños especializados en préstamos al consumo. Les garantizaban una cobranza segura en cada vencimiento mensual, sin necesidad de que el cliente tome la decisión de pagar. Muchos de estos bancos ven con preocupación el futuro de su negocio central. La Asociación de la Banca Especializada (ABE), que los reúne, espera un contacto directo con Pesce a su regreso de la reunión del G-20 en Arabia Saudita.


Desde estos sectores, advierten que gran parte del crédito que otorgan incrementará su morosidad, subirá sus tasas o, directamente, desaparecerá. Hay fintech que entregan préstamos online en minutos, cargando un DNI y el CBU de una cuenta en una app, a devolver en 3 o 6 cuotas, con tasas altísimas y, por supuesto, casi sin garantías. Ese riesgo solo se asume con ese cobro inmediato y autorizado de antemano.

“La lógica del financiamiento de este tipo incluye poder asegurarse el cobro. Es la única forma de prestarle a aquellos a algunos a los que nadie les quiere prestar”, explica un directivo del sector que anticipa un salto en la morosidad si cada mes, cada cliente, tiene que autorizar el pago de la cuota. Cuando más “express” sea el otorgamiento préstamo, mayor será el riesgo. También admite algunos abusos: hay entidades que gracias a este sistema reiteraban indefinidamente el débito hasta que la cuenta tuviera fondos, o que subdividían el monto de la cuota en varios débitos para asegurarse, al menos, ir cobrando de a poco. Pero a la vez, advierte que la “protección” a los usuarios dejará a muchos de ellos sin chances de financiarse.

Fuente: Infobae

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