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Jorge Triaca le apuntó a Moyano: “No hace falta tener actitudes de matón”

El ex ministro de Trabajo criticó los bloqueos de Camioneros a Mercado libre y dijo que “la actitud de Moyano en los gobiernos K ha sido de canibalismo y tiene la intención de repetirla". Consideró que la ley de teletrabajo "es insuficiente y atrasa" y afirmó que "tiene que haber otra dirigencia sindical"

POLÍTICA 05/08/2020 Heretz Nivel
JORGE TRIACA

Jorge Triaca sabe de lo que habla. Fue ministro de Trabajo del gobierno macrista durante casi tres años y tuvo una relación accidentada con Hugo Moyano. En realidad, el líder de Camioneros lo vetó apenas fue designado porque no le tenía confianza (fue por portación de apellido porque se llevaba mal con su padre, el titular del Sindicato de Plásticos), pero Mauricio Macri mantuvo su decisión, pese a las críticas del que, por entonces, a fines de 2015, era su mejor aliado gremial. Luego, pudieron construir un vínculo razonable, que se comenzó a romper cuando Moyano se alejó de Macri y se acercó a su ex enemiga Cristina Kirchner.

Pero la verdadera furia de los Camioneros se desató luego de que Triaca se convirtió en el primer funcionario laboral que le aplicó una multa millonaria al sindicato (de 810 millones de pesos) por haber desobedecido la conciliación obligatoria en un conflicto, en 2018. La sanción fue dejada sin efecto por el actual ministro de Trabajo, Claudio Moroni, luego de considerar el sumario inicial de “total nulidad”. Y, sobre todo, después de que el presidente Alberto Fernández calificara a Moyano de “dirigente inmenso y ejemplar”.

Por eso hoy Triaca, durante una entrevista con Infobae, consideró que con ese elogio “el Presidente mostró una falta de sentido en relación a la realidad” y que repercutirá en el conflicto del Sindicato de Camioneros con Mercado Libre: “En el mundo sindical, el canibalismo no va. Esa ha sido la actitud de Moyano en los gobiernos de signo K y tiene la intención de repetirla ahora. En la medida en que se sienta convalidado con actitudes como la del Presidente, va a intentar hacerlo”, aseguró el ex ministro de Trabajo.

-¿Cuál es su opinión sobre la ley que regula el teletrabajo?

-No se aprovecharon la circunstancias que nos impuso la cuarentena. Este aislamiento nos obligó a pensar cómo trabajar y a darles certezas a los trabajadores y empleadores para el teletrabajo, y me parece que la ley fue una oportunidad desperdiciada.

-¿Desperdiciada en qué sentido? ¿Cuáles son problemas que encuentra en la ley?

-Genera incertidumbre a los empleadores en relación a la reversibilidad y una falta de promoción de una actividad que puede darles puestos de trabajo a los más jóvenes y a las mujeres, sobre todo a aquellos que puedan capacitarse desde sus hogares y mejorar sus posiciones dentro del ámbito laboral. Eso no está contemplado. El teletrabajo también obliga a desafíos que tienen que ver con lo ambiental. Cuando uno puede bajar la intensidad y la congestión en el transporte con mecanismos de regulación del teletrabajo, se ayuda también al medio ambiente. Sin embargo, todos estos aspectos positivos no están contemplados en la ley para poder desarrollarlos e incentivarlos de manera más inteligente.

-El oficialismo insistió varias veces en que la ley fue fruto del consenso. ¿Fue realmente así?

-No se puede hablar de consenso cuando se desestiman las propuestas de la oposición, no se da el tiempo de debate necesario o no se toma en cuenta tanto al sector sindical como al empresarial, que son los beneficiarios de estas regulaciones al igual que aquellos que hoy tienen trabajo a distancia pero también de quienes lo quisieran tener. Porque el actor ausente en este debate son aquellos que hoy están buscando una oportunidad y la podrían conseguir a través del teletrabajo.

-¿Por qué no la van a conseguir?

-Esta ley le genera más incertidumbre al empleador, lo obliga a unas previsiones, por ejemplo con respecto a la reversibilidad, que le quita dinamismo a un sector que es sumamente ágil. Por eso es muy importante que en la negociación de los convenios colectivos se discutan modalidades de teletrabajo más inteligentes, generadoras de oportunidades para aquellos que hoy están buscando trabajo. Ahí está el desafío de la dirigencia sindical y empresarial de mejorar todo lo posible el desafío que tienen por delante.

-¿Hacía falta una ley para regular el teletrabajo si la modalidad ya se estaba negociando entre las partes desde hace años, sin conflictividad?

-A veces hay abusos de parte que se pueden resolver dentro de las leyes vigentes. Algunas de las cuestiones, como el derecho a la desconexión o los insumos del trabajo remoto, son posibles de debatir y es interesante ver las posturas que se pueden discutir entre trabajadores y empleadores. Eso seguramente requerirá por parte del Estado una regulación inteligente, pero mirando al futuro y la forma de generar más empleo. No fue el caso de esta ley y resulta preocupante porque vamos a tener un problema de empleo, desigualdad y pobreza en la Argentina por el impacto de esta pandemia, y en el vínculo laboral tenemos que tener un mecanismo que promueva los consensos y el dinamismo, que es lo que le falta a nuestro marco legislativo.

-Muchos diputados de Juntos por el Cambio terminaron votando a favor del proyecto que impulsaba el Frente de Todos, en una postura distinta a la que tuvieron los senadores de esa bancada. ¿Por qué la oposición no pudo unificar una postura respecto de este proyecto?

-La tarea legislativa en el marco de la pandemia se hace más compleja. En las comisiones se propusieron muchas modificaciones, pero no se aceptaron y ese fue el motivo por el cual no se votó a favor. También el oficialismo tiene una responsabilidad por transmitir una idea en la Cámara baja y otra distinta en el Senado. Es una ley insuficiente y que en algún sentido atrasa, pero el oficialismo quería que se votara a libro cerrado.

-La CGT respaldó la ley, pero entre sus dirigentes hubo un fuerte debate interno porque piensan que el teletrabajo puede complicarles la llegada a los afiliados. ¿Es legítimo ese temor?

-La tarea de los dirigentes sindicales también tiene que adecuarse a los tiempos. Si no comprenden que el vínculo con los trabajadores y la defensa de sus derechos pasa por otro lado, y si no se adecuan a eso, serán producto del pasado y no del futuro. Hay dirigentes sindicales que están tomando nota de esto y están trabajando en cómo comunicarse más horizontalmente con sus trabajadores y hay otros que siguen con estructuras piramidales, obsoletas, que les quita la oportunidad de tener más legitimidad y consenso.

-Omar Viviani acaba de renunciar al gremio de taxistas luego de 37 años y llama la atención por la larga supervivencia de los sindicalistas. ¿Está de acuerdo con los mandatos eternos?

-El modelo sindical que fortalecía los mandatos estaba más vinculados a una Argentina que tenía interrupciones democráticas, que tenía crisis tras crisis, entonces la estabilidad la brindaba una organización sólida, fuerte, conducida verticalmente y en algunos casos demasiado férrea o con conductas abusivas, cosas que son reprochables. Ese es un modelo que ya pasó. Después de más de 30 años de democracia en el país, donde el diálogo tiene que primar por encima del conflicto, donde la búsqueda de consensos es un valor de la sociedad, tiene que haber otra dirigencia, con otro dinamismo, con caras frescas que vayan cambiando esa tarea dura para afrontar los desafíos de los nuevos cambios en los paradigmas de producción. Hay muchos que se han quedado en el pasado. Mas allá de que Viviani les ha dado satisfacciones a los taxistas durante mucho tiempo, hoy tienen desafíos ante los cuales, como él manifestó, ya no tiene la misma fuerza ni las mismas energías para encararlos. Cómo él, debe haber otros tantos que deben estar pensando lo mismo. Las tareas que requieren la defensa de los trabajadores y sus derechos mirando hacia el futuro no solamente tienen que contemplar esos convenios del pasado sino pensar de qué manera generamos nuevas oportunidades de empleo para muchas actividades que van a empezar a desaparecer. Hay que ser más creativo, hay que trabajar mucho en lo que es la formación profesional, preparar mucho más un sistema educativo para una población que va a requerir más conocimiento y habilidades para poder estar a la altura de los cambios.

-Si el sindicalismo ha podido mantener sus mandatos vitalicios durante tantas décadas, ¿no fue porque le ha convenido a los gobiernos de turno y al empresariado? ¿Para el poder no es mejor negociar con un dirigente dialoguista que con uno combativo e inflexible?

-La Argentina ha tenido un problema dirigencial y no se lo asigno sólo a los sindicalistas, sino también a los dirigentes políticos, empresarios y sociales de las ultimas décadas. Por eso no hemos tenido el resultado económico y de crecimiento de nuestra sociedad como lo anhelamos todos. Todos decimos que queremos un país mejor, más inclusivo, con recursos para todos, pero no nos ponemos de acuerdo en el cómo. Lo que sí se mantiene es la misma dirigencia, las mismas caras en el sector empresario, en el sector sindical. Tiene que haber una idea renovadora de todo esto con una construcción de consensos más amplios y discutir en base a las experiencias de lo que el mundo ha hecho bien. No hace falta que inventemos la rueda. Hay que tratar de copiar lo que se ha hecho bien el mundo. Y ese es el dinamismo que nos hace falta. Creo que hay muchos dirigentes sindicales que tienen que dar cuenta de lo que han hecho, pero no me gusta generalizar porque también hay enorme responsabilidad en la dirigencia política, empresarial y social.

-¿Responsabilidad en qué exactamente?

-En los resultados. Si uno los mira se da cuenta de que no podemos resolver el problema de la pobreza de un tercio de los argentinos, que hace ocho años que no se genera empleo sostenido en el sector privado, que lo único que crece es el empleo en el sector público, que tenemos casi el 40% de nuestros trabajadores en la informalidad. Ese es el desafío. Ante un diagnóstico que nadie puede ocultar, no ha habido una respuesta y tampoco la hemos tenido con leyes como de teletrabajo. Me parece que las respuestas tienen que dirigirse a pensar cómo formalizamos trabajadores si tenemos un sistema de seguridad social, cómo generamos oportunidades para que haya dinamismo en la contratación de empleo, cómo le generamos previsibilidad al empleador y al empleado a la hora de terminar el vínculo laboral porque sabemos que los litigios son uno de los principales motivos por los cuales después no se generan nuevas contrataciones.

-¿Qué le parece la extensión de la cuarentena obligatoria en su doble faceta: con buenos resultados en materia sanitaria y consecuencias perjudiciales en materia socioeconómica?

-El objetivo inicial de la cuarentena, que era preparar nuestro sistema de salud, se extendió mucho más allá de lo que había sido la meta inicial. Quizá deberíamos haber contemplado estrategias como testeos masivos o acciones concretas en el aislamiento de los sectores más vulnerables, como los adultos mayores o sectores que tengan más riesgos, en la salud, el transporte y la seguridad. Parece que nuestro foco de atención estuvo ahí, pero las respuestas llegaron muy tarde. Recordemos la cantidad de veces que las autoridades predijeron que el pico iba a llegar la semana que viene, luego la otra, más tarde la siguiente y fueron corriendo el arco a cada rato. Como seguimos sin un plan concreto, eso sigue sucediendo. Y tiene una contracara que es la consecuencia económica que nos aleja de una recuperación sostenida que vamos a necesitar para poder volver adonde estábamos al principio, no ya para crecer o desarrollarnos mucho más. Esta crisis nos obliga a reflexionar sobre cómo ayudamos a muchos que hoy empiezan a caer en una mayor pobreza y, a la vez, a recuperar el sendero del crecimiento. Todo esto necesita obligatoriamente de una dirigencia mucho más madura, mucho más concesiva e inteligente. Hoy, lamentablemente existen dirigentes muy sesgados por los odios o por el oportunismo político y sin una visión estratégica.

-¿Habla del oficialismo o de la oposición?

-El oficialismo lo activa para tratar de dividir, pero en la oposición quedamos entrampados en ese debate.

-¿Por qué al Gobierno le cuesta tanto terminar de diseñar un plan para la post pandemia, un reclamo de la CGT y de sectores empresariales, que se quejan de que nunca han sido convocados orgánicamente a participar de ninguna discusión para definir las medidas para la recuperación económica?

-Porque el Gobierno tampoco tiene un plan para la pandemia. Si el plan es sólo la extensión de la cuarentena y no el abordaje estratégico de las aperturas, los controles, los testeos y demás, cómo va a resolver algo lejano.

-No puede negar que se están ocupando de la ayuda a los sectores más vulnerables.

-La ayuda va a sectores en donde hay otro tipo de conflictos. Los decretos de suspensión de despidos no lo ayudan sino que lo que contribuye es todo lo que construya dinamismo, fondos de cese, trabajar para que pueda haber un ingreso que sostenga a las familias de manera más inteligente y que tenga que ver con el desarrollo de nuevas oportunidades. No veo algo pensado para lo que viene.

-¿Por qué no lo hace el Gobierno?

-Porque es un Gobierno que necesita resolver muchas cuestiones internas y eso le genera una debilidad estructural a la hora de programar. Si tenemos un Presidente que dijo no estar de acuerdo en tener planes, obviamente también le cuesta diseñar una hoja de ruta o tener organizados a todos en un frente común.

-¿Las cuestiones internas son las tensiones entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner?

-Cuando uno ve los proyectos que mandan al Congreso, el Poder Ejecutivo dice una cosa y en el medio pasan otras cosas y se termina disolviendo la intención inicial por sus problemas internos. Lo vimos en el proyecto de reforma de la Justicia o cuando se quiso estatizar vicentin. Se ve una agenda de distintos sectores.

-El viaje de Macri a Francia ha generado muchas críticas. ¿Era necesario que lo hiciera en medio de la pandemia?

-Macri tiene una tarea que ha aceptado gustosamente, que es la de presidir la fundación de la FIFA, y su agenda está vinculada con eso. El muestra una vez más que la vida sigue, que hay que continuar las tareas y que eso no impide que nos desarrollemos, como hace también cuando está acá, que habla con todos los dirigentes de Juntos por el Cambio, propone ideas, se mantiene activo. Es parte de la tarea que a él le toca. Por supuesto también está en la libertad de hacerlo. No veo que su viaje ofenda a nadie.

-No parece la actitud de alguien con voluntad de liderar el espacio opositor para el año que viene.

-Mauricio cumplió un rol extraordinario en la política argentina. Hace más de una década propuso integrar y sumar a todos los que creen en un país distinto y hacer la política de otra manera de lo que se venía haciendo. Logró muchísimos éxitos no solamente en la Ciudad de Buenos Aires sino también ganando las elecciones nacionales. Más allá del resultado económico, ha generado enormes avances en materia institucional, de libertades, de desarrollo tecnológico del Estado. Acá no nos sobra nadie y tenemos que estar todos trabajando para ofrecerle a la ciudadanía esa Argentina que queremos transformar, reconociendo nuestros errores y desaciertos, pero también planteándonos cómo construimos esas mayorías en el marco de la democracia.

-¿Le ve futuro político? Las encuestas no lo favorecen, precisamente.

-Su futuro dependerá de sus ganas, de sus energías y del consenso de los dirigentes de Juntos por el Cambio.

-Usted fue parte de un gobierno que tuvo la oportunidad de cambiar esos resultados, pero el balance de la gestión, desde el punto de vista económico y social, es malo. ¿Qué autocrítica se haría?

-No estamos para nada satisfechos con los resultados en términos económicos que ha tenido la gestión de Macri, pero sí en términos de crecimiento institucional, de respeto a las libertades, a las capacidades de diálogo. Con nosotros en el Ministerio de Trabajo creció más de un 200% la cantidad de audiencias para resolver conflictos, propusimos varios proyectos de ley, entre ellos el de empleo joven, todo lo que está vinculado con el blanqueo de trabajadores, las modificaciones a la Ley de Contrato de Trabajo para mejorar la empleabilidad. Nuestra oposición no acompañó. Ni siquiera quiso dar el debate. Son esos desafíos en los que falta franqueza y madurez en el diálogo y en la decisión de resolver los problemas. Muchos se aferran a las consignas y a las visiones tácticas para tratar de conflictuar al otro y no resolver los problemas de la gente.

-¿Dentro de la autocrítica incluiría a la relación de su gobierno con Hugo Moyano, que comenzó como un aliado de Mauricio Macri y terminó siendo uno de sus peores enemigos?

-En algunos sentidos pudimos avanzar hasta que, en algún momento, la cuestión personal de los dirigentes de Camioneros primó por encima de la cuestión institucional.

-¿Personal en qué sentido?

-Porque tanto cuando estábamos negociando las modificaciones a las leyes y el hijo de Moyano participaba de las comisiones en las que acordamos esas normas a fines de 2017, como muchas de las paritarias y negociaciones para solucionar los conflictos, fueron parte de un camino de construcción, diálogo y de respeto común. Después hubo actitudes abusivas en relación a su tarea sindical, como puede ser el incumplimiento de la conciliación obligatoria o problemas que estaban vinculados con empresas del sector, como OCA, que le generaban mucha intranquilidad a esos dirigentes. Había cuestiones más personales que institucionales.

-¿Había mucho interés de los Moyano en OCA?

-Siempre era un problema en todas las mesas de discusión. Cuando el conflicto con Patricio Farcuh, el dueño de OCA en ese momento, se complicó y empezó a generar tensiones, esas tensiones se transmitieron al gobierno porque pensaban que íbamos a intervenir, pero lo único que quería el Gobierno era que se cumpliera con las leyes y que se pagaran los impuestos que hasta hoy sigue sin pagar la empresa.

-¿Qué sintió cuando Alberto Fernández calificó a Hugo Moyano de “dirigente ejemplar”?

-Me pareció que, una vez más, el Presidente mostró una falta de sentido en relación a la realidad. Fue muy injusto porque si esos son los dirigentes ejemplares, hay muchos otros que se pueden sentir opacados porque cumplen al tener una organización sindical que defiende a sus trabajadores. No creo que éste sea el caso. El Presidente tiene más temor al conflicto potencial que le pueda generar Camioneros, pero debe entender que tiene que tener una visión mucho más equilibrada tanto del sector de trabajadores como del empleador.

-¿Qué opina del intento de Moyano de quedarse con los 1.200 trabajadores del Centro de Distribución de Mercado Libre que están afiliados al Sindicato de Carga y Descarga?

-En el mundo sindical, el canibalismo no va. Esa ha sido la actitud de Moyano en los gobiernos de signo K y tiene la intención de repetirla ahora. En la medida en que se sienta convalidado con actitudes como la del Presidente, va a intentar hacerlo. Y eso no construye solidaridad sindical con el resto de los dirigentes ni tampoco mejoras concretas en la relación con los trabajadores. Cada una de las actividades tiene condiciones específicas y regulaciones particulares que les permite desarrollar mejor las capacidades productivas, y Mercado Libre lo ha planteado así en su vínculo con el Sindicato de Carga y Descarga.

-¿Durante su gestión le tocó intervenir en algún conflicto de encuadramiento de Camioneros?

-Estaba en discusión el de la empresa Gate Gourmet, que procesaba alimentos para las líneas áreas. Camioneros quería meterse ahí, pero para nosotros no tenía nada que ver y dejamos señalado que no íbamos a permitir ese canibalismo. Tomamos todas las medidas que hacía falta, que son las que establece la ley. Y existe una comisión arbitral dentro de la CGT a la que pueden recurrir los sindicatos en conflictos como los de Camioneros y Carga y Descarga. No hace falta tener actitudes de matón. Hay pasos y procedimientos legales.

Con información de www.infobae.com sobre una nota de Ricardo Carpena

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