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Coronavirus sin vacuna: Argentina aparece entre el 10 % de países con más alta “inmunidad”

Está en el puesto 24 entre 215 naciones. Y combina ese rasgo, cuestionado como estrategia ante el Covid, con una baja proporción de muertos. Cómo influye en la curva de contagios

SALUD - CORONAVIRUS 09/09/2020 Pablo SIGAL
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Como toda moneda, el coronavirus tiene dos caras. Lanzada al aire, la probabilidad de contagiarse se reduce a medida que más habitantes de una sociedad expuestos al Covid desarrollan anticuerpos para neutralizarlo. Se han reportado algunas reinfecciones, pero leves o asintomáticas.


Se sospecha que esa timidez del virus en su regreso se debe a que el sistema inmune aprendió a defenderse durante el debut con la enfermedad. En un ranking mundial de “inmunidad” por países, en base a datos oficiales, la Argentina aparece entre el 10 por ciento potencialmente "más protegido” del planeta.

Como se sabe, el pico de contagios aún no ha ocurrido en nuestro país. En concordancia con la retracción de las infecciones en otras naciones, Argentina se ha transformado en lo que va de agosto en uno de los cuatro territorios del mundo con mayor número de contagios diarios por millón de habitantes, sólo superado por tres países más pequeños. Y que ganan no por cantidad de casos, sino porque sus poblaciones son muy menores.

Pero ésa es la foto de los últimos días. Si se mira la película entera de la pandemia, Argentina aparece en el puesto 24 entre 215 países con mayor cantidad de casos y recuperados de coronavirus por millón de habitantes. Es decir, son realmente pocas las naciones del mundo que a esta altura tienen tantos habitantes “inmunizados” como la Argentina. Y el índice de inmunidad es más alto aún cuando la tasa de letalidad es baja.

​En esa lista de países con más casos de coronavirus por habitantes, la mayoría son islas y territorios pequeños. Se podría sospechar que Estados Unidos o Brasil lideran la tabla, pero no. Sus poblaciones y kilómetros cuadrados son inabarcables. En cambio, la densidad del Covid por habitante hace que Qatar sea, en términos proporcionales, el país más “inmunizado” del mundo: tuvo coronavirus 1 de cada 23 habitantes.


Los sitios que integran esta lista no suelen aparecer en la conversación cotidiana sobre la crisis sanitaria. Ocupan un lugar marginal. Pero en este ranking se llevan casi todo el peso: segundo aparece Bahrein, tercero Guyana Francesa, cuarto Aruba y quinto, Panamá. En el sexto puesto recién asoma el primer país que juega en las grandes ligas poblacionales: Chile, con 22.159 “inmunizados” por millón de habitantes (o uno cada 45 personas). Entre los puestos 9° y 11° se ubican Perú, Estados Unidos y Brasil.

Argentina, en el puesto 24°, tiene una proporción de un “inmunizado” cada 91 personas y le pisa los talones a España, que está 23° con 1 cada 89. Más abajo en el ránking aparecen Suecia, con 1 cada 117 personas; Francia, con 1 cada 198; e Italia, con 1 cada 215. Alemania superó el pico de su pandemia con un infectado registrado cada 329 personas.

Es claro que el costo de buscar intencionalmente la “inmunidad” puede resultar alto. Así lo experimentaron Suecia y Gran Bretaña con sus estrategias anticuarentena frente al coronavirus: terminaron con tasas de letalidad fuera de control. También lo sufrieron Brasil y Estados Unidos, con cuarentenas dispares y segmentadas. Es un arma que, mal administrada, tiene doble filo.

Algunos expertos opinan que la denominada “inmunidad de rebaño” sin vacuna es una utopía. Así lo cree el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós. Calcula que se necesitarían entre dos y tres años de coronavirus sin vacuna para alcanzar esa instancia, en función de tener al 60 por ciento de la población contagiada y recuperada.

Otros especialistas consideran que ese momento -bisagra desde el punto de vista epidemiológico- podría alcanzarse antes, lo que explicaría el abrupto descenso de las curvas en la mayoría de los países europeos, más allá de algunos rebrotes. Tanto es así que probar hoy una vacuna contra el coronavirus en la mayor parte de ese continente no tiene sentido.

Daniel Gervini, profesor de matemática en al Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, lo explica de esta manera: “La inmunidad de rebaño depende del R (índice de contagiosidad). No es un valor único. En Capital y Provincia, según mis cálculos, el R está alrededor de 1,04 desde julio. Para ese R tan bajo, con sólo el 4 por ciento de contagiados ya tenés inmunidad suficiente".

Pero Gervini aclara: "Si todo volviera a la normalidad, el R subiría y el nivel de inmunidad necesario también”. Y agrega: “Por eso no se va a poder volver totalmente a la normalidad hasta que haya vacuna. Pero si seguimos como en los últimos dos meses, el R no tiene por qué desmadrarse”.

Eso significa que, en realidad, lo que se podría lograr es una falsa “inmunidad de rebaño”, si la gente expuesta o susceptible al virus es sensiblemente inferior a la población real. Porque a medida que se suman eslabones vírgenes de Covid a la cadena de contagios, esa inmunidad impostada empieza a flaquear. O para decirlo de otro modo, el R vuelve a subir.

En la medida que las personas que sigan en circulación sean, en su mayoría y cada vez más, aquellas que ya superaron la enfermedad, la proporción de gente interactuando y con anticuerpos irá creciendo. Es una sociedad para pocos, o para menos gente, es cierto. Hasta que finalmente llegue la vacuna. En suma, una cuasi “inmunidad de rebaño” en alianza con un nivel de aislamiento moderado.

Fuente: Clarín

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