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Paz por intereses en Oriente Próximo

La firma en Washington de los acuerdos de Israel con Emiratos Árabes y Baréin responde a una alianza frente a Irán ante el repliegue regional de EE UU

INTERNACIONALES 15/09/2020 Juan Carlos SANZ
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Israel empieza a llenar el vacío que está dejando el progresivo repliegue de Estados Unidos en Oriente Próximo. La amenaza común que representa Irán en la región –afianzado en Siria y Yemen– ha propiciado el acercamiento entre la potencia militar y tecnológica del Estado judío y el poderío económico de las monarquías del Golfo. La histórica ceremonia de este martes en la Casa Blanca, en la que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sellará la normalización de relaciones diplomáticas con los ministros de Exteriores de Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Baréin se asemeja más un contrato de intereses mutuos que una entente geoestratégica. De hecho, mientras Abu Dabi se acoge a la fórmula del tratado tras haber anunciado hace un mes el intercambio de embajadas con Israel, el régimen de Manama se limita a suscribir una declaración genérica de que establecer relaciones en el futuro, después de haberse sumando a última hora a la pompa de los “Acuerdos de Abraham”, como han sido bautizados por la Casa Blanca.


¿Asistimos al nacimiento de un nuevo Oriente Próximo? El vaticino de Jared Kushner, yerno y asesor principal de Donald Trump, parece más en línea con la estrategia de la campaña para la reelección del presidente republicano que con un vuelco tectónico en la región. Kushner, arquitecto en la sombra del pacto diplomático, ha conseguido al menos que se oficialice con gran aparato y en el momento procesal oportuno la normalización de relaciones con Emiratos y Baréin

Se trata, en todo caso, de un proceso de vinculación regional que se ha ido estrechando desde hace más de dos décadas, cuando Israel abrió representaciones comerciales en el Golfo tras los Acuerdos de Oslo (1993) con los palestinos. Como destacaba este mismo martes en la radio israelí el exdirector de Seguridad Nacional Jacob Nagel, “no hay que sobreestimar la importancia de los acuerdos ni tampoco desdeñarla; es un proceso que crea un eje frente a Irán (...) y se sobreentiende que (Emiratos y Baréin) recibirán a cambio apoyo militar de Israel y EE UU”.

Netanyahu se ha cuidado de divulgar los detalles del acuerdo antes de la firma, y se ha limitado a ensalzar su relevancia histórica. Mientras los israelíes se disponen a pasar confinados desde este fin de semana y durante tres semanas las grandes fiestas del Año Nuevo judío, el impacto del logro diplomático del primer ministro se ha diluido en el Estado hebreo entre malas nuevas cotidianas de la crisis sanitaria y económica. Un portavoz de la Oficina del Primer Ministro ha asegurado que su discurso en la Casa Blanca “contendrá un mensaje de paz para la región” y que el acuerdo “hará referencia a la cuestión palestina”.

Por ahora, no hay mención expresa del rearme con aviones furtivos F-35 (teóricamente indetectables por el radar) con el que EE UU agradecerá a Abu Dabi su voluntad de acuerdo. Israel contaba hasta ahora con una superioridad tecnológica militar garantizada por Washington desde hace seis décadas. Netanyahu ha dado a entender que reclamará a Trump compensaciones para mantener la ventaja estratégica sobre los cielos de Oriente Próximo.

Los emiratíes ya han anticipado, sin embargo, que la normalización de relaciones conllevará la paralización del proyecto israelí de anexión parcial de Cisjordania, que se amparaba precisamente en el denominado “Acuerdo del Siglo”, el plan de paz para Oriente Próximo de la Casa Blanca presentado en enero y que ha sido rechazado de plano por los palestinos. Ha dejado constancia de ello en la cadena CNN la secretaria de Estado de Emiratos para Cooperación Internacional, Reem al Hashimy: “La suspensión de la anexión es un importante componente del acuerdo (...) en defensa del derecho de los palestinos a un Estado y a una vida digna”.

Tras el fiasco de las negociaciones con Corea del Norte, Trump busca presentar en campaña un perfil de estadista internacional que soluciona y concluye conflictos en lugar de provocarlos y emprenderlos. A menos de dos meses de las elecciones presidenciales, el magnate republicano intenta equiparar su imagen a la de predecesores como Jimmy Carter, que patrocinó en 1979 el tratado de Egipto con Israel, y Bill Clinton, quien en 1994 bendijo en la Casa Blanca la paz con Jordania. Trump suma así otros dos países árabes a la lista de países árabes que se relacionan con el Estado judío, en un guiño a los votantes de la derecha cristiana evangélica proisraelí.

El mensaje de “paz por paz” que Netanyahu lleva a Washington frente al supuestamente abandonado consenso internacional de “paz por territorios”, esconde un evidente giro pragmático hacia la “paz por intereses”. La decisión de Emiratos, estrecho aliado de Arabia Saudí, y Baréin, reino títere de Riad, es vista como una “traición” por los palestinos, que no han podido forzar una condena de la Liga Árabe a unas monarquías del Golfo que precisamente financian a muchos de los Estados del foro regional.

El acercamiento Israel a los países suníes, encarnados por la federación de principados y el pequeño reino insular, ha tenido como efecto inesperado el realineamiento de las principales facciones palestinas. Con todos los puentes rotos desde 2007, Fatah, el partido nacionalista del presidente Mahmud Abbas, y Hamás, el movimiento islamista que gobierna de facto en la franja de Gaza, han creado junto con el resto de los grupos políticos un “comando unido de resistencia”. Esta plataforma, sin precedentes desde la Primera Intifada (1987-1991), ha convocado este martes a los palestinos a protestar con banderas negras contra el radical giro diplomático, que entierra la Iniciativa Árabe de Paz de 2002 (paz por territorios, en esencia).

Los organizadores confían en que la movilización se intensifique el jueves, 38º aniversario de la matanza de Sabra y Shatila de refugiados palestinos en Líbano, y el viernes, en una “jornada de duelo” durante el día sagrado musulmán. Está por ver. Desde las manifestaciones religiosas de julio de 2017 en la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén y, en especial, desde las Marchas del Retorno (2018-2109) en la frontera de Gaza, los palestinos no se han alzado en masa contra la Israel.

Fuente: El País

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