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Duras críticas del intelectual kirchnerista Horacio González al Gobierno por su posición sobre Venezuela

“El gobierno (de Maduro) está en una batalla de calles; debe reprimir y esa represión tiene víctimas”, dijo el ex director de la Biblioteca Nacional, que justificó al régimen venezolano porque está a la defensiva “ante fuerzas provocativas”

POLÍTICA 12/10/2020 Heretz Nivel
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Horacio González, uno de los creadores del espacio Carta Abierta -intelectuales kirchneristas-, se sumó al fuego amigo lanzado contra el presidente Alberto Fernández por su decisión de adherir a la posición del Grupo de Lima sobre Venezuela que, basándose en el informe de Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, reclama al régimen que preside Nicolás Maduro que dé respuesta, investigue y esclarezca los casos de represión ilegal verificados por el organismo multilateral.

El ex director de la Biblioteca Nacional publicó una tribuna de opinión en la revista La Tecla en la que defiende el derecho de Venezuela a reprimir, culpa a “fuerzas provocativas” por lo que sucede en ese país y lamenta que el gobierno argentino ceda a presiones amenazantes y abdique de “compromisos históricos”.

Para Horacio González, esta posición del gobierno argentino, además de reprochable, es fruto de presiones externas por parte de los mismos poderes que también estarían acosando a Venezuela. En su opinión, “una derecha amorfa pero efectiva, minoritaria pero decidida, enfermiza pero que muestra una neurosis eficaz, lanzando ensoñaciones represivas por doquier” acecha al gobierno de Alberto Fernández y la decisión de sumarse a la posición del Grupo de Lima sería una concesión a esos sectores.

“Por momentos, el gobierno deja la impresión de que empresarios, comunicadores y patanes de distinta proveniencia, le levantan con una manopla ensordecedora el gigante de la opinión pública”, dice González, lo que obligaría al Presidente a retroceder.

Entre las concesiones que habría hecho la gestión Fernández, el fundador de Carta Abierta enumera: “...le confía a Daer un acuerdo con los empresarios, duda sobre las medidas a emplear en un caso socialmente tan sensible como la ocupación de tierras (...) y disimula el horrible agravio que ha recibido por parte de las fuerzas policiales”, en referencia a la protesta de los efectivos bonaerenses por reclamos salariales a comienzos de septiembre.

En cambio, entre los gestos de arrojo o de reafirmación progresista, rescata: “Es claro que no podemos desconocer que es el gobierno que dio asilo a Evo Morales, y no es menos cierto que es un gobierno democrático en la tempestad”.

Puede estar tranquilo el Presidente, ya que Horacio González no rompe con el Gobierno - “lo apoyamos de todas maneras”, dice- pero se queja amargamente porque “en cuotas generosas recibimos una sorpresa tras otra”.

“¿Es cierto que es mejor retroceder paso a paso hasta trazar una raya de deshonra sobre la arena?”, pregunta, o interpela.

El informe Bachelet es calificado de “sectario”, en el artículo cuyo autor no deja de manifestar comprensión ante “los obstáculos siniestros que se yerguen contra Fernández”, aunque se lamenta de que no tome “el toro por las astas”.

Según Horacio González, Argentina tiene los mismos enemigos o saboteadores que Venezuela: “El gobierno está en peligro, eso lo sabemos y por eso lo apoyamos. Pero no se salvará si juega continuamente a los dados, a ver qué conviene hacer cada día agónico según venga la mano de los poderes que gruñen y destilan veneno desde sus guaridas, las mismas que están atacando con insistente cotidianeidad a Venezuela”.

González no entiende cómo no se da cuenta el Presidente de que el de Venezuela es un gobierno que “se defiende ante fuerzas provocativas cuyas demás terminales son las que en la Argentina reclaman al gobierno de Fernández que diluya todavía más los compromisos históricos”.

“El concepto de derechos humanos no es una abstracción histórica”, sentencia el sociólogo González. “Tiene historicidad, tramas de singularidad que lo sustentan, modalidades específicas en que son esgrimidas por personajes que se aprestan todos los días para violarlos”, en un párrafo en línea con lo sostenido por el embajador argentino ante la OEA, Carlos Raimundi, que había rechazado el informe Bachelet con el argumento de que “hay una apreciación sesgada de lo que son las violaciones a los derechos humanos en determinados países”.

González cree que el Gobierno debió abstenerse en la votación y además está convencido de que el propio régimen de Nicolás Maduro ha contenido a quienes pudieron haber cometido violaciones a los derechos humanos. “Las medidas de Maduro consiguieron apartar a los personajes que tuvieron actitudes contra los derechos humanos”, aseguró por Radio Nacional.

Entrevistado por ese medio, González reiteró estos conceptos: “El gobierno (de Venezuela) está en una batalla de calles. Debe reprimir (sic) y esa represión tiene víctimas”.

Y concluyó: “Sumarse a la decisión del Grupo de Lima rebaja la tradición Argentina por los derechos humanos, creo que la deja por el piso”.

La posición de González no es nueva: la izquierda y, más en general, todo el progresismo argentino, siempre fue renuente a condenar las violaciones a los derechos humanos en los regímenes comunistas y socialistas. Recientemente, el grupo Carta Abierta se relanzó con un cambio de nombre que más que actualización pareció una regresión doctrinaria: “Comuna argentina”.

La misma represión que condenan o ni siquiera admiten por parte de las autoridades legítimas en su país, la aplauden en estos sistemas en nombre de un bien superior a preservar que es de orden ideológico, como surge de esta frase de González: “La palabra socialismo no nos puede dejar indiferentes”.

 

 

Con información de www.infobae.com

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