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LA BI-CICLETA DEL BI-MONETARISMO

La solución a los problemas de la dolarización pasa por volcar el excedente de dinero de la economía a la actividad productiva a través de un mercado accionario amplio y transparente, cualidades que brillan por su ausencia en nuestro sistema bursátil

EDITORIAL 07/11/2020 Isaías ABRUTZKY / Especial para R24N
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Dentro de la lógica capitalista, la especulación financiera tiene un papel importante, porque aporta liquidez al mercado y disminuye la volatilidad de los precios. Pero si, como en Argentina, la mitad de la población se dedica a especular, el panorama es muy distinto. 

Cristina, con su documento de las tres certezas, puso el dedo en los timbres más altisonantes de la sociedad argentina. Y aunque se escuchan voces de todos los sectores con una muy amplia gama de tendencias, lo que no puede discutirse es que la vicepresidenta se colocó en el centro de la agenda. Un logro nada despreciable en estos tiempos. 

El economista Julián Zícari, Doctor en Ciencias Sociales e investigador del CONICET y autor del libro “Crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri”.  ensaya (1 de noviembre, en Página 12) explicaciones al fenómeno del bimonetarismo. 

Su artículo comienza aceptando el enunciado de CFK de que en la economía argentina rige un sistema bimonetario. En eso es difícil disentir, porque es algo que está  a la vista y experiencia de todos. Pero cuando se quiere ahondar en los motivos del fenómeno se encuentran muchos matices. Para el especialista, la causa no es solamente económica sino también cultural y política. La explicación más a mano es sin dudas la inflación: quien tiene excedentes monetarios sabe largamente que en un entorno inflacionario lo que guarda en pesos va perdiendo valor día a día. 

Zícari señala un primer antecedente, generado en 1931,  cuando el presidente Uriburu -el jefe del golpe que derrocó a Yrigoyen-  debutó con los controles cambiarios. Pero la inflación, y la apetencia por el dólar, se dispara con el gobierno de Farrel, el antecesor de Perón. La Cámara Argentina de Comercio y Servicios publicó un documento referido a la historia de la inflación en la Argentina, en el cual presenta los gráficos que aquí insertamos. 

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Como puede verse, la inflación toma cuerpo a partir del año 1945, con picos destacados en 1952, 1959 y 1973, y valles notorios en 1954 (en el que el indice precios cruzó hacia abajo la barrera del cero), en el período 69-70 y entre el 74-75. A partir del 75, y salvo los años de la convertibilidad 1996-2002 en que el indicador volvió a ser negativo, los registros muestran enormes sacudidas y terribles picos, con valles cuya marca más baja se ubica por encima del 50% anual (1987). El tercer gráfico exhibe el fuerte descenso ocurrido entre los extremos de las presidencias de Menem y De la Rúa, el pico de la Administracion Duhalde y la marcha “diente de sierra” desde el comienzo del kirchnerismo hasta 2019. Nótese las distintas escalas verticales de los gráficos, el primero con un tope de 150%, el segundo recortado a la línea de los 500, y el último que no requiere valores de más del 50%, salvo la cola del pico anterior. 

Para Zícari, ni la inflación, ni la conveniencia en términos de inversión son razones suficientes para explicar el avance de la dolarización. Señala el autor que “Tampoco alcanza con invocar el argumento de la rentabilidad: pues si las tasas de interés en pesos fueran más altas a las tasas de interés en dólares o mayores a la inflación, siendo más conveniente invertir en pesos, eso no alcanzaría tampoco para terminar automáticamente con la obsesión dolarizadora”. Y señala que los remedios que se aplicaron basándose en esas premisas no funcionaron, sino que, al contrario, se fueron profundizando. 

El académico encuentra en los años de la convertibilidad el mejor ejemplo en apoyo de su postura. No existieron condiciones mejores para que los ciudadanos confiaran plenamente en el peso y se olvidaran del dólar, pero ocurrió exactamente lo contrario. 

La escasez de divisas de que dispone el Banco Central para atender a las muchas demandas que se le presentan -pago de intereses  y capital de la deuda externa, las importaciones, las remesas de utilidades de empresas extranjeras en el país y el turismo de los argentinos en el exterior- no contribuye a la confianza en el peso, porque ya se sabe que un bien que se torna escaso se encarece. A modo de ver de quien escribe estas líneas una forma de revertir este panorama es reemplazar las operaciones financieras especulativas por otras productivas. La situación actual de la Argentina desmiente a quienes sostienen -casi siempre en su propio interés- de que en la Argentina el ahorro interno no alcanza para sostener la inversión. Por el contrario, ahora estamos en una época en que pareciera que los nacionales tienen demasiados excedentes, y los vuelcan a una de las dos posibilidades existentes: el dólar o el plazo fijo. Ninguna de ellos contribuye a mantener baja a la inflación ni el valor de la divisa. La solución pasa por volcar esos dineros a la actividad productiva, a través de un mercado accionario amplio y transparente, cualidades que brillan por su ausencia en nuestro sistema bursátil. Alfredo Romano, Director de la Diplomatura en Mercado de Capitales y profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral, publica en Ámbito un interesante artículo al respecto, con el título de “¿Por qué hay que desarrollar el mercado de capitales argentino?”*  en el que aduce que el problema de la caída de la Argentina en reiterados defaults soberanos es simplemente la falta de un mercado de capitales más robusto, capaz de contener en mayor medida las necesidades financieras del país.

*https://www.ambito.com/opiniones/mercado-capitales/por-que-hay-que-desarrollar-el-argentino-n5146037 

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