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Mientras Rodríguez Larreta espera un milagro, el Gobierno intenta llegar a fin de año con su interna apaciguada

El jefe de Gobierno porteño se prepara para enfrentar un nuevo recorte de recursos. En Casa Rosada hablan de un método de posicionamiento y negociación. El rol de Cristina Kirchner en el pliego de Rafecas y la discusión por el aborto

POLÍTICA 22/11/2020 Silvia MERCADO
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Ya no es mucho lo que puede hacer Horacio Rodríguez Larreta, salvo no darse por vencido, ni aún vencido. Y esperar el pronunciamiento favorable de la Corte Suprema de la Nación, claro. Porque después del esfuerzo que hizo para recortar el Presupuesto porteño, anulando obras y creando un nuevo impuesto, acomodando la realidad presupuestaria al DNU 735 que bajó el índice de coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires de 3,50 a 2,32%, no esperaba el guadañazo del Congreso.

El jueves al mediodía salieron las citaciones de la Comisión de Asuntos Constitucionales convocando a un plenario para tratar el proyecto que recorta aún más la coparticipación porteña y el viernes por la tarde el plenario tenía el dictamen aprobado. Técnicamente, están habilitados para tratarlo antes del 30 de noviembre, cuando concluya el período ordinario de sesiones.

El proyecto que obtuvo media sanción del Senado el pasado 2 de octubre, apenas dos semanas después de que el Ejecutivo lo enviara al Congreso, establece un monto fijo de $24.500 millones como gasto por la Policía, lo que en los hechos deja la coparticpación porteña en 1.4%, el mismo porcentaje que tenía en tiempos en que Aníbal Ibarra era Jefe de Gobierno.


En su momento, fue una respuesta del Gobierno a la presentación judicial que CABA hizo frente a la Corte Suprema, pidiendo un amparo por ese recorte del orden de los $52.000 millones, una especie de “castigo” por no haber aceptado mansamente el zarpazo original. “Hablé con Horacio de ese tema aún antes de que asumiera la Presidencia”, dijo Alberto Fernández para explicar la medida. “Es verdad, pero después vino la pandemia y me notificó de lo que pensaba hacer cuando ya tenía a (Axel) Kicillof y los intendentes listados para hacer el anuncio, en la Residencia de Olivos”, se quejó Larreta.


Lo concreto es que el Jefe de Gobierno se había persuadido de que no irían por más. Lo ayudó a convencerse su amigo, Sergio Massa, quien le aseguró que no había ninguna intención del Gobierno de seguir revolviendo en el guiso de la discordia. Se equivocaron ambos.

El miércoles apareció una solicitada impulsada por el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y redactada por la secretaria de Provincia, Silvia Batakis, exponiendo que la discusión está lejos de tratarse de un asunto de coparticipación y puntualizando que más bien es una discusión por “la distribución primaria” de recursos del Tesoro. De este modo, no entra en debate la constitucionalidad o no del DNU. Y alertando que “Macri triplicó de manera unilateral los recursos de la Ciudad, en desmedro del resto de los distritos”, pero “ninguna provincia judicializó esa decisión arbitraria, que benefició de manera injusta al distrito con más recursos del país”.

“Es un llamado de atención a la Corte”, dijeron ese día en Casa Rosada, alertados por la posibilidad de que estaría por pronunciarse sobre el tema en favor de la Ciudad. Pero en medio del ajuste nacional, qué mejor que dar puntada con el hilo. No habrá un momento mejor para herir a la gestión de quien asoma como candidato de la oposición en el 2023 ni será necesario lamentar críticas en el electorado propio. El Frente de Todos volvió a los porcentajes habituales en CABA -bastante por debajo del 30%- y hay pocas posibilidades de que mejore su situación de cara a las legislativas del 2021.

Lo peor que le puede pasar al oficialismo es que no obtenga los votos necesarios para aprobar la ley. La diputada Graciela Camaño no se hizo presente en el plenario de comisiones y no se sabe exactamente qué puede llegar a votar. El gobernador Juan Schiaretti fue el único que no firmó la solicitada impulsada por De Pedro (fuera de los cuatro de Juntos por el Cambio), así que es probable que todos o algunos de sus diputados no se sumen a la maniobra. Otros dos diputados del peronismo podrían evitar el triunfo del Gobierno: Jorge Sarghini y Alejandro “Topo” Pérez.


Aún así, es probable que el Frente de Todos alcance el número necesario. Cuenta en forma automática con el bloque de los “Los Ramones” (por el mendocino José Luis Ramón), los misioneros y otros dos peronistas, Eduardo Bucca y Miguel Zottos. Si no le alcanza, le queda otro recurso, que es convocar a extraordinarias y negociar con tiempo con los cabos que quedan sueltos. Por ahora no dieron pistas de qué van a hacer.

Aunque también le daría más tiempo a Juntos por el Cambio a hacer de esta avanzada oficialista una gran causa nacional, movilizando la gente a la calle, posicionado -otra vez, como ya sucedió el 3 de septiembre- la figura de Rodríguez Larreta y poniendo el foco de la opinión pública sobre la Corte Suprema. “No es descabellado que algo así suceda”, se esperanzan en Juntos por el Cambio, atentos a salir a respaldar al alcalde porteño, más allá de las divisiones ontológicas entre halcones y palomas.


Lo que sí queda claro es que el Gobierno, a poco de cumplir un año de gestión, finalmente parece haberle encontrado la vuelta a su propia organicidad, un método de convivencia que les permite respetar su idiosincrasia de origen sin poner en riesgo la coalición.

Es algo sencillo, que arranca con una declaración, un acto, incluso una carta de algún sector, continúa con otra declaración, otro acto o simplemente con el silencio de un grupo distinto, y sigue con una negociación realizada bajo el paraguas de la unidad imprescindible, donde cada uno acepta las razones del otro y se conforma por haber cumplido con el lugar que representa en la coalición.

Tiene el problema de que obliga a una desmedida inversión de tiempo del Presidente que, en lugar de dedicarse a las exigencias de administración de lo público, se siente comprometido a atender las complejas filigranas del Frente que devolvió al kirchnerismo al poder y al peronismo al gobierno.

Es verdad que cada resolución de los conflictos desatados pone a prueba el método. Pero todo indicaría que el sistema se fue perfeccionando y ya genera consenso interno incluso entre los más rebeldes, aunque a veces parece que lo que cruje terminará rompiéndose. Hasta ahora, por lo menos, no pasó. Ni parece que fuera a suceder en el corto plazo.

Por eso es fácil entender que Juan Grabois realice tomas de tierras y establecimientos privados y siga adentro del Gobierno. Que Carlos Raimundi vote a favor de la dictadura venezolana y siga siendo embajador. Que Sergio Berni critique a las organizaciones de derechos humanos y continúe como ministro. Que Massa asegure en privado a empresarios que no van a suceder cosas que después suceden y siga siendo el presidente de la Cámara de Diputados.

“Aprendimos a tramitar nuestras diferencias”, sintetizó ante Infobae un hombre del Instituto Patria. Las extraordinarias les exigirá redoblar la creatividad. Si Diputados aprueba la ley del aborto, la Vicepresidenta tendrá el desafío de impulsarla también, a pesar de que muchos senadores del FdT están en contra. Si el Senado le da media sanción a la nueva ley del Ministerio Público Fiscal, el Presidente deberá decidir qué hace con la nominación del juez Daniel Rafecas. ¿Sostendrá su postulación, aún cuando el juez ya dijo que estaba en contra de esos cambios?

En el mar de dificultades, con una economía exangüe y una población agobiada, el Gobierno parece terminar el año bastante mejor de lo que se esperaba. Por lo menos, con la interna apaciguada. Aunque en el ajedrez de la política, nunca se sabe: las negras también juegan.

Fuente: Infobae

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