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Alberto Fernández y Bolsonaro descongelaron las relaciones personales en un encuentro virtual y buscarán construir una agenda común

Ambos mandatarios participaron de una videoconferencia bilateral y luego de un tributo institucional a Raúl Alfonsín y José Sarney a los 35 años del encuentro de Foz de Iguazú que significó el paso inicial para la creación del Mercosur

POLÍTICA 01/12/2020 Román Lejtman*

Alberto Fernández y Jair Bolsonaro dialogaron este lunes durante treinta minutos a solas y después fueron protagonistas de un tributo histórico a Raúl Alfonsín y José Sarney que como presidentes de Argentina y Brasil se encontraron hace 35 años en Foz de Iguazú para dar el paso inicial en la creación del Mercosur.

La conversación entre ambos mandatarios fluyó en términos cordiales, al margen de las diferencias ideológicas y personales que mantienen respecto a la situación en Venezuela, la agenda de la Casa Blanca en América Latina y la necesidad –o no– de aplicar el Acuerdo de París para el Cambio Climático.

Infobae pudo reconstruir la charla entre los dos jefes de Estado. Inició Jair Bolsonaro (identificado con las iniciales JB), y continuó Alberto Fernández (AF) hasta que llegó el momento de la ceremonia oficial.

JB: —Somos hermanos, somos parecidos.

AF: —Espero que este vínculo y esta relación fluya del mejor modo. Y que en poco tiempo lo pueda ver y estrechar su mano. No tenemos otro destino que no sea estar juntos.

JB: —Todo lo bueno para Brasil es bueno para la Argentina. Estamos abiertos y juntos vamos a ser más fuertes.

AF: —Eso es lo importante más allá de cómo pensemos nosotros. Tenemos el deber de unir a nuestros países. Brasil y Argentina nos van a sobrevivir. Necesitamos trabajar juntos para que logren sus objetivos. Tenemos demasiadas cosas en común. Culturas. Celebro esta primera charla y lo invito a que la profundicemos.

JB: —(Daniel) Scioli (embajador argentino en Brasil) es una excelente persona y está muy bien representado en Brasil. Todos sentimos mucho lo que ocurrió con Maradona. Estamos para ayudarnos a combatir esa pandemia. Estaré muy feliz de recibirlo en Brasil.

AF: —Quiero agradecer especialmente por la ayuda para calmar a los afectados por el coronavirus. Ahora viene el tiempo de las vacunas. Ahí tenemos que trabajar juntos, unidos. Tenemos que ayudar a los demás países de la región. Inicia un tiempo más auspicioso. Con la vacuna se evitarán nuevos contagios. Nuestra vacuna llega en enero; todo lo que podamos hacer juntos, estamos dispuestos a hacerlo.

JB: —Estamos a disposición, a puertas abiertas, nuestro embajador también a disposición. De nuestra unión será la felicidad de nuestros pueblos.

AF: —Lo invito a la Argentina. Más allá de las miradas diferentes, que no nos van a distanciar, sino que vamos a profundizar en nuestros encuentros. Mi sincera propuesta. A trabajar juntos.

Asimismo, Alberto Fernández hizo referencia al cambio climático y a la necesidad de trabajar junto a Bolsonaro para proteger el medio ambiente y, en especial, la preservación de la Amazonia. El Presidente asume que Argentina y Brasil comparten muchos espacios para proteger y que eso puede ser un andarivel para avanzar con Bolsonaro.

Alberto Fernández estuvo acompañado en Olivos por el canciller Felipe Solá, el embajador Daniel Scioli, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, el secretario de Medios, Juan Pablo Biondi, y el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello. Y al otro lado de la pantalla, en el Palacio del Planalto, Bolsonaro contó a su lado con el canciller Ernesto Araújo y su secretario de Asuntos Estratégicos, Flavio Viana Rocha.

Solá, Scioli, Araújo y Viana Rocha fueron clave para lograr que finalmente Alberto Fernández y Bolsonaro se vieran las caras en una videoconferencia. Sin la dedicación de ellos, en Buenos Aires y Brasilia, no hubiera comenzado la era del deshielo entre ambos socios mayoritarios del Mercosur.

Alberto Fernández y Bolsonaro tienen profundas diferencias ideológicas y personales que la charla virtual y la videoconferencia institucional no van a atenuar. Sin embargo, hubo un clima distendido que puede significar una nueva lógica en las relaciones personales y políticas entre ambos mandatarios.

Una historia de desencuentros

El presidente es amigo de Lula da Silva y cree que sus juicios penales por corrupción son solo juicios políticos para evitar su regreso al Palacio del Planalto. Bolsonaro, en cambio, considera que Lula es un delincuente y que está probada su participación.

El presidente brasileño sostiene que Nicolás Maduro es un dictador y que la transición democrática en Venezuela debe excluir al líder populista. Alberto Fernández replica que Maduro fue elegido por el voto popular, que es necesaria su inclusión en las negociaciones políticas y acepta que el régimen venezolano viola los derechos humanos como sistema para reprimir y atemorizar a la sociedad.

Alberto Fernández evalúa que la existencia del Grupo de Lima, la actual agenda de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la designación de Mauricio Claver en la Presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fueron decisiones asumidas por la Casa Blanca que complican a la región y perjudican los intereses geopolíticos de América Latina.

Al contrario, Bolsonaro sostiene que la OEA, la designación de Claver –era asesor de Donald Trump antes de su nombramiento en el BID– y el Grupo Lima implican una hoja de ruta que permite atenuar la influencia de Maduro, Cuba, Evo Morales y China en la región. Desde esta perspectiva, el jefe de Estado de Brasil cuestiona la mirada alternativa de Alberto Fernández y su distancia con las recomendaciones de Washington.

El presidente argentino cree en los organismos multilaterales –ONU, UNESCO, OMC, Mercosur, OEA con otra agenda– y en las disposiciones legales y éticas que establece el Acuerdo de París sobre Cambio Climático. En este contexto, Alberto Fernández está muy cerca de Emmanuel Macron, Pedro Sánchez, Angela Merkel y la propia Unión Europea (UE), que repudia la posición de Bolsonaro frente al multilateralismo y la necesidad de preservar al mundo como casa común.

El líder político de Brasil ha desplegado una posición diplomática adversa al Acuerdo de París y a la importancia de los foros multilaterales. Bolsonaro aceptó la perspectiva de Trump y se alejó de posiciones geopolíticas que ya habían sido adoptadas por Lula da Silva y Dilma Rousseff. Esta decisión estratégica también consolidó su distancia con Alberto Fernández.

Las profundas diferencias entre la Casa Rosada y el Palacio del Planalto encontraron una circunstancia disruptiva con la elección de Joseph Biden como presidente de los Estados Unidos. Alberto Fernández coincide –a priori– con la agenda que está diseñando Biden para América Latina y Bolsonaro no tiene otra alternativa que correrse al centro del escenario ante la debacle de Trump en los comicios del 3 de noviembre.

Bolsonaro no quiere que la Casa Blanca le haga a él lo que Trump hizo con Alberto Fernández: mantener la formalidad de la relación bilateral, pero colocarlo en un rincón oscuro hasta una nueva oportunidad histórica. Y por eso decidió un encuentro a solas (virtual) con su colega argentino y después el tributo a Alfonsín y Sarney.

Alberto Fernández también se apalancó en la realpolitk para descongelar la relación diplomática con Bolsonaro. El presidente argentino asume que puede tener cierto protagonismo regional con la llegada de Biden a la Casa Blanca, y necesita que su relación con Brasil y el funcionamiento del Mercosur mejore en términos geométricos.

El jefe de Estado tiene probada su cercanía con Andrés Manuel López Obrador (México) y Luis Arce (Bolivia), puede llegar a La Habana y Caracas y mantiene relaciones cordiales con Pedro Lacalle Pou (Uruguay), Sebastián Piñera (Chile) y Mario Abdo Benítez (Paraguay). Una suma regional que lo pone en un lugar distinto frente a Biden y su agenda en América Latina.

Pero Brasil es la potencia del Cono Sur, y su peso es determinante al momento de exhibir un liderazgo regional unificado. Si Alberto Fernández y Bolsonaro ajustan sus miradas estratégicas, como lo hicieron Alfonsín y Sarney hace 35 años, una nueva etapa en las relaciones hemisféricas podría comenzar con Biden en el Salón Oval. Solo depende de ellos y de su inteligencia política.

 

 

* para www.infobae.com

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