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Biden y López Obrador apuestan por una nueva estrategia migratoria

Después de cuatro años de duras políticas migratorias de Trump, la primera conversación entre ambos líderes abre una nueva etapa entre dos países clave para la gestión de la migración centroamericana

INTERNACIONALES 21/12/2020 Lorena ARROYO
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Joe Biden tuvo en la noche del sábado, un mes y medio después de su elección como presidente de Estados Unidos, su primera conversación telefónica con el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador. Según informó el equipo de transición del estadounidense, ambos líderes destacaron la necesidad de “revitalizar la cooperación entre EE UU y México para garantizar una migración segura y ordenada, contener el coronavirus, impulsar las economías de América del Norte y asegurar la frontera común”.


La llamada, que se produce un mes antes de que Biden sea investido como presidente de EE UU, supone una ruptura radical con el discurso de mano dura con los migrantes promovida por el presidente Donald Trump desde su llegada a la Casa Blanca en 2016 con la promesa de construir un muro en la frontera con México y ataques a los mexicanos y centroamericanos. En su conversación con López Obrador, ambos acordaron colaborar en un nuevo enfoque regional para que los migrantes “no emprendan el peligroso viaje a Estados Unidos”, una estrategia que pasa por “lidiar con las causas fundamentales de la migración en El Salvador, Guatemala, Honduras y el sur de México, para construir un futuro de mayor oportunidad y seguridad en la región”, indica el comunicado.  


El presidente López Obrador fue el primero en informar de la llamada a través de su cuenta de Twitter. “Desde el histórico ayuntamiento de Valladolid, Yucatán, he conversado por teléfono con el presidente electo de Estados Unidos”, escribió. “Reafirmamos el compromiso de trabajar juntos por el bienestar de nuestros pueblos y naciones”. “Fue una cordial conversación. Habrá amplia cooperación bilateral y muy buena relación entre los presidentes de México y Estados Unidos. ¡Buenas noticias!”, señaló por su parte el canciller mexicano Marcelo Ebrard, quien también participó en la conversación.

En medio de una batalla legal emprendida por el presidente Donald Trump con acusaciones infundadas de fraude, López Obrador decidió no felicitar a Biden hasta que el Colegio Electoral proclamase su victoria, por lo que se convirtió en uno de los últimos presidentes del mundo en hacerlo. En una carta enviada el pasado martes, el mandatario mexicano destacó la postura del presidente electo “a favor de los migrantes de México y el mundo” y dijo que eso permitiría “continuar con el plan de promover el desarrollo y el bienestar de las comunidades” emisoras de migrantes. “Considero que de esta manera nadie se verá obligado a abandonar su lugar de origen y podrá vivir, trabajar y ser feliz con su familia, entre su gente, con su cultura, y así lograremos construir la solución definitiva a los flujos migratorios desde y a través de México hacia EE UU”, escribió.


La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca supondrá una ruptura frente al discurso duro contra los migrantes de Trump quien, en sus cuatro años en la presidencia, ha creado una serie de barreras a la migración leal e ilegal a través de una serie de decretos, cambios de normativas, acuerdos con terceros países y políticas brutales como la separación de niños de sus padres en la frontera. La estrategia estadounidense llevó a México a endurecer sus propias políticas migratorias, después de que Trump amenazara al Gobierno de López Obrador con imponer aranceles a los productos mexicanos si no hacía más por frenar a los migrantes en tránsito, la mayoría familias centroamericanas que cruzaban México huyendo de la pobreza, violencia y falta de oportunidades en sus países de origen.

En un acuerdo alcanzado en mayo de 2019, el Gobierno mexicano se comprometió a desplegar a la Guardia Nacional en sus fronteras y a aceptar a más solicitantes de asilo bajo el programa de los Protocolos de Protección de Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés). Ese plan ha permitido que EE UU haya enviado a México a cerca de 70.000 personas mientras esperan que un juez atienda sus casos en cortes migratorias construidas en carpas en la frontera. El proceso, que puede tomar muchos meses, ha sido criticado fuertemente por organizaciones de derechos humanos que lamentan que se esté enviando a migrantes vulnerables a peligrosas ciudades de la frontera norte mexicana, donde están aislados y sin acceso a abogados que los defiendan.

Joe Biden ha prometido acabar con ese programa en cuanto llegue a la Casa Blanca, además de implementar una serie de medidas en sus primeros 100 días de Gobierno para acabar con las políticas migratorias más crueles de Trump. En su llamada con López Obrador, el presidente electo “se comprometió a trabajar en estrecha colaboración con México y otros socios regionales” y actores involucrados en la frontera “para construir la infraestructura y las capacidades regionales y fronterizas necesarias a fin de facilitar un nuevo enfoque ordenado y humano de la migración que respete las normas internacionales sobre el trato de las solicitudes de asilo”.

Biden tiene experiencia en la gestión de crisis migratorias. En 2014, durante su etapa como vicepresidente de Barack Obama, viajó en numerosas ocasiones a Centroamérica para tratar de encontrar una solución a la llegada masiva de menores no acompañados. Sin embargo, la tarea no será fácil, especialmente en un momento en el que se prevé un aumento de la migración desde países centroamericanos que este año han sido fuertemente golpeados por las consecuencias económicas de la pandemia y por dos potentes huracanes que dejaron a comunidades enteras bajo el agua y a decenas de miles de familias sin hogar ni forma de subsistencia.

Fuente: El País

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