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Dura advertencia de los bancos internacionales por el aumento de la inflación en la Argentina

Un estudio del Instituto de Finanzas Internacionales indicó que si no se reduce el nivel de emisión monetaria, puede tener efectos de “desestabilización” sobre la economía

ECONOMÍA 21/01/2021 Martín KANENGUISER
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Axel Weber, presidente de UBS Group AG y del IIF

El think tank de los bancos internacionales advirtió que la inflación podría dispararse hasta el 60% este año y dijo que debe haber un ajuste fiscal fuerte para que el nivel de emisión no desestabilice a la economía.

En un informe, el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, según su sigla en inglés) consideró que a medida que la actividad económica se normalice, la presión sobre la emisión monetaria crecerá este año.
El informe del equipo que conduce Robin Brooks –y que integran Sergi Lanau y Martín Castellano- indica que el déficit de la Argentina superó al promedio de los otros países emergentes. De hecho, llegó al 8,5% del PBI, el más alto de las últimas cinco décadas.

El Gobierno preveía que con la reducción de los programas aplicados el año pasado por la cuarentena y la pandemia (IFE y ATP) podría llegar al 4,5% prometido en el presupuesto nacional, pero el rebrote del coronavirus llevó a que el gabinete económico deba analizar algún cambio en esta estrategia; a esto se suman las idas y venidas en torno del aumento de las tarifas de los servicios públicos que el ministro Martín Guzmán había anunciado para este año.


“El déficit fiscal de Argentina se disparó el año pasado. Vimos lo mismo en otras partes de mercados emergentes, pero el aumento de los gastos y la emisión de dinero en Argentina estuvieron fuera de lo común”, indicó el equipo del think tank que integran los principales bancos de todo el mundo.


“El gasto primario real aumentó un 27%, comparado con una mediana de los mercados emergentes de sólo un 8 por ciento. A falta de acceso al mercado, el Banco Central financió la mayor parte del déficit”, se indicó.

“La inflación no aumentó debido a la esterilización y a la baja velocidad del dinero por la cuarentena, pero el mercado de divisas sufrió fuertemente”, aclararon los analistas. “El exceso de pesos bajo estrictos controles de capital se tradujo en una amplia brecha con el mercado paralelo que no se veía desde la década de 1980”, expresó el informe.

En este contexto, los analistas estudiaron qué nivel de déficit fiscal “sería compatible con condiciones monetarias más estándar en 2021”. “El déficit primario propuesto por el gobierno de 4.5% del PBI implica un grado de monetización del déficit que probablemente aumentará la inflación sustancialmente cuando la velocidad del dinero vuelva a la normalidad”, indicaron.


“Un menor déficit primario implicaría menos impresión de dinero y podría ser compatible con una caída de la inflación y un mercado de divisas más funcional”, sostuvo. También admitieron que eliminar la monetización del déficit parece completamente imposible, incluso si el FMI pone dinero fresco sobre la mesa.

“Si no vemos una consolidación fiscal sustancial, el crecimiento monetario seguirá siendo desestabilizador. El déficit fiscal de Argentina probablemente superó el 8% del PBI el año pasado”, anticiparon antes de que se conociera el resultado oficial del Palacio de Hacienda.


Y aunque no fue el más alto en este contexto de pandemia, “la expansión fiscal de Argentina en 2020 fue más problemática que en otros lugares debido a las complicadas condiciones de partida”. “La combinación de la falta de acceso al mercado internacional, los estrictos controles de capital, la alta inflación y la falta de confianza en las políticas hizo imposible la emisión de muchos bonos a nivel nacional, con un sistema financiero pequeño según los estándares regionales también complica la emisión en general”, explicó.

“Varios mercados emergentes emitieron cantidades sin precedentes al sistema financiero local, pero la Argentina tuvo que recurrir a la financiación del Banco Central a una escala que no se había visto en décadas”, detalló.

“El Central absorbió enormes cantidades de liquidez, incurriendo efectivamente en un costo cuasifiscal de casi el 3% del PBI en intereses. En otras palabras, el sector público pidió prestado grandes sumas a muy corto plazo desplazando el costo de los intereses al BCRA. A priori, la inflación debería haber aumentado ya que la base monetaria se incrementó tanto como en 2019, pero la economía real se redujo drásticamente”, explicó.
Aunque la emisión no se trasladó en forma directa a la inflación por la cuarentena, “la monetización del déficit excesivo se manifestó en el mercado de divisas”.

“El tipo de cambio oficial siguió arrastrándose lentamente, pero la amplia oferta de pesos se extendió al mercado paralelo. La prima del mercado paralelo de divisas rondó el 80% durante largos períodos, algo que no ocurrió en el episodio de los controles de capital de 2011-15”, recordaron.

“Con una brecha cambiaria tan elevada, las distorsiones del comercio y la capacidad productiva de la economía fueron severas”, se subrayó.

“El daño colateral de la monetización del déficit fiscal podría ser más amplio este año. A medida que la actividad se recupera, el dinero circula más rápidamente y la sensibilidad de la inflación a la impresión de dinero aumenta. Las restricciones a la financiación del déficit fiscal serán más vinculantes”.


“Las amplias necesidades de financiación pública (incluidos los costos cuasifiscales pagados por el BCRA) se acercarían al 10% del PBI con el déficit primario propuesto por el gobierno, que es del 4,5% del PBI”, que se prometió en el presupuesto nacional.

“No creemos que la emisión interna pueda financiarlo todo; la monetización será inevitable. El impacto de la monetización en el crecimiento del dinero y la inflación depende de cuánto esterilice el Banco Central. Incluso si absorben casi tanta liquidez como el año pasado, vemos que el crecimiento monetario y la inflación aumentan notablemente con un déficit primario del 4,5% del PBI”, anticiparon.

“Un programa del FMI con financiación fresca (se necesitan entre 4.000 y 6.000 millones de dólares) aliviaría un poco las restricciones, ya que el BCRA tendría divisas adicionales para absorber la liquidez”, explicaron los analistas del IIF.

“Se necesita un ajuste fiscal adicional para reducir la inflación. Los déficits primarios del 3-3,5% del PBI aliviarían la presión sobre la emisión y ayudarían a reducir la inflación. También reducirían el riesgo de caídas”, aclararon.
En cambio, subrayaron, “un déficit primario del 4,5% del PBI junto con una emisión local limitada al 2,5% del PIB y un aumento de la velocidad del dinero (es decir, una menor demanda de dinero) podría elevar la inflación al 60 por ciento”. Los analistas, en promedio, prevén que se ubique en torno del 50%, pero algunos creen que superará esta marca; frente a estas estimaciones, el Gobierno no muestra un sendero de reducción clara -aunque el ministro haya prometido que bajará cinco puntos porcentuales por año-y opta por políticas de corto plazo que ya fracasaron en el pasado reciente y por cuestionar a las consultoras.

Aunque la exitosa reestructuración de la deuda el año pasado le permitió a la Argentina ganar tiempo para desarrollar un marco de políticas sostenibles, los progresos han sido limitados, en parte debido a la pandemia. “El problema principal son los grandes déficits fiscales que el país no puede financiar sin desestabilizar la economía”, se aclaró.

“Dado el débil historial de la Argentina en este frente, el éxito de la estabilización probablemente requiera un programa del FMI con un ajuste fiscal adicional y objetivos formales para reducir progresivamente la monetización”, concluyó, categórico, el informe del think tank más respetado en el mundo de las finanzas internacionales.

Fuente: Infobae

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