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Los 7 riesgos ocultos del plan "dólar tranquilo" que impulsa el Gobierno y asusta al mercado

El ministro logró unanimidad en cuanto a esperar estabilidad de varios meses. Pero se trata de una calma que no es gratis ni tiene asegurado un final feliz

ECONOMÍA 08/03/2021 Fernando Gutiérrez*
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Martín Guzmán está experimentando en las últimas semanas algunas situaciones raras para los ministros de economía: lo aplauden donde sea que vaya. Con cierta habilidad política para decir frases algo ambiguas y adaptar el mensaje a cada público, logró que todos lo vean como un funcionario que logró contener una crisis y "tranquilizar" la economía, según la frase que a él le gusta repetir.

Los empresarios, por caso, lo aplaudieron en una de las últimas reuniones para coordinar precios y salarios, en reconocimiento a su frase sobre que había que contener la emisión monetaria como parte de la lucha antiinflacionaria.

En los círculos más cercanos al oficialismo y a los sindicatos, aplauden sus afirmaciones sobre que la prioridad de este año será la recuperación del salario real, con una variación por encima de la inflación proyectada.

Pero, sobre todo, los mayores aplausos han venido por parte de quienes creían que, como tantas veces en la historia económica argentina, el verano volvería a ser escenario de una devaluación brusca, ya que es la estación en la que se da la temible combinación de dólares escasos y pesos abundantes.

Guzmán no solamente está logrando transitar el puente hacia la próxima entrada de agrodólares , sino que además no dudó en recurrir a una "tablita" en versión 2021 para asegurar a todos -Gobierno y oposición, sindicatos y empresrios, comerciantes y consumidores-, que el dólar será estable. En otras palabras, que jugará un rol de ancla de los precios para contener la inflación.

Hablando en números, plantea una evolución promedio de 1,3% del dólar cada mes, un nivel notoriamente inferior a la inflación, que viene evolucionando en el rango de entre 3,5% y 4%. Y también un nivel muy inferior al nivel de pago de los plazos fijos en pesos, que ahora pueden ser percibidos por los ahorristas como una posibilidad de ganar en términos de divisas.

Pero… siempre hay un pero. Y en los últimos días, en parte por los ruidos políticos y en parte por la propia estrategia elegida para "planchar" al dólar, en las empresas y en el gremio de los economistas empezaron a verse los "efectos colaterales". Es decir, los posibles costos ocultos de mantener un 2021 con un dólar anestesiado.

Los siguientes son los principales puntos.

1. El riesgo de que vuelva el atraso cambiario

Sí, es cierto que hay elementos que ayudan para mantener al dólar tranquilo. Primero, que ya se había hecho un deslizamiento del tipo de cambio en línea con la inflación durante los tres meses anteriores. Y, además, que el precio récord de la soja puede dar un margen como para que el dólar se retrase sin que eso genere tensiones inmediatas.

Pero también hay señales peligrosas. Algunas de ellas están viniendo desde el exterior. Por caso, la suba de tasas de interés a nivel internacional puso una nota de duda respecto de cuánto tiempo durará el boom sojero.

"Hasta que la tasa de interés no logre detener la suba, y estabilizarse en un entorno de precios repetitivos, no vemos a una soja encontrando un piso para retomar el sendero alcista. Lo mismo ocurrirá para el maíz y el trigo", señala el consultor Salvador di Stefano, para quien están dadas las condiciones para una toma de ganancias.

Lo cierto es que, ante la suba de intereses que fogonea la Fed estadounidense ya se están viendo las primeras consecuencias en países importantes para la Argentina, como Brasil, donde el dólar está reaccionando con una suba. En cuestión de una semana, el real brasileño perdió contra el dólar un 6%, desde una paridad de 5,40 hasta 5,75. Y caminos similares se están tomando en el resto de la región.

Lo cual pone a la Argentina en un desafío para no perder competitividad.

2 .La calma del dólar paralelo se logró a costa de la salud de los bonos

Nada es gratis en la vida, ya lo dijo Milton Friedman y muchos otros a quienes Guzmán habrá estudiado en su vida académica estadounidense. Y cuando se trata de calmar al dólar en Argentina, está claro que siempre hay un costo vinculado.

Es un tema que está preocupando a los economistas, que ven cómo los bonos se desploman y el riesgo país alcanza niveles récord del último semestre. Por caso, un bono con vencimiento en 2035 vale u$s32, cuando su valor nominal es u$s100. Implica una tasa de retorno de 17% anual, insólitamente alta para los valores que se manejan en el mundo.

El ex ministro Hernán Lacunza lo puso en términos claros. "La brecha (entre el tipo de cambio oficial y el dóla paralelo) se contiene con el mercado de bonos. Eso es sacrificio de reservas, unos u$s700 millones en lo que va del año. Eso es una medida de emergencia, no una política cambiaria".

3. También los activos privados sufrieron una desvalorización

Además, esta política no solamente afecta a los bonos, sino en general a los activos argentinos, que están quedando a precios de ganga y sujetos a compras oportunistas. Como medida de comparación, las acciones de las principales empresas argentinas según el índice Merval, tienen hoy una valorización bursátil de apenas un 18% de lo que habían alcanzado tres años atrás.

El economista Gabriel Rubinstein argumenta que todo el movimiento de activos está derivado de las señales políticas, que tuvieron sus hitos en el intento de estatización de Vicentin y en la polémica sobre la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires.

Pero que la estrategia elegida para calmar al dólar fue lo que determinó el hecho, aparentemente paradójico, de que mientras hay estabilidad cambiaria, el riesgo país vuelva a subir.

Argumenta que la venta de un bono contra pesos lo hace bajar de valor, con lo cual también cae en dólares y de esa forma se logra la disminución de la brecha cambiaria. Pero que luego el efecto se revierte cuando el inversor vende el bono a cambio de dólares.

Para lograr el objetivo de bajar la brecha, argumenta Rubinstein, lo que hace el BCRA es recomprar los bonos en pesos usando reservas (estima un sacrificio de más de u$s750 en cuatro meses). De manera que, para no perder tantas reservas, la estrategia oficial es recomprar sólo una parte de lo vendido inicialmente.

"Es decir, que al no recomprar todo lo vendido, se produce un "exceso de oferta" de bonos, que explica la caída de paridades y la consiguiente suba del riesgo país (en las últimas semanas se ha agregado venta privada de CCL y MEP para pago impuesto riqueza)", afirma el experto.

4. El impuesto a la riqueza, arma de doble filo

Ese punto, el del impuesto a la riqueza, es justamente uno de los que son percibidos como armas de doble filo. Por un lado, el plazo de pago impuesto por la AFIP hace que muchos privados deban vender dólares para hacerse de pesos con los cuales cumplir su obligación.

Como afirma el tributarista César Litvin, el que pague la cuota mínima de ese impuesto tendrá que pagar $4 millones, y como nadie tiene ese efectivo en la mano, es probable que deba vender algún activo para poder pagar. Probablemente, dólares. Todo con un "timing" perfecto para ayudar al Banco Central a transitar el verano antes de que empiece el ingreso de los "sojadólares".

La estimación oficial es que ingresarían en esa primera etapa unos $420.000 millones –para tener una referencia de lo que eso implica, equivale al 55% de la recaudación de AFIP de enero-, lo cual ayuda a que se pueda financiar la política de subsidios.

Pero está el lado B: mientras los asesores tributarios ven venirse una ola de acciones judiciales, los economistas advierten sobre el efecto desestimulante que este impuesto tendrá sobre el nivel de inversión privada.

5 .La represión financiera en el pago de la deuda privada

Otro clásico argentino: para que el dólar esté tranquilo hay que llevar a su mínima expresión las vías de salida de divisas. En este caso, el Banco Central anunció que muchas compañías que habían tomado crédito dolarizado tendrían que refinanciar 60% de sus deudas. Lo cual generó la previsible reacción enojada de los empresarios, que deberán buscar la forma de no caer en default.

Para el Central, esto implica un oxígeno importante: se evita una demanda de dólares por parte del sector privado que podría llegar hasta u$s4.000 millones, una cifra más que significativa, en la medida en que se siga demorando un acuerdo con el FMI.

Pero eso implica una complicación en la caja y los planes financieros de las empresas. De manera que ya se están escuchando advertencias sobre las consecuencias por el lado de la inversión.

"No sólo cuesta menos crecimiento y más inflación vía más cepo a importación. También daña el ya magullado récord crediticio de los que producen e invierten en Argentina", sostuvo Gabriel Caamaño, analista de Estudio Ledesma. Desde su punto de vista, la medida obedece a una "optimización electoral cortoplacista, tremendamente inconsistente y cara".

6. El ancla cambiaria ayuda, pero no frena el empuje inflacionario

El propio Guzmán lo terminó reconociendo entrelíneas. Más allá de que la postura oficial durante todo el 2020 fue que la emisión monetaria no generó inflación y que hay que buscar la solución en la puja distributiva, el ministro dejó entrever su costado ortodoxo al esforzarse por aspirar los pesos sobrantes.

Por caso, en febrero -el típico mes "de la trampa financiera"- la base monetaria se contrajo 2,9%, quebrando la tendencia expansiva de los dos meses previos. Se logró a través de la "aspiradora" que retiró $72.000 millones a cambio de pases y Leliqs.

Pero claro, se trata de un esfuerzo todavía insuficiente: en la comparación interanual, la base monetaria sigue siendo hoy un 39% mayor que hace un año, una cifra que luce incompatible con la meta oficial de una inflación del 29%.

Así lo explica un informe de la consultora LCG: "Podrá observarse cierto freno en la caída, pero una inercia todavía elevada de la dinámica inflacionaria y una brecha en niveles del 60% que reflejan expectativas de devaluación del peso, difícilmente sean factores que alienten a una recomposición de la demanda de pesos".

7. La gran duda: ¿es sostenible sin llevar a un enfriamiento de la economía?

Las experiencias de retraso cambiario han traído consecuencias típicas sobre la actividad económica. Por caso, una disminución en el saldo de la balanza comercial. O la presión a una mayor disciplina fiscal, para evitar que el gasto público crezca en términos de dólares.

Es el tema que genera dudas tanto entre los economistas independientes como entre los que se declaran afines al Gobierno.

Por caso, la firma Consultatio destaca la existencia de límites para sostener el dólar planchado.

"No creemos que haya margen para apreciar mucho más el peso. Hacerlo podría poner presión en la brecha, lo que obligaría al BCRA a utilizar más dólares de la cosecha en controlarla y no hay mucho margen".

Advierte que los DEGs que llegarían "de arriba" – es decir, la eventual ayuda extra del FMI- representan solo el 65% de los vencimientos con organismos entre agosto y diciembre de este año.

Y también referentes del kirchnerismo han manifestado sus dudas. Es el caso de Roberto Feletti, ex viceministro de economía durante la gestión de Cristina Kirchner, quien advirtió que no es factible ampliar el déficit público ni sostenerlo con emisión monetaria.

Argumenta que el desbalance total de las cuentas del Estado es de 8,5% del PBI, difícil de sostener cuando la cantidad de pesos alcanza el 28% de la economía, una cifra que en otros países sería baja, pero que en Argentina, por su carácter bimonetario, está cerca del "maximo tolerado" de 30%.

Recuerda además que la "paridad teórica" -la que surge de dividir los pasivos monetarios sobre las reservas del BCRA- da un dólar de $130, lo cual explica la caída del paralelo. Pero advierte que esa calma podría verse rápidamente alterada si los pesos circulantes aumentaran a una velocidad mucho más rápida que las reservas.

Y ahí plantea el dilema que les quita el sueño a los economistas K: "contener los estímulos monetarios y fiscales destinados a promover la alicaída demanda interna como herramienta para impedir la volatilidad de las variables de la economía, o promover dichos estímulos a riesgo de presiones inflacionarias y cambiarias".

En otras palabras, priorizar la calma del dólar asumiendo que el costo será un menor nivel de actividad, o fogonear el consumo a riesgo de una turbulencia cambiaria justo en plena campaña electoral.

 

 

* Para www.iprofesional.com

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