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Andrés “Cuervo” Larroque: “La cultura del plan no va más en la Argentina”

POLÍTICA 23/05/2021 Facundo Cottet*
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Hay gente en la puerta del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad bonaerense. Van por trámites y cuestiones no resueltas. Esperan. La pandemia hizo que las esperas sean más largas. En el segundo piso de ese edificio ubicado en el centro de la ciudad de La Plata, el ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires, Andrés “Cuervo” Larroque recibe a Infobae. LLegar a su despacho no es sencillo. Hay que ser guiado por pasillos, entrar por una puerta, salir por la otra, frenar el paso, esperar y luego del okey, llegar hasta la mesa donde está Larroque.

En ese laberinto hay poca iluminación natural. La luz asoma recién al entrar al despacho del ministro. Es un lugar amplio pero austero. Menos liturgia de la esperada, por ser uno de los referentes de la organización política que hace de la liturgia peronista un detalle para nada menor. Algunos cuadros con frases de Néstor y Cristina Kirchner y no mucho más. “La organización (La Cámpora) tiene 15 años, lo cual para una época de política tan líquida es una eternidad viendo la fugacidad de muchos armados. Tenemos una cultura política”. A Larroque le interesa más el contenido que cómo mostrarlo, se ve.

Pero ahora también es un funcionario de peso de la provincia más poblada de país y su tarea podría resumirse en evitar aquella amenaza, que cada tanto aparece: que el conurbano estalle. Con la pandemia eso no pasó, aunque Larroque enfatiza en que “la cultura del plan social no va más”, y que “cuando las organizaciones determinan quiénes son los beneficiarios o los sujetos de derecho, estamos en una dificultad frente al conjunto de la sociedad”.

Fue uno de los funcionarios del kirchnerismo que hace semanas salió a pedir por el regreso del IFE. Sobre este punto aseguró que “hay un debate pendiente en nuestro país que tiene que ver con cómo generar políticas sociales que puedan contener al amplio universo que hoy está bajo la línea de pobreza”. Celebró que el presidente Alberto Fernández haya intervenido en la cuestión de precios con la decisión de limitar las exportaciones de carne por un mes y hacia el interior del Frente de Todos también dejó un mensaje referido al affaire de la salida no concretada del subsecretario de energía Federico Basualdo: “No se resistía un aumento de tarifas por encima del guarismo que se ha planteado”. Elecciones, oposición y la figura de Florencio Randazzo en el menú de coyuntura política, a continuación.

-¿Cuánto impactó al interior del Gobierno la discusión por las tarifas y la salida no concretada del subsecretario de Energía, Federico Basualdo?

-El tema ya está encaminado. Hay una multiplicidad de discusiones y tensiones en el ámbito de la gestión. El problema de este caso fue que trascendió mediáticamente y se dejó de discutir en los ámbitos correspondientes, como puede ser el interior de la fuerza política, y la discusión terminó tomando ribetes públicos que no colaboraron. Hoy se está dialogando y ordenando el proceso. Hubo una decisión del presidente Alberto Fernández de proteger y cuidar el bolsillo de los argentinos porque el escenario que tenemos es muy complejo y no se resistía un aumento de tarifas por encima del guarismo que se ha planteado. Los ribetes más particulares se están ordenado en los canales correspondientes

-¿Qué relevancia le tiene que dar el Gobierno al pago de la deuda?

-Es central, pero hay que caracterizar bien la situación. A veces estar hablando del pago al Fondo Monetario en el contexto de la pandemia hace un poco de ruido. Además sabiendo la irresponsabilidad que tuvo el Fondo durante la gestión de Macri. Somos conscientes de la responsabilidad que tiene el Estado pero llamamos a las autoridades de aquellos factores de poder internacional para ser conscientes de la situación que se atraviesa. Por supuesto que es la vocación de Argentina, pero saldando la deuda interna primero. Si no podemos canalizar las demandas urgentes de nuestro pueblo, mal podríamos asumir el pago de deuda que reconocemos; pero desde afuera deben reconocer que acá existe un pueblo y una sociedad que tiene que vivir.

-¿La decisión de cerrar la exportación de la carne es parte de la solución al problema de la inflación?

-Creo que se requieren medidas complementarias, que nunca es una sola medida. Es una señal muy nítida que da el Gobierno. Lo central es que el Presidente se puso a la cabeza de la pelea por los precios, eso es lo que se necesita. Que los trabajadores vean que el Estado no se corre de esa discusión e interviene. Es imprescindible que el Estado intervenga y regule. El mercado no se autorregula. Nosotros venimos de una filosofía que es bastante perversa, que es que cada uno percibiendo su beneficio ayuda al conjunto. No se verifica que eso pase en la realidad. Es necesario que la sociedad a través del Estado pueda defenderse e intervenir. Con el tema de la carne, saludo la iniciativa. Si no entraríamos en la bochornosa situación de que la mayoría de la población no pueda comer carne.

-¿Es posible en este contexto lograr empleo genuino como pidieron los referentes de los movimientos sociales?

-Se enmarca en un debate más profundo que tiene que ver con la posibilidad de motorizar políticas sociales de fondo, de consenso, en Argentina. Hay un debate pendiente en nuestro país que tiene que ver con cómo generar políticas sociales que puedan contener al amplio universo que hoy está bajo la línea de pobreza y demarcar cuáles son los sectores que están en una peor circunstancia y ver cuál es la salida. Me refiero a todo lo que tenga que ver con ingresos, más allá de la Asignación Universal por Hijo, que te cubre la franja de menores de 18 años. Todo eso tiene que estar asociado a un tipo de capacitación o algún tipo de tarea, tenemos que marchar hacia eso. ¿Cómo hacerlo? Nadie lo tiene claro. Hay un debate con diversas miradas.

¿Y el plan Potenciar Trabajo que impulsa el Ministerio de Desarrollo Nacional?

-Eso es una política de transición que de alguna manera sigue siendo herencia de un margen de discrecionalidad que terminan poniendo en cuestión la misma política. Lo mejor para todos -y lo han expresado los dirigentes de las organizaciones sociales- es encontrar un mecanismo de absoluta transparencia. No digo que hoy no lo sean, pero cuando las organizaciones determinan quiénes son los beneficiarios o los sujetos de derecho, estamos en una dificultad frente al conjunto de la sociedad. Podemos entrar en una injusticia porque te ocurre que en un mismo barrio una persona teniendo la misma necesidad que otra percibe ese derecho y otra no. Eso genera tensión de pobres contra pobres y también me parece que frente a otros sectores o que pueden tener una mirada conservadora. Soy de la idea que las políticas sociales tienen que estar por fuera de las coyunturas y tensiones políticas. Muchas veces todo lo que tiene que ver con la política social queda en el marco de la propia disputa de las organizaciones. Eso no es bueno para nadie, ni para las organizaciones, ni para la gente, ni para la política social. No estamos diseñando políticas sociales en abstracto, sino que la estamos diseñando, las resolvemos en el seno de una crisis económica muy profunda y ni hablar en materia sanitaria.

-¿Hoy se trabaja sobre la urgencia?

-Sí, pero me parece que la experiencia del IFE fue una buena experiencia que te dejó un universo de cobertura donde lógicamente había una parte de los beneficiarios son sujetos que en cualquier contexto van a necesitar un tipo de asistencia y otros sectores que venían de una situación agravada por las restricciones de aquel momento.

-¿Cuál es la urgencia en la atención social?

-Tenemos un universo a atender y hay que definir las prioridades. Los sectores que están en una situación de indigencia, mujeres a las que le toca acarrear diferentes problemáticas, los jóvenes que en la provincia de Buenos Aires representan -en la franja de menores de 18- años un 60% de pobreza. Tenemos que atender lo que es la terminalidad de la escuela secundaria también. Hicimos los refuerzos, pero no podemos decir que tenemos las políticas sociales perfectas que nos conforman a todos y que que por los próximos diez o veinte años está resuelta la cobertura.

-¿Preocupan las críticas internas?

-Tenemos que poder profundizar el debate y sin cuestionar lo que hacemos. Todos tenemos la mejor voluntad y hacemos el mayor los esfuerzos. Sí me parece que tenemos que encontrar instrumentos solventes que saquen de la urgencia a la gente y que le den dignidad: la cultura del plan no va más en la Argentina. Fue una política para hace 20 años en un momento de emergencia de Argentina. La Asignación Universal marca un camino y tenemos que ser creativos para darle dignidad a la gente.

-¿Cuánto impactó la pandemia en la situación de pobreza que ya se registraba?

-Las estadísticas muestran una pobreza agravada, pero la realidad es peor que las estadísticas porque se van desarrollando una infinidad de problemas más allá de los ingresos, porque las derivaciones de las problemáticas son múltiples. Es urgente que podamos revertir esta situación con la mejor política social que es la generación de empleo. Eso requiere un cambio de modelo económico, productivo que es lo que el Frente de Todos vino a hacer, pero se retrasada en función de lo que la pandemia genera en términos de imposibilidad de tomar las medidas que hubiéramos querido tomar al principio del gobierno

-Entonces, ¿cómo se sigue?

-Hasta que se llegue esta reactivación económica nítida y se genere empleo, nuestro rol es cuidar esa transición. Hoy estamos abarcando un universo mucho más grande que el que deberíamos abarcar en el país que nos gustaría tener.

-¿Y en este contexto cómo se enfrenta una campaña electoral?

-Es una intriga. No lo tenemos muy claro. Ojalá que estas medidas tengan éxito y en nueve días por lo menos podamos aplacar el crecimiento de casos e ir morigerado la complejidad del escenario. Tenemos que ir observando cómo evolucionan las cosas para ver en qué condiciones vamos a ir hacia el proceso electoral.

-La provincia de Buenos Aires intentó ir hacia un camino de fuertes restricciones desde hace un tiempo. ¿El gobierno nacional tardó en tomar las medidas?

-Nosotros fuimos claros y advertimos esta situación hace tiempo. Me parece que por otra parte siempre fuimos responsables y la búsqueda del gobernador Axel Kicillof fue generar los mayores consensos posibles porque acá no hay medidas unilaterales. Lo importante es que se avanzó en las medidas. Es importante haber logrado los consensos para poder avanzar. Mientras más rápido se tomen las medidas más vidas se pueden salvar o más contagios evitar. Enhorabuena que se hayan encontrado los consenso.

-¿En términos electorales imagina un escenario similar al 2019?

-Por supuesto que siempre el ejercicio del gobierno y la gestión tiene sus costos. En ese sentido es un escenario diferente, pero el Frente de Todos conserva vitalidad y los motivos por los cuales la gente nos votó siguen vigentes con una pandemia a cuesta. En aquel momento pedíamos más Estado, más cuidado y hoy eso es aún más necesario que en aquella oportunidad. Tanto Alberto como Axel han hecho las cosas bien, han sido francos y frontales de cara la sociedad, no han especulado y eso se reconoce. En todo caso en otro sector político tendrán que dar explicaciones.

-¿Quiénes?

-Nosotros siempre hablamos con la verdad aunque fuera dura y antipática. En Cambiemos siempre se buscó el camino de la especulación con una irresponsabilidad que me sorprendió. No creí que se pudiera llegar a tanto. Esperamos que el sistema político argentino recupere un camino de cordura.

-¿Y cómo es su relación con los intendentes de Juntos por el Cambio?

-La relación bilateral siempre es buena, creo que los condicionamientos se dan cuando aparece la jefatura política de la oposición, o esa jefatura que hoy está en discusión. Pero en el mano a mano, el intendente o intendenta tiene que gobernar y tiene una mirada más prudente y racional. Cuando las cosas se ponen en un escenario electoral, porque el tono fue cambiando, ya se pierde racionalidad.

-¿Qué lectura hace del plan de María Eugenia Vidal de ser candidata presidencial en 2023?

-Me llamó la atención que en este contexto quiera hacer ese planteo. Nosotros no estamos hablando de nombres de candidatos o candidatas para el 2021. Nuestras reuniones tienen que ver con la cuestión sanitaria, económica y cuando hay espacio tratamos de poner criterios generales de cómo encarar cuestiones electorales. Llegamos hasta eso. Cuando estás en la oposición por ahí hay más tiempo de pensar las cosas y elaborarlas. La definición me sorprendió.

-¿Cómo está hoy La Cámpora?

-Atravesando la cuarta generación. Yo tengo 44 años, Máximo (Kirchner) también, Wado (De Pedro) debe andar por ahí, (Mariano) Recalde es más viejo. Las compañeras son más jóvenes. Tenemos los de cuarenta y pico, hasta los secundarios. La Cámpora está bien, impactaron las restricciones pero seguimos funcionando. Para mí no es lo mismo ir a una unidad básica y ver las caras y saber en qué situación están que con la distancia del zoom. Tenemos una gimnasia orgánica que ya lleva muchos años. La organización tiene 15 años, lo cual para una época de política tan líquida es una eternidad para la fugacidad de muchos armados. En nosotros impera una cultura política.

-La organización pasó por distintas etapas, ¿a qué cree que atribuye el sostenimiento?

-A que somos gente seria, al contrario de lo que se piensa. No es que nacimos en el gobierno, el grupo fundacional tiene una militancia política. Siempre me tocó ser el responsable político de las organizaciones por las que transité y lo que hicimos fue sintetizar con otros compañeros, con los que habíamos transitado la militancia en los ’90 y luego con el gobierno de Néstor (Kirchner). El grupo fundador tiene una historia de militancia, veníamos de una Argentina devastada, que había padecido un genocidio que a los que nacimos en el ’76, ’77 nos dejó una huella muy profunda. Ingresamos a la política para revertir un montón de cuestiones injustas y por eso nos hicimos justicialistas. Cuando fundamos La Cámpora teníamos una gimnasia de larga data. No fue que nos juntamos y dijimos ‘hacemos un acto, abrimos un espacio y largamos una revista’. Siempre apostamos a la formación de cuadros a la construcción de ámbitos, Nestór en ese sentido era muy reiterativo: él decía que teníamos que tener un espacio donde se debata, que no teníamos que tener miedo la discusión y fuimos por ese camino. Obviamente que falta mejorar mucho.

-Pero hoy ocupan lugares estratégicos

-Hay un montón de compañeros con responsabilidades, pero lo más importante para mí es que tanto la dirigencia política, la sociedad y también hasta sectores del poder económico y empresarial han comprobado que La Cámpora somos gente responsable. Eso genera un valor: a veces se puede estar de acuerdo o no con nosotros, pero creo que nadie puede discutir la idoneidad, compromiso y responsabilidad que podemos desarrollar.

-Está instalada la idea de que con Máximo Kirchner al frente del PJ bonaerense, La Cámpora va a manejar las listas, ¿qué cree al respecto?

-Para nosotros la política va mucho más allá de las listas. Obviamente en el sistema democrático, la responsabilidad en términos electorales es uno de los pilares, pero nosotros no creemos que la política se agote en eso. Más allá de esta elección, la del 2023 y las que sigan viniendo, la clave es la unidad del peronismo: la unidad del frente nacional. Es una gran enseñanza que comprobamos en carne propia a partir de lo que fue el segundo gobierno de Cristina. Cristina ordena un proceso de trasvasamiento generacional con la candidatura de Alberto.

-¿Por qué un trasvasamiento, si integró la fórmula?

-Ella entendía que no había condiciones para que fuera candidata, pero no es que la alternativa era Axel o Máximo. La generación de Cristina y Alberto todavía tiene para dar. Hubo una señal muy fuerte de que había que unificar al peronismo. Con esos dos elementos pudimos ganar la elección y tenemos muy claro lo que eso significa. Seguimos desarrollando esa estrategia. Por supuesto que hay tensiones, miradas, perspectivas y metodologías diversas pero hay que ordenar eso en función de las contradicciones principales e importantes y no de las accesorias y desde ya que es importante diseñar la mejor estrategia electoral para ganar las elecciones: ese es el objetivo.

-¿Ese plan a futuro incluye a Sergio Massa?

-Por supuesto, en el caso de él por capacidad. Todos los que integran el Frente de Todos saben que valen mucho más adentro que afuera. Eso nos obliga a todos a ser responsables. LLegamos a un momento en el que nadie puede cortarse solo. Sergio tiene una capacidad, experiencia e impronta que le dan un aporte sustancial al frente.

-¿Y Florencio Randazzo?

-Nunca entendí yo por qué no estuvimos juntos en 2017. Nosotros trabajamos personalmente con Máximo en ese momento, con los compañeros intendentes para que, previo al cierre de listas, se juntaran Cristina y Florencio. La idea de todos era ir a un esquema de unidad. Un sector de los intendentes también pensaba que Cristina no iba ser candidata. Pero nunca entendí por qué Florencio no aceptó eso. Como tampoco por qué no aceptó jugar la PASO con Daniel Scioli en 2015 o por qué no aceptó ser candidato a gobernador en 2015. Es contrafáctico, pero creo que hubiéramos ido a la elección con mucho menos riesgo. Él acompañó la campaña el año pasado y nosotros reconocemos y valoramos la capacidad de gestión que mostró en su momento. Hay ciertas señales que nos resultan enigmáticas, pero creo que el Frente de Todos se tiene que seguir ensanchando. Siempre hay que seguir hablando. En la medida que se pueda ensanchar el espacio, bienvenido sea.

 

 

* Para www.infobae.com

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