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Lo que no se contó de la tensa negociación para fijar precios de alimentos hasta fin de año

ECONOMÍA 11/06/2021 Claudio Zlotnik*
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Toda negociación tiene su "lado B". Esa faceta desconocida, que no forma parte de los anuncios oficiales ni de las declaraciones públicas. El flamante acuerdo entre el Gobierno y las empresas fabricantes de productos de primera necesidad -alimentos, bebidas y artículos de higiene y limpieza- para mantener congelados los precios de 70 productos hasta la primera semana de diciembre también contiene "secretos".

El primero se vincula con los precios acordados en esa reducida canasta. A cambio de que esos valores se mantengan sin cambios durante el próximo semestre -en la Argentina inflacionada-, el Gobierno aceptó diferencias de hasta 40% respecto de los valores que existen en "Precios Cuidados".

Sucede con el caso del sachet de leche fresca, que en el nuevo acuerdo aparece en $74 contra los $53 de una leche similar en "Precios Cuidados". Una diferencia del 39,6%, que el consumidor podrá aprovechar si en vez de comprar en el almacén de barrio o en el autoservicio "chino¨ se corre hasta un supermercado y se dirige a la góndola con el producto regulado por Comercio Interior.

Sucede con otros artículos, entre los 70 que forman parte del acuerdo: en el caso del cacao, la diferencia es del 32% ($140 del "chino" contra $106 del súper). Y tanto en el kilo de azúcar como en la harina 000, asciende al 31%. (ver cuadro aparte).

Comercio Interior mantuvo negociaciones con las empresas hasta último momento. De hecho, comentan desde las compañías, se auditaron al detalle los márgenes de los distintos puntos de la cadena (fabricantes, mayoristas, comercios).

Desde los despachos oficiales tienen una explicación sobre la divergencia de los precios entre los negocios barriales y las grandes cadenas.

Aseguran que gracias a este acuerdo se logró una rebaja promedio del 7% en los precios de venta de esos mismos productos en los mismos comercios minoristas (almacenes y "chinos").

Así, por ejemplo, de acuerdo a un monitoreo de Comercio Interior entre autoservicios, el sachet de leche se conseguirá ahora 12% más barato que antes del acuerdo ($74 contra $84 antes). En el caso de las tapas de empanadas, la diferencia a favor es del 12% y en el paquete de arroz, del 10%.

Funcionarios consultados por iProfesional explicaron que los costos para llegar a esos comercios son mayores. Que mientras los grandes fabricantes les despachan a los supermercados en forma directa, para llevar los mismos productos a los negocios barriales existen costos adicionales, que encarecen los productos.

De todas formas, lo más relevante ahora es qué harán las empresas fabricantes, ahora que el Gobierno dio de baja al programa de Precios Máximos.

Para tener una idea, ahora se congelaron los precios de 70 productos. Pero "Precios Máximos" tenía controlados nada menos que 70.000 artículos. Así de enorme es el salto al vacío que pegó el Gobierno con la decisión.

Sucedió lo inevitable: después de 13 meses de vigencia, el programa de control llegó a un punto en que quedó desbordado por la realidad. Los precios subían más allá de lo autorizado por Comercio Interior.

Un informe de la consultora Macroview (Melconian & Santángelo) da cuenta de ello: a pesar de que el Gobierno había autorizado aumentos de 11% en el programa, los precios de los productos englobados allí se incrementaron 39,5% desde marzo del año pasado, cuando se inició.

En los últimos meses se habían acelerado los aumentos, y eso fue clave para dar por terminada esa experiencia.

Las principales compañías ya habían encontrado la forma de "saltar" los controles. Habían puesto en marcha una verdadera estrategia de modificación en los envases o en las etiquetas, de forma tal de cambiar el código de barras que identifica a cada producto.

De todas formas, ese ajuste en los precios resultó inferior al del resto de los alimentos. Los denominados precios "libres" subieron 77,7% en promedio. Con un pico en la fruta (88%) y en la carne (79,2%).

Clave: qué harán las empresas

Ahora la cuestión central radica en qué harán las empresas, que en los hechos quedaron en libertad de acción. Aunque en las propias compañías dijeron a iProfesional que antes de avanzar con los movimientos de precios tienen que pasar por las oficinas de Paula Español -la poderosa secretaria de Comercio- para que les aprueben esos ajustes.

Lo dicho más arriba: se trata de un verdadero "salto al vacío" por parte del Gobierno en plena pandemia y a menos de 100 días de las PASO.

Los funcionarios confían en que esta canasta -más la de Precios Cuidados en los supermercados- sirvan como referencia para el resto. Que las empresas no tengan demasiado margen para subir precios.

Y que, en el peor de los casos, los que ahora quedaron bajo la órbita de las regulaciones son los productos esenciales, los que forman parte de la canasta básica, que es la que más impacta en los bolsillos de la sociedad.

Y que el problema de la inflación, en todo caso, no se resolverá con medidas de control exhaustivo desde una secretaría sino que, más bien, tiene que ver con una multiplicidad de causas, entre ellas las expectativas que se van formando.

En eso está el ministro Martín Guzmán, que desde el Palacio de Hacienda conduce un verdadero ajuste de las cuentas públicas en medio de la pandemia. También Miguel Pesce, desde el Banco Central, que viene conduciendo con mano dura la política monetaria.

Hay otra realidad que, en simultáneo, influye sobre el escenario de por sí muy complicado. Y que se vincula con la suba de los precios de los alimentos a nivel internacional, y que en la Argentina se potencia por culpa de una dinámica que llevó a la inflación (otra vez) a una variación interanual cercana al 50%. Lejos de las expectativas oficiales.

Frente a la aceleración de la inflación, el Gobierno tomó un atajo: habilitar una apreciación real del tipo de cambio. Esto es, que la cotización del dólar se mueva a un ritmo menor al de los demás precios. Sucedió en los últimos meses.

La estrategia viene de los meses precedentes, y está claro que continuará al menos hasta las elecciones de noviembre. Es la única llave a mano que el Gobierno tiene para lograr una desaceleración inflacionaria. Se trata de una discusión válida sobre el impacto real de este método en los precios.

Pero de lo que no cabe ninguna duda es que se trata de una estrategia peligrosa, de cara al corto plazo.

Sin embargo, en las últimas semanas, hubo un dato a favor. La revaluación de las monedas latinoamericanas, y de los países emergentes en general, detuvo el proceso de atraso cambiario en la Argentina.

¿Cuál es el margen para hacerlo sin que se comience a hablar de atraso cambiario? ¿De una burbuja que, más temprano que tarde, terminará en una explosión?

El debate está abierto. Como en el jueguito de los "platitos chinos", el Gobierno va haciendo malabares para que no se rompa el equilibrio y los platitos se estrellen contra el piso.

 

 

* Para www.iprofesional.com

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