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Impuesto a las multinacionales: qué puede esperar la Argentina

ECONOMÍA 01/07/2021 Carlos Burgueño*
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Empresas multinacionales vinculadas a la tecnología y la era digital como Google, Microsoft, Oracle, Facebook y Apple, entre otras, pagarán en poco tiempo más impuestos en la Argentina. No hay cálculos sobre el monto de dinero que liquidarán en el país, pero será de miles de millones de pesos; y dependerá de lo que declaren de ganancias locales. En concreto, y como piso, deberán liquidar un 15% de su rentabilidad local.

Esto ocurrirá cuando comience a aplicarse el nuevo impuesto a las multinacionales impulsado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), y que quedaría oficializado, primero en la cumbre de ministros de Economía del G20 virtual de Venecia entre el 9 y el 10 de julio próximo; para luego pasar a consideración final de los jefes de Estado del bloque.

El evento de la próxima semana será la cumbre más importante en años, ya que quedará en la historia como el encuentro donde se oficializará la creación de la universalización del tributo a las multinacionales con una alícuota del 15%. Según la entidad esta tributación internacional permitiría reducir los aproximadamente 250.000 a 400.000 millones de dólares que anualmente eluden las multinacionales por operar en paraísos fiscales o estados con tributación baja o nula, como Hong Kong, Bahamas, Irlanda o Luxemburgo.

A partir de la aplicación de la norma, estos países (entre otros), deberá cobrar como piso un 15% de impuestos por tener a grandes empresas internacionales instaladas en ese territorio; eliminando la alternativa de la competencia ilegal entre países a partir de la atracción de la radicación contable de compañías por el bajo nivel de pago de impuestos.

Argentina, como el resto de los países que no compiten por la aplicación de tasas de impuestos bajos, se beneficiaría de manera directa con un mayor nivel de ingresos provenientes de las facturaciones declaradas dentro del país; o con las multinacionales locales que tengan una presencia importante en otros mercados. Para esto habrá que esperar a conocer la manera en que desde la OCDE se define el sistema de declaración de ingresos.

En esto hay dos ideas que se debatirán en la cumbre de la semana próxima de Venecia. Una posición, defendida por los estados, habla de la obligatoriedad de liquidar los impuestos de manera directa en el lugar donde se registró la operación. Otra visión, defendida por los privados, es que haya una sede central de la compañía donde se registre la facturación; para que luego sea redistribuida en todos los mercados donde la multinacional opera.

El mecanismo que quiere evitar la OCDE fue estudiado como el fenómeno BESP -del inglés «Base Erosion and Profit Shifting» (Erosión de la base imponible y traslado de beneficios)-, que es el término que designa en el idioma contable y fiscal universal las estrategias de planificación fiscal utilizadas por las empresas multinacionales para aprovecharse de las discrepancias, lagunas e inconsistencias de los sistemas fiscales nacionales, y trasladar sus beneficios a países de escasa o nula tributación, donde las entidades apenas ejercen ninguna actividad económica y eludir de esta forma el pago del impuesto sobre las sociedades. La iniciativa BEPS viene siendo reclamada por la OCDE desde 2013, para combatir la elusión fiscal a nivel internacional; y fue impuesta por el director de impuestos de la entidad, Pascal Saint-Aimans; el hombre que ideó el tributo a las multinacionales.

El proyecto de aplicar el impuesto a las multinacionales, viene siendo reclamado por la OCDE desde 2013 en adelante. Se vio frenado durante los últimos 5 años por las trabas impuestas desde la administración de Donald Trump. El ex presidente norteamericano aceptaba el impuesto, siempre que en paralelo se aprobara la alternativa de un “Safe Harbor” dentro del territorio de cada estado; donde se le permitiera a las empresas radicarse y eventualmente tributar una menor cantidad de impuestos que en el resto de los territorios. Según defendía Trump, con esta alternativa se evitaba la elusión en terceros estados permitiendo que las empresas permanecieran con la sede central dentro de los países de origen.

La idea nunca cuajó en los otros miembros del G7, hasta que fue abandonada definitivamente con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. En febrero pasado el actual presidente de los Estados Unidos avaló la idea de Francia y Alemania de aplicar el tributo de manera directa y universal; proponiendo incluso que el porcentaje llegara al 21% final, alícuota presentada por Emmanuel Macron.

 

 

* Para www.ambito.com

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