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La atleta Kristsina Tsimanuskaia: “Pensé que en Bielorrusia me esperaba la cárcel o un hospital psiquiátrico”

INTERNACIONALES 07/08/2021 Javier G. CUESTA
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La conversación está a punto de comenzar cuando Kristsina Tsimanuskaia pide aplazarla cinco minutos más para tomar aire. La atleta bielorrusa, de 24 años, llega al lugar del encuentro en Varsovia rodeada de policías y necesita un respiro tras haber vivido en primera persona un terremoto político internacional. “Eran mis primeros Juegos y me los quitaron”, se lamenta la velocista en la primera entrevista concedida tras llegar a Varsovia a un grupo de periódicos: EL PAÍS, Gazeta Wyborcza y Die Welt, que forman parte de la alianza de medios LENA. Es jueves y lleva apenas unas horas en Polonia, donde ha sido acogida tras negarse a volver a Minsk desde los Juegos de Tokio en los que participaba, por temor a sufrir represalias por haberse quejado de sus entrenadores en Instagram.

Los problemas de la atleta comenzaron el fin de semana pasado. Pero no por criticar las represivas políticas del régimen de Aleksandr Lukashenko, que ha recurrido a la mano dura para acallar las protestas de la oposición que estallaron hace un año por considerar fraudulentas las elecciones que mantienen al cuestionado presidente en el poder. Las quejas de Tsimanuskaia se produjeron después de que el Comité Olímpico bielorruso la apuntara a una prueba para la que no había entrenado. Al insistir ella en las críticas, intentaron embarcarla en un avión rumbo a Minsk el domingo pasado, pero la deportista buscó ayuda y acabó en la Embajada polaca en Tokio, desde donde el miércoles voló a Viena y luego a Varsovia. Según el régimen de Lukashenko, la velocista sufre “trastornos mentales”. Ella asegura que fue presionada y amenazada: “Pensé que me esperaba la cárcel o un hospital psiquiátrico”.


Pregunta. Debería estar ahora mismo en los Juegos Olímpicos en Tokio, pero aquí está hoy, en Varsovia. ¿Pensó alguna vez que esto podía pasar?


Respuesta. En absoluto. No me planteé venir a Polonia. He estado aquí muchas veces como turista, pero nunca pensé que tendría que decidir tan repentinamente que emigraría. Mis planes a corto plazo eran completamente diferentes. Mi esposo y yo íbamos a visitar a nuestros padres después de regresar de Tokio, irnos de vacaciones, encargarnos de nuestro nuevo proyecto en la industria del fitness, inscribirnos en cursos y talleres deportivos profesionales. Todavía estoy conmocionada. No entiendo nada de lo que está sucediendo.


P. ¿Se siente a salvo en Polonia?


R. Sí, tanto que finalmente he podido dormir. Durante los últimos días no había logrado pegar ojo. De todas formas, cuando los diplomáticos de Polonia se ocuparon de mí en Japón, supe que estaría bien. Además, aquí estoy bajo la protección de las autoridades polacas y de la diáspora bielorrusa. Estoy sana, fuerte, pero aún conmocionada.


P. ¿En qué momento comprendió que regresar a Bielorrusia no era seguro para usted?


R. Cuando los empleados del Comité Olímpico Nacional bielorruso me llevaron al aeropuerto. Varios miembros de nuestro equipo deportivo se acercaron a mí muchísimas veces desde por la mañana. El entrenador y la gente del comité seguían diciéndome que tenía que irme a casa; que tenía que empacar todas mis cosas de inmediato; que si me resistía, actuaría en contra de la voluntad de las autoridades, porque la decisión venía de representantes de los niveles superiores, y que me esperaban graves consecuencias. Más tarde vino a verme un psicólogo que intentó presionarme; y me asustó. Me dijo que tenía problemas en mi cabeza. Comenzó a decirme cosas terribles sobre algunos estados de locura; decía que algunas personas en situaciones parecidas a la mía se quitaban la vida.


P. ¿Y comenzó entonces la propaganda en la televisión bielorrusa?


R. Ocurrió al mismo tiempo. Supe por mis padres que divulgaron cosas sobre mí en las que me mostraban como una persona desequilibrada, con un estado psicológico malo que ponía en riesgo a todo el equipo [olímpico]. Mis padres me dijeron que no debía volver a Bielorrusia en este momento. Les creí. Incluso pensé que alguien pudo contactar con ellos y advertirles de que me esperaban problemas si regresaba.


P. ¿Qué tipo de problemas?


R. Tal vez la cárcel o un hospital psiquiátrico. La gente no sale de ellos fácilmente.


P. ¿Y todo esto debido a una publicación en Instagram?


R. Lo publiqué arrastrada por la emoción, no lo pensé. Más tarde, tras las amenazas, lo quité. No obstante, aquello no era un manifiesto político. Solo expresé mi indignación por la decisión de los entrenadores y los funcionarios bielorrusos de apuntarme para participar en una disciplina para la que nunca he entrenado en mi vida. Cuando intenté explicarlo, ignoraron mis mensajes, aunque vi que los leían. Entonces algo estalló en mí. Sentí que [los trabajadores del comité] no tenían respeto por los deportistas, por mi trabajo y por el esfuerzo que pongo en el deporte y en representar a nuestro país. Hablé de esta manera porque siempre lo hago abiertamente en la red sobre mi vida y mis emociones. Tampoco esperaba que un asunto deportivo se convirtiera en un escándalo político internacional. Ni que tendría que pedir ayuda a un policía japonés de un aeropuerto con un mensaje escrito en un traductor automático de internet: “Ayuda, intentan llevarme a mi país por la fuerza. Estoy en peligro”.


P. Si pudiera volver atrás en el tiempo, ¿lo volvería a hacer?


R. Creo que alzaría la voz sobre este tema. Tal vez no de esta manera; tal vez de una forma menos emocional, pero no daría marcha atrás en el tiempo. No sé si hacerlo de una manera más moderada traería otras consecuencias.


P. Ha perdido algo con lo que todos los atletas sueñan: la posibilidad de participar en los Juegos Olímpicos.


R. Estoy muy triste por ello. Me arrebataron mi oportunidad. Me preparé para participar en los Juegos durante cinco años. No fue fácil. Además del esfuerzo diario, de la dedicación y de la disciplina, también tuve otras dificultades: sufrí una lesión, estuve enferma de coronavirus, cambié de entrenador... Los entrenamientos eran muy intensos, fue difícil, pero sabía que tenía un objetivo: correr los 200 metros lo mejor que pudiera. Solo quería eso. Eran mis primeros Juegos Olímpicos y me los quitaron.


P. ¿Planea quedarse en Polonia?


R. Voy a reunirme con los representantes del Comité Olímpico polaco para ver si es posible continuar aquí mi carrera deportiva y en qué términos. Pensé en Austria porque mi entrenador vive allí, pero Polonia reaccionó más rápido que los demás [países]. Me ofreció un visado humanitario, protección y ayuda. Además, mis padres me aconsejaron elegir Polonia porque viven en Brest [Bielorrusia], muy cerca, y gracias a esto pueden visitarme. También tengo muchos amigos aquí. Algunos de ellos se mudaron de Bielorrusia recientemente. Tengo la sensación de que no estaré sola aquí.


P. ¿Cómo ven otros deportistas su situación? Maksim Nedasekau, que ganó en Tokio una medalla de bronce, fue muy crítico al hablar de usted. Dijo que es orgullosa y que merece lo que le ha sucedido.


R. Después de irme [de Tokio] no he mantenido el contacto con los deportistas de la Villa Olímpica. Tal vez lo tienen prohibido, no lo sé. No tengo queja, muchos tienen que prepararse para sus pruebas estos días, y no pueden distraerse con otras cosas. Ahora deben pensar en sí mismos. En cualquier caso, muchos otros atletas bielorrusos sí me escribieron. Recibí un gran apoyo de ellos. En cuanto a Maksim, solo puedo felicitarlo por su medalla, es un gran deportista. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de él como persona.


P. Su esposo reaccionó rápidamente, tomó en media hora la decisión de abandonar el país. ¿Qué sucede con sus padres?


R. Ni siquiera sabía que mi esposo se estaba yendo. Lo supe cuando llegó a Kiev. Después de mis declaraciones sentía que yo no volvería a Bielorrusia y que él también se encontraba en peligro. Mis padres se quedaron en casa. Mi padre sufre del corazón, desafortunadamente, y toda esta situación hizo que su condición se deteriorara. Estamos en contacto constante.


P. A pesar de este escándalo, usted afirma que no está involucrada en la política.


R. Pertenezco al mundo del deporte, no al de la política. No entiendo nada de política ni digo nada sobre nuestro Gobierno. El deporte debe estar más allá de la política. Siempre intenté mantener la máxima distancia. Entrené toda mi vida, me concentré en ello.


P. En Bielorrusia, un gran grupo de deportistas tomó partido por la oposición el año pasado e hizo declaraciones públicas contra el fraude de las elecciones y contra la violencia.


R. El año pasado, cuando surgieron las protestas, fue muy difícil para el país. Era duro moralmente superarlo, incluso llegué a abandonar una competición en la que participaba. No es que no quisiera ver lo que estaba sucediendo, después me pronuncié abiertamente con una publicación en Instagram donde condenaba el uso de la violencia contra los manifestantes pacíficos. Estoy totalmente en contra de la violencia en cualquier forma.


P. ¿Y qué pasa con otros atletas? ¿Reciben amenazas?


R. No lo sé. No puedo responder por los demás. A mí me sucedió por primera vez.


P. Aleksander Opeikin, presidente de la Fundación Bielorrusa de Solidaridad Deportiva, a la que ha solicitado ayuda, dijo en una entrevista para Gazeta Wyborcza que los deportistas bielorrusos están hoy más amenazados que nunca.


R. Sin lugar a dudas. Los deportistas se piensan mucho qué van a decir en Bielorrusia porque puede haber consecuencias desagradables. Yo no me contuve esta vez... afortunada o desafortunadamente.


P. ¿Será ahora una deportista que se involucra en temas políticos?


R. No. Una persona que no conoce la política no debe tratar con ella. Todo lo que quiero es continuar con mi carrera deportiva.


P. El secuestro del periodista Roman Protasevich, el probable asesinato de un activista bielorruso en Kiev..., puede ser que el régimen vaya aún más lejos. ¿Tiene miedo?


R. Es una pregunta difícil para mí. Sí, sigo las noticias; sé todo, pero no puedo evaluar esta situación.


P. Si recibiese garantías de Alexandr Lukashenko de que puede volver a casa sin peligro, ¿lo haría?


R. Mi madre me dijo que recibió algunas llamadas con una oferta así. No puedo decir si eran de la Administración del presidente, especialmente en estos tiempos que hay tanta información falsa. Creo que en la situación actual no puedo volver a Bielorrusia.

 Fuente: El País

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