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Argentina 2022: otro año de alta inflación, bajo crecimiento y mucha incertidumbre

ECONOMÍA 14/08/2021 Martín KANENGUISER
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Si realizar proyecciones económicas siempre resulta complejo tanto para los gobiernos como para los consultores en la Argentina, pensar en 2022 todavía resulta más difícil por varios factores que permanecen sin resolver: la pandemia, el resultado de las elecciones de medio término y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, al Ministerio de Economía no le queda otra alternativa que cumplir con su obligación de presentar al Congreso sus principales supuestos para proyectar las metas de gastos y recursos del Presupuesto 2022, el 15 de septiembre, a riesgo de quedar muy lejos de sus objetivos, como ocurrirá con la inflación del 29% y el dólar oficial a $102 para diciembre pautados para 2021 un año atrás.


Pese a los escenarios divergentes que pueden abrirse a partir de la cuestión electoral, sanitaria y económica, 10 consultores aceptaron el reto de Infobae y brindaron sus proyecciones de crecimiento económico, inflación y dólar a fines de 2022; otros, sumaron algunos conceptos.

¿Pueden equivocarse?: claro, como lo han hecho varios funcionarios del Palacio de Hacienda en diferentes gobiernos, pero estas cifras permiten trazar un panorama de lo que puede ocurrir una vez que pase la tormenta del covid y de los comicios de noviembre próximo.

Lorenzo Sigaut Gravina, de Equilibra, dijo que 2022 será “bastante complicado por la dificultad para conseguir divisas, porque no estarán los actuales precios de la soja que permitieron una liquidación récord de exportaciones este año después de estar contra las cuerdas con una brecha de 3 dígitos en octubre del 2020, ni el milagro de los recursos extraordinarios que enviará este mes el FMI”.

“Hay que prever mayor tensión en el mercado cambiario, entre otros motivos porque en 2022 hay vencimientos por más de 19 mil millones de dólares con el FMI. Salvo que haya una super cosecha o mejoren nuevamente los precios de las materias primas, no vas a tener tantos dólares como en 2021”, explicó.


“La otra cuestión es la cuenta capital y financiera, que depende mucho de un acuerdo con el FMI: si no se logra, habrá mucha salida de divisas por fuera del tipo de cambio oficial. Lo más relevante es que, sin un escenario global muy favorable, hay que acordar con el FMI porque no hay dólares; y si se va a un escenario sin acuerdo, no vas a poder crecer”.

“El escenario más probable es de un crecimiento del 2% aproximadamente, con las tarifas subuiendo al doble que el resto de los precios y el tipo de cambio posiblemente subiendo más que este año. Vas a partir con un arrastre del 1% del 2020, así que crecer 2% es prácticamente nada”, precisó el economista.
“La inflación será del 45%, parecida a la de este año, aunque diferente en otro sentido, porque subirán más las tarifas, el tipo de cambio, mientras que el salario estará por debajo de la inflación”, explicó.

Por su parte, Claudio Caprarulo de Analytica dijo que “en un marco de postpandemia el acuerdo con el FMI va a tener objetivos más bajos de déficit fiscal primario para 2022; por eso proyectamos 2,8% para el 2022, por debajo del 3,6% de este año”.

Respecto del tipo de cambio, “la estrategia de atraso que se profundizó en los últimos tres meses no es sostenible; en una lógica de acumulación de dólares y restricción de la demanda vía precio, el ritmo de depreciación va a ser mayor y estimamos un dólar a 148 para diciembre de 2022”, resaltó.


“El crecimiento de la economía va a ser bajo, 2,3%, porque el mercado interno traccionará poco. La conjunción de ese resultado, con un gasto público que profundizará su caída y un mayor nivel de devaluación, pone a la inflación a diciembre de 2022 en 42,3%, apenas por debajo de la de este año, del 46%”, estimó Caprarulo.
El economista dio por descontado que habrá un acuerdo con el FMI, pero aclaró que “para pensar en un escenario más positivo de la economía, donde la inflación tenga una reducción de 10 puntos y los salarios muestren una mayor recuperación, el Gobierno va a tener que poner sobre la mesa un plan de estabilización acordado con los principales actores sociales”. Esto significa, la oposición, los movimientos sociales, sindicatos y empresarios.

“Las señales del gobierno, por ejemplo, mediante las declaraciones de la vicepresidente Cristina Kirchner, son buenas en el sentido y dan cierta esperanza. De la existencia de estos y su resultado, depende en gran medida los límites en los que se va a desenvolver la economía en 2022”, afirmó.

En tanto, Guido Lorenzo de LCG espera una “inflación en torno al 45%, el dólar moviéndose en la misma línea, con actividad aún baja, 2,7% de crecimiento; y, si es con acuerdo del FMI, esperamos tasas de interés más altas que las actuales”.

Juan Pablo Di Iorio de ACM también prevé “un escenario en donde se acuerda con el FMI; en este sentido, si bien no proyectamos un salto discreto del tipo de cambio, sí esperamos que suba el ritmo de depreciación mensual luego de las elecciones, producto de la apreciación cambiaria resultante de la estrategia actual”.

Por otro lado, consideró que “el programa con el FMI será menos duro en términos de metas cuantitativas que el anterior, tanto por el tipo de programa (EFF) como por la situación frágil actual de la economía asociada a la pandemia”.

De todos modos, aclaró que cabe prever “un endurecimiento de la política monetaria, lo cual, en conjunto con una mayor tasa de devaluación, llevaría a un desempeño del consumo por debajo del PBI, una suba más moderada”.


Según el escenario base de la consultora Abeceb de Dante Sica, habrá un “acuerdo light con el FMI, algunas correcciones y cierta dosis de pragmatismo dados los corsets que impone una economía desbalanceada y empobrecida”.

Las claves serán, en términos de política fiscal, que se “intenten acomodar levemente las cuentas públicas para ganar oxígeno hacia las elecciones presidenciales de 2023″. En cuanto a la política monetaria, seguirá “siendo acomodaticia (tasas de interés reales negativas) aunque se acota un poco la emisión monetaria al Tesoro, acompañando dinámica fiscal”. Por el lado de los precios relativos, cabe esperar “un reacomodamiento parcial (incluyendo tipo de cambio en 2022 ), lo cual sigue presionando sobre la inflación”.

“Desde pisos muy bajos y al compás del ciclo, el salario real se recompone modestamente y con heterogeneidades. Con esta configuración de políticas, las variables se siguen moviendo nominalmente en niveles altos: precios, tipo de cambio y salarios no perforan subas del 30% en el mediano plazo (excepto tipo de cambio en los años electorales)”, concluyó Abeceb.


El estudio ECO GO de Marina Dal Poggetto proyectó un crecimiento raquítico del 1,9% en 2022, una inflación del 48,2%, desempleo del 11%, una suba del 125% en las tarifas de los servicios públicos, un aumento del 2,6% en el consumo privado y del 4,1% en la inversión. Además, el PBI llegaría a USD 505.000 millones y el PBI per cápita a USD 11.035 promedio del año.


Cynthia Moskovits de FIEL contó que “luego de la recuperación -parcial- de la economía en 2021, resultado de la fuertísima caída (10%) en 2020 y del arrastre que el cierre de ese año dejó, 2022 será un año de bajo crecimiento/estancamiento”.

“Los desequilibrios acumulados, con especial fuerza en el segundo semestre de 2021 para sostener el ‘Plan elecciones’, implican una probable corrección del tipo de cambio a comienzos de año para luego retomar la estrategia de contener la inflación vía atraso cambiario y tarifario, con el consecuente aumento de los desequilibrios de precios relativos. La lógica continúa siendo la de los controles y las restricciones”, aseguró la economista.

Además, será “un año de ajustes -particularmente en la segunda mitad- previo a un año electoral; esto implica un escenario de inflación por encima del 45%, magro crecimiento económico (2%) y caída de la inversión, ya que el riesgo se mantiene elevado pese a que entendemos se llega a algún acuerdo con el FMI”.

A su vez, Camilo Tiscornia, socio de C&T, afirmó que es lógico suponer que “empieza cierta corrección post elecciones, con aceleración del dólar oficial, pero siempre controlado. Es decir, no es un escenario disruptivo”.

“Será un escenario flojo en general; por eso habrá tan poco crecimiento. No pensamos que el gobierno haga el ‘giro promercado’. Creemos que seguirá en la misma de siempre, pero intentando evitar los desvíos más graves”.
En tanto, Econviews, dirigida por Andrés Borenstein, sostuvo que este año la economía crecerá 7% y el tipo de cambio llegará a $108 a fin de año, “aunque para los meses posteriores a la elección esperamos un sinceramiento tanto cambiario como tarifario”.

“Nuestra inflación a diciembre es de 49% interanual. Para diciembre de 2022 esperamos un dólar de AR$173 (60% interanual) y una inflación de 48 por ciento”, detalló.

Fernando Marengo, socio del estudio Arriazu, estimó que “el mundo seguirá creciendo, especialmente por economías desarrolladas; el riesgo es la tercera ola de contagios o que la inflación que se supone transitoria se vuelva permanente y la Reserva Federal tenga que comenzar con política monetaria contractiva”. Más allá de estos riesgos, “el mundo sería favorable en crecimiento, precios internacionales en niveles actuales y baja, aunque creciente niveles de tasas de interés”.

“Con este contexto internacional favorable, todo lo determinará la política interna, donde el acuerdo con el FMI será clave. Por la decisión de utilizar los DEG para pagar los vencimientos de septiembre y diciembre, pareciera que se quiera evitar un default con el organismo. Si suponemos esto, la duda es si se logrará un acuerdo que reconozca al dólar como unidad de cuenta o no”, afirmó.


“Es probable que un acuerdo comience con un ajuste de tipo de cambio y tarifas, con lo cual habría un salto inflacionario, lo que bajaría la monetización de la economía y permitiría estabilizar el tipo de cambio en un nuevo nivel”, afirmó Marengo. “A partir de allí, la posibilidad o no de defender algún nivel de tipo de cambio será determinante del éxito del acuerdo o no. Tenemos muy reciente el recuerdo del acuerdo de 2018 que, con USD 57.100 millones de préstamos, y desembolsando USD 45.000 millones no se pudo evitar la crisis, básicamente por el crowling-peg con bandas permeables que se implementó, un engendro demoníaco en una economía que piensa en términos de dólares”, sentenció.

Federico Moll de Ecolatina explicó que prevé “un escenario en el que el PBI crece levemente por encima del 3% y la inflación se mantiene en niveles elevados, por encima del 35 por ciento”.

En este contexto, “seríamos de los pocos países que quedan en recuperar lo perdido en 2020 y estaríamos a cerca de 7% por debajo del nivel observado en 2017 (11% per cápita)”.

¿Qué explica este mala desempeño?: “Creemos que el gobierno no va a permitir un salto cambiario, pero sí intentaría que el ritmo de depreciación del peso no se aleje de la inflación, lo cual le pone un techo al salario real. Al mismo tiempo, lejos de un ajuste fiscal relevante, el gobierno buscaría ordenar algo más las cuentas públicas ajustando parcialmente las tarifas de servicios públicos”.


“Lamentablemente, la inversión y las exportaciones mostrarían una performance chata en el mejor de los casos. El objetivo actual del gobierno es llegar a las elecciones de la mejor manera posible y esa búsqueda condiciona el futuro a medida que los desequilibrios fiscales, monetarios y nominales se acumulan”, se lamentó Moll.

La visión de los analistas no constituye la verdad revelada, pero en el pasado sirvió como guía cuando, desde 2007 hasta 2015, tres gobiernos democráticos pusieron en marcha la oscura intervención sobre las estadísticas públicas y multaron a estos consultores por opinar diferente, en un caso sin precedentes y que vale la pena no olvidar a pesar de que la Justicia no haya hecho nada al respecto.

Fuente: Infobae

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