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Inflación al rojo vivo: alerta en el Gobierno por insólita dispersión de precios, a días de las PASO

ECONOMÍA 04/09/2021 Claudio Zlotnik*
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La escena es típica en cualquier conversación familiar o entre amigos: nadie sabe cuánto valen las cosas. No hace falta que los protagonistas sufran de "falta de memoria". La visita a menudo al supermercado o al autoservicio de barrio no asegura tener idea de los precios. Y no solamente porque cambian todo el tiempo.

Se sabe: una elevada inflación -y Argentina sufre un 50% interanual- desemboca en una distorsión total de la dinámica económica. Y quita toda referencia de los precios. No solamente porque varían de un mes a otro. Se quita la referencia porque "cada comerciante cobra lo que quiere". Otra de las frases comunes que se escuchan (o se piensan) con regularidad.

En esta economía de alta inflación y falta de referencias, las grandes diferencias de precios ya no son exclusivas de los pequeños comercios -autoservicios o almacenes-; también involucran a los más grandes.

En las cadenas de supermercados también se encuentra una elevada dispersión de precios. Incluso, entre productos de la canasta básica, los más demandados en los comercios, y los que deberían tener la mayor homogeneidad por una simple lógica de mercado: es donde existe la mayor competencia entre los comerciantes que los venden.

Un relevamiento de iProfesional encontró diferencias de hasta 35% en los precios de los productos de la canasta básica. Nada menos. Disparidad entre cadenas de supermercados instalados en un mismo barrio.

El Gobierno mira con lupa

La cuestión es seguida con lupa desde los despachos oficiales, ya en plena campaña, a pocos días de las PASO y rumbo a las elecciones generales de noviembre.

Los precios están publicados en una página oficial del Gobierno: "Precios Claros". Son los que toma en cuenta la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, para monitorear los precios de venta de los productos. Aquellos regulados por el Gobierno -en los programas oficiales, como "Precios Cuidados"- como los acuerdos firmados entre la funcionaria y las empresas.

Español sigue de cerca estos movimientos. La computadora que tiene en su despacho funciona como una verdadera terminal conectada a los precios de venta de 90.000 productos, entre alimentos y artículos de higiene personal y limpieza.

Paradojas de la Argentina inflacionaria, "Precios Claros" fue una herramienta lanzada a comienzos de la gestión de Mauricio Macri. La idea, en aquel momento, fue que los consumidores pudieran comparar los precios ofrecidos en los comercios barriales para encontrar los más baratos.

Luego de varias idas y vueltas, la página oficial sigue en funcionamiento hoy en día y permite averiguar las ofertas en los distintos comercios. Permite hacer comparaciones entre los almacenes, autoservicios pero también entre supermercados e hipermercados instalados en una misma zona.

Lo dicho más arriba: la aplicación da cuenta de notables diferencias de precios para los mismos artículos: la misma presentación, gramaje y empaque.

Algunos ejemplos: un paquete de arroz de un kilo "doble Carolina" que en un supermercado cuesta $209, en otra cadena vale $155. Una diferencia de casi 35%.

En la dispersión también hay diferencia notables en el paquete de galletitas de chocolate de 250 gramos (Chocolinas): en un supermercado se ofrece a $114 y en otro, a $92. Una diferencia del 24%.

Y así, la lista con las diferencias incluye fideos, harina leudante, aceite de oliva y gaseosas. En todos los casos se comparan primeras marcas para evitar otras distorsiones de mercado (ver el cuadro). 

Dispersión de precios: qué dicen las empresas

A propósito de esta realidad, iProfesional se comunicó con empresas fabricantes y con cadenas de supermercados para encontrar una explicación al fenómeno. Y no hay un solo argumento.

● Por un lado, prevalece la estrategia comercial de cada cadena. Algunas suelen vender más caros los productos de primera necesidad pero ofrecen una variedad de artículos más amplia. "Apuntan a un consumidor de mayor poder adquisitivo que no se fija si el paquete de fideos cuesta $10 más caro. Los paga porque le gusta esa cadena y no otra", cuenta a iProfesional el directivo de una de las grandes cadenas.

● Otra explicación se vincula con que algunas cadenas de supermercados priorizan las promociones. Y son muy agresivos en la comunicación en los medios. Las típicas promos del segundo producto con el 70% de rebaja o el "3x2" o el "2x1". "En general esas cadenas hacen acuerdos con los proveedores: consiguen mejores precios por mayor cantidad o exclusividad. Muchas veces, los precios son más altos que en otras tiendas, con lo cual la promoción no permite un ahorro significativo", comenta otro gerente, siempre a condición del anonimato.

● El final del programa de "Precios Máximos" -que mantuvo prácticamente sin cambios los precios a lo largo de todo el año pasado- provocó dispersión entre distintas cadenas. Aunque en los productos de primera necesidad hay un férreo control por parte de Comercio Interior, el descongelamiento de precios en artículos menos masivos fue diferente en las distintas cadenas.

● Otra cuestión que suele influir es que los proveedores no llegan con los mismos precios al mismo tiempo a todos sus clientes. Las listas de precios se mandan en simultáneo, pero suele suceder que los comercios respetan los valores "viejos" hasta agotar el stock, una decisión también comercial, que les permite vender más barato algunos artículos "por tiempo limitado".

Como sea, esta dispersión preocupa a los funcionarios del equipo económico. De hecho, Paula Español mantiene comunicaciones a diario con los referentes comerciales de todas las cadenas y también con los fabricantes para monitorear los cambios de precios en aquellos productos que están por fuera de "Precios Cuidados", el programa oficial que -ahí sí- obliga a mantener los mismos valores durante un trimestre.

Además, la evolución de los precios de la canasta básica también es monitoreada por Martín Guzmán.

En el equipo económico circula un borrador del objetivo de inflación para el año que viene: 35%. Es decir, una baja muy leve respecto de este año. Pero desaceleración al fin. Siempre y cuando se cumpla con esa meta, claro.

Para llegar a esa reducción se piensa en una salida gradual del congelamiento de tarifas. Pero, sobre todo, en que los alimentos dejen de correr por delante de la suba de precios. Es clave para el bolsillo de los trabajadores y en una mejora del poder adquisitivo de los salarios.

Puertas adentro de los despachos y en estricto off the record, los funcionarios admiten que la inercia inflacionaria será muy difícil de derrotar en la Argentina que lleva varios años consecutivos de inflación superior al 40% anual.

El diagnóstico es exacto: mientras las conversaciones familiares y entre amigos giren alrededor de la falta de referencias en los precios de algo tan relevante como la comida, las distorsiones continuarán. Y la alta inflación, también.

 

 

* Para www.iprofesional.com

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