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La CGT recupera influencia en el Gobierno con Juan Manzur, pero volvió la tensión con Máximo Kirchner

POLÍTICA 22/09/2021 Ricardo Carpena*
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La Confederación General del Trabajo (CGT) temía el avance de Cristina Kirchner en el Gobierno después de la derrota del Frente de Todos en las PASO, pero terminó celebrando que la crisis política que provocó la Vicepresidenta en el oficialismo le haya otorgado interlocutores de peso en el gabinete.

Uno de ellos es Juan Manzur, el flamante jefe de Gabinete con el que, sobre todo, el cotitular cegetista Héctor Daer mantiene una estrecha relación basada en los lazos que comparten con empresarios de la salud. Otro es Julián Domínguez, nuevo ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, que desde hace años es asesor de SMATA y de la UOM, además de tener predicamento entre las organizaciones de la Confederación de Sindicatos Industriales, como la UOCRA.

La central obrera espera que Manzur cumpla la promesa que les hizo a sus dirigentes: apenas pueda, le concederá una audiencia para graficar el comienzo de un vínculo privilegiado que incluirá un objetivo que Alberto Fernández mantiene archivado y que el gobernador de Tucumán buscaría retomar: la concertación socioeconómica con empresarios y sindicalistas.

Pero la CGT festejó, además, la continuidad en el Ministerio de Trabajo de Claudio Moroni, quien hasta el momento fue el mejor interlocutor que tenía en la Casa Rosada. El titular de la cartera laboral estaba en la mira del kirchnerismo duro desde hace más de un año porque lo acusaba de un presunto trato condescendiente con el empresariado y por haber sido el ideólogo de las suspensiones pagas al personal sin tareas cuando comenzó la cuarentena obligatoria.

En las filas cegetistas, en cambio, se lamentó que haya abandonado el gabinete Nicolás Trotta, el ministro de Educación que fue reemplazado por Jaime Perczyc. Tenía una fluida relación con el titular de la Unión Docentes Argentinos (UDA), Sergio Romero, y fue uno de los pocos ministros que visitó la sede de la central obrera, gesto muy valorado en el minué del poder sindical.

Apenas se produjo la derrota electoral del Frente de Todos, la CGT tenía mucha expectativa en la realización de un encuentro que estaba previsto para esta semana en San Miguel de Tucumán y en el que se iba a lanzar una plataforma de formación profesional para capacitar en distintos oficios a trabajadores del sector informal. Había dirigentes que imaginaban convertir esa reunión en una muestra de resistencia peronista al avance de Cristina Kirchner en el Gobierno.

La iniciativa, que se impulsa desde el Gobierno, fue ratificada, pero la asunción de Manzur en la Jefatura de Gabinete obligaría a buscar otra provincia que no sea Tucumán. También quedó en suspenso la idea de rodear al Presidente para que le dispute el poder a la Vicepresidenta. Los sindicalistas se dieron cuenta hace mucho que Alberto Fernández no pensaba en eso.

En realidad, la cúpula de la CGT espera desde antes de la asunción del jefe del Estado que rompa con su compañera de fórmula y busque otras alianzas en el peronismo para gobernar. Por ejemplo, con los gobernadores el PJ y la propia central obrera. Es lo que tenían en mente antes de que asumiera la Presidencia: ese espíritu de autonomía política es lo que sobrevoló el primer viaje de Alberto Fernández como presidente electo, a fines de octubre de 2019, a Tucumán.

En una puesta en escena que anticipaba el pacto social que iba a buscar el primer mandatario, y que nunca concretó, en la cumbre tucumana estuvieron Manzur, el anfitrión; dirigentes de la CGT y referentes empresariales como Miguel Acevedo, presidente de la UIA; Adelmo Gabbi, de la Bolsa de Comercio; Julio Crivelli, de la Cámara de la Construcción; Daniel Funes de Rioja, de la COPAL y Marcelo Fernández, de la CGERA, además de Sergio Massa y otros gobernadores.

Esa era la época en que la euforia por el triunfo electoral de 209 hizo imaginar a muchos que el Presidente crearía el albertismo como un sector dentro del PJ para pelearle espacios a Cristina Kirchner. Y los socios políticos iban a ser los gobernadores y una parte del sindicalismo.

Hoy, Alberto Fernández confirmó una vez más su subordinación a los dictados de la Vicepresidenta y la CGT volvió a quedar desairada ante su intento de empoderar al Presidente. Y, para colmo, aparece públicamente enfrentada con Máximo Kirchner, con quien se había reconciliado a principios de septiembre en un almuerzo reservado del que participaron el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y dirigentes cegetistas como Héctor Daer (Sanidad), Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias).

Fue un encuentro que sirvió para reconciliar a sus protagonistas y en el que el hijo de la Vicepresidenta intentó que la CGT postergara el congreso para renovar autoridades que tendrá lugar el 11 de noviembre. Máximo Kirchner planteó si había alguna posibilidad de diferirlo, pero le dijeron que no. La sospecha cegetista es que buscaba que la nueva central obrera se eligiera luego de las elecciones para que el kirchnerismo, con más poder por el triunfo en las PASO, tuviera fuerza para ubicar en su conducción a un dirigente afín a La Cámpora.

Ya se sabe que las primarias dejaron una derrota del Frente de Todos y que incluso la tregua entre la CGT y Máximo Kirchner duró muy poco. La semana pasada, en el apogeo de la pelea entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, Daer habló tras una reunión de la plana mayor cegetista y se pronunció sobre la renuncia de funcionarios alineados con la Vicepresidenta: “Defendemos la institucionalidad de nuestro país enmarcada en los parámetros institucionales”, dijo.

En una entrevista con Horacio Verbitsky, el jefe del bloque de diputados oficialistas criticó a Daer. “Si el líder de la CGT piensa que estuvo en peligro la institucionalidad habrá que ver cuál fue el criterio que lo llevó a pensar eso -sostuvo-. Cuando uno tiene lugares y roles tiene que tener cierta responsabilidad cuando habla. Hay que pensar antes de hablar. Puede ser que la figura de Cristina a Daer no le guste, pero ponerla en ese lugar es de una gran irresponsabilidad”.

No es la primera vez que lo cuestionaba. En julio de 2020, Máximo Kirchner aprovechó una sesión para atacar el comunicado conjunto de la CGT y la Asociación Empresaria Argentina (AEA) luego de una reunión que fue interpretada como un desafío al kirchnerismo porque allí, por ejemplo, coincidieron en reclamar “un mayor despliegue de la actividad privada”.

El hijo de la Vicepresidenta cuestionó que el comunicado conjunto AEA-CGT hiciera alusiones a “las muchas décadas de muy mala perfomance económica” en la Argentina, algo que incluía a los gobiernos kirchneristas, y destacó que si “tantas décadas fueron muy malas” para el país “no es lo que refleja el crecimiento de sus empresas”. Y afirmó que los sindicalistas “hicieron Zoom desde sus casas mientras les piden a los trabajadores que vayan a producir a riesgo de enfermarse y que hay que salir porque si no el país no produce”, tras lo cual ironizó: “Me parece bien y responsable que se cuiden por la edad que tienen”.

Tras considerar “un error” cuando el comunicado dice que “la Argentina viene de muchas décadas de mal desempeño económico”, apuntó contra el cotitular de la CGT: “Le preguntaría a Héctor Daer cuántos afiliados tenía el 25 de mayo de 2003, el 10 de diciembre de 2015 y el 10 de diciembre de 2019. O a los otros gremios también les preguntaría cuántos afiliados tenían”.

¿Volvieron ahora los enfrentamientos entre Máximo Kirchner y la CGT? ¿Aflorará el malestar en la movilización por el Día de la Lealtad Peronista que hará la central obrera el lunes 18 de octubre? Hay dirigentes sindicales que, pese a todo, aún mantienen una buena relación con La Cámpora y que ya conversaron en secreto con el legislador kirchnerista para intentar una nueva tregua y evitar que escale el clima de pelea.

Tampoco ayudó a la paz entre unos y otros las versiones que circularon antes de las PASO acerca de la posibilidad de que Máximo Kirchner se convierta en ministro de Trabajo si el Frente de Todos ganaba las elecciones. El sindicalismo cegetista entró en pánico ante esos rumores.

Quizá ese particular estado anímico llevó a la dirigencia de la central obrera a redactar un curioso comunicado el sábado pasado, luego de que se confirmaron los cambios en el gabinete de Alberto Fernández. En esa declaración, tras destacar la “muestra de equilibrio y federalismo” del nuevo elenco ministerial, la dirigencia de la CGT elogió la decisión de los líderes del Frente de Todos de unirse ante “las presiones y operaciones de espacios ligados al liberalismo, cuyo único objetivo es debilitar la fortaleza de las convicciones propias”.

Es decir, la feroz crisis política que angustió a los argentinos durante una semana no fue responsabilidad del Presidente y de la Vicepresidenta, sino de difusos “espacios ligados al liberalismo”. Rarezas de una CGT que recuperará influencia en el Gobierno con los nuevos ministros, pero que puede perder más credibilidad con posturas tan desopilantes.

 

 

* Para www.infobae.com

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