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Marcos Peña reapareció con una reflexión sobre liderazgos políticos más humanos

POLÍTICA 10/12/2021 Agencia de Noticias del Inteiror
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Marcos Peña desapareció de la escena pública luego de la derrota de Juntos por el Cambio en 2019. Se mantuvo en las sombras, incluso este año cuando se sumó después de las PASO a la campaña de María Eugenia Vidal en el rol de asesor con el objetivo de ampliar la victoria de la ex gobernadora en las elecciones generales. Alejado de la política doméstica, inmerso en trabajos de consultoría para clientes del exterior, pasó estos últimos años. Ahora regresa con un informe sobre liderazgo y emociones de los políticos de la nueva era. Y lo compartió a través de su cuenta de Twitter, donde su última publicación había sido hace dos años atrás ya en retirada del poder.

“Este trabajo surge de una búsqueda personal. En diciembre del año 2019, luego de 16 años ocupando cargos públicos, concluía mi tarea como Jefe de Gabinete de Ministros del gobierno del Presidente Mauricio Macri en la Argentina. Con 42 años, y luego de muchos años de estar en la primera fila política, estaba exhausto y decidí alejarme un poco para poder tomar perspectiva y procesar la experiencia vivida”, ensaya a modo de presentación en las primeras líneas del documento de 14 páginas titulado: “Un nuevo liderazgo político para el siglo XXI”.

Peña explica que comenzó este trabajo repasando el proceso político desde la creación del PRO en 2003 la Ciudad de Buenos Aires hasta la llegada al Gobierno Nacional junto con una serie de interrogantes entre los que se preguntó por qué “no pudimos ganar la reelección, frustrando un proceso de transformación que había generado una gran esperanza”. A este planteo macro le agregó un punto de vista más personal: su experiencia, la de personas con las que había trabajado, “entusiasmos, frustraciones, desencuentros, alegrías y tristezas”, además de “discusiones políticas, de gestión o ideológicas” que se le fueron presentando en “casi 50 conversaciones” de las cuales extrajo la materia prima de este documento.

La dimensión personal de la política

Quien fue el alter ego de Macri entre 2015 y 2019 afirmó que la formación de un político es en general en “aspectos racionales” y “se tiende a omitir a uno mismo a medida que progresa su carrera”. Esa omisión -asegura- que aparta al dirigente “de una mirada mas integral” de su persona, generando “potenciales problemas de salud mental, física y emocional” que terminan “potenciando la autosuficiencia y la dificultad para conectarse emocionalmente”. “Vivir en permanente conflicto, defendiendo posiciones, tomando decisiones, recibiendo críticas y ataques, nos lleva a un modelo adictivo donde la operación táctica se vuelve la droga del día a día”, reflexiona.

A este contexto le agrega “el condimento de la fama y la exposición pública”. Peña se refiere a cómo impacta todo este cóctel en la persona del político y su familia restringiendo su libertad, redefiniendo relaciones. “Nadie te prepara para eso”, lamenta como la ciencia política no se concentra en entender la fama y sus consecuencias.

Actualizando el liderazgo político

En este punto Peña cuestiona el poder vertical y “altamente personalista” que perdura en liderazgos carismáticos y populistas vigentes al día de hoy. Una concepción del liderazgo que ahuyenta a mucha gente de la posibilidad de convertirse en líderes. “Entender que los próceres, los héroes de nuestra historia, los grandes líderes de la humanidad, son tan seres humanos como el resto es clave”, reflexiona y lo relaciona con “la cultura del caudillo” que se forjó en América Latina.

“Ese liderazgo siempre tuvo aspectos dramáticos, de sacrificio, de expresa omisión de sí mismo por ‘amor al pueblo’. El líder nunca se retira, siempre está dispuesto a sacrificarse un tiempo más por el pueblo, no se le ocurre formar a gente nueva y puede justificar la corrupción o cualquier abuso de poder en su misión redentora”, profundiza y señala que esa tradición convivió con una cultura más liberal que promueve “un liderazgo más parecido al de los países sajones: institucional y republicano”.

Sin embargo estos últimos padecen la “poca capacidad de conectar emocionalmente con la población”. “Su formación puede ser intelectual y su experiencia venir de la gestión, pero eso no le da necesariamente las herramientas para el vínculo emocional”, reflexiona como uno de los fundamentos de la crisis de liderazgos que acontecen por estos tiempos.

“Muchos ven a los líderes políticos como un grupo de privilegiados en el mejor de los casos incapaces de resolver mis problemas y en el peor cómo corruptos que se aprovechan y abusan del poder. Entonces cualquier remuneración va a ser demasiado alta, cualquier descanso va a ser visto como superfluo, cualquier debilidad como incapacidad. Es un modelo destinado a fracasar, porque nada bueno puede salir de esa dinámica”, agrega.

En este marco invita a repensar el modelo de liderazgo: “No solo tenemos que preparar a nuestros políticos en valores éticos y morales, en capacidades de gestión, en comprensión del mundo. También hay que ayudarlos a conocerse íntegramente a sí mismos, cuidarse, prepararse mentalmente, emocionalmente y físicamente para la tarea híper exigente de gobernar sin perder contacto con su humanidad”.

“Luego tenemos que pensar una dimensión más colectiva, más grupal del liderazgo, entendiendo que no debemos esperar que una persona sola pueda administrar efectivamente tanta complejidad”, propone.

¿Quién se ocupa de los líderes políticos?

Frente a un escenario de crisis de representación y falta de instituciones para atender la formación y el desarrollo del liderazgo político, Peña se pregunta “por qué la salud de los líderes sigue siendo un tema tabú”. “¿Qué impacto tendría que un político reconozca que sufre problemas de alcoholismo, de ansiedad, de trastornos de alimentación, de insomnio o de ataques de pánico? ¿Lo alejaría de la ciudadanía o lo conectaría con la realidad que vive gran parte de la sociedad?”, interroga como disparador para atender estos asuntos.

“Los líderes llegan al poder atravesando elecciones con partidos políticos débiles, reglas e instituciones atravesadas por las luchas políticas, una ciudadanía escéptica y con alta demandas no resueltas. Ocuparán su cargo público con remuneraciones más bajas que las que podrían tener en el sector privado, con una alta exposición personal y familiar, con la certeza de tener problemas judiciales en el futuro e incluso a veces de que podrían ir a la cárcel, y con muy pocas herramientas para satisfacer las demandas. Es natural que en ese contexto el líder no rinda en su mejor versión y que se construyan mecanismos de defensa para sobrevivir”, argumenta el dirigente del PRO.

Ampliando la caja de herramientas

En este punto el ex jefe de Gabinete plantea dimensiones que cree que se deberían incorporar a “la caja de herramientas de los líderes políticos”.

1. Lo emocional: la salud mental

“Es imprescindible trabajar sobre el autoconocimiento, el cuidado de la salud mental, la conexión con las emociones y el apoyo psicológico en una actividad tan demandante como es la política. Sin ese trabajo sobre uno mismo las posibilidades de ser una persona sana y sustentable luego de muchos años en tareas de liderazgo son casi nulas. El agotamiento y el burnout, las depresiones, los ataques de pánico o trastornos más complejos acechan a toda persona que está expuesto a tanto estrés”, explica Peña en su informe.

En este aspecto hace mención a la neurociencia, y a la dimensión espiritual y religiosa como factores que pueden brindar importantes herramientas de autoconocimiento.

2. El cuerpo: alto rendimiento

“Se sabe que el cuerpo para poder rendir a su máximo necesita respirar, dormir, comer y entrenar. Sin embargo, la mayoría de nosotros no sabe hacer estas cosas, y lo que sabe lo suele dejar de lado en momentos de alta exigencia”, dice Peña admitiendo que en el caso de los políticos es aún “más dramático”.

Incluso hace mención “al mito de que el mejor político es el que se sacrifica durmiendo poco y comiendo mal”. En este punto resalta el apoyo de médicos, nutricionistas, preparadores físicos, kiniesiólogos, entre otras especialidades para sumar al desarrollo del líder político.

3. La expresión: presencia y comunicación

Partiendo de la base de que hoy el líder político está todo el tiempo expuesto, Peña insiste en profundizar “la dimensión emocional de la comunicación”.

“Se sabe además que gran parte de la comunicación es transmitida a través de expresión física y vocal, no sólo palabras. Tiene que haber un alineamiento entre lo que uno es, lo que uno hace y lo que uno dice. No sirve pensar que uno puede disociarse y actuar un personaje cuando hay tal nivel de exposición como la que hay hoy en día”, explica.

4. Lo natural: rewilding

Ante “el contexto urbano” del día a día de un líder político que transita sus horas dentro de oficinas, traslados en autos, helicópteros o aviones, rodeados de agentes de seguridad, Peña advierte la falta de contacto con la naturaleza “y por lo tanto la conexión con su propia parte natural”.

“La naturaleza ayuda en muchas formas a un líder: el contacto con animales fortalece la empatía, el estar en contextos naturales nos da perspectiva, nos vuelve más humildes, nos conecta con algo superior a uno mismo”, define en su informe.

5. El avatar: manejando el personaje y la fama

En este punto Marcos Peña vuelve a insistir sobre las consecuencias de ser famoso.

“Hay poca consciencia de que el éxito en la actividad política te va a llevar a ser famoso y que ser famoso te va a implicar perdidas de libertad, impacto sobre las familias y los núcleos más cercanos, y un constante estrés provocado por la mirada de los otros”, reconoce y recomienda aprender estrategias para mantener un contacto con la realidad y a la vez ayudar al entorno familiar a manejar la exposición que el político carga y traslada a sus vidas.

6. El ser virtual: nutrición digital

Aquí se centra en el uso excesivo del celular y lo que “consumimos” a través de él u otras pantallas “tanto en cantidad como en calidad que “nos afecta mental y emocionalmente”.

“Dada la naturaleza adictiva de las plataformas digitales, estamos muy expuestos a consumir una dieta de muy mala calidad, invirtiendo horas del día en ellas. Las redes sociales y los diarios digitales son la principal fuente de información, y no existen curadorías que nos ayuden a definir criterios de uso. WhatsApp y los demás servicios de mensajería digital nos ponen en un estado de demanda permanente, recibiendo notificaciones de distintas jerarquías todo el tiempo, obligándonos a estar conectados a la pantalla, participando de múltiples conversaciones incluso mientras estamos físicamente reunidos”, analiza Peña una realidad que equivale tanto para políticos como personas comunes y corrientes.

Sin embargo, en el caso del dirigente, “genera un contacto directo y sin límites con una enorme cantidad de personas, que esperan un contacto sin intermediarios y sin demoras”.

“Cuando se está en una posición de alto liderazgo este problema puede volverse dramático ya que queda enteramente al criterio del líder como va a usar su celular. Muchas veces puede terminar funcionando como un ansiolítico, y así terminar potenciando la desconexión y el estrés”, observa.

Conclusión

De esta forma, Peña cierre su informe señalando que “busca hacer un aporte a cómo pensamos el liderazgo político democrático”. Desde una reflexión personal “como político para que otros políticos y líderes puedan usarla de referencia”.

“El liderazgo debe ser más humano, más colaborativo, más grupal, más conectado con las emociones y también, más humilde, para poder ser eficaz. Para que lo sea tenemos que generar estructuras profesionales dedicadas a formar, acompañar y cuidar los liderazgos políticos”, concluye el ex jefe de Gabinete de Mauricio Macri en su reaparición.

 

 

Con información de www.infobae.com

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