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Cuando las cuevas financieras también están manchadas con la sangre del narcotráfico

OPINIÓN 12/12/2021 GERMÁN DE LOS SANTOS*
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La presente nota fue escrita por un periodista de Santa Fe y se refiere mayoritariamente para la ciudad de Rosario, pero bien podría ser aplicada para Rafaela, en donde hay cuevas que funcionan en la marices de los jueces y nadie hace nada. ¿complicidad, conveniencia u ocultamiento de delitos?.

Tres años de prisión en suspenso. Una condena escasa para algunos, pero importante para otros. Ese fue el desenlace de una causa por lavado de dinero y tenencia ilegal de 174 DNI que, en esta etapa, terminó con la condena a dos financistas de Cofyrco, como Fernando Vercesi y Guido Garay, directivos de la cueva donde el narco asesinado Marcelo Medrano, alias Coto, cambiaba pesos que eran fruto de la venta de drogas para obtener dólares blue.
 
Otros tres imputados –Patricio Carey, Hernán Zapata y Teodoro Fracassi– seguirán involucrados en la causa que investiga el fiscal de Delitos Económicos y Complejos Sebastián Narvaja, porque no acordaron un juicio abreviado, como los otros dos financistas de la cueva, donde –además de cambiar dinero que provenía del narcotráfico– realizaban maniobras de compra de divisas con DNI extraviados en boliches de Rosario.

 No es un caso aislado en la matriz narco de Rosario, donde el foco siempre estuvo puesto en el primer eslabón de la cadena de la venta de drogas y donde la violencia aflora –casi siempre– y se hace palpable en las cicatrices que dejan los crímenes, que este año llegaron a 224, la cifra más alta desde 2015.

El 5 de noviembre la Justicia federal de Rosario procesó a Gustavo Shanahan, extitular de Terminal Puerto Rosario, dueño de una cueva financiera en el centro de Rosario, por narcotráfico, tras detectar que la banda liderada por el expiloto peruano Julio Rodríguez Granthon, preso actualmente en el penal de máxima seguridad de Marcos Paz, había cambiado de manera ilegal más de 34.000.000 de pesos en esa casa de cambio.

 Vercesi, Garay, Carey, Zapata y Fracassi, como Gustavo Shanahan, nunca pisaron los búnkeres donde Medrano y Rodríguez Granthon vendían drogas con soldaditos “descartables”, cuyo destino probable es la muerte o la cárcel. Pero ganaban plata con los dividendos de ese negocio ilegal, al cambiar pesos ajados por flamantes dólares blue. Las investigaciones judiciales, tanto del fuero federal como del Ministerio Público de la Acusación, llegaron a poner la lupa en ese eslabón más refinado del negocio narco. Las condenas parecen escasas, pero la multa que pagarán los tres financistas condenados es alta: 35.552 dólares cada uno, una cifra que duplica el monto de “verdes” blue que cambió Medrano en la cueva Cofyrco. Además, deberán cumplir 400 horas de servicio comunitario cada uno, a selección del Patronato de Liberados.

El 23 de marzo pasado se produjeron los allanamientos que tuvieron mucho impacto entre los habitantes del exclusivo barrio de Puerto Norte, en Rosario. También en el country La Rinconada, ubicado en la ruta 34, a la altura de Ibarlucea, en las afueras de Rosario, donde agentes de la TOE detuvieran en una de las mansiones a Patricio Carey, hombre de la crema financiera de Rosario, uno de los socios de Cofyrco, la casa de cambios que está sospechada de lavado de dinero del narcotráfico.

 En esa “cueva” cambiaba dinero “Coto” Medrano, quien fue asesinado el 10 de setiembre de 2020 en Granadero Baigorria. En el celular de este narco surgió la clave para que la investigación avance sobre los engranajes financieros donde Medrano canalizaba el dinero que obtenía de la venta de drogas. Medrano era cliente de esa cueva.

Hace un mes y medio, el juez federal Carlos Vera Barros libró una docena de allanamientos en Rosario, como parte de la investigación sobre el financista Yalil Azum y una organización dedicada a lavar dinero proveniente de negocios ilegales, como la venta de drogas. Uno de los allanamientos fue en el Club Atlético Echesortu, donde se sospecha que funcionaba una mesa de dinero desde hace décadas.

 La primera pista sobre las actividades de Azum se remonta a una investigación de 2016 que tuvo como protagonista a Ariel “Tubi” Segovia, un narco vinculado a la familia del ex jefe de la barrabrava de Newell’s Old Boys, Roberto “Pimpi” Camino, asesinado en 2010.

 La causa que llevó al extitular de Terminal Puerto Rosario a la cárcel, por unas horas, y luego a su departamento con vista al río en Rosario, donde cumple detención domiciliaria, se plantea como una bisagra y puede transformarse en un caso testigo. Shanahan, quien manejó el puerto de Rosario, no fue procesado por lavado de dinero, sino por narcotráfico.

El impacto de esa causa puso en alerta a ese sector oscuro de las finanzas que vive gracias a una economía quebrada y que fomenta, con permanentes regulaciones, que exista un mercado paralelo, que se lo llama “blue”, pero que en el ambiente narco se lo apoda “dark”. Las tonalidades responden al nivel de riesgo en las operaciones, como se trasluce del caso Shanahan, que cobraba un porcentaje superior al de cualquier inversor porque sabía de dónde provenía el dinero: de los búnkeres de Villa Banana.

 “Nos cobra un 2%”, le avisó por teléfono, el 18 de agosto pasado, Facundo Pérez a su jefe narco, el piloto peruano Julio Rodríguez Granthon, que está preso en el penal de Marcos Paz. “No es nada un 2%”, respondió para cerrar el trato con una cueva financiera del centro de Rosario.

 Ese porcentaje era el plus que presuntamente Shanahan le cobraba al narco. Esa “tasa diferencial” respondía al riesgo de la operación. Porque los 34.000.000 de pesos que Rodríguez Granthon quería cambiar, en una sola operación, provenían de la recaudación de los búnkeres que El Peruano, proveedor de Los Monos, posee en Villa Banana, uno de los lugares más pobres y marginales de Rosario.

Ese era el circuito por el que se movían la droga y el llamado dólar “dark”, divisa que se inserta en este mundo criminal con un precio mayor. Fuentes de ese sector oscuro del mundo financiero señalaron que, después de esta causa, el precio para que los narcos cambien dólares será mayor. Calculan de entre un 5 y un 8%.

 Rodríguez Granthon tenía urgencia por cambiar los pesos que recaudaban sus lugartenientes a dólares por dos motivos, según señalaron 

los investigadores: reducir el volumen físico del dinero, que era un problema. La recaudación de los búnkeres eran 34.000.000 pesos que ocupaban seis valijas. La otra necesidad del narco peruano era que, para adquirir la cocaína en Bolivia, que luego sus hombres vendían en Rosario, debía conseguir dólares.

 A la cueva financiera esa sola operación le dejó un dividendo extra de 680.000 pesos, que en total configuraron más de 1.000.000 de pesos. El riesgo era predecible y luego se hizo palpable cuando el 15 de octubre fue detenido el empresario Gustavo Shanahan, que fue socio hace más de una década de Jordi Pujol, el hijo del histórico expresidente de la Generalitat catalana, quien tuvo problemas judiciales en España luego de que el financista rosarino admitiera que había lavado 13.000.0000 dólares de ese clan en el Puerto de Rosario.

 Shanahan fue uno de los hombres de negocios más poderosos de Rosario, con inversiones inmobiliarias millonarias como el complejo de barrios privados Los Pasos, detrás del country Carlos Pellegrini y del Jockey Club. Para emprender ese desarrollo, que tuvo problemas y terminó en una demanda judicial millonaria, le vendió sus acciones del puerto a Vicentin.

Bruno Ayala, hombre de confianza de “Perú”, como le dicen a Rodríguez Granthon, tenía que lograr que en la cueva financiera sólo le cobraran un 2% por encima del valor del dólar blue. Ayala logró fugarse antes de que fuera allanada su casa.

 Los investigadores creen que ese porcentaje por arriba de la cotización se debía a que el dinero provenía de una actividad ilícita, en este caso, el narcotráfico. Ese spread era de 680.000 pesos, si se tiene en cuenta que fueron secuestrados por la Policía Federal unos 34.000.000 de pesos en la financiera.

 Se interpreta en la investigación que ese 2% era el diferencial que cobraba la cueva financiera, que tenía como intermediario o valijero a un exjugador de rugby que se llama Marcos Díaz y que también se encuentra prófugo. Los investigadores tuvieron que acelerar los allanamientos porque los policías federales que trabajaban de manera encubierta habían sido descubiertos. Incluso uno de los policías fue baleado por los narcos.

 Díaz jugaba en la primera división del Club Atlético del Rosario y era quien mantenía las negociaciones para el cambio de divisas con Ayala. Otro jugador de rugby también participaba en esas maniobras: Román G., quien jugaba hasta hace pocos meses en el Club Cobras de Brasil y llegó a integrar el seleccionado juvenil Los Pumitas.

 La conexión de esos dos mundos, el del rugby y los búnkeres de calle Valparaíso, en plena Villa Banana, lo generaba el dólar blue que el peruano Rodríguez Granthon necesitaba comprar desde la cárcel de Marcos Paz para seguir trayendo cocaína de máxima pureza a Rosario, donde su gente se encargaba de estirarla y ganarle mucho más que un 2% para venderla en los búnkeres de Villa Banana.

Desde las cárceles, tanto en el penal federal de Marcos Paz como en la cárcel de Piñero, en las afueras de Rosario, Los Monos delinearon un negocio que parece no tener límites, alimentado por el universo oscuro de un sector de la economía.

 Las extorsiones a financieras y arbolitos, que manejan la compra y venta de dólar blue, provocan un perjuicio económico al negocio que llevó a que en la propia city rosarina, según contó un analista financiero, surgiera una nueva cotización de moneda norteamericana ilegal: el “dólar banana”.

 “Como financieras borders –no agencias grandes, legales y conocidas– y cuevas que trabajan con clientes pesados, le tienen que sumar al precio del blue el costo de la extorsión, ahora hacen esa chanza con tal de explicar por qué lo están vendiendo más caro”, afirmó.

*Para Aire de Santa Fe

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