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De terror: los escalofriantes detalles de lo que pasó en el Rojo

DEPORTES 17/01/2022 Omar EDEN
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Había sangre por todas partes y los gritos de dolor de los heridos se mezclaban con el sonido de los disparos. Las escenas que se vivieron el sábado, minutos antes de las 20, en la Autopista Buenos Aires - La Plata a la altura de la subida de la calle Las Flores, fueron de terror.

La barra brava de Independiente, que se dirigía hacia el estadio de Estudiantes para presenciar el amistoso ante San Lorenzo, disolvió a los golpes y con disparos al aire un piquete de vecinos del barrio Rancho Viejo de Wilde, quienes cortaron el tránsito para reclamar ya que llevaban dos días sin luz. Pero la peor batalla comenzó cuando la caravana de diez micros se dispuso a continuar su viaje.

Algunos de los que se encontraban realizando el corte habían sido desalojados, pero volvieron para cobrarse venganza. Y esta vez, poseídos por la ira y el rencor, fueron directo a matar: se reagruparon a los costados de la autopista y, cuando los ómnibus arrancaron, iniciaron un feroz ataque a balazos. También volaron piedras, botellas, palos e incluso hubo peleas cuerpo a cuerpo con armas blancas ante la mirada atónita de los automovilistas.

Un hombre que vivía para sus hijos
La situación fue dramática. Y el resultado de las escenas de terror fue fatal: Juan Calvente, un hincha de 35 años que no formaba parte de la barra, murió como consecuencia de las hemorragias internas luego de recibir un disparo en el pecho que le cortó una arteria.

El fanático asesinado no era integrante de la barra. En varios de los micros viajaban hinchas comunes, socios y miembros de filiales del club. Calvente, a quien apodaban Tano, formaba parte de la peña de Independiente en San Fernando y, quienes lo conocieron, cuentan que lo que más disfrutaba en la vida era ir al estadio con sus dos hijos pequeños y enseñarles las canciones del Rojo.

“La cancha de Independiente es el lugar más lindo del mundo y poder ir con ellos es mi mayor felicidad”, solía comentarles a sus compañeros de la peña, quienes se reunieron para despedirlo entre lágrimas e incredulidad por el trágico y triste final.

El corazón de Juan se fue apagando de a poco. Cuando comenzó el tiroteo muchos llegaron a agacharse para protegerse, pero él no pudo y sintió que el pecho le quemaba. Al quitarse la remera vio sangre y se dio cuenta de que había recibido un disparo. Al rato se descompuso y, si bien lo trasladaron a un hospital de Bernal, su situación ya era crítica. Calvente se ganaba la vida vendiendo churros en Tigre. Vivía por y para sus hijos, quienes se enteraron de su muerte por teléfono. No fue el único que recibió disparos: hubo otros tres heridos de bala que se salvaron y uno de ellos se dio cuenta de que había recibido un tiro cuando estaba en la cancha y sintió un ardor en la espalda.

Los piqueteros luego fueron al predio del Rojo en Wilde a buscar más sangre: quienes estuvieron allí cuentan que atacaban de forma salvaje a cualquiera que tuviera la camiseta del club. Muchas de las familias que se encontraban en la pileta y los quinchos corrieron para refugiarse, pero los violentos no pudieron entrar al predio y fueron reprimidos con balazos de goma por la policía. En la puerta destruyeron e intentaron incendiar las oficinas de la recepción: no quedó nada en pie.

Hubo más de 30 heridos y dos de gravedad que permanecen internados. En algunos videos que están en poder de la Justicia se puede apreciar a dos sospechosos efectuado disparos desde el costado de la autopista con un revólver calibre 38, para luego escapar en una moto hacia el barrio Rancho Grande, donde un residente los delató.

Ahora comenzarán las investigaciones, pero nadie les devolverá a los hijos de Juan la posibilidad de ir a la cancha de la mano de su papá.

Fuente: ole.com.ar

  
 
 
 
 

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