El tiempo - Tutiempo.net

Diferencias de Fondo en el Frente de Nadie

POLÍTICA 13/03/2022 Nancy PAZOS
3L5UDMM4QVD67EGNRTSL4NKUJY

Máximo Kirchner era aún presidente del bloque del Frente de Todos cuando, ante la curiosidad de un interlocutor válido sobre cuán difícil resultaría la aprobación parlamentaria del acuerdo con el FMI, contestó imperturbable: “Ya tienen 116 votos así que sólo les falta sumar unos pocos más y tienen la mayoría asegurada”.

La respuesta pareció entonces un cruel sarcasmo, porque el diputado basaba su aritmética en el número de Juntos por el Cambio. Pero, a decir de lo que sucedió esta semana en el Congreso de la Nación, aquélla predicción fue casi exacta: la oposición cambiemita sumó 115 (con la excepción de Ricardo López Murphy) de los 202 votos con los que, finalmente, se aprobó la renegociación de la deuda externa. Es decir fueron más votos opositores que oficialistas los que consiguió Kristalina Giorgieva -la directora del organismo de crédito internacional- en Buenos Aires.

 
Atrás de esos dichos de Máximo en diciembre del año pasado, se sustenta la estrategia política con la que Cristina Fernández pergeñó su resistencia interna. Convencida de que la oposición no tendría otra salida más que terminar votando lo que enviara Washington, desilusionada con Martín Guzmán por no haber logrado ninguna de las excepciones que se pretendían de entrada (ni siquiera la de evitar los sobre cargos de intereses que el mismo ministro pregonó desde el inicio) y atenta a conservar intacta su línea argumental confrontativa con el poder financiero internacional para la posteridad, los Kirchner planificaron el voto no positivo por parte de sus diputados hace por lo menos tres meses.

El resto del mundo, incluso los que apretaron el botón de “no” el viernes a las 3.45 de la mañana, y para variar en el universo kirchnerista donde las decisiones son claramente verticalistas, se enteró sólo minutos antes.

Está claro que son pocos los que pueden pulsear con Cristina a la hora de la estrategia.

Tanta razón tenía sobre lo que pasaría con Cambiemos, y con el PRO en particular, que hasta el flamante embajador de Estados Unidos en Argentina, Marc Stanley, jugó a su favor. Dicen fuentes bien informadas de la oposición que atrás de su visita a Mauricio Macri hace diez días, bien retratada y viralizada en las redes sociales, la verdadera misión del hombre con apellido de termo importado fue deslizarle al ex Presidente el deseo del gobierno de Biden de que Argentina firme un acuerdo con el FMI. Un claro mensaje para que Mauricio deje de fogonear a los halcones de Juntos en contra del acuerdo.

Igual por más planificadas que estén las cosas siempre pueden fallar.

Tan importante era para el kirchnerismo que la oposición votara el acuerdo que Máximo no pidió ser parte de la lista de oradores ni bajó al recinto hasta último momento para evitar -dicen en su entorno- ser usado de excusa para otra estampida o huida de la oposición como en diciembre con el frustrado presupuesto. Tampoco Cristina difundió el video sobre el atentado a su despacho que fue a las tres de la tarde hasta después de la votación y La Cámpora recién hizo públicos los fundamentos de su voto en contra el viernes. ️

Es decir que gracias a los votos macristas, el kirchnerismo pudo votar en contra sin hacer tambalear al Gobierno. Desde esa perspectiva una vez más macrismo y kirchnerismo son recíprocamente funcionales. Y caminan hacia el 2023 en un tenso tironeo por la supervivencia mutua.

Pero si vamos a la táctica más que a la estrategia a largo plazo, los claros ganadores de esta semana fueron los integrantes de la clase política que apostaron a tender puentes, con Sergio Massa y Gerardo Morales a la cabeza. Quienes, apretados por la posibilidad de llevar al país al default, empuñaron papel y lápiz y terminaron poniéndose de acuerdo. No es poca cosa en un país tan agrietado.

Coincidir en la reducción del gasto público para lograr juntar los dólares para pagarle al FMI es claramente menos épico que unificar criterios para combatir el hambre en el país o para bajar la inflación, pero (seamos optimistas) por algo se empieza…

La gran incógnita hoy es que pasará con el Frente de Todos que ahora parece ser de nadie. El grado de paranoia, de desconfianza, de prejuicio y de estudiantina en el que están inmersas las segundas líneas del “albertismo” y el kirchnerismo es tan inaudita como letal.

Hoy el gran garante de la unidad es Massa. El mismo que salió corriendo al despacho de Cristina cuando se enteró del atentado a su despacho y que le sugirió a Alberto que le mandara un mensaje, al menos, privado. Pero en este grado de irritabilidad nada alcanza.

Alberto justificó con su mensaje al telegram de Cristina Kirchner (al parecer, no le dio ni el visto) su manera de estar cerca de la vicepresidenta en un momento complicado.

El sábado fue Andrés “Cuervo” Larroque (ministro bonaerense y voz cantante de La Cámpora) el que, con un tuit letal, reprochó al Gobierno no haber repudiado el atentado. Del otro lado salió el flamante ex kirchnerista y ahora albertista Aníbal Fernández y después la portavoz Gabriela Cerruti a dar las explicaciones del caso.

Lamentables idas y vueltas públicos el sábado a la tarde que transparentaron el actual momento del gobierno tal cual es: una telenovela de enredos adolescente estilo Pelito.

Las diferencias de estilo y de criterio en el Frente de Todos no tienen nada que envidiarle a la oposición. Con una diferencia. Hay un mandato ontológico de la sociedad hacia la unidad del peronismo. Y que no sólo está dado por quienes los votan siempre. Sino fundamentalmente por aquellos que los votan y con quienes logran la mayoría para ganar en determinadas circunstancias.

Sobre esta base es que hoy juegan con fuego, pero lo mas probable es que no se quemen las naves. A no ser que grupos internos empiecen a especular con puestos y negocios expectables ante la posible alternancia en el 23. Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli tienen varios “socios” generacionales en el círculo más íntimo del Presidente. Muchos de los que fogonean para que Alberto corte el cordón umbilical con Cristina.

Si la pregunta es si el kirchnerismo va a romper la alianza gobernante la respuesta es un rotundo no. Si, la va a seguir condicionando. Con la lógica de quien se siente la madre de la criatura.

Las quince páginas de explicación sobre el rechazo al acuerdo con el FMI escoden tras el análisis técnico un manifiesto político. Muchos diputados que votaron a favor y otros que terminaron absteniéndose se quejaron por no haber tenido la posibilidad de discutirlo en el bloque y hasta haber podido cambiar sus votos. Leandro Santoro hasta lo dijo en público.

Pero al kirchnerismo le cuesta ver la viga en el ojo propio. Una de las críticas a Macri era su manera de conducción cual patrón de estancia. El verticalismo kirchnerista precedido de sigilo alegando siempre el factor sorpresa no parece muy distinto.

Es cierto que no militaron el voto en contra como cree Alberto. En todo caso, que el Presidente agradezca que la vice no difundió el video la tarde de la sesión. Tan cierto como que pidieron obediencia debida a los propios. Algunos con la jugada a último momento quedaron a contramano.

Itaí Hagman es, posiblemente, mucho más revolucionario o izquierdista que Máximo pero terminó absteniéndose. No porque esté más cerca del acuerdo. Sino porque anticipó su voto y no quiso quedar a último momento llevado de las narices.

El otro que quedó trabado entre sus convicciones y el deber ser fue Daniel Gollán. Ni la llamada de Cristina lo convenció del voto en contra y terminó en la abstención. Insólito resultó para muchos el voto junto a la Cámpora de la diputada capitalina Gisela Marziotta.

En el medio de todo este vendaval el representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, ya partió anoche hacia Washington. El trámite en el Senado se supone mas tranquilo que en Diputados. Y con la misma lógica. El puñado asegurados de votos de la oposición.

Chodos deberá ahora juntar votos allá. Pero tiene claro que en sus manos está la difícil tarea de recomponer los lazos del Ministro de Economía en el Frente de Todos.

Martín Guzmán está a punto de lograr su meta más preciada y trabajada y, a la vez, su victoria puede terminar siendo pírrica (un triunfo tan costoso que termina en fracaso). Ya hay buitres volándole alrededor. Y él, obviamente, no quiere ser carroña.

Fuente: Infobae

Últimas publicaciones
Te puede interesar
Lo más visto

PERIODISMO INDEPENDIENTE