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Cómo se planeó el golpe contra Isabel: las drogas que la “desintegraban mentalmente”

POLÍTICA 24/03/2022 Juan Bautista Tata YOFRE
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El sábado 1º de Noviembre de 1975, la presidenta María Estela Martínez de Perón estaba descansando en la residencia presidencial de Chapadmalal, no mantenía mucha actividad. Apenas conversó a solas con Lorenzo Miguel, titular de la Unión Obrera Metalúrgica y mandamás de Las 62 Organizaciones. Más tarde se dirigió a Mar del Plata para participar en un congreso de dirigentes textiles. En Buenos Aires la investigación por el mal uso de los fondos de la Cruzada de Solidaridad avanzaba sin reparos. Ya estaban detenidos los ejecutivos de la empresa Rojas, propiedad de la familia del influyente Pedro Eladio Vázquez, que a los pocos días dejaría de ser el médico presidencial. En su lugar se designo a Aldo Calviño.

La salud de Isabel y el cambio de su médico personal dio origen semanas más tarde al cable cifrado 0114 (14 de enero de 1976) en el que el embajador norteamericano Robert Hill explicó que “Pedro Eladio Vázquez la había tenido a tanto nivel de drogas durante tanto tiempo que ella se estaba desintegrando mentalmente”. El domingo 2, Calviño fue citado de urgencia. Al llegar, revisó a la presidente que presentaba un cuadro de agotamiento nervioso y deshidratación.

El lunes 3, a las 02.15, Isabel de Perón entró en la clínica Pequeña Compañía de María (hoy Mater Dei) de la calle San Martín de Tours, en Palermo. Como un signo de los tiempos que corrían, al entrar, el médico extendió una constancia de internación que decía: “Bs As 3 de noviembre de 1975. Hora 2.15. La excelentísima Señora Presidente de la Nación Doña María Estela Martínez de Perón ha sufrido en el día de la fecha un síndrome vesicular agudo, en mérito a lo cual ha sido internada en el Sanatorio de la Pequeña Compañía de María de la Capital Federal para su estudio y tratamiento. Firmado Aldo Alfredo Calviño.”

Al dorso se puede comprobar que era un menú: “La Pequeña Compañía pone a disposición de los señores médicos la siguiente nómina de dietas para ser indicadas de acuerdo al diagnóstico”, y seguidamente una degustación acorde con el paciente.

Alrededor de la habitación donde estaba Isabel Perón se tendió un anillo de seguridad, donde sólo podían entrar los médicos, el ministro Aníbal Demarco (que se definió como “un león africano sin domar”) y el secretario privado Julio Carlos González.

Ítalo Luder, segundo en la Ley de Acefalía y que había reemplazado a la presidenta en septiembre del mismo año, se acercó al sanatorio pero no pudo verla. Se le hizo avisar que esta vez la Presidente no iba a delegar el mando. La falta de noticias que administraban Demarco y González era absoluta.

La peña El Ombú, presidida por Fermín Otermín Aguirre, fue durante años un lugar para la libre discusión de todas las ideas. Pasaron por esa peña los más diferentes representantes del pensamiento nacional. No existían censuras. El martes 4 de noviembre expuso su pensamiento el teniente general (RE) Benjamín Rattenbach (ex Secretario de Guerra del presidente José María Guido), palabras que generaron una gran repercusión. Para el militar, la crisis que existía en esos momentos era parte de una cadena compuesta por cuatro eslabones: el terrorismo, la subversión, la guerra revolucionaria y la situación del país. Cuando fijó su mirada sobre el último punto desgajó seis factores definidos del clima de desorden. Habló del “problema de la señora que ocupa la Presidencia de la Nación”; las divergencias dentro del peronismo; la situación de la CGT; el estado de nuestra economía; la corrupción moral y la subversión. Al referirse a la presidente dijo que “dado el clima de subversión que se está gestando, exige que se halle al frente del gobierno una persona fuerte y sumamente capaz, para que pueda dominar ese peligro, evitar una nueva revolución y conducir al país a un estado de orden y tranquilidad que tanta falta le hace”.

Desde varios meses antes, la salud de la Presidenta y la incontrolable violencia terrorista formaban parte del relato de los medios de comunicación y de las conversaciones diarias de los argentinos. A lo largo del mes de julio de 1975, desde distintas áreas del poder, se informaba sobre diferentes síntomas de la frágil salud de Isabel: estado gripal, fatiga y problema gastrointestinal de origen nervioso. Tal era el clima de preocupación que el ministro del Interior, Antonio Benítez, durante una interpelación en la Cámara de Diputados, tuvo que dar una explicación. Intentó esclarecer el ambiente pero trajo más oscuridad: “Si bien está alejada de la Casa de Gobierno, no está alejada del poder”.

Después de un examen que le efectuaron, el martes 29 de julio, cuatro médicos –los doctores Ivanisevich, Vázquez, Solanet y Curutchet—la encontraron en perfecto estado de salud y sólo un poco fatigada. “Está un poco fatigada y, sin duda alguna, luego de un breve descanso, podrá recuperar la actividad, energía y decisión que ha demostrado hasta ahora”, dijo Manuel Solanet, en aquel entonces uno de los neurólogos más importantes de la Argentina.

Un tiempo más tarde, Solanet relató su experiencia a un familiar y pudo conocerse que concurrió “en consulta” a Olivos por pedido de su amigo Oscar Ivanisevich. Lo fue a buscar el mismo Ivanisevich y luego de pasar por el Hospital Militar Central llegaron a la residencia presidencial. Solanet pidió verla a solas, a pesar de la insistencia en contrario de un asistente de la Presidente. Los síntomas que encontró en la enferma son los mismos que trascendieron a la prensa: cansancio y stress. Solanet, con su sapiencia y bonhomía natural, sólo aconsejó a la paciente descansar, tomar un poco de distancia y “hacer cosas de mujeres”. De este consejo derivó, semanas más tarde, el viaje a Ascochinga, Córdoba, con las esposas de los comandantes generales de las Fuerzas Armadas.

La tapa de los diarios del miércoles 5 de noviembre de 1975 presentaron una situación de gran desorden institucional. La Presidenta continuaba internada y ya se hablaba de una “renuncia” con “una solución concertada”. El gobierno había anunciado un aumento general de salarios de 150.000 pesos viejos. El ex ministro de Bienestar Social, Rodolfo Roballos, estaba detenido en el marco de una investigación de corrupción. Todo en medio de un cuadro económico caótico agudizado por una incontenible espiral inflacionaria, en medio de un extraordinario aumento del circulante. Un dato de muestra: Los precios mayoristas crecieron, desde el 1º de junio hasta el 30 de septiembre, el 145 por ciento. El circulante monetario aumentó en la última semana de octubre en 4.214 millones de pesos ley para cubrir el déficit presupuestario de 180.000 millones de pesos.

El semanario de circulación restringida Última Clave del 6 de noviembre de 1975 observó a sus lectores: “María Estela, en los 308 días de 1975 que transcurren desde el 1º de enero hasta el 4 de noviembre, trabajó 138 días y descansó 170. El promedio arroja tres días de trabajo por semana, lo que no es precisamente un dechado de eficiencia”. Luego de tres días de internación, sin novedades, el país se mostraba sumergido en la confusión. Se hablaba de un golpe de estado encabezado por Julio González; el descabezamiento de los comandantes de las Fuerzas Armadas; renuncias de los ministros Ángel Federico Robledo y Tomás Vottero y cierre del Congreso e intervención a algunas provincias.

“Si los que hoy buscan expulsarme del partido consiguen sus objetivos, sería un galardón y un triunfo muy grande para mí. Porque la mayoría de la gente no está de acuerdo con esto. Yo pregunto: ¿Por qué no se expulsa a Pedro Eladio Vázquez? ¿Por qué no se expulsa a López Rega? (...) de continuar esto así, de no encontrar soluciones adecuadas, podría ocurrir que la subversión crezca, que continúen los muertos –tenemos más de 2.700 muertos en este año-, ¿qué le parece a usted?”. Fueron declaraciones del gobernador Victorio Calabró a Renée Sallas de Gente (Nº 537 del 6 de noviembre de 1975).

Este jueves 6 fue una jornada saturada por los rumores. Reuniones de mandos castrenses y deliberación del Comité Central Confederal de la CGT, para expresar la condena a quienes “con absoluto desprecio hacia los sentimientos populares, pretenden vanamente lesionar la investidura de la Excelentísima Señora Presidente de los argentinos, María Estela Martínez de Perón”. Por la tarde se supo que la Presidenta presentaba un cuadro de mejoría y que “se están completando los estudios correspondientes; su estado de ánimo es óptimo”. También se informó que la señora de Perón había grabado un mensaje para la televisión.

El discurso fue emitido a medianoche. De su propia boca, la ciudadanía escuchó que “no he renunciado ni pienso renunciar”. Seguidamente, le avisó a la dirigencia que “no he solicitado licencia, ni lo haré. Ejerzo la plenitud de mi poder presidencial con cabal conocimiento de los hechos que ocurren y de las medidas de gobierno que normalmente ejerzo (...) el país sufre una agresión interna y externa del terrorismo periodístico y de rumores difamatorios.”

A pocas horas del discurso, el bloque de senadores nacionales del radicalismo emitió un comunicado afirmando que el mensaje presidencial “no da pautas tranquilizadoras, ni vías de soluciones; crea enemigos para justificar sus desviaciones y pretende sostener una institucionalización -que todos defendemos- como si fuera de propiedad personal”. Señaló también que el discurso “sólo crea más confusiones, más desorientación y parece alentar una actitud suicida que no trepida en poner en riesgo la vida de las instituciones, la paz nacional y el destino de los grandes objetivos nacionales.”

Desde otra vereda, la Iglesia hizo oír su voz a través del Arzobispo de Santa Fe, monseñor Vicente Zaspe. “La Patria requiere serenidad” fue el título de su documento, en el que expresaba entre otros conceptos: “La muerte ha destrozado familias, instituciones, partidos, sectores: han muerto muchachos, chicas, militares, marinos, sindicalistas, sacerdotes, jueces, niños, gente pobre, rica, de la ciudad, del interior. Hemos colmado las cárceles y los cementerios... hemos rebasado la medida del dolor, del odio y del sufrimiento”. El viernes 7, en Córdoba. las exequias del dirigente “clasista” de Luz y Fuerza, Agustín Tosco, amparado por el Ejército Revolucionario de Pueblo (ERP), finalizaron a los tiros, entre fuerzas policiales y elementos extremistas.

El jueves 13 de noviembre, a las 22.30, la Presidenta abandonó el sanatorio. En las horas siguientes una delegación del Consejo Nacional del justicialismo, encabezada por el sindicalista Genaro Báez, llegó a Olivos con la intención de conversar con la presidente. Julio González se encargó de rechazarlos: “La señora presidente no los va a recibir”.

Varios datos que se conocieron a través de los diarios, sorprendieron a la opinión pública, bombardeada por las noticias del día a día. De algunas se verían sus consecuencias con el transcurso del tiempo. Pudo saberse que durante 1974 la universidad argentina produjo 511.166 profesionales. De éstos, se estimaba, sólo el 30 por ciento podía ejercer la actividad propia de su carrera. Debe recordarse que en los años siguientes, los anuncios de trabajo traían la salvedad de que no aceptarían a abogados graduados en la UNBA entre 1973 y 1976.

Otro índice no menos sorprendente demostraba el clima económico del momento: como los precios mayoristas no agropecuarios subieron un 300,6 por ciento, los Valores Nacionales no Ajustables (VNA) se beneficiaron en un 305, 55 por ciento más que hace 12 meses. Es decir, cien pesos (o cien millones) invertidos en estos papeles el 31 de octubre de 1974, se podían vender (el 14 de noviembre de 1975) a 405,55 (pesos o millones, según el caso). A pesar de los ajustes salariales ocurridos en lo que iba del año, un salario índice 100 de junio de 1975 estaba en noviembre a 48,04 y en diciembre de 1975 se estimaba en 40,05. Es decir, el salario real estaba en picada.

El miércoles 26, Isabel Perón retornó a la Casa Rosada. “La destrucción, tanto de las instituciones como de los pueblos, comienza por la cabeza, al igual que el pescado... así no llegaremos a 1977, sino ni siquiera a 1976”, expresó el diputado nacional justicialista Carlos Palacios Deheza.

“La Armada empezó a planificar a fines de octubre o principios de noviembre de 1975 cómo tenía que ser el gobierno militar próximo, cuando se terminara de caer toda la estantería. Con el convencimiento de que no podía volver a ocurrir lo de siempre (que lo manejara nada más que el Ejército), la Armada comenzó a redactar el famoso Estatuto donde ponía una serie de limitaciones: por ejemplo que ningún comandante en jefe podía durar más de tres años en el cargo... se creaba una Junta Militar por encima del Presidente que tenía que cumplir las órdenes de la Junta”. Se ponen en marcha los engranajes del “Operativo Aries” (nombre que sugirió el Ejército). Comienzan a prepararse las carpetas del “gabinete en las sombras”, confesaría el almirante Horacio Zaratiegui en El almirante Cero de Claudio Uriarte. “Se trabajó bajo un absoluto secreto: a puertas cerradas, generales, almirantes, brigadieres, alrededor de la mesa de trabajo elaboraban los planes, escribían a máquina y los traducían a lenguaje cifrado. Todo, absolutamente todo, llegó cifrado a los comandantes de cuerpo, se prescindió de escribientes y hasta de ordenanzas”, contaría más tarde el semanario Gente. En los meses siguientes, los equipos de trabajo se ampliaron con oficiales más modernos. Por Ejército, por ejemplo, trabajaron Carlos Dalla Tea, Miguel Mallea Gil, Llamil Reston, Antonio Llamas y Carlos Cerdá.

En el Ejército se comenzó a preparar una de las carpetas del golpe luego del 17 de octubre de 1975. Por esa misma época los altos mandos castrenses ya mantenían reuniones de análisis y debate.

Quedan, como testimonio, las anotaciones que realizaba el general Albano Harguindeguy, en ese momento segundo jefe del Primer Cuerpo. En la cumbre que se realizo el 6 de noviembre (mientras Isabel se encontraba internada) el teniente general Jorge Rafael Videla abrió la reunión agradeciendo la colaboración de los altos jefes militares hasta ese momento y Harguindeguy anotó que era la tercera reunión de generales desde su asunción como comandante general. "Ayer se había realizado una reunión con el comandante del Cuerpo; luego otra” donde se analizó la Directiva 404.

La reunión tuvo tres partes: 1) Información ámbito específico (se entregó copia de un Memo realizado por personal de Inteligencia y Operaciones); 2) Situación político institucional; 3) Intercambio de opiniones.

"SITUACIÓN POLÍTICO INSTITUCIONAL

Pensamiento del Comandante General sobre la marcha del proceso y actitud. Seguimos de cerca la evolución (para) no ser sorprendido-valorarlo-decidir. Ello no es fácil. Agotar las instancias necesarias para (las) operaciones militares-mantener su vigencia-puede ser ampliada, inclusive a la versión del objetivo, pero no podemos equivocarnos. Situación Político-Nacional al viernes 31 de octubre de 1975.

-La Presidente reasumirá, continuando gestión Luder.

-(Si la) Presidente cediera a presiones sectoriales.

-Presidente en el corto lapso, alejarse por tiempo determinado.

Se dio lo segundo. Acto del 17 de octubre, triunfo verticalista-discurso moderado-ofensiva verticalista. Reestructuración del gabinete-línea López Rega vuelve. González, Damasco, Lastiri. Preminencia de Lorenzo Miguel sobre el gremialismo. Sanciones políticas e institucionales contra (Victorio) Calabró y sus implicancias.

-Problemas gremiales, huelgas, etc.

-PEN difícilmente (pueda) modificar o resignar posiciones.

Síntesis: etapa verticalista con avance gremial e intransigencia laboral.

Desde el viernes a ahora: internación (presidencial), no tiene información fehaciente del motivo. Como consecuencia: muchos rumores-versiones y reuniones. No ajenos los comandantes generales de las FF.AA.

Resultado a concluir; unánime pensamiento de las tres FF.AA. Mensaje de anoche. Evidente afirmación del verticalismo y González. Lorenzo Miguel y (las) 62 crecen. En 2º orden Demarco y más atrás Corvalán Nanclares. Escisión del resto (de los) ministros – Robledo-Vottero, Relaciones Exteriores- Educación y Cultura-Economía y Trabajo. Luder y en la otra Sánchez Toranzo.

ACTITUD (de la) FUERZA: Cursos de acción posibles.

1-Mantener actitud (de) prescindencia política de la Fuerza.

2-Bordaberrización del proceso.

3-Alejamiento del Poder Ejecutivo (PE)-ante ello-un interinato de Luder para crear un poder real.

4-Renuncia –ley de acefalía – facilitar un poder real.

5-Tomar el poder por parte de las FF.AA., a la situación se le puede responder con algunos de estos cursos de acción (CA) básicos.

Variante 1. No innovar –grado de consideración ante Opinión Pública no se interfiere-mantener unidad y cohesión.

Variantes 2-3-4. Común intromisión de las FF.AA. en el ánimo de una solución política. No quebrar el orden institucional. Suerte de compromiso. Agotar (las) posibilidades de no cortar el proceso.

Variante 5. (Golpe de Estado) -Mayor avance – sin concertación - sin compromiso. Solo el gobierno. Máxima responsabilidad. No hay resolución tomada –solo en éste momento está vigente Curso Acción 1– a criterio del Comandante General del Ejército (se decidirá) el más adecuado a aplicar.

Copia de uno de los apuntes del general Harguindeguy

Conclusiones: Inexistencia de poder real e ineficiencia para crearlo. Cuadro vicioso—c/u (de los) factores se neutralizan mutuamente. Ajenos (las) FF.AA. y OPM (organizaciones político militares). Ni siquiera el accionar de las FF.AA puede hacerle retornar su imagen.

La adopción de una Resolución Política Militar -desde prescindencia hasta intervención total, aquí es el problema– es responsabilidad absoluta del CGE (Comandante General del Ejército) quien acepta el asesoramiento pero no delega.

Poder formal carece de poder real. Ni aún con apoyo firme del PM (Poder militar) se podría salir a recomponer la imagen de poder. Otro destinatario para recrear ese poder dentro del marco institucional –pero no prescindencia y dejar que el juego de las instituciones lo haga. Afectado el Poder Político– desprestigiado y allí debe darse la solución.

Consideraciones finales: Crisis en aumento. Proceder con serenidad y claridad.

Reiteró (la) intención de seguir el proceso. Unidad es el seguro de la Nación. El Ejército no puede equivocarse. Derrotar la subversión – si para ello es necesario revisar el Objetivo no se trepidará en ello.

3º Diálogo.

Gallino: Ejército ha dicho que no con 2-3-4. Quedan 1 y 5. 1 cómplice de la actual situación –idiotas útiles– luego ello nos lleva a 5. Ya estudiar variante 5 - en plazo perentorio.

Videla: esquemáticamente es como usted dice –FF.AA hagan intento– no - pero si le hacen quieren tener el poder.

Juicio político-renuncia-moralización. Si se logra en un libre juego de las instituciones mejor. No descarto 1 o 5. Variantes 2 –3 y 4 -prescindencia. No comentar con nadie.

Dalla Tea: Impone una estrategia global –proyecto político nacional –para etapa 5. Aferramiento de la Fuerza en lo rutinario. Competencia de los comandantes de Cuerpo –Fabricaciones Militares e Institutos Militares. Que asuman esa responsabilidad – a trabajar.

Videla: Orgánicamente no está así –(trabajo) agotador– equipos (de trabajo) – remodelar para darle mayor eficiencia. No niego, pero no me atrevo a comprometer a los comandantes en esa tarea. Dalla Tea aclara.

Videla: Ya se analizó – ir conformando ideas rectoras esenciales. Evitar improvisaciones. Etapa 1 no se ha agotado.

Paladino: Curso más peligroso. Tener proyecto político para encargarse. Qué va a pasar (entre) Movimiento Peronista y Montoneros.

Olivera Róvere: Mentalidad defensiva –confiando en los errores de los demás – esperamos más deterioro. Tener un proyecto para dar fe.

Sigwald: No tengo optimismo –crisis – 1 a 4 no se dará. Solo 5.

Roldán: Luchar contra la subversión –cohesionar la Fuerza– vamos a tener que llegar al curso de acción 5 –máximo compromiso y solidaridad. Ser acompañados por algunas fuerzas de la Nación.

De las Heras: cuanto antes los planes (para) 5."

El lunes 29 de diciembre de 1975, el vicario castrense, monseñor Servando Tortolo visitó a Isabel Perón. Conversaron a solas. En la ocasión “le habría transmitido a la señora de Perón la insistencia de los tres comandantes en jefe para que ella se alejara del poder. A su vez, ella indicó su voluntad de cambiar su gabinete, liberarse de su secretario privado Julio González y del dirigente del sindicalismo Lorenzo Miguel, pero insistió en que debía seguir al mando del ejecutivo sin ninguna condición restrictiva. Los tres comandantes generales replicaron a través de Tortolo que su propia remoción del poder era el único punto no negociable”. (Informe Nº 08456 de la embajada de los Estados Unidos).

Fuente: Infobae

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