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Alberto Fernández define los cambios en el Gabinete para después de Semana Santa y sin negociar con Cristina Kirchner

POLÍTICA 13/04/2022 Joaquín Mugica Díaz*
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Alberto Fernández tiene decidido avanzar con una restructuración del Gabinete después de Semana Santa. La decisión está. Lo que falta es el cómo. En su círculo más chico le recomiendan que los cambios sean “quirúrgicos” y que mantengan el equilibrio del Frente de Todos para no desatar una nueva guerra interna.

El momento, en gran medida, dependerá exclusivamente de la decisión del Presidente. Decidir si están dadas las condiciones para avanzar con cambios que generarán revuelo en el escenario político y, principalmente, en la vida de la coalición oficialista.

Mucho dependerá de cuántas trabas se pueden generar en la gestión a partir de este miércoles, cuando se conozca el dato de la inflación de marzo que, según advirtieron en la Casa Rosada, “va a estar más cerca de 7 que de 6 puntos″.

La recomendación de cambios no incluye una negociación con Cristina Kirchner, que a esta altura de la crisis interna, el Presidente descarta. Tomará las decisiones en soledad, pero preservando la unidad del espacio. Eso implica también “entregar” a algunos de los nombres propios en la refrescada ministerial.

Hay un grupo de intocables. En esa lista se anotan los ministros Gabriel Katopodis (Obra Pública), Juan Zabaleta (Desarrollo Social), Jorge Ferraresi (Hábitat) y Eduardo “Wado” de Pedro (Interior). Los primeros tres porque son parte del riñón albertista y tienen ministerios que “funcionan”. El último porque desplazarlo implicaría la ruptura total del Gobierno.

En los últimos días los rumores sobre un posible desplazamiento de De Pedro al ministerio de Justicia sobrevolaron la Casa Rosada. “Wado” no está dispuesto a ir al lugar que hoy ocupa Martín Soria. Si se va al ministerio del Interior, se va del Gabinete, más allá de lo que podría implicar su salida.

Cerca del jefe de Estado desmienten el posible desplazamiento del ministro camporista y aseguran que en esa misma posición están el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el jefe de Gabinete, Juan Manzur. Fernández recibió cuestionamientos sobre ambos, pero no tiene pensados moverlos de los lugares que ocupan.

Para el Presidente correrlo a Guzmán implica reducir su propio poder. Sería entregar la cabeza más deseada por Cristina Kirchner y La Cámpora, y perder una pulseada que ya lleva varios meses. Además, tampoco sería una buena señal para el FMI ni para el equilibrio del Gobierno, ya que la figura del ministro de Economía es central en los gobiernos argentinos.

Sin embargo, Fernández tiene, dentro de la gente que escucha, dos posiciones. Algunos coinciden con la idea de que hay que sostener a Guzmán a toda costa y fortalecerlo para la última etapa de gestión. Otros le advierten que la imagen está demasiado desgastada y que mantenerlo implica también continuar teniendo un frente de conflicto abierto con el kirchnerismo.

Cristina Kirchner lo quiere afuera del Gobierno, junto a todo el equipo económico, donde también se inscriben el ministro de Producción, Matías Kulfas, y el de Trabajo, Claudio Moroni. La Cámpora sigue la misma línea.

El Presidente, por el momento, se sigue inclinando por la decisión de mantenerlo. Incluso fue el propio ministro del Economía el encargado de marcar la nueva línea de la Casa Rosada respecto a la crisis política que existe en el interior del gobierno nacional por los enfrentamientos con el kirchnerismo.

“Gestionaremos con la gente que esté alineada con este rumbo económico”, sostuvo Guzmán, quien también señaló en una entrevista periodística que “se necesita un apoyo político claro” y que “el rumbo económico es el que tenemos y vamos a seguir por ahí”.

Esa postura pública fue hablada con Alberto Fernández durante una reunión que tuvo en la Quinta de Olivos el lunes y reafirmada por el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, quien, con su impronta, le marcó la cancha al kirchnerismo más duro que boicotea al Presidente.

“El que no esté de acuerdo con nuestra política económica no debería estorbar”, sentenció Fernández, además de asegurar que “se gobierna con los que están dispuestos a acompañar”, y advertir que no vio nunca “al peronismo no acompañando a un presidente peronista”. Múltiples mensajes direccionados contra Máximo Kirchner, La Cámpora y los cristinistas más duros.

Los ministros cercanos a Fernández salieron en los medios a marcar la nueva postura del Presidente. O gestionan con él o no están dentro del gobierno. En definitiva, esa es la idea que buscó transmitir. “Nadie está obligado a participar de un gobierno con el que no coincide y el rumbo de este gobierno lo fija el Presidente”, sostuvo un ministro muy cercano a Fernández.

Un funcionario con despacho en la Casa Rosada ratificó esa misma línea. “Al que no se sienta incluido, nadie lo retiene”, afirmó. Las muestras del camino que quiere seguir el Presidente son claras. El alineamiento vertical podría funcionar como una salida de la crisis interna o, de mínima, como una forma de encapsular las críticas permanentes del ala K.

En el Gobierno reconocen que los cambios en el Gabinete van a estar destinados a evitar que los ministros “tengan trabas en la gestión” dentro de sus propios ministerios. El ejemplo más claro es la Secretaría de Energía, que conduce Darío Martínez y que tiene a Federico Basualdo como subsecretario. Un kirchnerista y un camporista en un área sensible.

Guzmán quiere renovar ese sector para sacarse de encima el agobio de La Cámpora y afrontar la restructuración de las tarifas con un equipo propio. El Presidente está dispuesto a cumplir con ese pedido. Otro apuntado es el Secretario de Comercio, Roberto Feletti. Aunque tiene buen trato con Guzmán, en Balcarce 50 sostienen que tiene “el boleto picado”.

Ayer Feletti se mostró junto al gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, que realizó una serie de anuncios pocas horas antes de que se conozca el índice de inflación. Hace unos días el funcionario kirchnerista cuestionó a Guzmán y lo responsabilizó por la imposibilidad de bajar la inflación.

Las modificaciones que buscan hacer son para ajustar las principales áreas de los ministerios que están loteados, además de para darle más dinamismo a la gestión, clarificar el rumbo económico y marcar los límites al kirchnerismo.

Alberto Fernández asume que la relación de poder con Cristina Kirchner está rota y que deberá gobernar con los suyos. Por eso es importante que los cambios sean precisos y equilibrados. No se trata de ejecutar una embestida contra los K, lo que provocaría una guerra inmediata, sino de relanzar el Gabinete con cambios específicos.

Uno de los nombres que suena desde hace tiempo es el de Agustín Rossi. El santafesino habla seguido con el Presidente y se mantiene expectante frente a los cambios, aunque está cansado de que su nombre aparezca cada semana como un posible reemplazo. Siente que lo desgasta y lo pone en un lugar incómodo ante sus ex compañeros de Gabinete.

Fernández quiere a Rossi en el Gabinete, pero no le encuentran el lugar. Ni el ministerio del Interior ni la Jefatura de Gabinete parecen ser los despachos para él, tal como indicaban los rumores sobre su regreso al esquema de ministros. Sin embargo, sigue en carpeta y podría volver al Gobierno en el corto plazo.

Un funcionario cercano al jefe de Estado reconoció que Fernández está mirando un ministerio específico que siente que no está funcionando y que podría ser ocupado por el dirigente rosarino. Rossi es avalado por los diferentes sectores del Frente de Todos. En la Casa Rosada lo consideran uno de los “propios” debido a su cercanía con el Jefe de Estado.

Alberto Fernández comenzó a transitar un nuevo tiempo de gestión. Abroquelado entre los ministros y funcionarios que le responden, dispuesto a marcarle la cancha al kirchnerismo con algunos cambios en la estructura de poder estatal, y con la intención de relanzar el Gabinete para afrontar el último tramo de su gobierno.

 

 

* Para www.infobae.com

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