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La Unión Europea pacta un rearme conjunto ante la amenaza rusa

INTERNACIONALES 01/06/2022 Guillermo ABRIL
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Corren tiempos bélicos y comienza a resonar de fondo el martilleo metálico de las fábricas de armas en la Unión Europea. Tras cerrar un veto parcial al petróleo ruso, los Veintisiete han alcanzado este martes un acuerdo para dar un impulso conjunto a sus capacidades de defensa, mermadas tras años de digestión de Guerra Fría y aún más debilitadas por el último reflujo de la caída del telón de acero: la invasión rusa de Ucrania. Los líderes de la UE, que se han dado cita este lunes y martes en una cumbre extraordinaria en Bruselas, han acordado la búsqueda “con carácter de urgencia” de medidas para coordinar a nivel comunitario el aprovisionamiento de defensa.

El objetivo es reponer de forma inmediata las existencias reducidas tras el apoyo prestado a Kiev, un flujo de armamento clave para habilitar las líneas de resistencia de Ucrania frente a Rusia, además de la creación de un instrumento “a corto plazo” que permita reforzar las capacidades industriales de defensa europeas “mediante la adquisición conjunta”, según las conclusiones pactadas por los Veintisiete en la cumbre. Estas compras serían voluntarias, al estilo de lo pactado ya para las compras de gas o las vacunas contra la covid. Un Programa Europeo de Inversiones Conjuntas en defensa, recogido también en las conclusiones, podría convertirse en el marco que diera cobertura financiera a este rearme tanto a corto como a largo plazo.

Los líderes han convenido también examinar cómo otorgar “un papel reforzado” al Banco Europeo de Inversiones “en apoyo de la seguridad y defensa europeas” y buscab que se explore la exención del impuesto sobre el IVA para “proyectos europeos de defensa de gran interés común”.

Las líneas consensuadas entre las capitales durante una cumbre monotemática, con la guerra como decorado de fondo y Ucrania convertida en la protagonista absoluta del guion comunitario, son de una ambición inusitada y cabalgan a lomos del creciente espíritu de rearme que vibra en las cuatro esquinas del continente en respuesta a la beligerancia del vecino ruso. Si, como se suele decir, la UE avanza a golpe de crisis, el día que Rusia puso sus botas en Ucrania arrancó el punto de no retorno de uno de los tabúes primigenios de la Unión: la defensa común.

La cumbre ha servido para calentar motores en un buen número de temas sensibles: la seguridad alimentaria —en la que Bruselas se juega su credibilidad ante los países africanos frente a la propaganda rusa—; la financiación de las necesidades del Estado ucranio —pagar desde pensiones a sueldos de funcionarios; la UE ha comprometido 9.000 millones de euros para esta partida— y la reconstrucción del país una vez concluya la guerra, a lo que se une el debate energético que provoca la desconexión de los combustibles rusos a medio y largo plazo, vinculado a su vez a la transición ecológica.

“Tenemos que ser una potencia militar”
“Lo que hemos aprendido de la guerra de Ucrania es que no basta con el comercio, no basta con el Estado de derecho, no basta con ser una buena potencia civil, tenemos que ser también una potencia militar”, ha expresado este martes el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, en una comparecencia justo antes de arrancar esta segunda jornada de la cumbre en Bruselas, en la que cunde cierta sensación de optimismo por haber salvado, al filo del abismo, la unidad comunitaria con el pacto alcanzado en la medianoche del lunes para un embargo parcial del petróleo.

“Tenemos que aumentar nuestros gastos militares de forma coordinada”, ha añadido Borrell a la entrada del Consejo Europeo. ”Y no va a ser fácil porque el ejército, las capacidades de defensa, son el núcleo de la soberanía nacional. Y tratar de tirar del desarrollo del ejército requerirá mucha habilidad política”, ha añadido el alto representante de la UE para la Política Exterior, que se ha reconvertido en los últimos meses en uno de los grandes defensores de la soberanía europea en materia de seguridad.

La propuesta de la UE llega en un momento en el que se producen giros tectónicos en Europa, que van desde la solicitud de Finlandia y Suecia para formar parte de la OTAN al anuncio del canciller alemán, Olaf Scholz, de que ha logrado el apoyo parlamentario para dar vía libre al fondo de 100.000 millones de euros prometido poco después del inicio de la guerra, el cual permitirá destinar a defensa el 2% del PIB alemán. Los Estados miembros en su conjunto, movidos por el crudo regreso de la guerra al continente, han anunciado incrementos en sus presupuestos militares de cerca de 200.000 millones adicionales en los próximos años, según cifras que maneja la Comisión Europea.

Gastar mejor
“Ha habido una convicción compartida en torno de la mesa de que necesitamos gastar e invertir más en defensa y hacerlo también mejor”, ha asegurado el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en una comparecencia al término de la cumbre. La idea, ha dicho, sería actuar de “forma más efectiva juntos como europeos”, a través de compras conjuntas que contribuyan a un “refuerzo de la base industrial”.

A la vez, la UE persigue evitar la fragmentación y duplicación de los sistemas armamentísticos, que acaban reduciendo la interoperabilidad de los ejércitos europeos. “Es importante que obtengamos el máximo valor de esta inversión adicional”, ha asegurado Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, también al término de la cumbre.

Las conversaciones de los 27 líderes sobre al asunto ha arrancado a mediodía en Bruselas, y aunque no convence a todos por igual, sí ha sido un debate “de consenso”, según una fuente diplomática. Otro diplomático de alto rango ha expresado, sin embargo, su temor al efecto que podría tener en la relación entre la UE y la OTAN y a la transferencia de competencias en esta materia desde los Estados miembros a la Comisión Europea, el brazo Ejecutivo de la UE.

Los riesgos de la propuesta
“¿Es Occidente capaz de producir el volumen de armas que necesita Ucrania una vez se agoten los stocks que los países le están entregando? ¿Está preparada la UE para suministrar el volumen de armas que EE UU puede dejar de suministrar si [el presidente, Joe] Biden pierde el control de la Cámara de Representantes y el Senado en noviembre?”, se interroga una alta fuente comunitaria al hilo del debate en la cumbre.

Esta voz, acostumbrada a bregarse en materia de defensa, augura un “fracaso” en la implementación de la estrategia conjunta, casi antes de empezar a negociar. “Mi pronóstico es que ocurrirá como con [el mecanismo de solidaridad internacional de vacunas] Covax: grandes expectativas a terceros que no se cumplirán”, zanja. “El resultado será una aguda sensación de fracaso colectivo”.

El espíritu de los tiempos, sin embargo, parece soplar hacia un rearme. “Los Estados miembros deben restablecer urgentemente la preparación para el combate en materia de defensa a la luz de la situación de seguridad y de las transferencias ya realizadas a Ucrania”, propone la comunicación presentada por la Comisión Europea la semana pasada sobre las carencias de la inversión en defensa. Este texto constata una realidad abrumadora: de 1999 a 2021, el gasto de defensa combinado de la UE aumentó un 19,7%, frente al 65,7% de Estados Unidos, el 292% de Rusia y el 592% de China.

El análisis, coordinado bajo la batuta de Borrell, nace de la cumbre extraordinaria de Versalles de marzo, en la que las capitales se comprometieron a “reforzar las capacidades europeas de defensa” ante la agresión militar rusa contra Ucrania e invitaron a “la Comisión, en coordinación con la Agencia Europea de Defensa, a presentar un análisis de las carencias de inversión en defensa para mediados de mayo y a proponer cualquier otra iniciativa necesaria para reforzar la base industrial y tecnológica de la defensa europea”.

Este documento constata en cualquier caso que los cimientos ya han comenzado a moverse, como muestra el incremento de 200.000 millones de euros, dice el texto. “Aunque estos aumentos son esenciales, existe el grave riesgo de que no puedan compensar las carencias existentes si se gastan de forma no coordinada”, continúa, para acabar proponiendo la creación “urgente” de una división especial para las compras conjuntas en materia de defensa, un primer escalón hacia una mayor integración a varios niveles, desde el despliegue de los ejércitos a la multiplicación de la capacidad industrial de la UE. La Comisión está dispuesta además a invertir 500 millones de euros en la implementación de un instrumento que incentive las compras conjuntas realizadas por tres Estados miembros.

Fuente: El País

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