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Leandro Santoro: “El responsable político final de la gestión económica es el Presidente”

POLÍTICA 25/06/2022 Federico Millenaar*
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“Las sociedades progresan cuando encuentran puntos de unidad nacional”, dice Leandro Santoro desde el escenario del emblemático Café de los Angelitos. Allí, junto a Silvio Soldán, Felipe Pigna, Susana “Tana” Rinaldi y Nora Lafón, el diputado del Frente de Todos encabezó la presentación de un proyecto de ley para la creación del Museo Nacional del Tango Carlos Gardel en la ciudad de Buenos Aires. Una idea impulsada por Walter Santoro, presidente de la Fundación Carlos Gardel.

“Si logramos que Gardel sea una figura de consenso, estaremos dando un paso para lograr una democracia más inclusiva y tolerante”, dijo Santoro, que firmó el proyecto mientras sostenía la “corbata de la suerte” que el gran cantor argentino usaba para rubricar sus contratos.

Al término de la actividad, Santoro recibió a Infobae para hablar sobre el agitado presente del Gobierno. “Las organizaciones políticas no se suicidan”, aseguró y opinó que con el tiempo la discusión interna se irá volviendo “más racional y más práctica”, especialmente cuando estén más cerca las elecciones.

Según Santoro, para el oficialismo sería una irresponsabilidad hablar ahora de candidaturas, por eso esquiva en compromiso de opinar sobre la reelección de Alberto Fernández. También buscó matizar las actuales críticas a los movimientos sociales: “Fueron parte de la solución, pero con el tiempo se fueron generando desviaciones que hay que atender”.

-Cuando encabezó la lista a diputados por la Ciudad se destacaba que era un albertista que también tenía buena relación con Cristina Kirchner y La Cámpora. ¿Cómo está viviendo esta interna por momentos demasiado pública del Gobierno?

-La verdad es que fui siempre de Unidad Ciudadana, porque tras la decisión de incorporarnos al kirchnerismo, lo hicimos a través de La Cámpora. Particularmente del “Cuervo” Larroque y de Mariano Recalde. Sin licuar nuestra identidad porque nos incorporamos diciéndole a todo el mundo que veníamos del alfonsinismo. Incluso a mí me tocó ser candidato de Unidad Ciudadana y a Alberto estar en frente con la candidatura de Florencio Randazzo, y mantener la relación personal, que era preexistente a nuestra incorporación al kirchnerismo. Cuando descubrí que iba a ser candidato a presidente me puse muy contento y me ofrecí a ayudarlo. Pero siempre fue muy clara nuestra identidad política, nosotros somos alfonsinistas, entendemos que ahora el Frente de Todos y antes el Frente para la Victoria y Unidad Ciudadana era un espacio que nos servía para defender nuestras ideas. No es que estás con uno o con otro, son las ideas por las cuales toda la vida militamos.

-Todos los sectores de FDT coinciden en que hay que avanzar con la “institucionalización”, con la conformación de una coalición de gobierno. ¿Por qué nunca se concreta?

-En CABA está pasando y en la provincia de Buenos Aires también.

-Pero no avanza en el lugar más importante, en la cúspide de la pirámide

-No sé por qué. También tiene que ver con la desintegración del sistema de partidos políticos y con que las identidades en el Frente de Todos no son tanto partidarias -porque muchos provienen del peronismo- sino más bien de tipo personal. Eso seguramente hace que construir una institucionalidad sea más difícil. En CABA es más sencillo, porque el peronismo, que está conducido por Recalde, contiene a todas las tribus y hay un espacio orgánico con todos los partidos del frente. Entonces el sistema de toma de decisiones es muy claro.

-Algunos dicen que se resuelve con una reunión entre CFK y Alberto Fernández. ¿Es algo que se resuelve con una reunión o es más profundo?

-Lo personal ayuda, pero no determina. Cuando uno tiene buen vínculo personal es más fácil destrabar los conflictos. Pero no es un problema que tiene solo el Frente de Todos, es un problema de todo el sistema político, fijate lo que les está pasando a los de Juntos por el Cambio o a los libertarios. Acá tenemos que pensar instituciones que estén más acorde a la nueva realidad: la crisis de la coalición es hija de la crisis de los grandes partidos, y ocurre en toda la región. Esa personalización de la política que llevó a transformar esas coaliciones en pequeños emprendimientos es lo que está caracterizando la fragmentación del sistema político. Las instituciones de la democracia liberal no están pensadas para ese tipo de formación política, están pensadas para los partidos tradicionales. Lo que vemos es una fragmentación de la sociedad que se refleja en una atomización del sistema de partidos, y esto hace más difícil la conformación de una sistema estables de toma de decisiones.

-¿Qué escenario ve para el año y medio que queda de gestión? La cercanía de las elecciones va a aumentar las tensiones seguramente

-Habrá que ver. También es cierto que las organizaciones políticas, como los países, no se suicidan. Los conflictos que parecen difíciles de resolver en alguna instancia en algún momento se empiezan a destrabar. A medida que el tiempo transcurra y el calendario electoral nos ponga ante el desafío de pensar una oferta electoral, la discusión se va a volver más racional y más práctica. Espero que eso suceda y que los conflictos internos bajen en su intensidad.

-¿Alberto Fernández tiene que intentar reelegir o ya está demasiado desgastado?

-Los dirigentes políticos en años no electorales no tienen que opinar de candidaturas. Ni la de Alberto ni la de ninguno. Y más cuando gobernás, tenés que resolver problemas y gestionar. Es una irresponsabilidad hablar de candidaturas ahora.

-¿El escenario óptimo sería una PASO?

-Puede ser un sistema. No me parece tan determinante. Lo más importante es la construcción ideológica y programática. Las candidaturas son importantes pero no son todo. Necesitás tener claro un diagnóstico de la sociedad y un programa de gobierno, hay que laburar sobre eso.

-¿Qué opina de la gestión de Guzmán como ministro de Economía? ¿Recibe críticas injustas?

-Primero me parece que la gestión siempre es del Presidente. Todos los ministros son empleados del Presidente. Entonces el responsable político final de la gestión económica es el Presidente. En segundo lugar, la sociedad ha identificado a Guzmán como el responsable de renegociar la deuda. Eso es así porque el Presidente le delegó el poder para llevar adelante la negociación. Eso me parece que ha dado excelentes resultados. Después la política económica se tiene que medir en su integralidad. Está claro que la inflación es un indicador que nos preocupa porque pulveriza el ingreso de los trabajadores, pero también es cierto que en un contexto de inflación mundial, pandemia y la guerra, la Argentina ha logrado mostrar un nivel de recuperación económica que es ejemplo en el mundo.

-Algunos interpretan que criticar a Guzmán es una forma más sutil de pegarle a Alberto Fernández

-Por cómo está construido el Gabinete, donde tenés un ministro de Producción, de Economía, de Agroindustrias, no están concentradas todas las facultades económicas en un solo hombre fuerte. Es una evaluación compartida la que hay que hacer sobre el rumbo de la economía. Por eso es tan importante la responsabilidad política del Presidente.

-Cristina Kirchner puso esta semana el foco en los planes sociales. ¿Compartís las críticas a los movimientos sociales?

-Primero, hay muchos planes porque hay muchos pobres. Y esos pobres en gran medida se deben a la desindustrialización de la Argentina, consecuencia de las políticas neoliberales. En ese contexto, las organizaciones sociales ayudaron a que las políticas públicas lleguen a lugares donde el Estados no estaba acostumbrado a llegar. Desde mi perspectiva, los movimientos sociales fueron parte de la solución del problema. Ahora, también con el tiempo, esa lógica de tratar de ayudar a los sectores informales, que fue muy noble, fueron generando algunas desviaciones que hay que atender. La mediación ha provocado que algunos beneficiarios salgan a denunciar que quienes intermediaron se quedaron con un porcentaje de sus ingresos. Eso que es ilegal e inmoral ha sido corregido por el Gobierno. Hoy del 1.200.000 planes de empleo hay 180.000 beneficiarios que pidieron pasar a las unidades de gestión de los municipios y las gobernaciones. Entonces, creo que las generalizaciones son injustas, las cosas no son ni blancas ni negras, y el Estados tiene que ser inteligente para fiscalizar y más inteligente aún para crear más puestos de trabajo genuino.

-¿La gestión de los intendentes es un remedio a la falta de transparencia?

–La gente que va a pasar a depender de otras unidades de gestión es porque voluntariamente decidieron salirse de las cooperativas que están en la órbita de los movimientos sociales. Después, es como todo en la vida, hay intendentes y gobernadores que son muy honestos y otros que no. Pero ojalá la política fuera definir todo el tiempo entre el bien y el mal, y fuera tan sencillo. Es mucho más complejo. A veces uno tiene que tomar decisiones en función del escenario que tiene enfrente. No me parece lógico acudir a las organizaciones sociales, ONG o las iglesias en la contención social, pero cuando tenés un Estado desguazado por las políticas neoliberales y la emergencia es inmediata, resolvés con lo que tenés.

-¿Y qué efecto político va a tener esto? Porque los movimientos sociales eran una parte importante de la coalición.

-Lo son. Es injusto generalizar. Son parte importante del proyecto político. Ayudaron muchísimo a garantizar la paz social durante la pandemia.

-¿Se van a quedar dentro de una coalición que les dice que están gestionando mal los planes?

-Aspiro y voy a laburar para que sí. El Frente de Todos necesita incorporar muchos sectores. La construcción política obliga a generar síntesis y encuentro. También yo creo en la responsabilidad social y política de los dirigentes de esas organizaciones que son conscientes de que si se rompe el Frente de Todos los intereses de sus representados se van a ver perjudicados.

-El “Cuervo” Larroque dijo que los movimientos sociales habían pactado un ajuste con Guzmán. ¿Comparte ese cuestionamiento?

-No, no tengo esa información, no tengo ese diagnóstico. Para decir algunas cosas uno tiene que tener información, yo no tengo información de esa naturaleza. Lo que me tocó ver a mí en CABA, y más en la campaña del año pasado, es que encontré que los movimientos sociales fueron actores protagónicos de la contención en la pandemia. Encontré mucha gente noble, honesta y sacrificada, que hasta arriesgaba su vida para ayudar a los demás. Pongo el caso de Cecilia Barrios, candidata a diputada nuestra, que es del Movimiento Evita. El amor que le ponía a su laburo territorial no se lo ví a mucha gente. Es una mina honesta y ética.

-Otra alternativa que se comienza a discutir dentro del Gobierno es la de un salario universal.

-Lo que hay que construir acá es empleo, y para eso Argentina tiene que seguir por la senda del crecimiento y el desarrollo. Nadie supone que Argentina se va a desarrollar como nación con transferencias monetarias directas. El problema es qué hacer frente a la emergencia. Frente a la emergencia, buscar mecanismos de transferencias monetaria para asistir a la gente me parece un camino razonable y éticamente responsable. Yo no creo que el Estado se tenga que desentender de las personas hasta que la macroeconomía se ordene. Es un programa que hay que contemplar en función de los ingresos públicos.

-¿Es aplicable en un contexto de fuerte déficit fiscal?

-Depende lo que hagas. Por ejemplo, yo había escuchado una propuesta de llevar a cero los subsidios a la energía pero en simultáneo crear un salario universal que beneficie a los que más necesitan. Y el dato daba que tenías 3.5 puntos del PBI en subsidios y gastabas 2.5 en un salario universal. Por lo cuál hasta podrías terminar con un ahorro de 1 punto del PBI. Por eso todo depende de la ingeniería fiscal que utilices. Pero creo que el Estado tiene que hacerse responsable de su gente.

-Con los proyectos de moratoria previsional, salario universal, suba del mínimo de Ganancias, beneficios a monotributistas y autónomos, ¿sectores del FDT parecen empujar una agenda que va en contra de los intentos de Guzmán de llegar a un equilibrio fiscal?

-Como diría mi amigo Carlos Heller, nosotros no somos hinchas del déficit fiscal, pero a veces tenés que incurrir en el déficit fiscal para hacer andar la economía. Eso es lo que explicó Cristina la vez pasada cuando dijo que todos los países del mundo tienen déficit y emisión monetaria porque en situaciones recesivas, como una pandemia o una guerra, o el Estado gasta o la economía se desploma. Y si se desploma se pierden empleos. Y lo único peor que la inflación es la inflación con desempleo. Una cosa que nosotros tenemos para mostrar es que en medio de esta triple crisis se creó empleo. Entonces la pregunta es cuánto tenés que sebar el gasto público. Tenés que ir midiéndolo de acuerdo a cómo se va recuperando la economía. Si creciera al 15% anual, no necesitás gastar de más. Si te cae 4%, empezá a gastar porque vas a tener un colapso social. Son herramientas, a veces la discusión en Argentina es excesivamente dogmática. Hay que ser más pragmático.

-Pero la discusión es si las consecuencias a mediano y largo plazo no terminan siendo peores. Si para cubrir el déficit terminás emitiendo y generando más inflación, ¿no se perjudica a los sectores que querías proteger?

-Esa es otra discusión. Hay que ir graduándolo. El tema es la ecualización de la economía. No hay que ser dogmático, ni fiscalista ni salir a plantear que la emisión no genera inflación. En situaciones de crisis, como la pandemia y la guerra, el gasto público fue fundamental para sostener la actividad económica. Ese nivel de gasto no lo podés seguir manteniendo porque puede pasar lo que planteabas. Pero de ahí a suponer que hay que llevar a la Argentina al déficit cero es una imprudencia total, porque significaría una recesión con inflación. La estanflación es verdaderamente un colapso social. Lo que está claro es que nosotros creemos que el equilibrio fiscal es el punto de llegada, no es el punto de partida. Porque lo que hay que defender es el empleo.

-¿Qué diagnóstico hacen de la ciudad de Buenos Aires para proponer al electorado algo diferente?

-Es una ciudad injusta, que está mal administrada, y que no ha logrado enfrentar los desafíos del siglo XXI con las potencialidades que tiene. Es una ciudad que no tienen una política ambiental que nos haga sentir orgullosos, que no tiene la ciencia y la tecnología aplicada a la generación de riqueza y empleo, que tienen muchísimos recursos pero no ha logrado incrementar su presupuesto social, que ha logrado generar situaciones de belleza urbanística en algunos lugares pero a costa de la desinversión en infraestructura en otros, es muy marcada la diferencia entre el norte y el sur. Para nosotros representa el desafío de aspirar a gobernarla.

-¿Qué hay que proponerle a los porteños?

-Varias cosas, un programa de gobierno, un equipo técnico, y un conjunto de instrumentos jurídicos -leyes y decretos- que muestren cómo vamos a cumplir con ese programa. Qué querés hacer, con quién lo querés hacer y cómo lo vas a hacer. Y después tenés que tener buenos candidatos y candidatas que construyan un diálogo con la ciudad. La ciudad es rica y atractiva que también tiene sectores desconocidos por la mayoría de la opinión pública. Si yo digo que no se invirtió en infraestructura en el sur, me podrán hablar del polo tecnológico de Parque Patricios. Son tres manzanas. Recorré Parque Patricios y Barracas, donde vivo yo. Un ejemplo, los juegos en la plaza Garay son los mismos que tenía cuando iba yo. El tarro de petróleo que es como un caballo. Nada que ver con las plazas del norte de la ciudad. Eso demuestra que están mal distribuidos los recursos. En Mataderos hay solo dos colegios. Los Centros de Primera Infancia son depósitos de pobres, porque la clase media manda a los chicos a jardín de infancia. Los CPI ni siquiera dependen de Educación, sino de Desarrollo Social. Eso demuestra que es una sociedad injusta.

-¿Vas a ser candidato a jefe de Gobierno?

-(Risas) No lo voy a definir yo. Voy a hacer lo que el proyecto político necesite.

 

 

* Para www.infobae.com

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