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El problema no es lo que dice el Presidente sobre el dólar: los números no le dan

OPINIÓN 20/07/2022 Ignacio Miri*
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Existe la tentación, ante un Gobierno que se equivoca en casi todo lo que dice, de considerar que las declaraciones del Presidente agudizan a cada minuto la crisis. 

Alberto Fernández acusa por la suba del blue a quienes quieren viajar al exterior y el dólar sube. Se va un ministro con un comunicado y el dólar sube. Llega una ministra, habla, y el dólar sube. Las coincidencias invitan al error.

Con 1,2 billones de pesos más en la calle desde principios de junio, no existe discurso, anuncio, acuerdo, nombramiento, tuit o video que puedan mostrar el Presidente, la vicepresidenta o alguno de sus funcionarios para calmar a las personas y empresas que buscan desprenderse de esos billetes que pasan velozmente del estado líquido al estado gaseoso.

Los compromisos que firmó el Gobierno con el FMI hace menos de 4 meses se convirtieron hace rato en pergaminos simbólicos. La Argentina no podrá cumplirlos y sólo falta saber qué consecuencias tendrá esa defección.

En el Gobierno ya casi no quedan optimistas. Ahora callan incluso los pocos funcionarios que hace dos meses -cuando Martín Guzmán le prometió al Gabinete que esperaba para fin de año una inflación mensual de dos puntos- pedían paciencia para esperar un segundo semestre en el que la recuperación económica se hiciera evidente.

Silvina Batakis les dice a los ministros que lo que tiene enfrente es el abismo de la falta de dólares y un mensaje similar les transmitió a los gobernadores con los que se reunió esta semana: “No hay plata para nada”.

Los informes económicos de los analistas privados muestran -en línea con el mensaje que transmiten en reserva los funcionarios- que ese panorama económico se agravará en el segundo semestre, en el que la falta de dólares en manos del Banco Central se combinará con un freno de la economía que, según calcula el Centro de Análisis Económico Equilibra, implicará una caída del 4% de acá hasta fin de año. Menos actividad económica y más inflación en la antesala de un año de recambio presidencial sólo pueden traer tensión en una coalición oficialista que tiene todavía muy fresca la derrota electoral de 2021.

Los gobernadores peronistas ya avisaron que separarán las elecciones provinciales de las nacionales como forma de proteger sus provincias de lo que imaginan, según ellos mismos proclaman, será una derrota segura de los candidatos nacionales del Frente de Todos.

En la Provincia de Buenos Aires existen restricciones legales para hacer lo mismo, pero, además, allí aparece un problema político difícil de resolver para el peronismo. La única manera de poner a Cristina Kirchner -la única dirigente capaz de retener todos los votos que conserva hoy el Frente de Todos- en la boleta es manteniendo unidas las elecciones de cargos provinciales y nacionales.

A su vez, varios intendentes del conurbano están calculando que, para seguir en sus puestos, les convendría separar sus boletas de los tramos nacionales. Muchos de los intendentes que dejaron sus puestos para acceder a ministerios nacionales o provinciales, incluso, ya dicen de manera casi abierta que volverán antes de fin de año a sus municipios. Según su argumento, esa será la única manera de que el peronismo conserve esas comunas. ¿Cómo se resolverá esa tensión entre los intereses de los intendentes y los de los dirigentes nacionales del Frente de Todos?

 

 

* Para Clarín

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