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El Presidente sigue desconociendo la realidad

OPINIÓN 23/07/2022 Mónica Gutiérrez*
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No es una sensación, es una percepción. Buena parte de la sociedad hoy se autopercibe a la deriva, a la buena de Dios. En un barco sin rumbo, sin capitán alguno en el puente de mando. Se respira vacío de poder.

Como nunca antes, en lo que va de este mandato, se vivió esta semana en un estado de perplejidad, de desconcierto. No está claro hacia dónde vamos ni quién manda.

Está todo dado para que un pequeño fuego desate una tempestad. El contexto ayuda.

La desesperación anida en las góndolas. La estampida inflacionaria golpea fuerte en el precio de los alimentos. La desolación duele en los barrios populares. Este viernes el Ministerio de Economía amaneció vallado en previsión de quién sabe qué. Todo huele al 2001. Avanza una creciente sensación de desamparo.

“Abajo, el alimento llega”, aseguraba, hace apenas unos días, un ministro que conoce como pocos el Conurbano profundo, ese lugar donde, desde hace ya mucho tiempo, no se come en casa sino en comedores y merenderos.  Allí donde desde hace un buen rato nada alcanza.

Del " festival de importaciones” a la “kermesse de los dólares”, sin solución de continuidad.

Con la economía virtualmente paralizada, una brecha cambiaria de 160%, la cotización de la divisa norteamericana fuera de control y un piso sellado de 7% para la inflación de julio, nadie sabe para qué lado tomar.

El que tiene pesos sale a reventarlos, y el que no los tiene, revienta. El que tiene productos para vender, se la está pensando. El que tiene que comprar algo, desespera.  Sin referencia alguna de precio que garantice la reposición, están los que prefieren retener stock hasta que aclare. Se acelera el ritmo de los faltantes. Empieza a apretar la escasez.

Los corralones de materiales no entregan material, los presupuestos acordados no se pueden cumplir ni ejecutar, el mercado inmobiliario se paraliza. Los silobolsas guardan el dólar poroto de soja. Son cajas de seguridad a la intemperie.

Esta semana, el Ministerio de Economía solo atinó a aplicar parches a la distorsión. Quieren parar la hemorragia con una gasa. Solo logran enchastrar.

La vocera se dedica a comunicar anuncios que tardan en llegar. Genera ansiedad y, lejos de tranquilizar, recalienta todas las variables.

El acceso al dólar valor MEP para los turistas que ingresan al país es un golpe que corta la respiración a los argentinos. Una burla a los que, trabajando en el país, producen bienes, servicios y conocimiento de exportación. Facturan dólares y cobran migajas. Una medida absurda y ofensiva.

Se protege el ingreso de turistas extranjeros que es muy poco probable que vayan a un banco a llenar declaraciones juradas a cambio de pesos y se expulsa del país a diario a miles de jóvenes argentinos formados en nuestras universidades, dispuestos a irse en busca de un futuro posible.

Como si nada de esto estuviera ocurriendo, la cúpula gubernamental permanece inmutable. Se reúnen a escondidas, se despachan desprecio, reproches y recriminaciones pero no logran ponerse de acuerdo en nada.

Alberto Fernández sigue emperrado en desconocer la realidad. Empeñado en no contrariar el dogma cristinista, dice disparates en cuanto escenario le ponen por delante. Insiste con el tema de que la inflación es culpa de viajeros especuladores y fustiga a enemigos imaginarios.  Arremete con la picardía de decir que la inflación en Estados Unidos aumentó un 800% y derrapa asegurando que “cuando alguien estornuda en Moscú, un argentino se resfría”, una muy desafortunada figura para referirse a la globalización en medio de la brutal invasión a Ucrania, que puso al mundo entero a sufrir las consecuencias de la guerra.

Destemplado y a los gritos, dice tener la situación bajo control y las herramientas para dominarla, pero nada. Vuelve a Olivos y nada. Nada de nada. No se les ocurre nada.

Cristina Kirchner vive atrapada en su propio reality. Su única preocupación es terminar condenada por la Justicia. Salvar su situación judicial y la de sus hijos, y preservar lo que queda de su capital simbólico y su suculento patrimonio personal. Sólo este estado de ignorancia o desapego por los problemas del mundo real pudo haberla habilitado a arremeter contra la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la semana más crítica para el Gobierno que ella integra. De medir el impacto de este despropósito en la economía, ni hablar.

La relación emocional entre el Presidente y su Vice es ya una cuestión irrelevante. Se quieran o se odien, se toleren o se desprecien, ya no cambia nada. Están obligados a convivir en el Gobierno que parieron, a ponerse de acuerdo acerca de una cuestión urgente: el rumbo de la economía. Por el momento, no lo logran.

Lo que está en debate no es una cuestión de amor, sino algo bastante más puntual: con qué herramientas piensan frenar este viaje enloquecido hacia la catástrofe social y económica.

La impresión que dominó la semana que hoy termina es que estamos atravesando un vertiginoso tiempo de descuento.

Nadie se hace cargo efectivo del comando. No se toman decisiones. Nadie parece disponer de un dejo siquiera de energía, responsabilidad o sensatez para detener el curso de las variables económicas fuera de curso.

Los “machos del on”  desaparecieron de escena. ¿Dónde están los Scioli de la vida? ¿Dónde está Sergio Massa y haciendo qué?, ¿Qué tiene para aportar Máximo Kirchner en orden a detener esta sangría? ¿Y Martín Insaurralde? ¿Qué tienen para decir de este infierno en el que estamos atrapados?

El peronismo vive una situación inédita: carece de un liderazgo que modere sus contradicciones.

Se vive un estado de desconcierto y fragmentación. Si CFK había logrado alinear detrás de sí algunas voluntades, siempre inspiradas en la propia conveniencia, en el instinto natural de supervivencia, esa situación duró muy poco.

La renuncia de Martín Guzmán en tiempo real con el discurso de CFK hizo estallar esa estrategia del cristicamporismo que pretendía hacer oposición sin dejar de ser oficialismo.

Las horas que siguieron a la partida del Ministro hasta la resignada designación de Silvina Batakis dejaron a la intemperie el  descomunal descalabro gubernamental.

Conminado a levantar el teléfono, Alberto Fernández se entregó. Ahora anda por los pueblos evangelizando cual converso dispuesto a expiar sus culpas. Tarde para lágrimas.

La crisis es de la política. Si la política no se ordena, no hay salida.

Nadie habla con nadie. No hay canales alternativos. Los puentes subterráneos entre oficialismo y oposición están cortados. Mientras que el Frente de Todos no encuentre sus propios acuerdos, poco tienen los de afuera para aportar.

Vociferante, un Grabois exaltado liberó el fantasma del estallido social. Adelantó los miedos que el calendario de los agoreros marcaba para septiembre. Introdujo en la conversación pública dos palabras inquietantes: sangre y saqueos.

La vehemencia incendiaria de quien se presenta como una suerte de enviado del papa Francisco en la tierra, no solo sobresaltó a quienes pretenden mantenerse en calma, sino que le corrió el arco a organizaciones sociales y piqueteras. Ahora todos están llamados a ir por más.

Sin abandonar el oficialismo ni los dineros públicos que maneja, enfrentó al Presidente con la demanda de Salario Básico Universal (SBU). Una exigencia de cumplimiento imposible. La razón es incontestable: no hay plata.

“¿Para qué te pusimos ahí?...¡Es matemática hermano! No salgas a decir que hay que calmar a los mercados. Vení a calmarnos a nosotros”, bramó desafiante el referente del MTE.

No queda claro si Juan Grabois está pensando en cortarse efectivamente solo, o toma la posta de Andrés “el Cuervo” Larroque en su carácter de vocero oficioso de CFK. Alguien tiene que decir lo que ella, aunque le gustaría, está obligada a callar.

En cualquier caso el paso alejandro frente de JB viene a mantener encendida la mecha de la discordia al interior del FdT. Se carga a Alberto Fernández sin reparo alguno y deja afuera a Cristina Kirchner, al menos por ahora. El único error que le atribuye es haber elegido mal a su compañero de fórmula. Hasta dónde se sabe, nadie parece haber salido a aplacarlo. Todos lo dejan correr.

Devenido en una suerte de electrón libre,  el dirigente kirchnerista gana la calle ahora en modo combativo. Desplaza a las organizaciones de izquierda del centro de las escena y pasa a liderar el descontento redoblando la apuesta.

Curioso, sólo Emilio Pérsico salió a cortarle el paso. Funcionario y referente del Evita, dijo que no es momento de discutir sobre el SBU. Pérsico parece tener algunas cosas claras. Se necesita un gobierno fuerte. El problema no es de la economía sino de la política. Imposible no coincidir.

La CGT convoca a una marcha para la que todavía falta una eternidad. Los líderes cegetistas tampoco saben bien dónde ponerse. Se debaten en el “me conviene, no me conviene”. Pablo Moyano sale a decir “que no va a ser ni a favor ni en contra”. Raro. Un psicoanalista ahí.

La postal desopilante de la semana llegó desde la localidad santafesina de Las Parejas. Luego de un inesperado hallazgo por parte de un empleado municipal, decenas de vecinos se autoconvocaron en un basural del que rescataron cientos de dólares olvidados por quién sabe quién.

Se calcula que el botín repartido pudo haber superado los cien mil verdes. Una fiesta para los deslumbrados parejenses que vivieron el momento como un regalo caído del cielo.

Una  escena propia del realismo mágico, pero que da cuenta de nuestra más cruda realidad. Un ropero con un doble fondo fue para él quien encantó ese tesoro escondido un sitio infinitamente más confiable que cualquiera de los que propone el sistema.

 

 

* Para www.infobae.com

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