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Se enfría la economía: por la inflación y la falta de divisas, el Gobierno prevé desaceleración de la actividad

ECONOMÍA 23/10/2022 Mariano Boettner*
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La falta de divisas que el Gobierno busca administrar con el nuevo esquema de autorizaciones a las importaciones y la inflación todavía alta más allá de la última leve desaceleración preparan el terreno para que la última parte del año marque un ritmo de actividad económica más baja que en el resto del año, lo que a su vez repercutirá en una economía más fría a lo largo de 2023.

Datos oficiales y privados marcan que la actividad económica ralentizó su ritmo en los últimos meses y que eso configura las proyecciones del PBI para el año próximo en un nivel más bajo que en la primera parte de 2022. Ya para septiembre algunos números anticipados -algunos que incluso son medidos por el Gobierno- anticipan una caída respecto a agosto, que es la información oficial más actualizada.

Para el economista de la consultora Analytica Claudio Caprarulo, “Nuestra proyección para estos últimos tres meses del año es de caída en el nivel de actividad respecto al trimestre anterior y de estancamiento respecto a un año atrás. Mientras en los primeros tres meses del año la producción caería en términos interanuales. La explicación más sencilla es que no hay dólares suficientes para otro escenario”, consideró en diálogo con Infobae.

“En todo caso el interrogante es si la contracción terminará siendo mayor o no. La respuesta estará en si los nuevos controles sobre la demanda de dólares que implementó el Gobierno serán suficientes para evitar un fuerte salto en dólar oficial”, concluyó el analista.

Por su parte, Nicolás Zeolla, de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), consideró que “la economía real atraviesa un proceso de ralentización producto de las medidas de regulación al uso de divisas”. “Se espera que este proceso se acentúa hacia fin de año. Sin embargo, no esperamos una recesión, y a partir de los últimos números de sectores productivos industriales y de la construcción, observamos con atención que esta ralentización parece ser más lenta de que el mercado indicaba inicialmente”, advirtió, no obstante.

En ese sentido, remarcó el CEP XXI que si bien el mercado espera un crecimiento para todo 2022 que termine en torno de 4%, en FIDE avizoran una cifra más cercana al 4,5%. “Esto es algo positivo, porque genera efectos favorables sobre la producción y el empleo. Pero tensiona el saldo externo porque mayor crecimiento implica mayor uso de divisas”, contrapuso.

Zeolla mencionó: “Entendemos relevante que los salarios logren ganarle a la inflación, aún en una inflación mayor, para que el consumo no se caiga. Y valoramos como positivas las medidas de administración cambiaría del Banco Central para repriorizar el uso de dólares”, dijo el economista.

Números oficiales y privados que marcan el enfriamiento

Para el futuro inmediato, en el Gobierno y en la Unión Industrial creen que los números de septiembre - en la semana se conoció el EMAE de agosto- no serán positivos en la medición intermensual. En el corto plazo se agrega un elemento adicional clave: el extenso conflicto en el sector de fabricación de neumáticos que derramó en el resto del rubro fabril.

Así lo dejó ver el último informe del Centro de Estudios para la Producción que depende de la Secretaría de Industria y Producción que encabeza José Ignacio de Mendiguren. “El índice adelantado de actividad industrial elaborado por el CEP XXI (que toma el consumo de energía sobre la base de datos de Cammesa) creció 3,7% interanual en septiembre, con un mayor consumo en refinación de petróleo, metales básicos y químicos”.

“Respecto de igual mes de 2019 creció 18,3%. En la medición desestacionalizada, contra agosto la actividad industrial registró un descenso de 1,8%, impactado en parte por el conflicto en el sector neumático”, remarcó el CEP XXI. Ese conflicto, asegura, implicó un parate en la fabricación de caucho y plásticos, automotriz y maquinaria y equipo.

Por su lado, el último informe de la Unión Industrial marcó que “en agosto la actividad industrial registró un alza de 11,3% interanual”, pero que al mismo tiempo, en la medición en comparación con julio hubo un retroceso de 0,7%, lo que marca una tendencia de leve caída. En julio, en relación a junio, ya se había registrado una contracción de 0,2%. “A nivel sectorial, los 12 sectores que componen el IPI CEU sostuvieron las subas interanuales en el mes de agosto”, explicaron desde la UIA.

“La necesidad de dinamizar el acceso a divisas para la adquisición de insumos importados, los incrementos en materia de costos -generales y de logística- y el impacto de la subas de tasas -tanto en los costos financieros como en el crédito- fueron algunos de los temas planteados” como preocupación hacia los próximos meses, según discutieron los popes fabriles en la reunión de junta directiva.

Para los meses restantes de 2022 la dirigencia de la entidad industrial “perciben algunos elementos de incertidumbre. En el plano cambiario, la implementación del ‘dólar soja’ acrecentó el ingreso de divisas, lo que permitió reducir las tensiones en el mercado cambiario, a la vez que se alcanzó la meta de acumulación de reservas con el FMI”, continuaron.

Es el propio Gobierno también el que espera y propicia que la actividad económica siga en avance pero con un ritmo menor, por la cuestión de la demanda de divisas para alimentar la maquinaria industrial, admiten fuentes oficiales.

Parte de ese camino de crecimiento más moderado quedó de manifiesto en el proyecto de ley de Presupuesto 2023 que se discute en la Cámara de Diputados, y en el que el equipo económico proyectó que este año el PBI tendrá una variación positiva de 4% y que el año que viene ese avance debería ser de la mitad, en 2%. El Fondo Monetario Internacional, además, coincide con ese diagnóstico.

Para bancos y consultoras que participan del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central, el PBI se expandirá este año un 4,1% pero el año que viene habrá un fuerte freno que hará desacelerar ese número hasta 1 por ciento. En los últimos meses ese conjunto de proyecciones tuvo un efecto espejo: mientras el mercado ajustó hacia arriba las expectativas para 2022, al mismo tiempo recalculó hacia la baja la actividad de 2023.

 

 

* Para www.infobae.com

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