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El supercepo cambiario nos acompañará hasta el final del 2023

ECONOMÍA 04/12/2022 Enrique SZEWACH
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Como le vengo contando desde hace rato, la macro argentina presenta hoy un problema de falta de dólares y un problema de sobrante de pesos.

Siendo que la condición de “bimonetariedad” de la economía argentina se concentra, principalmente, en el mercado del ahorro, podría decirse que el faltante de dólares y el sobrante de pesos terminan siendo las dos caras de la misma moneda. Es decir, en la economía argentina conviven el peso para las transacciones corrientes y el ahorro de muy corto plazo, y el dólar como moneda para ahorro de largo plazo. Más allá de la existencia de inversiones relativamente más sofisticadas en pesos indexados o denominadas en dólares.

 
Y son las dos caras de la misma moneda, porque todo exceso de oferta de pesos más allá de la exigua demanda de pesos transaccionales genera más demanda de dólares en las “decisiones de portafolio” de los argentinos.

Y es desde hace mucho tiempo, que los argentinos transformamos nuestros excedentes de pesos en dólares. Cuando el acceso al dólar oficial no tiene trabas, lo hacemos a costa de usar las reservas del Banco Central, y cuando, como ahora, dicho acceso está fuertemente limitado, lo hacemos en los mercados libres, ajustando el precio, a costa de un tenedor de dólares que necesita desahorrar.

La compra de dólares para ahorro en el mercado oficial recibe el nombre técnico de “formación de activos externos”, mientras que la jerga política la denomina “fuga de capitales”, aunque se incluyan bajo esa condición dólares que no se sacan del país, si no que quedan en cuentas locales, bajo el colchón, o en cajas de seguridad.

Como mencionara, dada la desaparición del peso como moneda de ahorro, esta compra de dólares para atesorar se da en todo momento, y bajo cualquier gobierno, sólo cambia el monto dependiendo del contexto, de la tasa de interés de la política económica reinante y de la cantidad de pesos.

Pero, insisto, salvo en algún período muy excepcional, la compra de dólares para atesoramiento es constante y permanente.

Siendo entonces la compra de dólares para atesoramiento un goteo constante, que se transforma en chorro en condiciones de incertidumbre y corrida, cuando no hay control de cambios se pierden reservas y cuando hay cepo, el atesoramiento se refleja en la brecha, en la subfacturación de exportaciones y en la sobrefacturación de importaciones.

Para compensar esa pérdida de reservas hay que recurrir a ingresos genuinos derivados del balance comercial y del ingreso de capitales o, eventualmente, pasar a un esquema de tipo de cambio flotante, en dónde, en principio, no se requieren reservas en el Banco Central y todo se ajusta por precio.

Incrementar exportaciones está en la boca de todos los políticos y en todos los planes y promesas de campaña, pero la realidad es que las exportaciones argentinas, en cantidades, están estancadas desde hace más de 15 años, por la inestabilidad macro, por un sistema impositivo que castiga las exportaciones, por una infraestructura insuficiente, por ausencias de acuerdos comerciales internacionales, por prohibiciones y restricciones a la exportación que nos convierten en proveedores no confiables…y siguen las firmas.

De manera que modificar estas condiciones llevará tiempo, esfuerzo, estrategia, y requerirá un programa serio y creíble, en la macro, y muy específico, sectorialmente. No alcanza con meras expresiones de deseo y voluntarismo barato.

Vinculado con esto y en el mismo contexto, también se ha reducido sustancialmente la recepción de inversión extranjera y local, que generaban ingreso de dólares para ampliación o instalación de fábricas, o provisión de servicios internacionales, incorporación de tecnologías, etc.

Por lo tanto, el ingreso de dólares no comerciales ha quedado reducido al movimiento de capitales especulativos que entran a anotar una ganancia y después tratan de salir corriendo con suerte diversa (PIMCO teléfono) o los créditos de organismos internacionales o del FMI, o alguna inversión china, atada a proyectos y proveedores que interesan a ese país, y no tanto a nuestras prioridades.

Y aquí es donde se inscribe la falta de programa integral que cambie el régimen económico en el que se inserta el problema de los dólares.

Sin ese programa, no habrá crecimiento de las exportaciones, ni de la inversión extranjera directa, ni de capitales locales destinados a la inversión, ni se podrá volver a convertir el chorro de ahorro en dólares en goteo.

Y como ese programa no estará disponible durante el próximo año, el régimen cambiario de los próximos meses no será diferente a este. Y lo más probable es que, si se quiere evitar un salto cambiario, sea peor.

Porque, aunque se consiga un puñado más de dólares, vía créditos de multilaterales, swaps, u otro pase de magia, habrá que seguir racionando la demanda de dólares para importar, adicional al stock de pagos demorados, frente a un escenario de menores exportaciones, por la sequía, y siempre y cuando se termine el primer tramo del gasoducto y los precios de la energía no empeoren.

Para completar este panorama, es necesario considerar, ahora sí, el lado pesos de la ecuación.

También sin programa creíble y respaldado políticamente, la demanda de pesos seguirá cayendo, o no se recupera, por lo tanto, el exceso de pesos y los que se van a seguir emitiendo para cubrir el déficit fiscal, para acumular algo de reservas, para comprar los bonos de deuda pública que el sector privado no quiera renovar, y para pagar los intereses de un stock creciente de leliqs, seguirá presionando sobre la tasa de inflación y la brecha. No sería de extrañar, entonces, más restricciones todavía para operar en los mercados “libres” de bonos y dólares.

En síntesis, este absurdo régimen cambiario está para quedarse e incluso empeorar el próximo año, porque no habrá una suba sustancial de exportaciones, ni ingreso de capitales, genuinos, ni menor emisión, ni aumento de la demanda de dinero.

Porque los pases de magia que se consigan tendrán que financiar parte del stock de pagos pendientes de importaciones, y porque se intentará evitar un salto cambiario inflacionario que le ponga el punto final a las aspiraciones presidenciales del oficialismo.

Por lo tanto, el exceso de pesos y la dolarización de portafolios, dominará el escenario preelectoral.

Fuente: Infobae

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