


Lilia Lemoine y la controversia por el “bullying” en el Congreso
POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
- Lilia Lemoine celebró públicamente lo que definió como “bullying” hacia el kirchnerismo dentro del Congreso.
- La provocación de un diputado de Fuerza Patria motivó su respuesta y su estilo de confrontación directa.
- La diputada afirma que su actitud se basa en “tratar como me tratan”.
- El kirchnerismo denunció un clima de hostigamiento creciente en el Parlamento.
- La Libertad Avanza valoró su tono desafiante como forma de visibilizar la tensión política.
- El episodio reabre el debate sobre los límites del comportamiento legislativo y la confrontación verbal en la Cámara.
La diputada libertaria Lilia Lemoine volvió a colocarse en el centro del debate político tras declarar públicamente que el kirchnerismo experimentará lo que ella denominó “bullying” dentro del Congreso. Sus palabras, difundidas poco después de las últimas sesiones parlamentarias, generaron inmediata reacción de la oposición y pusieron en foco el creciente clima de confrontación que atraviesa la Cámara de Diputados.
Según relató la propia legisladora, su comentario surgió a raíz de una provocación de un diputado de Fuerza Patria durante una discusión en el recinto. Lemoine explicó que, lejos de sentirse intimidada, interpretó el episodio como una oportunidad para “devolverles con la misma moneda”. En sus palabras, los “detractores se van a tener que bancar lo mismo que hacen ellos”, frase que lanzó como advertencia directa hacia el kirchnerismo. Para ella, la estrategia responde a un principio elemental: “Tratar como me tratan”.
El episodio se suma a otros momentos de tensión protagonizados por Lemoine desde que asumió su banca, consolidándola como una de las voces más confrontativas dentro del oficialismo de La Libertad Avanza. La diputada no ocultó su intención de mantener un estilo de confrontación directa y celebró haber “marcado territorio” en el recinto, interpretando la polémica como un reflejo de la tensión política que atraviesa al Congreso.
Las declaraciones no tardaron en provocar repercusiones. Desde el kirchnerismo denunciaron un aumento del hostigamiento y del clima de violencia simbólica en el Parlamento, alertando sobre el riesgo de normalizar comportamientos agresivos entre legisladores. Para la oposición, las palabras de Lemoine no solo son provocativas, sino que evidencian una tendencia a politizar las interacciones personales y a transformar el debate parlamentario en un terreno de ataques verbales constantes.
En contraste, dentro de La Libertad Avanza algunos referentes celebraron la actitud desafiante de Lemoine, considerándola una manera de visibilizar la tensión que atraviesa al Congreso y de fortalecer la posición del oficialismo frente a un kirchnerismo percibido como hostil. La diputada, en este marco, se presenta como un símbolo de resistencia y de enfrentamiento directo, defendiendo la idea de que la confrontación forma parte de la dinámica política y que no debería limitarse a los proyectos de ley o las votaciones.
El episodio también reaviva el debate sobre los límites del comportamiento legislativo en un Parlamento que ha registrado un aumento de los choques verbales, insultos y gestos agresivos en los últimos meses. En este contexto, las expresiones de Lemoine generan interrogantes sobre cómo se definen los márgenes de respeto y civismo en la Cámara, y si la intensidad del enfrentamiento puede tener efectos sobre la capacidad del Congreso para funcionar de manera ordenada y eficiente.
Más allá de la controversia inmediata, la diputada libertaria parece decidida a consolidar su estilo político. Su enfoque directo y confrontativo no solo forma parte de su estrategia de visibilización, sino que también representa un modelo de disputa parlamentaria basado en la reacción inmediata a los ataques de la oposición. Así, el debate político en Argentina no se mide únicamente en términos de proyectos de ley aprobados o rechazados, sino también en la manera en que cada espacio utiliza el discurso y la interacción dentro del recinto para disputar poder y legitimidad.
En definitiva, la figura de Lilia Lemoine simboliza la tensión creciente dentro de la Cámara de Diputados: una confrontación que no se limita a los contenidos legislativos, sino que se extiende a la manera de relacionarse entre legisladores, al tono del debate y a la definición de los límites de la agresión verbal en el espacio parlamentario.






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