Bullrich busca un primer triunfo en el Senado y se prepara para encabezar el debate por la reforma laboral

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • Bullrich busca consolidar liderazgo en el Senado con gestos de autoridad iniciales.
  • Citó a Lorena Villaverde para evitar una disputa por una banca en la Cámara Alta.
  • Eligió la reforma laboral como su primera gran batalla legislativa.
  • La iniciativa ingresará por el Senado a pedido directo de Bullrich.
  • El oficialismo busca un triunfo que la fortalezca como jefa de bloque.
  • La senadora aspira a un debate rápido para posicionarse políticamente en la nueva etapa.

Patricia Bullrich comenzó a marcar territorio en el Congreso apenas pisó el Senado y ya dejó señales claras de que pretende liderar debates clave desde el primer día. La ex ministra de Seguridad, ahora jefa del bloque oficialista en la Cámara Alta, aceleró conversaciones internas y gestos políticos destinados a consolidar su autoridad, en un momento en que el Gobierno se prepara para abrir sesiones extraordinarias con una agenda cargada.

El primer indicio de su estilo apareció en la sesión preparatoria, cuando cuestionó públicamente a la presidenta del Senado, Victoria Villarruel. El episodio, breve pero contundente, exhibió el tono que Bullrich quiere imprimir en su nueva etapa legislativa: presencia fuerte, verticalidad y control del espacio. Apenas días después, dejó en claro que no piensa ceder terreno en las disputas internas. Mientras en la Cámara de Diputados juraban los nuevos legisladores, Bullrich citó a la rionegrina Lorena Villaverde con un solo objetivo: pedirle que desistiera de reclamar la banca en el Senado. El mensaje fue directo: el tema estaba cerrado y no habría margen para tensiones.

En paralelo, la senadora ya definió cuál será su primera gran batalla cuando comiencen las extraordinarias: la reforma laboral. No se trata de un tema menor. La cuestión del trabajo la acompaña desde su paso por el Ministerio de Trabajo durante el gobierno de Fernando de la Rúa, período que marcó su enfrentamiento histórico con el sindicalismo. En el recinto, Juliana Di Tullio la saludó con un “ahí llegó la piba”, el viejo apodo que le había dado Hugo Moyano en 2001. La escena combinó humor y memoria política, pero también recordó la densidad de un debate que vuelve a cruzar a Bullrich con viejos actores y viejas disputas.

Aunque la mayoría de los proyectos previstos para el período —Presupuesto, Ley de Glaciares, reformas fiscales, Código Penal— ingresarán por Diputados, la reforma laboral será tratada en el Senado. Una decisión inusual. Desde la Casa Rosada reconocen que no había una razón técnica para asignarla a la Cámara Alta; fue un pedido directo de Bullrich. Su intención, señalan, es clara: conseguir un triunfo resonante que la consolide como líder del bloque y referente del oficialismo legislativo. La apuesta es simbólica y política: encabezar uno de los proyectos más emblemáticos de la agenda del Gobierno.

Cerca de la ex ministra confirman esa lógica. Buscan generar un “golpe de efecto” en el inicio del período parlamentario para construir poder desde el arranque. En ese sentido, Bullrich ya desplegó contactos con distintos sectores para intentar llegar a un acuerdo. “Estamos hablando con todos para buscar una ley que devuelva a los argentinos la posibilidad de trabajar”, sostuvo días atrás. En su discurso, volvió a plantear la necesidad de “cambiar las condiciones laborales actuales” para facilitar la creación de empleo, aunque reconoció que el proceso no será inmediato.

Al mismo tiempo, intentó bajar el tono respecto de posibles tensiones internas. Afirmó que el objetivo no es convertir el Senado en un campo de batalla, sino “sacar las leyes que necesitamos”. Confía en que podrá construir una mayoría negociada, aunque en el oficialismo advierten que el debate laboral será arduo y que ningún sector del peronismo o del sindicalismo cederá fácilmente.

En este escenario, Bullrich se prepara para encarar un debate que combina historia personal, estrategia legislativa y ambiciones futuras. La ex ministra sabe que el resultado de esta pulseada será determinante para su proyección política. Por eso espera que el llamado a extraordinarias marque el momento de acelerar y avanzar. El objetivo es claro: un triunfo rutilante que ordene hacia adentro, impacte hacia afuera y la coloque en una posición de mayor influencia en el mapa político que empieza a reconfigurarse.

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