



Por Carlos Zimerman
Leonardo Viotti se encuentra en una encrucijada complicada. Su gestión al frente de la ciudad de Rafaela no solo ha sido objeto de críticas, sino que es calificada como "regular para bajo" por un amplio espectro de la sociedad. Desde políticos hasta empresarios, el descontento es palpable; sin embargo, las críticas rara vez se expresan abiertamente. Este silencio se da en parte por el temor a la represalia de un dirigente que, aunque cuestionado, todavía posee el poder de decisión. La "lapicera" que controla Viotti le otorga cierta ventaja, pero a su vez lo coloca en una posición vulnerable ante un electorado desencantado.
Para revertir esta crisis de gobernabilidad, Viotti ha tenido que recurrir a Fernando Muriel, un movimiento que denota no solo su desesperación, sino también un reconocimiento implícito de que su actual equipo de trabajo no cuenta con la capacidad necesaria para solucionar los problemas acumulados.
La inclusión de una figura como Muriel representa un intento de refrescar su imagen y recuperar algo de credibilidad. Es importante tener en cuenta que la gestión de Germán Bottero, a priori uno de sus principales colaboradores de confianza, ha resultado decepcionante. Su trayectoria en el Concejo no se ha traducido en una gestión efectiva; en este caso, el contraste entre su experiencia y su desempeño actual es notable. Una carta menos. Por más que se rasque la olla, no se encuentra nada, el panorama es bastante oscuro. Es por ello que el papel de Muriel no se limitará a ser un salvavidas temporal. Viotti, que ya mira hacia el horizonte de las elecciones de 2027, parece ver en él una posible carta a jugar en un futuro donde su propia reelección se vislumbra casi imposible.
Viotti sabe que solo no puede, que lo que tiene es de regular para abajo. Buscó a Muriel; habrá que ver cómo le sale la jugada, la de Scavino fue desepcionante, pero el solo hecho de pensar que Fabricio Dellasanta lo suceda y audite su gestión lo pone más que nervioso. El huracán mileista seguramente dominará el escenario político en los próximos años. Rafaela no será la excepción; aquellos que así lo creen están desconectados de la realidad o buscan soluciones mágicas, como sacar un conejo de la galera, o mejor dicho, un Muriel. La política no es magia, es realidad, y esta indica que para Viotti las cartas están echadas, por más que, como todo político de casta, tenga un pensamiento mágico disociado totalmente de la realidad.







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