INTERNACIONALES Daniel Lozano*

Evo Morales mira al abismo

"El pueblo siente, desde hace mucho, que vamos muy mal". La frase forma parte de la autodefensa emprendida por Evo Morales en las últimas horas, con la que pretende atacar a su otrora discípulo, el presidente Luis Arce. La realidad es que resume con precisión su situación personal y política, marcada por las acusaciones de la Fiscalía por estupro agravado y trata de personas. En el epicentro del escándalo se sitúa su relación, cuando era presidente, con una niña de 15 años, con quien tuvo una hija en común. En la actualidad, la chica tiene 24 años y su hija, ocho.

Con un auto de detención que puede ser ejecutado en cualquier momento, sus seguidores se concentraron ayer en Sacaba al responder a la llamada de su líder, quien convocó una especie de fiesta de la descolonización. En el ánimo de los más radicales está desafiar al Gobierno que apoyaron hasta hace poco con bloqueos de carreteras.

Pero las cosas han cambiado en Bolivia, país que se debate entre varias crisis. La última, los incendios, que ha provocado uno de los mayores desastres ecológicos de su Historia, a lo que hay que sumar la escasez de dólares, de gasolina y la subida indiscriminada de los precios de los productos de primera necesidad.

"Todo esto confirma la decrepitud de Evo, quien fue un destacado líder que tuvo una gran capacidad para convocar y unir a diferentes corrientes políticas y sociales" antes de alcanzar el poder en 2006, señaló a EL MUNDO la historiadora Lupe Cajías.

Los primeros síntomas de decadencia política llegaron en 2016, con la derrota en el referéndum forzado para reelegirse por tercera vez. Y ya en ese plebiscito uno de los motivos que provocó su traspiés político fue otro escándalo con una mujer, en este caso Gabriela Zapata, con quien tuvo una hija y que fue encarcelada por tráfico de influencias.

"Ya en 2002, Evo fue expulsado del Parlamento porque no pagaba las pensiones de su hija. Después, una de sus ministras fue señalada por haber entregado presuntamente a su hija para que fuera amante de Evo. También se hablaba de que en las poblaciones más pobres tenía referencias femeninas, chicas de familias de escasos recursos que recibían dádivas por entregar a sus hijas. Los rumores eran muy fuertes", esclareció Cajías.

El fraude electoral orquestado por la revolución indígena en 2019 y el posterior autoexilio en México y Argentina confirmaron su agotamiento político y personal. "La última marcha (denominada por el Gobierno como la marcha de la muerte) mostró un fracaso de taquilla para Evo: no logró más de 6.000 personas a pesar del esfuerzo que puso en ella para mostrar su supuesta fortaleza", desveló la historiadora.

Este es el estado de combustión política que existe en el país andino de cara a las elecciones presidenciales del año que viene, donde "probablemente Evo Morales no va a ser candidato bajo ninguna de las circunstancias, ni legítimas ni legales, ni por contar con apoyo suficiente. Arce, por el contrario, cuenta con el respaldo del aparato público, pero no ha logrado captar a sectores sociales. Ambos enfrentan a una oposición absolutamente atomizada, con viejos líderes que no le dicen nada a la ciudadanía", certificó Cajías.

*Para El Mundo