OPINIÓN Claudio Jacquelin*

Lanzamiento de corruptos, el deporte político de moda

Si pudiera, el Gobierno cerraría ya el año calendario. Sus primeros 365 días no podrían haber terminado mejor, en lo económico-financiero o en lo político. Y el segundo año de mandato no podría haber empezado más auspiciosamente. Hasta que se demuestre lo contrario. O cambie el humor social. 

El torneo de lanzamiento de corruptos que se desarrolló este jueves con notable éxito entre las distintas bancadas del Senado es el fin de fiesta soñado para Javier Milei. Mas aún luego de otra caída del índice de inflación.

La exclusión del adinerado mochilero y senador por Entre Ríos Edgardo Kueider, con el tardío voto aportado por la bancada oficialista, resalta la crisis profunda que atraviesa al establishment político no mileísta tanto como el extendido período de gracia social del que goza el Gobierno.

El desconocimiento filiatorio del detenido en Paraguay por parte del kirchnerismo, que lo niega después de haberlo llevado a la Cámara alta en la boleta que encabezaban Alberto Fernández y Cristina Kirchner, pareció haber resultado de eficacia relativa para esa bancada.

En cambio y, al menos por el momento, el episodio asoma no tan gravoso para los libertarios, que adoptaron a Kueider como aliado para que votara leyes clave rechazadas por sus antiguos compañeros. Como se lo recordaron, se lo reprocharon y lo acusaron al Gobierno casi todos.

En el largo historial de fidelidades sucesivas del entrerriano, Milei y los suyos dependen ahora de que al oficialismo le siga funcionando el proceso antimanchas que le imprimió una parte mayoritaria de la sociedad hace trece meses. Y, también, de que no aparezcan pruebas de las sospechas que le arroja la oposición por la súbita conversión de Kueider al libertarianismo antes de votar favorablemente la Ley Bases, a la que decía oponerse hasta minutos antes, y de brindar algunos otros apoyos cruciales.

Que el expulsado fuera hasta ayer el presidente de la comisión de Asuntos Constitucionales del Senado, gracias al soporte libertario, solo agrega una cuota más al grotesco y a la degradación de partidos e instituciones que hoy sólo penetran sesgadamente en la agenda pública.

La mayoría ciudadana, enfocada en las urgencias económicas y en la mejora de los indicadores macroeconómicos, sigue depositando la culpa, sin muchos matices, en quienes condujeron el país durante 16 años sin lograr revertir o agravando el largo proceso de decadencia económica, política y social del país.

En su pretendido afán purificador, el kirchnerismo volvió ayer a ser objeto de amargos recordatorios de todas las condenas en causas de corrupción que pesan sobre muchos de sus integrantes, liderados por su líder, flamante presidenta del Partido Justicialista y reciente condenada, Cristina Kirchner, a quien oportunamente la mayoría peronista del Senado protegió y defendió de los avances de la Justicia.

El boomerang regresó aún con más fuerza y velocidad contra el bloque de Unión por la Patria (UP), para dejar expuestos sus particulares estándares éticos cuando trabó la propuesta oficialista de suspender al senador ultracristinista Oscar Parrilli por estar procesado en la causa por el Memorándum con Irán.

A eso se agregó que todavía resonaban los ecos de su rechazo (con el vital acompañamiento de los libertarios) en Diputados, hace una semana, y en la Legislatura porteña, ayer, a los proyectos de ley de ficha limpia, que buscan impedir las candidaturas a cargos electivos de condenados en dos instancias. Bastante más grave que una detención por contrabando.

Así, sonaron novedosas (o muy poco reconocibles) las voces dominantes del kirchnerismo en la sesión de ayer, como la de la senadora cristicamporista Anabel Fernández Sagasti y la del jefe de su bloque, José Mayans de Insfrán, en su defensa febril de la transparencia y la honorabilidad del Senado para justificar el pedido de expulsión del emprendedor Kueider.

El fin justifica los medios, podrían decir maquivélicamente los cristinistas. O qué le hace una mancha más al tigre, si ese fue el costo de reemplazar al traidor entrerriano por una comprovinciana camporista y aumentar así su representación en el Senado para quedar más cerca de manejar el quorum.

“Roma no paga traidores” 

Podría verse en esa reciente actitud otra curiosa coincidencia del kirchnerismo con Milei, quien hace un par de días dijo en el programa de streaming del líder de sus milicias digitales que “Roma no paga traidores”.

Aunque, según una de las cuentas de la red X que se le atribuyen al gurú Santiago Caputo, la referencia no era al senador entrerriano.

La acusación, dice esa cuenta, estaría destinada a la vicepresidenta Victoria Villarruel, a quien se acusa en ese posteo de haber visitado en forma reservada al presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, mientras este mantenía una agria disputa con Milei. No sólo a Villarruel la dejaron afuera de la foto de la cadena nacional por el primer año de mandato. Lujos que permiten los tiempos de gracia y bonanza.

Submarino amarillo, escorado

No menos complicado resultó para los senadores de Pro resolver su voto respecto de Kueider. Dos cuestiones los condicionaban y los incomodaban.

Por un lado, operaba que, poco antes de la votación en el Senado, la mesa ejecutiva partidaria hubiera emitido un documento en el que se manifestaba la decisión de plantear la suspensión y el desafuero del entrerriano hasta tanto se resolviera su situación procesal.

Esa decisión de corte institucionalista y pragmática (para evitar la llegada de otra senadora camporista) chocaba contra los deseos y convicciones del propio titular del bloque, Luis Juez, y de sus pares Alfredo De Angeli y la larretista Guadalupe Tagliaferri, como se vio en el recinto. Otra demostración palpable de la crisis aguda de liderazgo y representación que afecta a la conducción de Pro.

Por otra parte, pesaban en esa bancada las recientes noticias que afectan al jefe del bloque de diputados amarillos y embajador de Mauricio Macri ante el Gobierno, Cristian Ritondo, a raíz de una investigación periodística del Diario.Ar.

El trabajo de la periodista Emilia Delfino y otros colegas reveló la existencia de sociedades offshore y cuantiosos bienes en el extranjero a nombre de la esposa de Ritondo, que no estarían declarados ante el fisco, sobre lo cual el legislador aún no se ha manifestado ni ha aclarado el origen de los fondos con los que se adquirieron.

La situación de Ritondo, resaltada por el show de lanzamiento de corruptos, es un tema de profunda incomodidad en el macrismo, que en el Gobierno celebran. Por un lado, brindan en reserva quienes, como Santiago Caputo, deben negociar con él tanto asuntos legislativos como de política electoral. Nada mejor que una contraparte golpeada.

Por otro, festeja la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. La excandidata presidencial amarilla, virada al violeta, temía y teme que si se llegara a algún acuerdo con el Pro pudiera ser prenda de negociación. Bullrich es muy consciente de la inquina inalterable que siente por ella el jefe-fundador Mauricio Macri, desde que se entregó a los libertarios triunfantes sin aviso previo y ni condiciones.

La noticia no podría haber caído en un peor momento para Pro. En vísperas del comienzo del año electoral, el macrismo ve cada vez más reducidas sus posibilidades de alcanzar algún acuerdo beneficioso con el oficialismo, que se ha encargado y se encarga día a día de hacerlo bajar de peso.

Al mismo tiempo, los libertarios, con la venia y la estrategia elaborada por el “triángulo de hierro del poder”, avanzan desembozadamente sobre las principales posiciones de Pro, incluido el bastión macrista porteño.

La objeciones al presupuesto enviado por el primísimo Jorge Macri a la Legislatura porteña por parte de los legisladores que responden fielmente a Karina Milei hicieron saltar todas las alarmas en Pro. También dejaron en evidencia la falta de un proyecto claro así como la debilidad estratégica del líder Mauricio Macri frente al oficialismo.

La reunión que este viernes mantendrá la conducción partidaria “promete deparar escenas de hondo patetismo”, según un golpeado dirigente amarillo, cultor del humor negro. Los profundos deseos de vacaciones que el expresidente ha expresado recientemente a algunos interlocutores chocan contra la realidad de su partido, que no admite descanso. Ni distracciones. Un dilema personal demasiado difícil de resolver.

“Lo de las sociedades de la esposa de Cristian [Ritondo] fue un misil que impactó de lleno. Confiamos en que se pueda aclarar pronto porque él es un gran presidente de bloque. Todos lo quieren y lo respetan. O casi todos. Y a nosotros no nos entra un quilombo más”, se sinceró un destacado diputado de Pro, que sabe de la debilidad de su fuerza y del difícil escenario electoral que les espera.

La casta son los otros

Lo de Ritondo es un enorme problema para el escorado submarino amarillo, pero no solo para este espacio, Golpea con fuerza a las puertas del oficialismo. En esa investigación también quedaron expuestas la participación en sociedades offshore y la propiedad de bienes en Estados Unidos, que no figuran en las últimas declaraciones juradas de Juan Pazo.

Se trata del flamante titular de ARCA, nade menos que la agencia de recaudación de impuestos y, a la vez, el organismo que más sabe de la vida y los bienes de argentinos y residentes en el país. Más aún que la manoseada y carcomida Secretaria de Inteligencia. De cualquier manera, todas esas áreas quedan en familia. Bajo el control de los poderosos primos Caputo.

La pregunta que ahora surge es si en el caso de Pazo el oficialismo le dirá al macrismo “es todo tuyo”, como le dijo al kirchnerismo con Kueider.

Después del show de este jueves, el Gobierno se propone dejar cerrado el Congreso por un largo tiempo. No solo porque como anticipó el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, “no están dadas las condiciones para que haya sesiones extraordinarias”. Una explicación que debe traducirse como “el Gobierno no tiene asegurados los votos para que se aprueben a libro cerrado y sin ninguna concesión los proyectos que envíe”. Entre ellos el presupuesto, que será prorrogado por segundo año consecutivo.

La excepción de la actividad en el Parlamento podría ser la sesión de apertura de (no) sesiones ordinarias, el 1° de marzo próximo, por parte del Presidente. El suyo sería más bien el discurso de apertura de la campaña electoral.

Si la oposición no reúne quorum (lo cual no le será fácil visto el escenario que acaba de quedar) se avecinan unas largas vacaciones de hecho para el personal legislativo. Eso es a lo que aspira y para lo que trabajará el Gobierno.

Mientras tanto, como se vio ayer, la máxima del marketing político que se impone es efectista. La casta y los corruptos son los otros. El deporte de lanzamiento cruzado de acusados y condenado es el deporte de moda en la política.

Por ahora, el oficialismo va ganando. Bajar la inflación y romper el sistema fueron las demandas que llevaron a Milei a la Casa Rosada hace un año.

 

 

* Para La Nación

Ilustración: Alfredo Sábat