El Obispo de Rafaela, Pedro Torres, y el Rabino Marcelo Polakoff, nuevamente se juntaron para celebrar Navidad y Janucá
Desde hace ya varios años, el Obispo de la Rafaela y el Rabino de la comunidad judía de Córdoba, Marcelo Polakoff, se reúnen para con alegría y en un clima de confraternidad y hermandad, celebrar con canciones la Navidad y la fiesta judía de los milagros, Janucá.
Las dos religiones monoteístas tienen muchas cosas en común, Jesús, el Mesías para el cristianismo, vivió y murió siendo judío, fue rabino y hoy por hoy existe una fuerte corriente dentro del judaísmo que lo reivindica, no como mesías por supuesto, pero si como el rabino que fue y la vida que desarrollo en los cortos 33 años que vivió pero que sirvieron para marcar un antes y un después en la historia d ela humanidad misma.
Todos sabemos que es la Navidad, una porción inmensa de la población mundial lo conmemora, por ello, para quienes no conocen lo que es esta fiesta milenaria judía que es Janucá, y que Jesús por lógica festejó, vamos a comentarles brevemente el significado de la celebración de las luminarias y los milagros del pueblo judío.
QUÉ ES JANUCÁ
Janucá, también llamada "fiesta de las luminarias", es una de las celebraciones más importantes y emblemáticas del calendario anual del judaísmo, que evoca la victoria, hace 22 siglos, de los macabeos sobre el ejército seléucida que culminó con la recuperación del Gran Templo de Jerusalén.
Según la creencia, en el templo ocurrió un milagro: los macabeos prendieron un candelabro de ocho brazos que permaneció 8 días encendido, aunque tenía aceite para una sola jornada. Precisamente por eso, la celebración transcurre a lo largo de la misma cantidad de días a partir del 25 de Kislev, el tercer mes del calendario (lunar) hebreo, que en el calendario Gregoriano se corresponde con finales de noviembre o inicios de diciembre.
Por esa razón, en este 2022 la festividad se extiende desde la tarde del domingo 18 hasta el lunes 26 de diciembre; ocho jornadas a lo largo de las cuales las ocho velas deben ser encendidas apenas inicado el anochecer, para ser utilizadas exclusivamente para la contemplación y la reflexión.
La historia detrás del Janucá
Tras la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a.C., se desató una lucha de poder entre sus generales que se prolongó durante más de un siglo y de la cual salieron victoriosos los reyes grecosirios seléucidas, que gobernaron muchos de los antiguos territorios de Alejandro, incluida Judea (situada en el centro del actual Israel).
Durante su ejercicio del poder, los seléucidas promovieron una política de helenización, es decir, la difusión del arte, arquitectura y religión de origen griego, en detrimento de las tradiciones judías. El objetivo era lograr la asimilación de estos últimos a la cultura griega, razón por la cual fueron prohibidas prácticas como la circuncisión, el shabat y el estudio de la Torá, bajo pena de muerte.
Ese proceso incluyó la captura del Templo sagrado de Jerusalén, que fue profanado por los griegos erigiendo un altar al dios griego Zeus en su interior. Además, Antíoco proscribió la fe judía y ordenó la adoración de los dioses griegos. Existen registros históricos del brutal saqueo del que fue objeto Jerusalén y el maltrato al que fueron sometidos los disidentes judíos.
De ellos se dice que fueron "azotados con varas, y sus cuerpos despedazados, y crucificados, mientras aún vivían y respiraban... Y si se encontraba algún libro sagrado, o la ley, era destruido; y aquellos con los que se encontraban también perecían miserablemente", señaló el historiador judío Josefo.
Sin embargo, y a pesar de que muchos judíos prefirieron seguir el mandato de los seléucidas, un grupo reducido de judíos por Matitiahu inició una rebelión armada contra el ejército de los griegos. Una lucha que tras su muerte, en el año 166 A.C. fue continuada por su hijo, Yehuda, de la mano de quien en el año 164 los judíos recuperaron Jerusalén y restauraron el Templo, limpiándolo y dedicándolo de nuevo a la religión judía.
La Revuelta de los Macabeos, como llegó a conocerse, que enfrentó a los insurrectos con miles de soldados bien armados enviados por el rey Antíoco, continuó hasta la expulsión definitiva de los seléucidas de Judea en 160 a. C. Una victoria que desafió todos los pronósticos.
Fue justamente durante la restauración del Templo, que la lámpara que lo iluminaba se mantuvo encendida a lo largo de ocho días y sus noches, cuando en realidad sólo tenía aceite para una sola jornada. En honor a ese "milagro", durante Janucá las velas de un candelabro se encienden progresivamente, una nueva cada noche hasta completar los ocho.
Cómo se celebra Jánuca
El festejo de Janucá, originalmente de peso menor entre las festividades religiosas, fue adquiriendo una mayor trascendencia durante el Siglo XX, merced en parte a su proximidad con la celebración de la Navidad.
Según señala una publicación de National Geographic, la directora del Centro Schusterman de Estudios Judíos de la Universidad de Texas, en Austin, explicó que la Jánuca "ofrecía a los judíos la oportunidad de participar en las celebraciones navideñas, con entrega de regalos y alegría, sin renunciar a sus distintas identidades religiosas y culturales".
Por un lado, la festividad consiste en que durante ocho noches se enciendan velas en una menorá, un candelabro con espacios para nueve velas. En cada noche sucesiva, se añade una vela más y se enciende. Durante el encendido, se recitan bendiciones y oraciones especiales. Se cantan canciones y se intercambian regalos para conmemorar el milagro ocurrido en el Templo hace más de 2000 años.
Por otro, algunas familias acostumbran hacerles un pequeño regalo a los niños -que son los grandes protagonistas de la celebración- todas las noches; otros les regalan monedas de chocolate o algo de dinero: Janucá geld. Y también son habituales los juegos, con el dreidel -una peonza o trompo inscrito con cuatro letras del alfabeto hebreo que forman el acrónimo de "un gran milagro ocurrió allí"- como protagonista.