Un repunte tenue en las pymes convive con un consumo que sigue en retroceso
- Algunas pymes metalúrgicas y manufactureras reportan un repunte leve tras las elecciones.
- La estabilidad del dólar y la baja de tasas impulsaron pedidos y financiamiento.
- Sectores de alimentos y bebidas registran ventas por debajo de 2024, incluso sin aumentos fuertes de precios.
- El EMAE muestra un crecimiento sesgado por el sector financiero, que demanda poca mano de obra.
- Empresarios reclaman claridad sobre importaciones y políticas de transición.
- El futuro inmediato dependerá de la evolución del dólar y la acumulación de reservas.
La historia de Lucas Santa Cruz, socio de una pyme metalúrgica familiar desde hace más de una década, resume el vaivén emocional y económico que atravesaron miles de pequeñas y medianas empresas en los últimos años. Para él, cada crisis quedó grabada como una marca: el 2001, el final del gobierno de Cristina Kirchner, la devaluación de 2018. Y también el largo 2024 y el inicio de 2025, donde muchos de sus clientes del área de la construcción frenaron pagos, redujeron pedidos o directamente cerraron. Aun así, algo cambió en las últimas semanas: “Hay más trabajo”, afirma con cautela. Su empresa adaptó la oferta, simplificó producción y se concentró en tareas de herrería general, lo que le permitió captar demanda en un contexto más estable.
El caso de Lucas no es aislado. Diversas pymes reconocen una mejora incipiente tras las elecciones del 26 de octubre. No se trata de un boom, ni de un clima de euforia, pero sí de señales que permitieron recuperar oxígeno. La estabilidad del dólar y la baja de tasas de interés figuran entre los factores más mencionados por empresarios que venían ahogados por la falta de financiamiento y la incertidumbre macroeconómica.
Javier M., socio de una fábrica de juguetes, explica que a mitad de año los bancos no ofrecían líneas de crédito para cubrir la producción destinada a las ventas de Navidad y Reyes. El panorama cambió recién en noviembre: la reducción del costo del dinero reactivó consultas y permitió planificar la temporada alta. Incluso las entidades financieras, que hasta hace poco exigían garantías inviables, ahora vuelven a ofrecer préstamos para capital de trabajo. Sin embargo, esa recuperación no despeja todos los temores. “Si el Gobierno sigue abriendo las importaciones sin transición, va a ser complicado. Necesitamos tiempo para adaptarnos”, reclama el empresario.
La otra cara del escenario aparece en el sector del consumo masivo. A diferencia de crisis anteriores, donde alimentos y bebidas eran los primeros en mostrar reactivación, esta vez ocurre lo contrario. Compañías líderes del rubro admiten que noviembre cerró con ventas golpeadas, incluso por debajo de las del mismo mes del año pasado, cuando el mercado ya venía debilitado. En las bebidas la situación es similar: una de las principales cervecerías del país reconoció que la caída fue más profunda de lo esperado.
Las empresas descartan que el problema esté en los precios. Según fuentes del sector, los productos de almacén tuvieron variaciones moderadas y no hubo aumentos significativos en alimentos básicos como fideos, azúcar, arroz o harina, ni siquiera en artículos que suelen traccionar consumo en épocas de mayor ajuste. Aun así, los consumidores no reaccionaron. Las ventas disminuyeron tanto en supermercados como en autoservicios y mayoristas, lo que revela un deterioro generalizado del poder adquisitivo.
Los datos oficiales acompañan ese diagnóstico. El último informe del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró un avance sostenido por el sector financiero, cuyo peso termina disimulando un comportamiento más débil en el resto de la economía. Según el economista Ricardo Delgado, si se excluye la intermediación financiera, la actividad de septiembre habría caído 0,2% mensual. Y advierte que la creación de empleo en ese rubro es muy baja, por lo que su impacto sobre el mercado laboral es limitado.
El dólar vuelve a ser, una vez más, la variable determinante para los próximos meses. En la City insisten en que el Gobierno debe recomponer reservas del Banco Central para contener expectativas y despejar dudas sobre los vencimientos de deuda en moneda extranjera. Mientras esa incertidumbre persista, advierten, los avances registrados en las últimas semanas podrían diluirse.
Para las pymes, la recuperación recién empieza a insinuarse. La estabilidad es una condición necesaria, pero aún insuficiente para consolidar un ciclo de crecimiento. En un país donde cada mejora convive con fragilidades persistentes, los empresarios miran el futuro con una mezcla de alivio parcial y prudencia extrema. El camino hacia 2026, coinciden, será lento y dependerá tanto del dólar como de la capacidad del Gobierno para sostener reglas claras y previsibles.