Milei vuelve a Davos y prepara un nuevo capítulo de su proyección internacional
- Milei confirmó su participación en el Foro Económico Mundial de Davos en enero
- Será su tercera asistencia desde que asumió la Presidencia
- El foro se realizará del 18 al 23 de enero bajo el lema “un espíritu de diálogo”
- El Presidente volverá a cuestionar la agenda woke y a defender el liberalismo
- Sus discursos previos generaron fuertes reacciones y protestas internacionales
- Davos funcionará otra vez como escenario de proyección ideológica del Gobierno
El presidente Javier Milei confirmó que participará del Foro Económico Mundial que se realizará en enero en Davos, Suiza, y volverá a posicionarse en uno de los escenarios de mayor visibilidad global para líderes políticos y económicos. La ratificación llegó a través de sus redes sociales, donde compartió un posteo oficial del evento y lo acompañó con una frase que ya se volvió parte de su identidad pública: “Fenómeno barrial”. Será la tercera vez que el mandatario asista al encuentro desde su llegada a la Casa Rosada.
El Foro Económico Mundial se desarrollará del lunes 18 al jueves 23 de enero y tendrá como lema “un espíritu de diálogo”. Milei ya participó en las ediciones de enero de 2024 y de este año, ambas en los primeros tramos de su gestión. En esos viajes, Davos funcionó como una plataforma para amplificar su discurso liberal y confrontativo, dirigido tanto a la élite económica internacional como a su base política doméstica. Como es habitual, el Presidente viajaría acompañado por su hermana Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y figura clave del esquema de poder del oficialismo.
Según la organización del foro, la edición 2026 reunirá a líderes de gobiernos, empresas, sociedad civil y academia para debatir prioridades frente a los principales desafíos globales. El programa estará estructurado en torno a cinco ejes considerados centrales para el futuro, con énfasis en el diálogo y la cooperación público-privada. En ese contexto, Milei volverá a exponer una mirada que ya generó fuertes controversias en sus presentaciones anteriores.
En su última intervención en Davos, el 23 de enero de este año, el Presidente cuestionó con dureza lo que denomina “la agenda woke” y denunció que desde ese tipo de foros se promueve la agenda LGBT. En ese discurso, también lanzó críticas a la identidad de género, al feminismo y a las políticas de aborto, a las que calificó como parte de una “agenda sanguinaria y asesina”. Además, citó casos judiciales ocurridos en Estados Unidos y afirmó que el “feminismo radical” es una distorsión del concepto de igualdad.
Aquellas declaraciones no pasaron inadvertidas. Por el contrario, generaron una fuerte reacción de colectivos LGTBI+ y organizaciones sociales, que convocaron a una movilización el 1 de febrero. La protesta tuvo un alcance inusual: se replicó en distintas ciudades del país y en más de una decena de países de Europa y América. En la Ciudad de Buenos Aires, decenas de miles de personas marcharon desde el Congreso hasta Plaza de Mayo para expresar su rechazo a los dichos del mandatario y advertir sobre el impacto social de ese tipo de discursos.
La nueva participación de Milei en Davos se produce, además, en un contexto de alta exposición internacional y de consolidación política interna. El Presidente ha convertido sus apariciones en foros globales en una herramienta para reafirmar su identidad ideológica y diferenciarse de otros líderes de la región. Para el Gobierno, estas instancias permiten mostrar coherencia discursiva y acercarse a sectores empresarios y financieros alineados con el liberalismo económico. Para sus críticos, en cambio, implican el riesgo de profundizar tensiones diplomáticas y aislar al país de consensos multilaterales.
El lema del foro, centrado en el diálogo, plantea un contraste con el tono confrontativo que Milei ha adoptado en sus intervenciones previas. Sin embargo, en el oficialismo dan por descontado que el Presidente mantendrá su estilo y volverá a utilizar Davos como un escenario para desafiar lo que considera consensos progresistas dominantes, al tiempo que refuerza su defensa del libre mercado, la reducción del Estado y la desregulación económica.
Así, Davos aparece una vez más como una vidriera global para un mandatario que busca proyectarse más allá de las fronteras y consolidar su perfil internacional. La expectativa no pasa tanto por anuncios concretos o acuerdos bilaterales, sino por el impacto político y simbólico de un discurso que, previsiblemente, volverá a generar adhesiones y rechazos en partes iguales.