La Argentina está en estado de efervescencia desde hace tiempo, especialmente durante los últimos meses. Esa efervescencia ha aumentado en estas semanas. No hay que perder de vista, cuando sucede ese nivel de vibración y la realidad se vuelve tan electrizante, los problemas principales. Sobre todo, las dinámicas de fondo que ordenan la vida pública y, especialmente, el tema del poder.
Javier Milei constituyó su personalidad pública, evolucionó en el afecto de un sector importante de la sociedad argentina, generó expectativa y ganó la elección haciendo palanca sobre un punto de apoyo. Ese punto de apoyo es un nivel pocas veces visto de desencanto de buena parte de la sociedad con el sistema político. Un estado muy profundo de frustración que se tradujo en indignación.
Él, a partir de ese estado de ánimo, le muestra a esa parte de la sociedad un enemigo. Su estrategia es identificar a un rival y proponerle a esa parte de los argentinos derrotarlo. Ese rival es “la casta”. La promesa de Milei es resolver los problemas a partir de la derrota de un enemigo, que es la dirigencia política convencional. No hay necesidad de ilustrar esto con la infinidad de expresiones, movimientos, escenografías que monta el Gobierno para que se tenga claro que aquí se trata de una guerra entre amigos y enemigos. Tampoco hace falta recordar que así se constituyó a lo largo del tiempo, pero muy especialmente después del conflicto con el campo, la identidad del kirchnerismo.
Ahora bien, ¿cuál es el problema que plantea una paradoja, una contradicción y un dilema para Milei? Que “la casta” es más numerosa que el oficialismo. Él contesta con esa célebre cita del Libro I de los Macabeos: “No importa cuán numerosos sea el ejército que tengas por delante. Lo que importa son las fuerzas del cielo que están detrás tuyo”. Pero estamos hablando de un equipo político que carece de fuerza parlamentaria, que no tiene anclaje territorial con gobernadores propios y tampoco cuenta con influencia directa -felizmente- sobre la Justicia. Es decir, hay un problema para lanzar esa guerra y derrotar al adversario.
Hay que poner este dilema en términos prácticos. Una formulación que ha producido en las últimas horas un español, gran conocedor de la sociedad argentina, a través de encuestas cualitativas que realizó por décadas Roberto Zapata, dice que el rol del líder puede ser pensar la política como conflicto, como un escenario donde su función es derrotar a un enemigo. O el rol del político puede ser otro: resolver problemas. ¿Vencer o resolver problemas? No es lo mismo. Resolver un problema implica negociar. Entender los incentivos del otro, calibrar hasta dónde ese otro tiene un planteo legítimo que debe ser aceptado o es solamente un farsante que defiende intereses espurios. Finalmente, resolver un problema necesita algún tipo de transacción. Hay una palabra que está abolida del diccionario de este oficialismo: resolver problemas implica en alguna medida conceder, ceder.
En el fondo de todo, si lo miramos desde el punto de vista de la velocidad de las resoluciones, resolver un problema implica gradualismo, no shock. Implica transacción. Hay un chiste que dice: “¿Qué es un camello? Un caballo hecho por una comisión”. Es un caballo negociado. Por lo tanto, deforme. No responde a la idea original. ¿Qué es la política? ¿La aplicación mecánica de una receta pública, o la implementación de una receta y, por lo tanto, una idea que se deforma? Ese es el problema central en el que está este gobierno.
En su enfoque amigo-enemigo, en esa consigna de Javier Milei de no dar un paso atrás, hay un principio básico de la política populista, que aparece todo el tiempo en el discurso presidencial. El domingo por la noche, Milei le explicó a Luis Majul en una entrevista con LN+ que él, y ésta es una fantasía recurrente en todos los liderazgos populistas, no tiene intermediación entre él y la sociedad. Él se maneja con las redes sociales, tuitea y habla con la gente. En el fondo, no debe haber prensa en el medio, porque es un cristal que deforma narrativamente. Y critica. todo esto se lo estaba diciendo a un periodista.
Afirma delante de Majul que no quiere que los periodistas estén en el medio. Que la comunicación está en las redes. Entre la gente y él. Este Gobierno le da una importancia enorme a las redes sociales. En este momento, y durante todo el lunes, hubo una polémica en X acerca de la identidad de la cuenta “Enfant Terrible”, cuyo nombre de usuario es @NicolaBrandeis. Ministros del Gobierno y figuras encumbradas del oficialismo en el Congreso dicen que se trata de la cuenta de Santiago Caputo, el cerebro del marketing de Javier Milei. Es una cuenta donde se exponen estrategias de confrontación, muy peyorativas respecto de los que critican, de los que se oponen. Todo el día hubo gente diciendo “éste sos vos, Santiago Caputo”. Y Caputo, inteligente, sarcásticamente, dijo: “Sí, todo lo que dice es mío. Y es todo verdad”.
En la misma entrevista con Luis Majul, Milei dijo algo muy interesante, que también mencionó en una conversación que tuvieron hace pocos días con Alberto Fernández. Sí, ambos hablan para reprocharse cosas y darse consejos. El Presidente aseguró: “Yo hablo con muy pocos ministros. Yo estoy concentrado en la economía, la seguridad y la contención social. Hablo con Luis Caputo, Patricia Bullrich y Sandra Pettovello”.
Más de cerca, los que miran en el centro del Gobierno, insisten: “En realidad, Milei es un economista que está centrado en la economía. En controlar la calidad de la receta, que se cumpla con pureza y que haya un shock. Cuanto antes, déficit cero”. Eso implica una estrategia de confrontación, a la que se suman Luis Caputo y Bullrich, que le ratifican que se los llevarán a todos puestos, que no hay que negociar, que les ganaron. “La casta tiene miedo”. Esa sería la consigna, la de la campaña.
Milei sigue en el mismo tono de la campaña. Mal no le va. Si observamos los resultados expuestos en el cuadro de imagen presidencial confeccionado por un estudio de opinión de Aresco, consultora de Federico Aurelio, podemos notar que el Presidente tiene una imagen positiva y regular positiva del 56,3%. Milei conserva, a pesar de su discurso de ajuste y austeridad, el nivel de aceptación y de consenso que recogió en las urnas en el balotaje. Respecto de su imagen negativa y regular negativa, es del 42,6%.
De ambos porcentajes se obtiene un dato importante, la cifra que más valoran los políticos. Y es que sigue siendo mayor la imagen positiva que la negativa. En consecuencia, a Milei le va muy bien. Y muy probablemente gran parte de esta adhesión se deba a que mantiene las banderas de la lucha, a que no se presenta solamente como alguien que resuelve problemas negociando sino que también derrota al otro.
¿Cuál es el inconveniente? A medida que pasa el tiempo, y esto está pasando en estas horas, empieza a haber una pregunta principal en la Argentina. No es un interrogante que se plantee el público en general por ahora. Es una pregunta que se hacen muchos empresarios, sindicalistas y el poder político. Pero sobre todo integrantes del mundo de la inversión. ¿Quién manda acá? ¿Quién tiene control sobre el juego? ¿Quién le pone rumbo a la navegación? ¿Quién tiene la fórmula política de esta Argentina caótica e invertebrada que surgió de todo el proceso electoral? Distinto en todo caso es preguntarse quién derrota al enemigo o quién gana en el campo de batalla. Y esta interrogante deriva en otra: ¿Milei tiene control de la maquinaria que permitiría resolver problemas? Es una pregunta principal hoy, importante ya que la posibilidad de controlar el juego plantea una dicotomía entre Milei y la oposición.
La oposición tampoco tiene una fórmula política, la está buscando. Hay mucha fragmentación. Es tan simple como ver cómo se vota en el Congreso. Probablemente el cuadro más nítido de este problema lo ofrecieron los radicales, que votaron de tres maneras distintas el DNU 70 en el Senado. Unos se abstuvieron, otros votaron en contra y algunos lo aprobaron. Todo esto se traduce en un estado de perplejidad en toda la dirigencia política.
De ambos lados están buscando la ecuación, la llave que les permita dominar el juego. Y en el centro de este problema, aparece una operación en la que están embarcados algunos miembros del Gobierno, quizás no todos: un acuerdo con los gobernadores que se proyecte sobre el Congreso y le de a Milei una forma de gobernabilidad. Esto significa, por derivación, una fisura en los bloques peronistas. Si va a haber un acuerdo con los líderes provinciales, es de pensar que los legisladores que obedecen a esos gobernadores van a votar un programa mínimo del Gobierno, y no van a estar en posturas intransigentes como las que uno puede suponer en el kirchnerismo más duro.
La oposición está buscando esa fórmula. Y hay novedades en ese sentido. Este viernes habrá un congreso del PJ. Allí le pedirán, sin faltar el respeto, una licencia a Alberto Fernández. Va a ser desplazado de la conducción del partido y será reemplazado por una Comisión de Acción Política. Se trata de un fenómeno muy raro en el peronismo, que siempre reconoció a un jefe. Cuando no hay un jefe, son un pez fuera del agua.
“Comisión de acción política” parece más un invento radical, deliberativo u horizontal. Seguramente, la presencia de una comisión va a iniciar un proceso de renovación dentro de ese partido ya que su mera existencia implica que es muy difícil lograr una síntesis.
El peronismo viene de una derrota dramática que Cristina Kirchner intenta disimular. Se llevará entonces a cabo una tarea de reconstrucción del panperonismo, que supone un regreso de Sergio Massa. El límite en todo esto es Miguel Ángel Pichetto. Hay que mirar ese ajedrez. Se celebró hace poco una reunión importante, que pasó inadvertida. Jorge Yoma, embajador de Mauricio Macri en Perú por gestión y apoyo de Pichetto, se reunió hace una semana con Cristina Kirchner. Yoma es la voz política del gobernador de la Rioja, Ricardo Quintela, probablemente el más duro respecto del Gobierno. Algo se está armando. Cristina Kirchner y Yoma no hablan del tiempo, hablan de poder.
Segunda jugada. Voltear el DNU en el Senado. Hace dos o tres lunes, describimos cuál era el programa de Cristina Kirchner. La primera cláusula era voltear el DNU. La segunda, intentar una mayoría en el Congreso para coparticipar los impuestos en beneficio de las provincias y en detrimento de Javier Milei y de Luis Caputo. La tercera era reponer el fondo docente y, eventualmente, un fondo de la soja para que 30% de las retenciones se distribuya entre las provincias. Ya voltearon el decreto. Hubo todo un alboroto en el Gobierno, como todos sabemos.
Le echan la culpa a Victoria Villarruel a la que, por alguna razón desconocida, no incorporan a la mesa política del oficialismo. Le echan la culpa de que le votaron en contra del decreto. Pero si hubiera seguido postergando el tratamiento del tema, ¿hubiera tenido más o menos votos a favor? Porque lo que pasó en las últimas semanas es que el DNU fue perdiendo votos en el Senado. Se nota en la votación. Hubo quienes se abstuvieron.
Por ejemplo dos misioneros que podrían haber estado a favor. La provincia de Misiones es una provincia amigable para el Gobierno, empezando por el gobernador Hugo Passalacqua. También se abstuvo Alejandra Vigo, la esposa de Juan Schiaretti. El cordobés es alguien tratable, y se lo podría haber convencido -a él y a su esposa- de tener una posición más cercana, porque tampoco votaron en contra. Se abstuvo Maxi Abad del radicalismo de la provincia de Buenos Aires.
Votó en contra gente que a lo mejor se podría haber abstenido. ¿Los radicales están tan lejos del gobierno? Martín Lousteau votó en contra y el Gobierno lo puso en la mira. Pero no debe llamar la atención su decisión de votar en contra. Se está encargando desde que llegó la nueva administración de decir que él piensa totalmente distinto la Argentina, y sobre todo en cuanto a la política económica. Muy probablemente Lousteau, como todo político, actúa en función del pronóstico que tiene en la cabeza.
Su pronóstico es que el programa no va a triunfar. ¿No tiene derecho de pensarlo? ¿Habrá algún elemento emocional en él? Milei no se cansa de hacerle bullying. Sin embargo, lo más importante es que Lousteau está pensando en la Capital Federal, que es su distrito. Cuando la política se desarticula cada uno piensa en su distrito. Y en CABA, Lousteau piensa un enfrentamiento con los Macri. Se rompió Juntos por el Cambio allí, y a lo mejor Milei está pagando, si uno mira muy de cerca, contradicciones internas de JxC. Enfrenta negativas que son negativas a Mauricio Macri y no a Milei y a lo mejor en la Capital Federal está pasando eso y por lo tanto Lousteau adoptó esa posición.
Hay otro diputado que votó en contra, también radical: Pablo Blanco de Tierra del Fuego. Votó en contra y dijo que los empresarios vinculados al régimen de Tierra del Fuego lo llamaron [las versiones dicen que fueron los dos clásicos: Nicky Caputo y Rubén Cherñajovsky, los reyes del ensamblado electrónico] para decirle que se fije bien si iba a votar en contra porque este Gobierno, para ellos, los que tienen ese régimen de protección, los trata bien.
¿Pero qué pasaría si los empieza a tratar mal? Blanco dijo que los empresarios tienen miedo de que Milei, enojado, termine con el régimen de Tierra del Fuego. Es interesante porque Milei dice que no se puede terminar con ese régimen. Se lo explicó el domingo a la noche a Majul. Dijo que el régimen es beneficioso porque no cobra impuestos. Pero ignora, o simula ignorar, lo central del régimen, que no es la desgravación impositiva sino el nivel de protección arancelaria que tiene. Además de los diferenciales impositivos que les dan una fortuna de rentabilidad a esos empresarios que llaman al Congreso para que no se acabe esa fiesta.
¿Cómo puede ser que Milei, que tiene tanta confianza en el mercado, y en la liberalización, en el caso de Tierra del Fuego diga que eso no se puede tocar, que son derechos adquiridos? En el decreto de Federico Sturzenegger hay legiones de “derechos adquiridos”, que se derrumban. Pero Tierra del Fuego no se puede tocar. En rigor, se confirman todas las versiones que hablan del financiamiento de los empresarios de Tierra del Fuego a la campaña política. Es una contradicción, entre un discurso y una práctica.
La dispersión que se manifestó en el radicalismo se manifiesta también en el Pro. Este lunes hubo una reunión entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta. Fue para preparar la llegada de Macri a la presidencia de Pro, que es inminente. Macri sostiene que hay que apoyar a Milei, con todas las dificultades que eso implique. Con todo lo que puede no gustar de él. ¿Por qué? Porque nuestras ideas están ahí y porque los votantes de Pro están con Milei. De la misma forma que en el 2015 y 2016 los votantes del radicalismo estaban con Macri y los dirigentes radicales se tenían que inclinar.
Larreta contesta que él no coincide con muchas ideas de Milei. Además, esa coalición es un pésimo negocio. Larreta cree que si a Milei le va bien, el Pro será como la UCeDe de Menem. Y que si le va mal, serán el Frepaso de De La Rúa. Larreta prefiere no estar en la conducción de Pro y le deja las manos libres a Macri para que siga con su estrategia. Esta es una conversación que implica que el Pro está al borde de la ruptura. Este es el verdadero enfrentamiento, no uno entre Macri y Bullrich, que son dos formas distintas de estar con Milei.
La oposición busca una fórmula. Se renueva el peronismo. Voltean el DNU y aparece una nueva presión sindical. Hay que prestar atención a lo que está pasando en las paritarias de todas las provincias. En cada distrito empieza el ruido. Estamos en otra Argentina ¿Lo están advirtiendo? Se despertó el Congreso que era un cementerio y hoy se ha convertido en un hormiguero. Hay que saber leerlo. Se despiertan los sindicatos en el interior. Y aparece una agresividad muy grande en determinados sindicatos industriales.
En el centro de la escena hoy están los metalúrgicos. El sector siderúrgico de la industria metalúrgica, los productores de acero. El secretario general de la UOM, Abel Furlán, muy ligado a Cristina Kirchner, es el jefe de la UOM y viene de Campana. Viene del grupo Techint, de ser sindicalista en esa actividad. La UOM decidió un paro de seis días. Allí, hay una pelea por el salario, que las empresas y sobre todo Techint dicen que es artificial, ya que dieron actualizaciones y adelantos por los cuales el salario del siderúrgico acompañó la inflación.
Paolo Rocca, el CEO de Techint, probablemente el empresario más importante de la Argentina por el volumen de su industria y de su empresa, aparece muy poco, pero decidió hablar ante un medio de Campana donde dijo: “El paro me preocupa mucho (...) Estas acciones que no hemos visto en 30 años ponen en riesgo las relaciones que Tenaris tiene con sus clientes. A mi juicio, hay un componente político en estas medidas gremiales que no ayuda a nuestra comunidad”.
Un empleado de la industria siderúrgica pierde por seis días de paro $250.000. Rocca enfatiza que en 30 años no se vio algo así y que afecta las relaciones con los clientes, sobre todo con aquellos a los cuales se les exporta. Si esto sigue así va a haber problemas con la obtención de dólares por parte de este sector. Rocca aclara que hay un componente político.
La oposición empieza a buscar su fórmula para oponerse a Milei. Por eso empieza a ser tan importante si el Gobierno encuentra o no esa fórmula en relación con los gobernadores. Diez de ellos, del NOA y del NEA, se van a rendir el martes 26 en Salta. Allí está el gobernador Gustavo Sáenz que es una especie de coordinador de los gobernadores del norte. Ahí hay una agenda: la ley ómnibus que el Gobierno decidió achicar significativamente -pasó de 664 artículos a 268-, y está la reposición de lo que se quitó del Impuesto a las Ganancias, que muchos gobernadores no quieren acompañar. En cambio le piden al Gobierno que coparticipe otros impuestos como el del Cheque, pero Milei se niega.
También aparece la fórmula que habrá para el ajuste de las jubilaciones. A los funcionarios les gustaría que le deleguen la formulación de esa ecuación. Dicen que ellos pueden pagar el costo de ajustar a los jubilados. La oposición y algunos aliados sostienen que no le pueden dar esa lapicera. Algunos dentro del Gobierno sugieren hacer un DNU para zafar del Congreso. Milei el domingo en LN+ dijo que, para las jubilaciones, DNU no.
Es importante lo de Ganancias porque combina con lo sindical. En especial en un sector estratégico que también es exportador: el petrolero. Los empleados de este sector no pagan Ganancias, que es el 35% de un salario. Ahora se le va a aplicar ese impuesto. Es decir, el sector petrolero va a tener un recorte de 35% de su salario. Muchos cobran salarios altísimos. Los sindicatos quieren que lo paguen las empresas. Las empresas van a decir que no lo van a pagar. Se aproxima lentamente un conflicto sindical en el sector petrolero.
A esto se le suma la aparición de nuevos actores. NOA-NEA. Gobernadores que se reúnen en Salta. Otro grupo: los del sur. Toda la Patagonia formó un bloque. Dicen que son los dueños de la energía. Pusieron en un pentagrama, lo que tarareó de mala manera Ignacio Torres en Chubut: “Les corto el chorro del gas o el petróleo”. Dicen que no van a cortarle nada a nadie, pero que van a darse una política a ellos mismos. Tienen hasta la fantasía de constituir una empresa patagónica de petróleo y gas.
Detrás de todo este grupo hay una mente inteligente, calculadora y hoy oculta: Sergio Massa. Si uno quiere saber en qué anda Massa hay que mirar el bloque patagónico.
Empiezan las negociaciones. El gran orfebre, paciente, estoico, es Guillermo Francos, el ministro del Interior, que entiende que hay que resolver problemas y no montar conflictos. Lleva gente a la casa de Gobierno. Piensan allí que hacia la tercera semana de abril se podría llegar a un acuerdo que incluya la fórmula jubilatoria, el tema de Ganancias y la ley ómnibus reducida.
¿Podrá convertirse el DNU en ley? Se empezó a hablar de eso. De desarticularlo y hacer leyes. Sonríen en la Corte, porque dicen que si eso pasa por el Congreso se cumple lo que dijo Horacio Rosatti el martes de la semana pasada en una reunión de AmCham: “Que la política no nos venga traer a nosotros sus problemas, que la política resuelva sus problemas, en el Congreso, o donde sea”. “Que resuelvan problemas”, enfatizó. La política siente que no está en condiciones de resolver problemas porque está inmersa en una crisis de legitimidad y por eso prefieren que el problema lo resuelva la gente movilizándose en contra del Gobierno. Eso piensa el sector más duro de la oposición.
También está el problema de la inflación. La consultora Clara elaboró un estudio para Odisea Argentina sobre el aumento de los precios. Se trata de una consultora que le informa a todo el sector del consumo, industrial y comercial, el comportamiento del mercado en relación con determinados productos. Hicieron encuestas en 472 puntos de venta en diferentes cadenas de supermercados de todo el país.
Los resultados de su análisis, dividido en semanas, muestra que hubo aumentos en diferentes productos y que hay precios que se están disparando. Por ejemplo en limpieza de ropa y hogar los valores aumentaron desde un 2,48% en los primeros siete días de febrero a 2,74% en los siguientes y finalmente 4,22%. En total, en el mes hubo un incremento de 10,28%. En el apartado de higiene y cosmética pasó algo similar: empezó en 0,03%, pasó a 0,97% y alcanzó el 1,65% de inflación. O sea 2,55% en el mes. En desayuno y merienda inició en 3,19% y escaló a 3,47%. En total 8,29%. En cuanto a bebidas y alcohol, saltó hasta 10% en el mes y el rubro de alimentos se posicionó en 4,80% de aumento.
Esto último es crucial porque hablamos del corazón del índice de precios. Es lo que está mirando Luis Caputo. Por eso llamó a las empresas de alimentación para decirles que tienen que volver para atrás con algunos precios que “ustedes” dispararon exageradamente pensando que la devaluación iba a ser infinita.
Por su parte, la industria farmacéutica está negociando con el Gobierno un sistema de precios que debe incluir las compras del PAMI. No se sabe si habrá licitación como en su momento intentó hacer Macri. El PAMI representa el 40% del mercado de medicamentos. La industria le dice al Gobierno, que si le pide que le regale los medicamentos en el PAMI, no se le puede pedir que bajen tanto los medicamentos en las farmacias.
Por eso Caputo toma otras medidas, muy importantes. Primero, los aumentos previstos para el transporte en abril pasan para más adelante. Segundo, el aumento previsto en la tarifa de gas, que podía llegar en algunos casos a más del 700%, también se prorroga. Este segundo Caputo se empieza a parecer al primer Caputo. El que integraba el equipo de Alfonso Prat-Gay al comienzo del gobierno de Macri. ¿Por qué? Porque el Caputo del shock empieza a ser un Caputo más gradualista, con perdón de la palabra y del Presidente.
Este Gobierno se vuelve más gradualista, por miedo al costo social de la inflación y de la disparidad de los precios de la energía, que se van actualizando. Probablemente haya que festejar. Porque el gradualismo es hijo de la negociación y el realismo. De entender la dificultad. Y de entender que la política no es la aplicación automática de una receta.
* Para La Nación