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Victoria Villarruel, la Cobos que se convirtió en heroína de Javier Milei

OPINIÓN 13/06/2024 Juan Rezzano*
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A menos que tuviera un plan secreto destinado a hacer volar por los aires el gobierno de Javier Milei y saliera con un martes 13 explosivo, al filo de la medianoche de este miércoles, se preveía que si la votación en general de la ley ómnibus quedara empardada en 36 y fuera llamada a desempatar, la calabaza Victoria Villarruel se convertiría en princesa; pasaría de Judas a Mesías, le daría al Presidente un triunfo que necesitaba como agua en el desierto que viene atravesando y podría saborear el plato frío del desagravio. Así fue.

Objetivo Victoria Villarruel

"El DNU será una 125 silenciosa", decía un tuit que había laikeado Milei el 14 de marzo, en medio de un ataque masivo lanzado por la Casa Rosada sobre Villarruel para castigarla por mandar al muere el decretazo al incluirlo en el orden del día de la sesión de un Senado hostil.

La crisis, que no nacía de un repollo sino que exhibía más crudamente, en la superficie resbalosa de la interna libertaria, las tensiones que amenazaban con romper precozmente la fórmula ganadora de las elecciones presidenciales, habilitó entonces la pregunta de Letra P: ¿Villarruel ya es Julio Cobos?

Milei y la vice habían llegado al clímax del culebrón que protagonizaban después de cocinar a fuego fuerte un caldo sazonado con celos, desconfianza y, sobre todo, gestos de autonomía de la compañera de fórmula, que en la campaña misma empezó a ser sindicada como el Plan V de Mauricio Macri y aturdió a las fuerzas del cielo con el grito que pegó cuando el león ultraderechista la despojó en la repartija de fierros del gabinete -ni Seguridad ni Defensa ni la AFI quedaron al mando de la tropa vicepresidencial-.

Jamoncito Jamoncito

En los días que siguieron a esas horas de máxima tensión, el gobierno de la antipolítica hizo política para desarmar la bomba y teatralizó una pax armada que funcionó como torniquete para que la sangre violeta no inundara un río interno libertario tan correntoso que, a seis meses de andar, ya produjo 47 bajas en el gabinete.

El 19 de marzo, la vice participó de la reunión de gabinete que se realizó en la Casa Rosada y hubo foto: Milei y Villarruel caminando abrazados y sonrientes por los pasillos de Balcarce 50. También, tuit y retuit.

Tres días después, la vicepresidenta rompió un prolongado silencio en una charla con el entrevistador oficial del Gobierno, Joni Viale, en la que juró fidelidad a Milei y, aunque asumió que las dos son "bravas", juró llevarse "bien" con la hermana todopoderosa, Karina del mismo apellido, más allá de la condición de mujeres "de carácter" que las une y las separa al mismo tiempo. "Pobre jamoncito", dijo y le dio carácter de embutido al primer mandatario.

La sangre violeta, efectivamente, no llegó al río, pero la relación de la vicepresidenta con su compañero de fórmula y con la guardia pretoriana del jefe de Estado sigue siendo un caldo hirviente de recelos, desconfianza y gestos discretos de hostilidad o, en el caso de Villarruel, de autonomía política que la convierte en una amenaza para un gobierno que juega a todo o nada y que comenzó a recibir advertencias sobre lo que es capaz de hacer la oposición, como ocurrió con la aprobación en Diputados, con los votos de una alianza multicolor, de un aumento de las jubilaciones.

Llamen a Victoria

Relegada en la repartija de poder institucional, convertida en blanco de los ejércitos de trolls que maneja el monje negro Santiago Caputo al servicio del Presidente y acusada de traidora por las usinas del mileísmo salvaje, Villarruel se convirtió en imprescindible cuando el recuento de votos convirtió al Senado en arenas movedizas para la ley ómnibus, piedra fundacional enjabonada del proyecto ultraderechista.

Como en aquella madrugada cinematográfica del 17 de julio de 2008, cuando la resolución 125 partió al Senado en dos bloques idénticos, este miércoles, al filo de la medianoche, el tablero de la cámara alta marcó un 36 a 36, con voto aclarado después de que el tablero marcara un desconcertante 37 a 35.

El pronóstico de tablas obligó a Milei a poner en punto muerto el avión que lo lleva a Europa para participar de la cumbre del G7 -como reveló Letra P, cuando llegue a Italia habrá completado tres vueltas y media al mundo en apenas seis meses-: si se iba antes, dejaba a la vice a cargo de la Presidencia, impedida de presidir la sesión y eventualmente, como finalmente debió hacer, de desempatar.

Villarruel no fue Cobos, su voto fue no negativo -dos veces, porque después del 36-36 de la votación en general vino un 35-35 en la pulseada por las facultades delegadas- y se convirtió en la heroína menos querida por la Casa Rosada. La sangre violeta sigue contenida, aunque no dejará de bullir.

 

 

* Para www.letrap.com.ar

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