La media huella kantiana de Santiago Caputo en la narrativa libertaria

OPINIÓN Juan Rezzano*
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"Valoramos a cada individuo como un fin en sí mismo", se lee en el comunicado que este miércoles publicó Javier Milei para criticar a Alberto Fernández y a las políticas de género del gobierno del Frente de Todos. ¿Y eso? La influencia de Immanuel Kant en Santiago Caputo, el cerebro detrás de la narrativa oficial.

Letra P no está en condiciones de afirmar ni de negar que el Presidente reciba inspiración del célebre pensador prusiano, autor de la también ilustre Critica de la razón pura, pero sabe que Caputo, el superasesor presidencial que tiene incidencia decisiva en la construcción del relato libertario, se autopercibe "medio kantiano".

Kant (1724-1806) es el referente principal del idealismo alemán, una corriente nacida a fines del siglo XVIII en el caldo hirviente de la Ilustración y la Revolución Francesa. En su pensamiento, que puede contraponerse al posterior materialismo marxista, abrevaron, después, altos representantes del liberalismo político.

La frase de Milei que puede vincularse con el pensamiento kantiano -aunque leído a medias, editado a conveniencia- le aporta un barniz teórico a la fuerte diatriba antikirchnerista que es eje del comunicado emitido por el Presidente después de que la ex primera dama Fabiola Yañez acusara formalmente a Alberto Fernández de someterla a violencia física y psicológica.

Escribió Milei con la mano de Caputo: "Siempre sostuvimos lo mismo y, como fuimos los únicos en denunciar esta estafa (NdR: se refiere a las políticas de género del gobierno anterior), todos ellos nos acusaron, sin ninguna prueba, de ser machistas, violentos y misóginos. Es decir, utilizaron esta problemática no solo para hacer negocios, sino también para hacer política. Las causas nobles en las que se embanderan como la igualdad de género, son una excusa para justificar sus negocios. Porque cuando vamos a los hechos, los de ellos siempre son buenos y los nuestros siempre son monstruos. No importa qué haga cada uno. Ellos pueden golpear, maltratar, violentar, robar y cualquier otra atrocidad pintados de verde y mostrándose como aliados. Mientras que nosotros, que valoramos a cada individuo como un fin en sí mismo, somos los que venimos a cortar derechos, somos los violentos, etc.".

Un Kant a medida de Javier Milei

Silvia Manzo es doctora en Filosofía, docente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) e investigadora del Conicet. Consultada por Letra P, explica que el pensador prusiano “sostiene que los seres humanos deben ser considerados como fines y nunca solamente como medios”, porque, “si se los considera solamente como medios, se los cosifica”.

“Los seres humanos –abunda- nos proponemos ciertos objetivos o fines, para los cuales usamos distintos instrumentos o medios. Esos medios pueden ser cosas, pero también pueden ser otras personas. Si mi objetivo es comer pan, uso un cuchillo para cortarlo. Si mi objetivo es curar mi dolor de muela, voy a la dentista. Pero, a diferencia del cuchillo, al que puedo descartar si deja de servirme, la dentista no es solamente un medio, sino una persona que tiene exactamente la misma dignidad que yo y su dignidad humana está absolutamente por encima de su condición de medio útil para otros”.

“Para Kant, todas las personas son, antes que nada, fines en sí mismas, y en esta concepción se basan los derechos humanos, que competen a todas las personas por igual”, agrega Manzo.

Con todo, advierte que, “si se parafrasea a Kant y se habla de ‘individuos’ como fines en sí mismos en un sentido individualista ultraliberal, se pierde de vista que en la reflexión kantiana también hay una idea de comunidad ética”, porque “para Kant no se trata de que cada persona procure su propio bien de manera egoísta, sin importar lo que les pase a las demás”.

En esa línea, reflexiona: “A las mujeres a las que ahora el Estado ya no las asiste con alojamiento y ayuda económica para salir del ámbito familiar en el que son víctimas de violencia, a las madres en situación de indigencia a las que el Estado hoy no asiste para alimentar a sus hijos en los comedores populares, ¿se las ‘valora’ como fines en sí mismas o se las ‘usa’ como medios para cumplir con las metas de ajuste fiscal? Ser ‘medio kantiano’ quizá quiera decir que una buena parte de la ética kantiana ha quedado afuera”.

No me cosifiquen, soy Javier Milei

La mesa chica del poder mileísta es chiquitísima: tiene tres patas. En la troika implacable que gobierna la interna libertaria hay lugar sólo para el Presidente, para su hermana Karina y para Santiago Caputo.

Hay quienes trazan un puente entre el enfant terrible del Gobierno y Vadim Baranov, el productor de reality shows que terminó convertido en el asesor más importante de Vladimir Putin, inspiración de El mago del kremlin, la novela política de Giuliano da Empoli que se lee como pan caliente en el círculo rojo de la política y sus conurbanos.

Exageraciones al margen, algo cierra en esa comparación. A pesar de su acceso privilegiado a la estrechísima zona núcleo de la confianza presidencial, Caputo no tiene cargo ni patria: no deja de ser un outsider en el reino del outsider que trabajó para todos hasta que terminó con Milei, convencido de que el economista exótico era la criatura perfecta para canalizar la rabia social antipolítica que quebró el sistema.

En un perfil maravilloso que escribió para la revista Anfibia, Melisa Molina dice que Caputo y su amigo/socio Ramiro Marra “hoy analizan que la clave no fue el personaje, sino ‘el concepto’: ‘Todos hablan de Milei, pero no importa él, podría haber sido otro. Baby Etchecopar, un periodista que putea a todos o Viviana Canosa, que se enojó con Milei porque se dio cuenta de que podría haber sido ella’, se los escucha repetir en sus entornos”.

El candidato, al final, era el proyecto, que trasciende a Javier Milei, degradado en su individualidad, cosificado como un mero medio descartable como un cuchillo -¿una motosierra?- que pierde su filo.

 

 

*Para www.letrap.com.ar

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