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La nueva vida del ladrón del siglo: el inminente cierre de su joyería y 455 dólares de jubilación

CIUDADANOS 01/09/2023 Rodolfo PALACIOS
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El hombre es feliz. El 4 de agosto cumplió 68 años rodeado de su familia en su pueblo natal. Puso en liquidación su negocio, un local custodiado con alarmas y cámaras monitoreadas. Sale a pasear con su esposa. Disfruta cuando tiene que llevar a su pequeño hijo a fútbol. Cobra una jubilación mínimca de 455 dólares.

Esta historia podría ser la de cualquier hombre feliz en cualquier lugar del mundo. Pero tiene una particularidad: es la historia del presente de Luis Mario Vitette Sellanes, el ladrón del siglo, uno de los líderes y protagonistas del histórico robo al banco Río de Acassuso, ocurrido el 13 de enero de 2006. La banda huyó con 15 millones de dólares y dejó en la bóveda un cartel con un mensaje: “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores”.

 
El 1° de septiembre no es un día más para Vitette, el por entonces llamado “hombre del traje gris” porque vestido de esa manera logró burlar a 300 policías y enfrentar al prestigioso negociador del Gupo Halcón, Miguel Sileo. Ese día de 2013, hace exactamente diez años, el ex ladrón llegó al aeropuerto de Montevideo y fue recibido como una celebridad. Luego se radicó en San José.

Se puede considerar un desterrado. Nunca podrá volver a la Argentina. Aquella vez lo expulsaron hacia Uruguay a través de la figura del “extrañamiento” de la Ley de Migraciones, que establece la expulsión del país de los presos extranjeros que hayan cumplido la mitad de sus condenas.

A una década de su destierro, Vitette le dice a Infobae: “En este tiempo pasé por todo. Fui absuelto de diez denuncias del Gobierno uruguayo por apología del delito. Derroté a los periodistas que apostaban que yo iba a caer rápido o que iba a volver a las dos semanas ilegalmente a Buenos Aires para delinquir. Estos diez años también sirven para demostrar que estaban todos equivocados. Sigo firme en este camino, el de la vida feliz, el de la resinserción en la sociedad. Una vez pedí permiso para presentar mi libro en la Argentina pero el testarudo del juez dijo que no aunque violó la ley de Migraciones para retenerme, porque claramente dice que se dará por cumplido el extrañamiento o expulsión con el cumplimiento de la pena, pero él suspendió ese cumplimiento. Soy rehén de la Justicia. Pero que dios los ayude. Yo sigo enamorado de mi esposa, feliz por mi hijo y escribiendo mi segundo libro que no será editado por Planeta”.

Antes del viaje de la expulsión, decía: “Esta mañana he estado peleando con muchos periodistas. Todos quieren viajar en el barquito conmigo, pero no quieren poner ni un centavo. Insisten al pepe. Cuando les pido 25 mil dólares a propósito, para espantarlos, me dicen: pero la televisión argentina no paga eso. Entonces me iré solo, con mi abogado (Diego Storto), y voy a cometer un plasticidio: voy a pelar la tarjeta de crédito y comprar perfumes y whisky en el Free Shop”.

-La Argentina fue su segundo país. ¿Va a extrañar no poder volver?

- ¡Sí! Voy a estar preocupadísimo. Sobre todo voy a pensar en eso cuando coma un chocolate en rama en Berna, la ciudad que amaba Borges, o baile bajo las estrellas en Río de Janeiro.

- ¿Qué va a extrañar de Buenos Aires?

-Antes hubiese dicho que las mujeres, el teatro, la noche. Pero cambié.

-Pero en twitter y Facebook muchas mujeres dicen que lo admiran, le dedican poemas, lo quieren ver en Punta del Este con una sunga colorida…

-Antes tenía una cupé para llevar a las chicas, pero los tiempos cambian: ahora quiero comprarme una camioneta con siete asientos para llevar a mis nietos. No es tiempo de mujeres, por ahora. Uno nunca sabe. Además seguiré escribiendo canciones. De hecho, soy el único ladrón del mundo que tiene una banda.

- ¿Va a robar bancos de Europa ahora?

-Ni mamado. Voy a disfrutar la vida. Hasta me han invitado de Europa para dar notas. Y un canal uruguayo ofrece un platal por una exclusiva. Los que son ratas son los periodistas argentinos. Nadie quiere poner la platita. Se la pierden.

-¿Para qué quiere plata? Ya tiene la que robó en el banco…

-No tengo nada, es puro cuento. Los engañé. Inventé un personaje que compraron todos. Ya es tarde para deshacerlo. El hombre del traje gris entró en la historia. Y en poco tiempo se va a esfumar.

“Por nada del mundo cambio mi vida de ladrón bon vivant porteño por la dicha de haber formado otra familia en mi país, además de mis otros hijos de un matrimonio anterior. Llevo todos los días a Luccianito a la escuela, además se luce jugando a la pelota, y mi compañera Elicet continúa con el Profesorado de Literatura. Por mi taller pasa gente a pedirme autógrafos, a sacarse fotos conmigo. También aparecen simpatizantes de equipos de fútbol a dejarme presentes. Me trajeron una original de Huracán y la oficial firmada los amigos de la 12. También tengo la 10 de Bochini que me regaló un amigo de Independiente. La de Talleres de Córdoba, la de Racing que usó el Cholo Simeone. Tengo saludos de Andrés Calamaro, que se fotografió con mi libro, saludos de cumpleaños del Flaco Juan María Traverso, 15 veces campeón, y del batidor de récords en off shore Alberto El Loco Pérsico”, enumera quien aparece personificado por Guillermo Francella en la exitosa película El robo del siglo y dando su testimonio en un documental de Netflix.

La última imagen con la que se quedó la cara y la voz del robo del siglo de Buenos Aires fue la de ir esposado en el piso de la camioneta que lo trasladó al aeropuerto Jorge Newbery. “Me quejé por tanto maltrato y me dijeron: te estamos cobrando los viáticos. En ese momento no sentía nostalgia ni alivio. Sólo que se estaba haciendo Justicia. Que había podido torcerle el brazo a la injusticia. Pese a que un juez tibio dejó mi condena abierta y jamás podré volver a Buenos Aires ni siquiera para que mi esposa y mi hijo la conozcan”, dice Vitette.

Es que en Uruguay se enamoró, se casó, tuvo un hijo y nunca más quiso saber nada con el delito.

Pocos días después de su expulsión, protagonizó un paso de comedia en la entrevista telefónica que le dio al periodista Eduardo Feinmann, de C5N. Fiel a su discurso de mano dura -que le lleva a decir “uno menos” cuando mataron a un delincuente-, el conductor se mostró indignado con los dichos de Vitette. “Estoy libre porque triunfó la aplicación de la ley. Me gustaría contarle que estamos en un Estado de Derecho y que la ley se cumple. Un triste ladrón le hizo el totó al Poder Judicial. ¿Por qué no se la agarran con los legisladores que votan esas leyes? Fabrican leyes que promueven el narcotráfico y largan a gente mala como yo. Los legisladores que vos votás, Eduardito. A mí no me podés manipular”, lo desafió. Luego le mandó por Twitter una foto de la playa donde descansaba.

Tiempo después reapareció en una entrevista con la revista Crisis. En esa nota, el periodista Raúl López le preguntó qué pensaba de la propiedad privada.

-¡Cuando me robaron a mí no sabe cómo me dolió! Robar está muy mal, es contrario a mi grey católica. Robar es un pecado. A la sociedad a veces la critico porque me dicen “qué podemos hacer con los pibitos” y les digo que no deleguen en mí una responsabilidad que es de ustedes. A mí me segregaron por mi mal comportamiento, así que no es una crítica, pero no me pongan en la responsabilidad de decir qué hacer. Empecemos por la educación, que es la responsabilidad de ustedes. Soy crítico pero sin odio a la sociedad, si los códigos dicen que fui separado por mi inconducta. Quiero volver a reinsertarme, a ser Luis Mario, jugar con mi nieto, llevarlo a la escuela, ir a la playa y meter las patas en el agua… ¡qué guarango suena “las patas en el agua”!

En esos primeros días en Uruguay hasta se peleó con el ministro del Interior.

¿Podrá el ladrón del siglo volver alguna vez a la Argentina?
Responde Gastón Otero, abogado recibido en la UBA, especialista en Derecho Penal y amigo del ladrón del siglo. “Respecto de las sanciones del extrañamiento caben realizar varias consideraciones. Para empezar, hay que admitir que encuadra en políticas migratorias que resultan regresivas en relación al reconocimiento que nuestro país ha realizado en materia de derechos humanos. Tanto el art. 1°de la Ley 24660 de ejecución de la pena privativa de la libertad, como la propia Constitución Nacional, definen el fin de la pena como vehículo para la reinserción social del individuo. Es por ello que cualquier pena de carácter perpetuo resulta inconstitucional. El análisis de esta normativa se enlaza necesariamente con el artículo 10, apartado 3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y apartado 6 de la convención Americana de Derechos Humanos”, analiza.

También afirma que Vitette tiene un arraigo muy marcado que lo une a Buenos Aires. “Vivió muchos años aquí, y tiene familia y amigos. La sancion tan punitivista, en su caso, resulta contraria al derecho de reunificacion familiar, contemplado en la Constitución Nacional y tratados internacionales de derechos humanos, receptados por el art. 75 inc 22 párrafo 2, y en la propia Ley 25.871 en su artículo 3, inciso D. No obstante resultar lesiva de los principios legales fundamentales citados, se podría analizar además desde la garantía también constitucional del ‘non bis in ídem’, teniendo en cuenta que determina una doble persecución penal: no sólo se condenó a Vitette con la pena privativa de la libertad, sino que al agotarse ésta, también se le prohibió de modo permanente su regreso al país. En síntesis, el derecho administrativo con la figura del extrañamiento se arroga la facultad de imponer penas más graves que el propio derecho penal -que debiera ser de última ratio-, infligiendo una sanción más dura que la privación de la libertad ambulatoria: la del destierro”.

En su presente, lejos del delito, Vitette se siente feliz con su esposa Elicette y su hijo Luccianito. Hasta ella se enoja cuando habla de su pasado delincuencial. Dice que no la enamoró Marito, el personaje burlón y desafiante que habla con los medios, sino Luis, el hombre que convive con ella y tiene un perfil más bajo.

Él considera que el delincuente tiene una mala vida y no puede tener familia. Si tiene familia, tiene que cambiar de oficio. “El delincuente, sobre todo el ladrón, como he sido yo, que he dejado mi vida en prisión. ¿Para qué querés a tu familia sufriendo contigo? Que tiene que ir a visitarte, recorrer los juzgados. El ladrón no puede tener familia, así que repito por si no quedó claro, la familia del ladrón es sagrada. Puede ser una prostituta, una adicta, vender papelitos, lo que sea, es la familia del ladrón”.

Hasta su joyería “Verde Esmeralda”, donde tiene un aceitado sistema de seguridad, al igual que su casa (cámaras, alarmas, sensores), será parte del pasado. “Estoy liquidando todo, ya estoy para jubilarme. Me retiré del delito, ahora me retiro de la vida laboral decente. Y soy un ejemplo de reinserción en la sociedad”. Eso dice ahora el ex escruchante, ladrón de joyerías y de bancos, que se define como padre de familia, futuro ex joyero, relojero y experto en redes sociales y escritor. Su libro El ladrón del siglo fue best seller y será llevado al cine.

“Hasta el ego se me está diluyendo”, dice. Ya no necesita tanto protagonismo. Logró ser el ladrón de la Argentina más famoso. Tiene 32 mil seguidores en Twitter, dos cuentas de Facebook “estalladas”, como dice él, una cuenta de Instagram que maneja su esposa, y asegura haber dado más de 150 entrevistas. Enumera a la CNN en español, a la revista Society de París, a El País de España, a la cadena rusa Sputnik, entre otros medios. “Hasta de China me llamaron”, dice.

Jura que jamás volverá a robar. “Hice sufrir y sufrí”. Y muestra una imagen de su hijo Lucciano, en la que aparece sentado en el primer grado de la misma escuela donde él pasó parte de su infancia. “Hasta le tocó el aula a la que iba yo, pero hace 60 años”, dice. Compara esa foto con una suya de niño, en el mismo lugar. El parecido es notable. Tienen la misma sonrisa.

Ante cámaras, o rodeado por 300 policías y negociando con el Grupo Halcón, puede aparecer desafiante, altanero, o con el disfraz del personaje invencible en el mano a mano al que él llama Marito. Pero cuando algo lo conmueve, todo eso se cae como una máscara floja. Llora y se toca la cruz que lleva en el pecho. Su deseo, aunque no lo desvela, sería volver por unas horas a Buenos Aires con su familia. Sin armas ni rencores.

Fuente: Infobae

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