La hidrovía y el síndrome de la lapicera

La lapicera de Alberto
Fernández fue el primero que avanzó con la idea, finalmente frustrada, de crear una sociedad del Estado con las provincias y Nación para administrar la hidrovía bajo el fundamento de federalizarla. Similar al esquema del decreto en cuestión, pero la firma no llega y aparece aquel pedido de Cristina Fernández y otros dirigentes de que use, de una vez por todas, la lapicera. Mientras, se hace fuerza desde el ministerio, puntualmente desde la subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, y de AGP, que han logrado una comunión estratégica en los últimos meses. Algunos movimientos producto de este acercamiento fueron clave para darle dinámica a la operatividad y también encaminar una mirada política.

La eyección de Leonardo Cabrera de la subsecretaría y su reemplazo por Patricio Hogan del Frente Renovador, que antes era el dos de la AGP, dinamizó el trabajo y hasta la estrategia común. Por Hogan ingresó el santafesino Tomás Vernet, riñón de Giuliano. La línea de Sergio Massa pisa fuerte en el área ministerial y logra buena sintonía también con el interventor Beni, cuadro del nestorismo de larga trayectoria.

El massismo también logró ramificar en el ente mencionado por más que aún no termine de hacer pie y hasta le hayan sacado funciones. En la semana se sumó al consejo directivo el rosarino Juan Gabriel Soriano, excoordinador de las provincias de la región centro en la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT). Giuliano se asegura un hombre de confianza en el ente.

El otro movimiento en el Ente de Control y Gestión de la vía navegable fue, nada más y nada menos, que en la presidencia. Después de un año, el presidente reemplazó con Abel De Manuele al saltarín Ariel Sujarchuk, quien había sido reemplazado interinamente luego de su salto a la secretaría de Economía del Conocimiento, la cual ya abandonó para volver a la intendencia de Escobar.

Ha sido sugestiva la designación de De Manuele luego del anuncio de la licitación para la obra de dragado --profundización y ensanche- del Canal Magdalena, un proyecto que choca de lleno con el sector agroexportador asentado en la ribera santafesina. Por eso Fernández, y antes de que los gobernadores, especialmente Omar Perotti, zapateen, llenó este casillero, que justamente el santafesino abrazó.

Sin embargo, terminó siendo evidente que esa designación fue una suerte de premio consuelo que no conforma a nadie y por eso piden definiciones (llámese la firma del decreto) para el futuro de la concesión. De Manuele asume formalmente con la tarea de preparar una licitación internacional para un operador privado sabiendo dos cosas: que el tiempo no le da y que está el decreto que cambia esa tarea sobre la mesa de Fernández.