Perotti da por perdida la próxima elección

Por debajo de la indicación del gobernador Omar Perotti a Celia Arena y Claudio Brilloni para que convoquen a los precandidatos a gobernador con el propósito de delinear acuerdos en seguridad subyace la hipótesis, muy plausible, de que el PJ perderá la provincia que tardó doce años en reconquistar.

Cuatro años después de ganar las elecciones con la bandera la paz y el orden, Perotti busca la mano de una oposición envalentonada y que apuesta a la memoria social de corto plazo en un área en el que probó con todos los manuales —de la conducción a latigazos de Sain al autogobierno policial de Rimoldi, pasando por el muñequeo de Lagna— y la curva de homicidios sólo dibujó una trayectoria ascendente.
El llamado al arco político santafesino se da en un clima enrarecido por la circulación de audios que alertan sobre un “toque de queda narco” en el barrio La Cerámica, una de las zonas más castigadas por los homicidios.
Más allá de que se trate de fake news, el problema es que usan como plataforma el miedo de una sociedad extenuada. Como sucede con la dolarización como pócima mágica contra la inflación, cada vez más personas ven con simpatía el modelo del salvadoreño Nayib Bukele, que en el mejor de los casos podrá garantizar una paz momentánea pero generará una olla de presión que más temprano que tarde estallará por los aires.

Esos discursos, que empiezan a ser explotados por sectores de la dirigencia política local, ganan legitimidad a medida que se suceden hechos como los que tuvieron como víctimas a Lorenzo Jimi Altamirano, Mauro Villamil y Nelson Vera, jóvenes ajenos a la disputa por el territorio que protagonizan bandas rústicas pero con alto poder de fuego.

El mensaje que decodifica la población es que a cualquiera le puede tocar, en cualquier momento y en cualquier lugar de la ciudad. Y que la política no tiene la capacidad para evitarlo.

En este marco, en la alianza que nuclea a radicales, socialistas, amarillos, javkinistas y otros partidos creen que la convocatoria del gobernador, aún sin fecha, es un clinch, el abrazo de un boxeador a otro para ganar tiempo y aire a la espera de la campanada final.

Sin embargo, la inminencia de las elecciones y el malestar de una ciudadanía con tolerancia cero a las peleas entre políticos desaconsejan vaciar la reunión con el gobierno.

Eso no significa que los principales precandidatos a gobernador asistan: probablemente envíen a sus vice, referentes de sus espacios o potenciales ministros de Seguridad, con la idea de que compartir foto con el gobernador o sus funcionarios suma poco o nada —más bien lo contrario— en Rosario, donde vive más de un tercio del electorado y los niveles de aprobación de gestión están en su peor momento desde diciembre de 2019.

Además, el peronismo santafesino atraviesa su propia reorganización del liderazgo, con resultado todavía incierto.

Perotti se llevó de la negociación lo que más le importaba —la lista de diputados casi completa—, también consiguió un candidato como Marcelo Lewandowski que aporta volumen electoral a su espacio y además sus rivales internos van divididos. Sin embargo, la foto del cierre de listas muestra a un gobernador que no pudo imponer a su delfín, que sólo conduce a un sector del peronismo y que no supo, no pudo o no quiso contener al resto de los espacios.

Fuera del esquema del gobernador, Marcos Cleri, Leandro Busatto y Eduardo Toniolli pelean por el segundo puesto en la interna y por quién queda en el próximo ciclo como la principal referencia del electorado peronista que se ubica del centro a la izquierda.

Con estos dirigentes lejos, en principio, de la discusión por el liderazgo mayor, el principal desafiante a Perotti en un peronismo que se prepara para volver a ser oposición es el propio Lewandowski. Otro que podría ocupar ese papel, siempre y cuando encabece el triunfo en Rosario que al peronismo se le viene escapando desde hace cinco décadas, es Roberto Sukerman.

 


A nivel nacional, el peronismo transita su propio camino hacia lo desconocido, con una Cristina que ya no sabe cómo decir que no será candidata, para lamento de la feligresía que la ama y la dirigencia que la necesita.

Sin resignar protagonismo, Cristina parece leer que el escenario de tercios que tiene el peronismo por delante puede dejarlo tercero y fuera del balotaje o ante una segunda vuelta en la que puede abrirse una rendija para ganar, pese a la aceleración inflacionaria que carcome los ingresos de su propia base.

En un armisticio tardío con Alberto Fernández después de una interna que socavó los pilares del Frente de Todos, la dos veces presidenta observa que a diferencia de hace cuatro años hoy importa más el piso electoral que el techo.

Eso puede significar que la vice cree que alcanza con una figura que retenga el núcleo duro kirchnerista —como Axel Kicillof, que explora cómo desacoplar las elecciones bonaerenses para no estar atado a una eventual fórmula presidencial— o bien que se necesita alguien que pueda aportar votos más allá de los identificados con Néstor y Cristina.

El elogio por default a Sergio Massa y el llamado a que “los hijos de la generación diezmada tomen la posta” podrían sugerir que Cristina piensa en un esquema con los ministros de Economía e Interior para ir en busca de un balotaje a la francesa con un Javier Milei que se mueve más como un profeta del libre mercado que como un candidato con aspiraciones de llegar al poder.

Se verá si Cristina da una nueva señal en el acto del 25 de mayo, cuando se cumplirán 20 años de la llegada del kirchnerismo al poder. El problema para la vicepresidenta y los suyos es que en caso de llegar a una eventual segunda vuelta con Milei necesitan de votantes de Juntos por el Cambio —presumiblemente, desencantados con Macri primero, y con Fernández después— y también de parte de la juventud para la cual el kirchnerismo no representa una edad de oro perdida sino otra cara de la casta. Un segmento de esa juventud, los que tienen 16 y 17 años, podrá votar cargos locales en Santa Fe por una resolución del tribunal electoral.

En tanto, la misma crisis de representación que engorda la intención de voto de Milei —para curiosidad, fascinación y cierto temor del círculo cojo— mueve a la dirigencia a echar mano a personas de afuera de la política para refrescar la oferta electoral.

La apelación en Santa Fe a cumbieros, empresarios, ex futbolistas y —sobre todo— periodistas apunta a incorporar personas ya conocidas, que no requieren de gastar tiempo ni dinero para instalarlas, y ya tienen un vínculo con un sector del electorado.

El riesgo es caer en un círculo vicioso: incapaz de responder a las demandas sociales, la política recurre a los outsiders, que al carecer de experiencia o herramientas para dar soluciones profundizan la bronca con la política, a la que sólo le queda rascar la olla.

Por otro carril transita hacia el 2027 Franco Bartolacci, reelecto en la UNR con el 85% de los votos. Con una base de poder consolidada, el aliado de Pablo Javkin tendrá recursos y tiempo para planificar su salto a la política. Aquí podrían aparecer tensiones con el intendente, según cómo se arme el mapa del poder en la ciudad y los objetivos de ambos grupos dentro de cuatro años.

Con información de La Capital, sobre una nota de Mariano D'Arrigo