El “Plan B” de Javier Milei ya está en marcha e incluye al dólar
La eliminación de las trabas para comprar dólares –el cepo- y de los tipos de cambio diferenciales -el blend que se ofrece a exportadores o el que nutre el cotizado Impuesto PAIS para acceder al mercado único de cambios e importar mercadería- quizás no sean operaciones tan cercanas en el tiempo como lo quisieron hacer ver allegados al Gobierno, esos mismos que festejaron el staff report del Fondo Monetario Internacional (FMI) la semana pasada y el giro de US$4700 millones.
Más allá de lo que algunos quisieron hacer entender, el organismo de crédito internacional fue más que contundente. “El Fondo no aboga por una rápida eliminación de los controles de capital, sino más bien que esto se haga gradualmente, y sólo cuando las condiciones lo permitan y se aborden los desequilibrios”, se escribió en el apartado 37 del reporte del staff que aprobó el directorio del Fondo. Con rojo fiscal, emisión monetaria y sin reservas internacionales, se trata de una misión imposible aún.
En el Ministerio de Economía que conduce Luis Caputo confirman esa versión. No hay ninguna presión, no hay fecha, no hay tampoco una imposición. “Cuando estén dadas las condiciones. Nos tienen tremenda confianza”, cuentan en el quinto piso del Palacio de Hacienda.
Si bien las reservas netas del Banco Central (BCRA) se fueron recuperando, siguen siendo negativas en casi US$6000 millones y las compras se acompasaron por la mayor demanda por el flujo de importaciones. Febrero suele ser un desierto de divisas a traspasar hasta la cosecha gruesa. Los productores miran el impacto del calor; los exportadores de granos critican la incertidumbre cambiaria.
Con cepo, los pesos –deudas e ingresos- se licuan más fácilmente, con menores presiones en los tipos de cambio libres, y el ajuste fiscal será mayor por inflación, que se mantendrá muy elevada, por lo menos, hasta el mes que viene. No es un dato menor sin el paquete fiscal en la ley ómnibus.
“Esta es la caída en consumo por caída de ingresos”, posteó en X (ex Twitter) Carlos Rodríguez, quien alguna vez fuera asesor de Javier Milei. El gráfico al que hace referencia en su comentario muestra la caída, según CAME, de las ventas minoristas en enero: la retracción fue de 6% mensual y 28,5% anual.
“Falta que se anuncie la caída en producción por falta de insumos básicos y repuestos por control de importaciones para acumular reservas con nueva deuda del BCRA [Banco Central] y manteniendo el dólar con cepo. La caída en consumo y producción se reflejará en una reducción en recaudación, para lo cual se pedirán mayores impuestos por un ratito. Yo ya no tengo propuestas para arreglar la macro. Para mí, solo queda seguir con lo que queda del ajuste estructural. La vida, el cepo, la deuda y los impuestos continúan”, criticó el economista.
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, dejó trascender que hay un plan de contingencia ya funcionando. “Te mueves donde tienes más consenso”, dijo la búlgara, según el Financial Times, sobre los cambios a la Ley de Bases. “Examinamos las consecuencias de esta decisión sobre los objetivos apropiados y quedamos satisfechos de que hay un plan de contingencia en marcha”, sorprendió. Hablaba de los objetivos fiscales con el Fondo y las consecuencias de retirar el paquete fiscal de la ley.
Cerca del despacho del ministro Caputo cuentan que una de esas medidas de “contingencia”–aplicada la semana pasada bajo el radar, cuando el Congreso y la calle hervían con la militancia trotskista y kirchnerista- para ir llevando el déficit financiero a cero este año afectará a los automovilistas. Se trata de la actualización de los impuestos a los combustibles, que sumará -indicaron- 0,5 puntos del producto bruto interno (PBI) por lo menos. Algunos creen que incluso podría llegar al 0,8 puntos de 2021. Es lo mismo -o más- que lo que busca ahorrarse el Gobierno con la quita de subsidios a las tarifas de luz y gas este año.
La actualización de ese impuesto venía siendo postergada desde el tercer trimestre de 2021. Desde este mes, el Gobierno armó un cronograma que afectará a cada litro de nafta que se cargue en el auto. La actualización, dicen en Hacienda, tendría que haber sumado $104 por litro al valor actual de la nafta, que casi se triplicó en tres meses. Tras un decreto, se hará en tres tramos: $37 en febrero, $33 en marzo y $34 en abril. La suba de $70 correspondiente al cuarto trimestre de 2023 se posterga de marzo a mayo.
Sin paquete fiscal, además, el Gobierno ya ajustó los cinturones de los gobernadores. “Las transferencias nacionales discrecionales enviadas a provincias y CABA cayeron un 98% interanual real en enero de 2024, lo que implica una virtual desaparición de fondos”, contó Nadín Argañaraz, director del Iaraf, la semana pasada en un informe enviado a los medios. Días atrás, el Gobierno congeló en enero los aumentos de sueldos de los empleados estatales: a través de la decisión administrativa 28/24 del 1° de febrero estableció que sus paritarias estarán enmarcadas en el presupuesto 2023, fuertemente desactualizado por inflación.
Además, el economista Matías Surt estimó que la fórmula de Martín Guzmán para la actualización jubilatoria -la que aún rige la movilidad- puede ser incluso más conveniente para el Gobierno que la discrecionalidad que reclamaba en el paquete fiscal que se eliminó. El experto considera que con la actual fórmula –atada a salarios y recaudación con rezago en un marco de alta inflación y recesión-, Caputo puede bajar gastos por 1% del PBI. Con su fórmula, esperaba ajustar un 0,4%.
Poco queda entonces en la ley ómnibus que interese a Economía a la hora de bajar más de cinco puntos del PBI y lograr el equilibrio financiero. Quizás las privatizaciones, los cambios en la posibilidad de tomar deuda en dólares o las modificaciones para el Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Lo más relevante, en rigor, es la aclaración de que el Impuesto PAÍS está vigente durante este año. El futuro de este gravamen fue uno de los temas más peloteados durante las negociaciones de transición entre el equipo de Caputo y el del saliente ex ministro de Economía, Sergio Massa, en diciembre.
No por nada la disputa con los gobernadores gira alrededor de este impuesto “transitorio”. En enero, sumó casi $470.000 millones, un 6% del total de la recaudación. Un poco menos que las retenciones a las exportaciones (8%). Los libertarios creen que este impuesto caerá cuanto antes, pero es probable que el Gobierno lo extienda lo máximo posible para cumplir con el Fondo. Compartirlo es complicar la meta de equilibrio con el organismo. La unificación cambiaria, como propugnan los libertarios, no eliminará de hecho el impuesto. “La unificación por sí sola no elimina el Impuesto PAIS. Hasta podés unificar [el tipo de cambio] y que te quede un Impuesto PAIS que siga encareciendo el tipo de cambio oficial. Andá a sacárselo a los gobernadores entonces”, esgrimió un técnico que conoce de cerca los números fiscales.
El dólar y la inflación
El tema del verano se mantiene inamovible: se trata del tango que bailan el dólar y la inflación. Un clásico argentino. ¿Puede mantenerse el crawling peg [microdevaluaciones mensuales] al 2% con una suba de precios corriendo al 20% mensual? ¿hasta dónde puede atrasarse sin frenar la acumulación de reservas? Es otra meta fijada con el FMI: hay que sumar US$10.000 millones este año.
Según el economista Salvador Vitelli, teniendo en cuenta la proyección de inflación del REM y el 2% de devaluación mensual, el tipo de cambio oficial actual equivale a uno de $509. A este ritmo, en mayo llegaría a $476. “No sé cuándo lo tocarán, pero 2% no es sostenible”, dijo un colega suyo.
En el equipo económico hacen, por ahora, caso omiso a ese tradicional baile que suele seguir de cerca el mercado . Por el lado de la inflación, aseguran allí, que viene mejor que las predicciones que hacía el mercado tiempo atrás. Allí se esperaba un 30% en diciembre; otro 30%, en enero y un 20% para febrero. En Economía creen que el primer mes del año cerró en 20%, un nivel aún muy alto. “Habrá que ver qué pasa en febrero. Pero la últimas de enero se pinchó”, contó un importante funcionario. El impacto del bolsillo.
Tanto Domingo Cavallo como en el Ieral creen que las actualizaciones de los contratos a 30 días (salarios, jubilaciones, alquileres, entre otros) tienen que producirse prácticamente “online”, con el menor rezago posible. Esto es clave para poder comenzar a establecer contratos por inflación esperada y no por la presente o pasada. Para eso se requieren “anclas múltiples” que puedan amarrar expectativas.
En el equipo económico tampoco confirman que la “recalibración” de la que habla el Fondo en el staff report implique sí o sí un cambio en el ritmo de micro devaluaciones que se hacen mensualmente. Se refieren, dicen más bien, a que la política cambiaria y monetaria actual son las “adecuadas” para una transición entre regímenes. Y, a medida que se avanza de una salida a un set de políticas de largo plazo, se debe recalibrar en respuesta a las circunstancias. Traducción: flexibilidad de adaptación en la transición.
Con relación al tango, explican que hay espacio. El dólar saltó 100% el 12 de diciembre y la inflación, desde allí, estuvo alrededor de 20% mensual. Es el colchón generado con el overshooting.
Se suman otras miradas. El “atraso cambiario” hay que ponderarlo vinculado a otras condiciones. Con el gobierno anterior existía, pero sin corregir precios relativos o profundizando distorsiones. Actualmente, el gobierno de Milei hizo saltar el dólar modificando eso. Además, a fin de 2024, el tipo de cambio real presentaría un nivel aún superior al registrado desde mediados de 2016 y hasta inicios de 2018.
Por último, pese a que haya una apreciación real del tipo de cambio, con distorsiones y desequilibrios en camino a arreglarse, se puede aspirar a que la competitividad sea estructural, en base a reformas, y no en base a una nueva devaluación que vuelva a acelerar la nominalidad de la economía y la caída de los ingresos de los argentinos.
Sin embargo, esta nueva nominalidad que adquirió la economía tras la devaluación es la que actualmente beneficia al Gobierno atado, por ahora, al cepo y camino a la eliminación del financiamiento del déficit –vía emisión- y con menor endeudamiento en el sector privado. “No hay que perder de vista cuánto cuestan las cosas en tu vida cuando las convertís a dólares y cuando las comparás con otros países. Seguramente esa comparación muestre que los precios se pueden mover tranquilamente cerca de un 60%-100% en dólares. Lo que implica que la inflación puede ser mayor a la devaluación en ese rango”, confían.
Se verá si este combo convence al mercado o, fundamentalmente, a las cerealeras (las que amarrocan los dólares). Con relación a estas últimas, cuentan en el sector que, al momento, el productor vende lo mínimo que tiene: el 1% de la soja, el 3,5% del maíz, el 25% del trigo y cebada, y muy poco del girasol. “La única razón por la que el productor no vende nada, es por la incertidumbre en el tipo de cambio oficial contra el blend [20% al CCL y 80% en el MULC]. Hoy, no tenemos visibilidad ni certidumbre sobre cuál va a ser el escenario [cambiario] para la cosecha”, cuentan. Todo se opera actualmente en el spot.
El Gobierno se comprometió con el FMI a eliminar ese tipo de cambio diferencial en junio próximo. Si la brecha se mantiene en el 55%, el salto del dólar en el mercado de cambio oficial para compensar el 20% que deja de liquidarse por el CCL sería del 12%. “La época del año para hacer ese empalme no es la mejor, ya que quedaría bastante cosecha por vender. Ni hablar si la brecha es mayor. El Rofex te va a capturar todas esas expectativas”, le dijo un economista a otro esta semana.
El mayor desafío para el Gobierno sigue siendo el social y, detrás de ese, el político. Más allá de la devaluación, la altísima inflación, la caída de ingresos, y las escaramuzas de dirigentes opositores en la calle y el Congreso, la aprobación del Gobierno se mantiene. A casi dos meses de haber inaugurado su gestión, el gobierno de Milei cosecha una aprobación del 47% y una desaprobación del 50%, según una encuesta de D’Alessio Irol/Berensztein de este mes. Esto implica una caída de solo tres puntos en la aprobación y un alza de seis en la desaprobación con relación a diciembre de 2023. Si bien son noticias auspiciosas para un Gobierno que vendió ajuste y shock, el Presidente sabe que la manta es corta en un país con más de 40% de pobres y caídas de sueldos desde 2017. No por nada anunció hoy pomposamente que “estamos saliendo”.
Por Francisco Jueguen para La Nación