OPINIÓN Claudio Jacquelin*

Javier Milei estrena una nueva coreografía

En el Gobierno saben que la firma del Pacto de Mayo tiene a esta altura más de puesta en escena simbólica que de acta fundacional de la nueva Argentina, con efectos concreto y duraderos. Pero nada de eso le resta significación ni importancia. Sobre todo, a los ojos del Presidente y de los responsables del aparato de comunicación libertario. 

El acto de este lunes por la noche en Tucumán servirá para la presentación oficial de la nueva coreografía con la que Javier Milei pretende lanzar el gobierno libertario 2.0, después de seis meses complejos, en los que alternó algunos logros (menos que los soñados por el Presidente) y varios tropiezos (más que los previstos por el oficialismo).

La ecuación se invierte en el balance de los opositores más furiosos, que no imaginaban tantas desmentidas en los hechos a sus pronósticos más agoreros. En ambos bandos padecen los efectos de la profetización precoz. La realidad suele ser más modesta.

El evento tendrá la pompa pero no las doradas circunstancias que imaginó Milei cuando lo anunció hace ya cuatro meses, con la pretensión de concretarlo el 25 de mayo, en Córdoba, con la mayoría de los actores políticos y los factores de poder sometidos a su imperio y a la letra indeleble de sus Diez Mandamientos fundacionales.

En lo político, en lo económico y en lo social, este tiempo es mucho más desafiante para el Gobierno que lo que se proponían y soñaban el Presidente y sus principales colaboradores.

La nueva coreografía del poder mileísta y el libreto final de su ópera prima es hoy bastante menos maximalista que lo que se presumía y lo que anunciaba el jefe del Estado con sus rugidos ante la Asamblea Legislativa. También ha debido hacer en estos meses iniciales cambios profundos en el elenco, que para el estreno contará con la última incorporación rutilante (o explosiva, el tiempo lo dirá) del flamante ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger.

Su sola presencia, su rígida trayectoria y sus férreos propósitos sirven para atenuar la imagen de pragmatismo al que se ha visto obligado el Gobierno, pero este es un hecho imposible de disimular. La duda es cómo ser resolverá esa disonancia

Lo que era un inmodificable contrato de adhesión de origen sufrió modificaciones con el paso del tiempo por imperio de las circunstancias y las restricciones de la realidad que Milei fue descubriendo (a su pesar) con el paso de los días en la Presidencia, vividos más desde la Residencia de Olivos que desde la Casa Rosada.

Los últimos dos meses y, en particular, la semana previa a la firma del “Acta de Mayo” ofrecen ejemplos acabados de una flexibilización en los hechos que la rigidez narrativa libertaria impedía imaginar y siempre procura disimular, a riesgo demasiadas veces de llegar hasta a conflictos diplomáticos con los jefes de gobierno de los países más relevantes para la Argentina.

Es lo que está ocurriendo con Brasil, cuyo vínculo pende de un hilo después de la presencia de Milei al lado de Jair Bolsonaro y la consecuente ausencia en la cumbre de presidentes del Mercosur para evitar a su par Lula da Silva, convertido en enemigo. A juzgar por los antecedentes, este domingo el Presidente jugó al límite pero evitó traspasarlo. ¿Como parte de esta etapa de realismo? Habrá que ver si alcanza.

En ese vaivén constante entre las rupturas ruidosas y las reparaciones precarias, la precuela del pragmatismo mileísta encuentra un punto de arranque con la salida de la Jefatura de Gabinete del aislacionista Nicolás Posse y su reemplazo por el dialoguista Guillermo Francos. Se le deben a su oficio y a la plasticidad que debió adoptar Milei el hecho de haber podido llegar a este acontecimiento.

Las concesiones hechas para lograr, finalmente, la sanción de la Ley Bases, así como la cesión de algunos recursos y obras públicas a las provincias de los gobernadores amigables, se suman a los puntos reformados a la redacción original del “Acta de Mayo”.

La incorporación de la educación como punto cuarto del decálogo, así como la reformulación del punto sexto, en el que se postula la reforma de la ley de coparticipación, “para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual que padecen las provincias”, exponen el cambio en la relación de fuerzas de estos meses.

La reacción masiva que desató el recorte de los fondos a las universidades públicas nacionales fue uno de los golpes más duros que recibió el Gobierno en su relación con la sociedad y no pudo disimular el impacto. Aunque el capítulo cuarto de los diez mandamientos libertarios se limite a la educación primaria y secundaria, no puede desvincularse de aquella manifestación de cientos de miles de personas en las principales ciudades del país.

El reconocimiento del “padecimiento” de las provincias en cuanto a la distribución de los recursos, que no era admitido en el texto original, se enmarca en las negociaciones y concesiones mutuas realizadas por los representantes de las provincias (gobernadores y legisladores nacionales) para llegar a la sanción de la Ley Bases. La tan deplorada política transaccional tuvo su reivindicación en los hechos. Y aquí no ha terminado.

El Pacto de Mayo carece de herramientas coercitivas para asegurarse su cumplimiento obligatorio, aún para los firmantes, al margen de las potestades y atributos que tiene el Poder Ejecutivo nacional, ampliados por las Ley Bases con la concesión de facultades extraordinarias. No son pocas, pero la mayoría de los objetivos deberá abordarlos de a uno, ya que la mayoría son enunciados de buenas intenciones pero sin precisiones, con redacciones abiertas sujetas a muchas interpretaciones y sin fecha de implementación.

Por eso, varios gobernadores dialoguistas consideraron ocioso y con más perjuicios probables que beneficios posibles oponerse a su firma. “Para qué me voy a poner en la vereda de enfrente si algunas cosas son obviedades redundantes, que ya están en las Constitución, y otras que parecen más precisas y pueden ser discutibles no establecen cómo ni cuándo se llevarán a la práctica. El caso más evidente es el artículo que fija ‘la reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno’, lo que hoy resultaría impensable ya que habría que bajarlo en casi 15 puntos. Pero sin fecha de aplicación no implica nada. En todo caso se discutirá cuando se trate el Presupuesto”, le explicó un mandatario provincial a algunos dirigentes de su espacio que tenían reparos políticos y prácticos sobre la conveniencia de adherir al Pacto de Mayo.

Es un hecho que en ese y varios otros casos los mandamientos mileístas estarán sujetos al paso por el Congreso y a las consecuentes negociaciones. Es lo que ocurrirá con la reforma política que por cuestiones prácticas y de fondo salió del pacto para pasar a ser un proyecto de ley. Aunque algunos de los presupuestos de esa reforma cuentan ya con antecedentes similares impulsados por los bloques dialoguistas y no tanto, por lo que su consagración dependerá en buena medida de la magnitud y la dirección que quiera dársele a ese cambio, de cara a las próximas elecciones legislativas. La tentación y el temor a competir con la cancha inclinada signan siempre las discusiones entre oficialismo y oposición.

La tan reclamada boleta única papel para suplir a la boleta sábana que ya fue aprobada en Diputados hace dos años y que el Senado ha demorado hasta hoy debería tener el camino más allanado que entonces, aunque el estado de convulsión en el que permanecen las fuerzas políticas derrotadas en las elecciones presidenciales puede complicar lo que luce impostergable.

Lo mismo podría decirse del proyecto más ambicioso que pretende encarar Milei en esta segunda fase, a pesar de la nueva coreografía consensual que expresa, como es la reforma profunda del Estado, ideada por Sturzenegger.

La construcción del puente que va de la destrucción de lo viejo a la inauguración de lo nuevo requiere de una ingeniería de precisión. Si la relación fuera mejor, Mauricio Macri le podría contar su experiencia al respecto y cómo debió ser rescatado en medio de su travesía hacia la nueva orilla, a la que llegó exhausto y sin haber logrado las metas que se propuso. La historia no se repite, pero enseña.

Las dificultades y las concesiones hechas para sacar adelante la Ley Bases son elementos muy relevantes a considerar. Tanto como las turbulencias económicas que siguen acechando al Gobierno. La estabilización de la economía, de la que se ufanan Milei y su equipo económico, podría ser otro error en el plano en el que más logros se le reconocen a los libertarios, como es el de la comunicación.

Algunos especialistas en opinión pública, comportamiento de audiencias e interacciones en redes también empiezan a percibir cierta saturación de la virulenta voz libertaria así como de la hiperpresencia mediática del Presidente y las disputas que emprende. Según esos registros, las voces que cuestionan la narrativa oficial estarían empezando a tener más receptividad que la que tenían hasta hace muy poco, cuando la hegemonía oficialista no tenía quién le disputara su preminencia.

La celebración de la desaceleración de la inflación, como si esta ya hubiera sido derrotada, o del supuesto comienzo de la reactivación percibida en mayo después de la depresión provocada por “el ajuste más grande de la historia”, generaron expectativas que podrían resultar contradichas demasiado pronto. Podría ser un golpe para buena parte de la sociedad que le está dando al Gobierno más tiempo y tolerancia del que dispone para sí, según sus necesidades.

“La creciente autopercepción de muchos argentinos que antes se definían como de clase media y ahora se consideran pobres resulta una novedad inquietante. Más aún, cuando en lugar de la amplia gama del rango intermedio (clase media alta, media, media-media y media baja) ahora lo que se amplía es la definición en la base de la pirámide y se habla de distintas categorías de pobres”, explica Guillermo Oliveto, el sociólogo y consultor especializado en consumo.

Lo que más preocupación genera de ese diagnóstico es que no se sabe cómo la sociedad procesará esa autopercepción del deterioro en su calidad de vida. Por ahora sigue el crédito abierto, aunque no en las mismas condiciones que al comienzo. Muchos empiezan a acortar los plazos para cobrar. Como los mercados.

La nueva coreografía que se verá esta noche en la firma del Pacto de Mayo, tan diferente del discurso inaugural de Milei de espaldas al Congreso, con la mayoría de los gobernadores y representantes de las provincias y de la política, a excepción de los opositores más duros, como Axel Kicillof o Ricardo Quintela, será una puesta en escena novedosa. Una expresión de buenas intenciones y relaciones.

Sin embargo, el nuevo decálogo fundacional carece de las discusiones y acuerdos previos básicos, como los tuvieron los pactos que en el país y el mundo luego lograron efectos concretos y duraderos. Para eso se espera todavía mucho debate y está sujeto a resultados. Será un nuevo punto de partida para un recorrido todavía incierto.

 

 

* Para La Nación

Ilustración: Alfredo Sábat